lunes, 24 de agosto de 2015

El decreto de San Fernando y sus curiosidade

El decreto de San Fernando y sus curiosidades.

January 24, 2012 
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Fernando Arturo de Meriño
Arzobispo Fernando Arturo de Meriño
Por Ramón Emilio Espínola

 
“Dos cosas hay que son gloriosas:
El sol en el cielo
y la libertad en la tierra”.
José Martí
 
 
El famoso decreto de San Fernando tuvo como objetivo principal impedir que el General Cesáreo Guillermo derrocase el Gobierno del Padre Meriño. Pero quien fue este hombre que quería derrocar al Padre Meriño, veamos.
Cesáreo nació en un lugar de Hato Mayor llamado La Rodada, hijo de Pedro Guillermo de quien dicen heredo arrojo y valentía, su padre fue actor en las guerras de la Independencia.
Cuando se produce la Anexión fue el primero de los patriotas en oponerse al nuevo orden en la región oriental. En una de esas revueltas tan propias de la primera y segunda republica fue hecho prisionero y sometido a un Consejo de Guerra en la ciudad del el Seibo donde fue condenado a muerte, su hijo Cesáreo que también fue arrestado entre los complotados, salvo su vida por ser menor de edad, la pena impuesta fue la de reclusión y extrañamiento de la patria.
Fue en una serie de refriegas partidistas defendiendo el Gobierno de don Ulises Espaillat donde se destaca bajo las ordenes de Miches y obtiene el grado de General. En la llamada Revolución de los Pinos, en el año de 1877, se le dio la oportunidad de levantarse por cuenta propia. Fue enviado al Seibo donde se enfrento a Marcos Cabral pero al no poderlo vencer tuvo que buscar un arreglo con este y retirarse vencido a su casa. Pero no cansado con lo sucedido volvió a insurreccionarse, esta vez con más recursos de guerra y mucho más hombres de armas a su mando.
El Presidente Báez tuvo que llamar del Cibao a los Generales Damián Báez, Valentín Ramírez Báez y a Meme Cáceres, con fuertes columnas de aguerridos soldados curados en las escaramuzas guerrilleras de los días de la Guerra de la restauración contra España pero a estos duchos soldados le fue imposible parar las arrolladoras fuerzas del Este, las cuales no pudieron ser contenidas en la memorable acción final de Pomarrosa.
El 24 de febrero de 1878, capitulaba el Presidente Báez, y ocupaba la ciudad el jefe triunfante Cesáreo Guillermo. Sintiéndose dueño de la situación nacional instalo y presidio un Gobierno Provisional compuesto por caciques y líderes regionales, pero Ignacio María González se adelanto en el Cibao estableciendo un Gobierno en esa región del país. No bien empezó González a ejercer su poder fue desalojado por las fuerzas predominantes en la disputa del poder: las tropas del Este acaudilladas por el propio Cesáreo Guillermo y las del Cibao, respaldadas por la prestancia de Luperón y que eran dirigidas por su lugarteniente el General Ulises Heureaux mejor conocido por Lilis. Dos caudillos de la guerra se daban la mano bajo el aparente pretexto de una misma causa, pero como era imposible que hombres de ese carácter pactaran sin que en el desenvolvimiento de sus actividades políticas no surgieran dificultades, todo término en una enemistad que indefectiblemente con el tiempo conllevaría a la eliminación de uno de los dos caudillos del panorama político-militar.
El Gobierno de Guillermo duro solo nueve meses y ocho días, o sea del 27 de febrero de 1879 al 6 de diciembre de 1879. El General Cesáreo Guillermo se exilio en la isla de Puerto Rico y desde ese territorio insular que en ese momento pertenecía a España organizo una invasión hacia la patria en el año de 1881, la misma estuvo patrocinada económicamente por la Casa Gallart de Ponce y contaba con la bendición y el apoyo de las autoridades españolas. El Gobierno Español hacia tiempo que venía presentando formales protesta al Gobierno dominicano por la presencia en territorio de la republica del General cubano Antonio Maceo quien residía en Puerto Plata conjuntamente con un grupo de luchadores por la causa de la libertad de la hermana isla antillana.
España consideraba el trato que los dominicanos daban a los luchadores cubanos como una provocación que afectaba sus intereses. Pero por más protestas España no podía impedir el afecto y las atenciones de los dominicanos para quienes consideraban hermanos luchadores por la libertad de la hermana isla de Cuba.
Ya para el año de 1870 existía en la ciudad de Puerto Plata un barrio que llevaba el nombre de “Cuba Libre”, compuesto en su casi totalidad por exilados cubanos y puertorriqueños, todos estos exilados gozaban del apoyo del partido azul, que en esos momentos constituía el ala liberal de la política vernácula, entre los hombres que lucharon contra España en la Guerra Restauradora, y contaban con el aprecio del patriota de mayor prestigio político y militar en esos momentos en que el país se debatía en una lucha sorda entre caciques militares, el General Gregorio Luperón.
