Confianza institucional: Debilidad y hegemonía
24 de agosto de 2015 - 12:09 am
La Ley más consensuada, más discutida y que
más actores se vieron involucrados, todos los sectores sociales
participaron de la misma: la Estrategia Nacional de Desarrollo
2010-2030.
El Capital Institucional en la sociedad dominicana, en los
últimos años, para ser más específicos en los 36 meses transcurridos a
partir del 16 de agosto del 2012, ha venido descendiendo paulatinamente
pero de manera sistemática. El Capital Institucional aborda todo
lo concerniente a la Efectividad Gubernamental, la Calidad Regulatoria,
el Imperio de la Ley y el Control de la Corrupción.La Encuesta Cultura Política de la Democracia en República Dominicana (2014), lo tipifica de manera meridiana y en el año transcurrido después de ella, lejos de mejorar se ha venido degradando las instituciones; cuando hacemos una correlación con Barómetro de Las Américas 2014 y la Encuesta de Gallup/Hoy en la primera quincena de julio, los resultados son totalmente simétricos, un cierto hilo conductor exacto.
Para el 2014 los niveles de confianza según Barómetro de Las Américas eran:
1) Fuerzas Armadas 55.3%
2) Municipalidad 42.1%
3) Policía Nacional 35.6%
4) Confianza en el Congreso 42.8%
5) Confianza en el Sistema de Justicia 38.5%
6) Confianza en los Partidos Políticos 29.4%
7) Confianza en el Presidente 71.1%.
Es aterrador el retroceso en las instituciones, una verdadera degradación cuando se ven las comparaciones desde el 2004 al 2014. La Presidencia salta de 47.7 (2012) a 71.1 en el 2014. Una lectura sociológica, desde el horizonte de una sociedad más democrática, más decente, más sostenible, más incluyente, nos lleva a una perspectiva no halagüeña, pues estamos sustituyendo el desarrollo institucional y con ello el Estado de Derecho, a través de una persona frente a una sociedad que se complejiza cada vez más. Problemas de ayer se unen con demandas de hoy. Problemas coyunturales y estructurales se suman al corpus social dominicano, sin resolver. Los actores políticos gobernantes, sin compromisos societales ciertos, con la miopía sempiterna, acuden al incremento del personalismo, del paternalismo y del populismo para sobresalir en medio de aquello que destrozan: las instituciones.
La política como espectáculo juega su drama en medio de un dantesco panorama social. La política como arte para servir a través de políticas públicas se sustituye en la Telepolitica, en la exacerbación del paradigma mediático. Es lo que explica que el Poder Ejecutivo al llegar el 23 de julio haya gastado RD$8,191.42 millones de pesos. Que en el 2014 se presupuestara RD$1,875.38 millones de pesos y finalmente se ejecutara RD$3,466.46 millones de pesos. Esto es, 1.8 veces más que lo programado. Para el 2015, la publicidad es lo que realmente nunca se había hecho: RD$4,656.82, tienen programado para gastar.
Los actores políticos gobernantes saben el rol de los medios en la construcción de una hegemonía de poder, que vaya más allá de la dominación. Por eso abusan de los mismos. Con ellos juegan al poder y al contrapoder; vale decir, al poder y a la oposición, en el discurso, creando un espacio subliminal en la magia de la imagen presidencial. Para Gramsci “la hegemonía es el poder cultural del que goza el grupo dominante para dirigir a la sociedad en una dirección que no solo sirve a sus intereses sino que además es asumida por el resto de grupos como conforme a sus intereses”. Por eso crean una cosmovisión, donde el que no se encuadra allí, está fuera de “lo normal, está perdido, es de otro partido encubierto”.
El andamiaje principal en la sociedad del conocimiento, de la sociedad de las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) es la comunicación, medularmente, la televisión. Es lo que nos dice Pablo Iglesias “El gran dispositivo mediático de nuestro tiempo, lo más importante para establecer y determinar lo que piensa la gente (más aun que la educación, la familia o la iglesia) es la televisión, independientemente de que se transmita por satélite, por TDT o por Internet. La televisión moldea nuestra sensibilidad estética, nuestras opiniones, condiciona ocio y el entretenimiento que consumimos…”.
La fuerte debilidad se recrudece ante la ausencia del cumplimiento de las leyes:
- Ley 112-00
- Ley 167-07 Recapitalización al Banco Central.
- Ley 105-13
- Ley 247-12 Orgánica de Administración Pública.
- Ley 1-12 Estrategia Nacional de Desarrollo.
- Ley 200-04 Libre Acceso a la Información Pública.
- Ley 340-06 Compras y Contrataciones del Estado.
- Ley 42-00
- Ley 87-01 Seguridad Social.
- Ley 423-06
- Ley 311-14 Declaración Jurada Patrimonial.
- Ley 41-08 Función Pública.
- Ley 42-08 Pro Competencia.
- Ley 488-07 Micro-Pequeña y Mediana Empresa.
- Ley 107-13 Sobre los Derechos de las personas en sus Relaciones con la
- administración y de procedimiento administrativo. (Paro de contar).
El desafuero, lo más desaforado, desenfrenado, como punto de inflexión lo constituyó la Reforma Constitucional. En la Encuesta Gallup/Hoy el 52% cree que se entregó dinero para hacer el cambio y expresaron (66.9%) que el acuerdo Danilo-Leonel no beneficia a la democracia. En esa misma Encuesta dice “Gobierno tiene pocos puntos luminosos”. De 17 campos, sectores, solo pasó 4.
Sin embargo, henchido y empalagado de poder, del poder por el poder, ya ni siquiera asumen la hermosa frase de Octavio Paz, parafraseamos “… excede en el disimulo de sus pasiones y de sí mismo. Temeroso de la mirada ajena, se contrae, se reduce, se vuelve sombra y fantasía, eco”. Lo demuestra Alejandrina Germán Mejía, con respecto a las negociaciones con el Partido Reformista “Ellos piden lo que ellos creen que merecen y nosotros damos lo que podemos dar”.
Es el alcance actual de la política como trémulo que aniquila y acogota las instituciones para cimentarse sobre una hegemonía configurada en una botella de vidrio, merced a la desconfianza en las instituciones y al desapego a la clase política y a los partidos que ellos mismos han construido. Paradoja de una hegemonía que no logra articularse. Se queda en la dominación, en germen de su propia crisis, por una heterogeneidad social, caracterizada por el inmovilismo.
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