Cromwell dictador y fanático luterano
Cromwell procedió despiadado contra sus contrarios, no solo en las confrontaciones militares, en la palestra política.
Milton falleció el 8 de febrero de 1674, es decir, sobrevivió l6 años a su mandante, pero su desempeño no influenció suficiente en los procederes extremos de su jefe. Era hijo de un notario acomodado.
Hijo de Robert Cromwell e Isabel Steward, emparentada con la familia real escocesa Estuardo. Cromwell estudió siete años en Cambridge y sus padres aspiraron que fuese religioso, pero se resistió, porque siempre fue no creyente, pero siempre respetó las religiones establecidas. Porfiado y rebelde hasta con lo razonable, prudente y humano. Fue impiadoso en la política y en la guerra.
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Armó un ejército particular que le era adicto hasta el fanatismo, y la historia enseña que los fanatismos resultan fatales y ruinosos para sus protagonistas, y en esa actitud, Cromwell enfrentó y derrotó al rey Carlos I en la batalla de Worcester, el 27 de agosto de 1651, haciéndolo preso y conducido a la Torres de Londres, donde lo mantuvo cautivo 18 meses, ordenando subirlo al cadalso, donde fue decapitado el 30 de enero de 1649 con el griterío y el pulgar abajo del chusmero londinense, y abolió la monarquía inglesa el 7 de febrero de 1649.
El Parlamento inglés designó a Cromwell el 26 de junio de 1650 capitán general y comandante de todas las fuerzas avanzadas de la flamante República de Inglaterra, el primer ensayo de ese sistema político en Europa, que precedió 42 años a la Revolución Francesa de 1792, una novedad impactante, ansiosa y expectante, como todo lo que comienza, luego de su triunfo en la batalla de Dumbar.
Carlos I concitó la repulsa de sus súbditos por sus excesos contra los escoceses, y convencido por sus adláteres, Guillermo Land, arzobispo de Canterbury, Robert Sibhorpe y Roger Manin, que apañaron todos sus excesos, de disponer de dos consecuencias, un como hombre privado y otra como jefe de Estado, grave error, porque en uno y otro desempeño solo es lícito y admirable la rectitud y la probidad.
“Ni la libertad civil ni la política se podrían afianzar sin recurrir a la espada”, como demostró, intrépido, valiente, osado, en las batallas de Marston Moor, Naseby, Preston, Worcester y Durhan, declarado por el Parlamento como Lord Protector de Inglaterra, Escocia e Irlanda, el 16 de diciembre de 1654, pero el Parlamento enviaba las leyes a El Protector, no al revés, como antes, y la suprema autoridad de las leyes reposaba en el Parlamento, no en el rey.
El Quinto Parlamento en Whitehall, llamado el Parlamento Largo, el 3 de noviembre de 1640, desafió la autoridad de Carlos I, originando una inflexión en la libertad política de Europa y América, con tiempo anticipado de aludir esos derechos fundamentales y atributos elementales concedidos por Jehová al hombre.
Declaró contra la ley recursos para los buques; los derechos aduanales sólo dependerían del Parlamento; aumento de la independencia de los jueces; supresión de los censurables tribunales de la Cámara Estrellada y la Comisión Suprema, y el Bill que despojó al rey el derecho de convocar o no al Parlamento a su antojo, obligándolo a convocarlo por lo menos cada tres meses, que Carlos I inicialmente rehusó todo, pero cedió ante la voluntad mayoritaria parlamentaria, que impuso no ser disuelto sin someterlo a votación.
Traduce que “le tumbaron el pulso” al rey, una especie de premonición a Cromwell de aprestarse a enfrentar al monarca en el escenario de la guerra, como aconteció.
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