A fines de julio de 1881 la expedición de los generales Cesáreo Guillermo y Juan Isidro Ortea desembarco en Punta Cana, en las costas de Higüey y rápidamente tomo fuerza en los campos tanto de Higüey como del Seibo y Hato Mayor. El Gobierno del Padre Meriño envío tropas a enfrentar la situación y estas estuvieron puestas bajo el mando del General Ulises Heureaux quien al momento era el Ministro de Interior y Policía.
Heureaux militar curtido tanto en la guerra como en las mañas de la política vernácula no dio un paso atrás y reconociendo la condición del enemigo al que tenía que enfrentar además de reconocer  que estaba luchando sobre el terreno donde este era popular, no escatimo ninguna argucia en el combate para procurar la derrota del adversario.
Las tropas del Gobierno finalmente derrotan a los invasores en un lugar llamado El Cabao, el cerco de los soldados gubernamentales fue tal que pocos de los insurrectos pudieron escapar y todos los que fueron hecho prisioneros incluyendo los Generales Guillermo y Ortea fueron pasados por las armas por órdenes expresas de Heureaux.
Con esa actitud el General Ulises Heureaux demostró tanta crueldad en el celo de su deber que hasta a su propio cuñado don Luis Pecunia ordeno que lo fusilaran sin ningún tipo de contemplaciones aun desoyendo los ruegos de este.
En el combate el General Heureaux cayó herido en la nuca y después de haber terminado su tarea de ordenamiento de los fusilamientos pidió a un soldado que buscara en el monte excremento seco de vaca para que se lo pusiera en la cabeza pues según el propio General eso era muy efectivo como hemostático.
La primera curiosidad de estos hechos es la siguiente: que el decreto fue denominado por el pueblo y los historiadores como de San Fernando,  porque el presidente que lo firmo, y a quien estaba llamado a proteger esta pieza legal, era cura, y además se llamaba Fernando.
La segunda curiosidad fue que quienes en realidad alentaron esta invasión en irrespeto a las normas internacionales fueron las autoridades españolas radicadas en la isla de Puerto Rico como represalia al trato amigable que los dominicanos daban al General cubano Antonio Maceo. Los españoles pensaban que Maceo, en unión a otros cubanos exilados organizaban un movimiento militar en Puerto Plata, para invadir a Cuba.
Y la tercera curiosidad fue la forma con que Heureaux combatió a los insurrectos y la saña con la que los asesino,  le valió dentro de los sectores populares, el mote de ser un hombre valiente, sanguinario y de mano dura.
Con su actitud, Lilis aunque  criticado por algunos sectores del partido azul, también gano el apoyo de otros grupos dentro de esa colectividad política.
Hay que reconocer que el partido azul representaba diversos sectores de la sociedad convergidos en esta organización, ya que la lucha contra España en la Guerra de la Restauración no fue  obra de un solo sector social.
Personas de diversos sectores, entre los que se encontraban, burgueses, terratenientes y oligarcas hasta simples obreros y campesinos, le dieron batalla al imperio español para que el país volviera a recuperar sus fueros perdidos. Lilis gozaba del apoyo del sector militar más poderoso que provenía del triunfo restaurador y ese apoyo se centraba más en el General Gregorio Luperón, quien consideraba en esos momentos  a Heureaux su mejor discípulo. Fue esa actitud de quien era el más grande de los héroes restauradores la que le dio privanza,  catapultando a Lilis a la Presidencia de la Nación.
Hay que reconocer que Luperón era un ferviente admirador de la causa de la independencia de Cuba y su amistad tanto con Gómez como con Maceo llevo a Lilis a sentir lo mismo que su maestro por la lucha soberana del hermano pueblo antillano. Era el General Ulises Heureaux el Presidente de la Republica cuando José Martí llega al país para entrevistarse con el Generalísimo Máximo Gómez y proponerle la invasión a Cuba para liberar la isla, después de la firma del Manifiesto de Montecristi donde quedo estructurado el pacto de lucha, ambos se dirigieron a visitar a su amigo y apoyador de causa, quien en ese momento además de amigo personal de Gómez y de Maceo era ferviente defensor de la libertad de Cuba, Lilis se siente regocijado con la visita y empieza a preguntar sobre los planes de invasión, a los cuales tanto Martí como Gómez contestan al dictador dominicano quien los anima en el glorioso empeño.
Al terminar la entrevista, Lilis  al despedirse después de haberle dado su cooperación económica y apoyo moral, parado entre los dos, abrazándolos y deseándoles suerte….les dice: “yo solo le pido una cosa, que lo que yo hago por Cuba no lo sepa nadie y mucho menos España, porque Cuba es mi querida y España es mi señora”. Y con esa frase lapidaria se despidió de esos dos colosos de la libertad de América.

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