miércoles, 26 de agosto de 2015

Lo que vieron las casas victorianas

Lo que vieron las casas victorianas

Por Roberto Guzmán. 17 de agosto de 2015 - 9:00 am - 
http://acento.com.do/2015/cultura/8275837-lo-que-vieron-las-casas-victorianas/
 
No hay lugar al aburrimiento durante la lectura porque las diferentes acciones que despliega el autor en torno a las intrigas mantienen vivo el interés. La elaboración de la novela ha sufrido los rigores de la revisión formal, es decir, ha sido redactada de acuerdo con las exigencias formales de la expresión.
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Foto: Fuente externa/Portada de Lo que vieron las casas victorianas

Tal vez el título no sugiera mucho, tanto como para atraer a lectores ávidos de acción o que gustan de novelas con una trama de aventura. Es un título sutil. Por lo menos este no trata de seducir a los lectores a una lectura equívoca. Es una novela que se me antoja difícil de encasillar. Tiene mucho de histórica, social, política con algunos ingredientes psicológicos. Esta última parte es la más profunda y la que se escurre más fácilmente en la lectura inexperta.
El título de algún modo sí guarda relación con todo el tema que se agota en la novela. Pero es un tímido título que informa poco acerca de los sucesos que se desenvuelven en los capítulos de la novela. Las casas victorianas no son el objeto del texto.
No hay que dejarse ahuyentar por un epígrafe que no es sugerente. La novela se mantiene sola. Está encadenada en capítulos sólidos que mueven a reflexión unos y, a simpatía otros. Las páginas son reveladoras para los lectores jóvenes pues en ellas indirectamente se pasa por el cedazo una etapa de la vida política dominicana. Este trabajo literario está basado en hechos concretos que los puertoplateños de más edad podrán reconocer.
La organización de la novela no sigue al pie de la letra los hechos históricos que le sirven de base, pero hay en ella personas mencionadas con sus nombres reales, esto así, cuando al autor le pareció que debía rescatar del olvido alguna epopeya o gesta histórica. Brugal retoza con el momento histórico que recrea y lo hace derrochando destreza verbal. Al seguir este curso, esta novela se inscribe en una tendencia moderna de la novelística dominicana.
Hay varias historias contadas en el curso de la novela. Los diferentes temas cubiertos en esta están bien enlazados. No hay lugar al aburrimiento durante la lectura porque las diferentes acciones que despliega el autor en torno a las intrigas mantienen vivo el interés. La elaboración de la novela ha sufrido los rigores de la revisión formal, es decir, ha sido redactada de acuerdo con las exigencias formales de la expresión. Los diálogos desempeñan una función fundamental en la obra pues entre otros rasgos reflejan el nivel social del hablante y ofrece detalles de la lengua dominicana. Estos se corresponden con el registro apropiado de la lengua. Este rasgo revela un profundo conocimiento del concepto del habla y de la historia. El hilo de la narración se sigue con interés porque es llevado con maestría en dos vertientes, ficción e historia. El manejo de los diálogos se hace de modo oportuno para despejar dudas, aclarar conceptos, cambiar el centro de atención, etc.
Esta novela tiene intriga, amor, traición. Estos sentimientos se desarrollan bajo la férula del gobierno del régimen dictatorial de Trujillo. La labor desplegada por el autor se ajusta a las exigencias de la objetividad que exige la delicada actividad intelectual. Para no distorsionar, el novelista se somete a los parámetros obligados del ejercicio de la novelística. En este relato hay valor testimonial que es fundamental en una obra de este género. La capacidad descriptiva y el conocimiento del ambiente de la época se revelan en el ribete de cada ambiente, en la selección de la caracterización de los personajes, en el conocimiento del espacio escogido para cada acto de la trama.
Es una novela que discurre en la famosa Era de Trujillo y se extiende hasta los pesarosos años del cesarismo ilustrado de Balaguer. En ella pueden apreciarse descripciones que corresponden al pie de la letra con las imperantes condiciones de ese período de la historia dominicana. La sociedad puertoplateña está retratada de manera fiel. La vida del pueblo que fue Puerto Plata puede apreciarse en sus páginas. El tema no había sido tomado antes del modo en que lo hace Brugal en su obra, hay aquí algo novedoso, con un tratamiento del tema que es nuevo. Eso revela el poder creador del autor. La novedad es el contenido mismo de la novela, en la que el autor ha asumido el desafío de una narración que destaca debilidades y fortalezas al mismo tiempo en el personaje central, sin desmedro de su valía.
En este relato hay valor testimonial que es fundamental en una obra de este género. La capacidad descriptiva y el conocimiento del ambiente de la época se revelan en el ribete de cada ambiente, en la selección de la caracterización de los personajes, en el conocimiento del espacio escogido para cada acto de la trama
En algunas partes de la novela se destaca el análisis social que hace el autor. Esto lo hace sin necesidad de discursos o denuncias. El mensaje que trae la obra trasciende paulatinamente, a veces cargado de presagios. Lo que logra el escritor con su estilo es transmitir emociones, con expresiones emotivas, emocionales, que revelan que la palabra es un canal de ficción capaz de cautivar al lector, logrando apoderarse de este para hacer de él un seguidor de la trama.
Los rasgos salientes de los personajes son explotados de modo inteligente. No hay exageración en las caracterizaciones hasta que se llegan a algunos personajes en quienes se desea destacar la vileza de su carácter. Esto que se enuncia lo consigue Brugal tejiendo el verbo con un idioma suelto y, sin embargo, cuidado. En otros personajes, como el de la esposa, se reconoce su entereza de carácter, su entrega, su capacidad de amor, así como también la disposición que muestra para razonar ante la realidad circundante. Cuando hace falta para alimentar el interés del lector ella “sacude” al personaje central de la obra con sus palabras o actitudes.
El apetito de dinero que aparece en uno de los personajes es manejado de manera tal, que a través de él se penetra en varios ángulos de cómo hacerse de dinero sin necesidad de trabajar, o cómo hacerlo de modo ilegal en una sociedad corrompida. De modo parecido acierta Brugal al explotar con prolijidad los contrastes de carácter y de ánimo ante las diferentes situaciones, así como en los distintos escenarios en los que se desenvuelve la acción.
Aparejado con los ángulos salientes que se han destacado antes, Manuel Andrés introduce episodios cortos de ternura, en los que permite adivinar que hay escenas de amor que corresponden a la realidad de la vida. Todo esto lo hace con sumo cuidado, de manera que no entra en detalle, pero posibilita imaginar los encuentros.
Hay grandes virtudes que desempeñan un papel importante en la trama. Hay grandes defectos de algunos personajes que acaparan partes esenciales del desenvolvimiento de las acciones. Esta pluralidad de caracteres que resalta en el desarrollo de la trama, es una pluralidad significativa, llevada de buena mano mediante elementos caracterizadores, a través de situaciones que permiten que los personajes ser clasificados por sus acciones.
Esta novela tiene interés para diferentes públicos. Los lectores más jóvenes aprenderán acerca de cómo se desenvolvía la vida bajo la dictadura de Trujillo. Los de mayor edad podrán identificar algunos de los personajes, ya sea porque los conocieron o porque oyeron hablar de ellos.
Al leer la obra no debe olvidarse que se trata de una novela que es obra ficticia que si bien describe sucesos reales no lo hace totalmente apegado a la realidad de los hechos. Las vicisitudes de los personajes se desenvuelven en torno a la realidad y algunos de ellos conservan sus nombres reales, mientras otros nombres son velados. Los nombres de algunos barrios corresponden a la realidad, así como muchos de los hechos que sirven de telón de fondo a la novela.
Es una novela que podría definirse como un episodio de la Era de Trujillo. Reviste importancia por las exageraciones que provoca en los caracteres que toca. En esta novela se refleja cómo los actores de la trama responden de modo diferente a los estímulos de una dictadura que reguló la vida de un pueblo hasta en sus minucias diarias.
No hay que leerla pensando que se trata de un panfleto contra una dictadura. No pretende el autor hacer una denuncia contra un gobierno despótico, sino contraponer las fuerzas morales que sustentan las actuaciones de algunos personajes y la bajeza de otros. Los mecanismos que el poder utiliza para corromper o para presionar están presentes en la obra. En varios momentos cumbres de la historia el autor se extiende en los conflictos morales no solo entre personajes de la trama, sino también en el fuero interno de algunos de ellos.
Los capítulos están bien dosificados. Las vueltas y traídas, de los caracteres que forman la novela, se encuentran bien enlazadas, de forma que la oportunidad muestra que el escritor sabe hacer uso de los recursos que la narrativa pone a su disposición.
La obra consta de 245 páginas ocupadas por 27 capítulos numerados que no tienen epígrafes. Es una novela dominicana por su trama, por su lenguaje, sus giros y  expresiones, las costumbres, y modos de reaccionar retratados con destreza en su contenido. Manuel Andrés Brugal se había dado a conocer antes como cuentista, con la publicación de algunos cuentos en la prensa nacional dominicana. En 1969 fue merecedor de una mención honrosa en el concurso La Máscara. Al amigo Brugal la pluma no le es extraña, pues además de títulos de narrativa ha ocupado su tiempo con artículos de opinión sobre asuntos económicos que han visto la luz en periódicos de circulación nacional.
Lo que vieron las casas victorianas es una singular aportación a la bibliografía dominicana. En ella se percibe la calidad intelectual del autor que fue un espectador privilegiado de los hechos que sirvieron de nódulo a la novela. La novela es buena, hecha con afán de perfección. Es bueno recordar en este punto que la literatura es un arte que se cultiva, que se aprende, y como arte, con este se nace o se alcanza mediante la dedicación. No cabe duda de que es más fácil cultivar este arte para aquel que tiene la disposición y la vocación como es el caso de Brugal.
Me ha resultado grato ponderar esta novela del amigo Manuel Andrés Brugal. Con este comentario pretendo animarlo a que continúe por esta senda en la que se encaminado de forma tan airosa. Sobre todo porque en la solapa de la novela declara que está trabajando ya en la redacción de la segunda novela.

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