lunes, 24 de agosto de 2015

Carlos Sangiovanni: En las dos últimas bienales: ¿Cultura o basura?

Carlos Sangiovanni: En las dos últimas bienales: ¿Cultura o basura?

Por Carlos Sangiovanni. 24 de agosto de 2015 - 6:00 am -
 http://acento.com.do/2015/cultura/8277747-carlos-sangiovanni-en-las-dos-ultimas-bienales-cultura-o-basura/
 
Claro, no puedes manifestar que carecen de valor estético o que es simple basura, ya que al igual que muchas otras manifestaciones de cierto arte autodenominado contemporáneo, es chantajista
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Foto: Premio Pintura. Carlos Baret "Desplazamiento Involuntario"
“Las élites crean a sus artistas y éstos crean a sus élites.” E. H. Gombrich
Ser ganador de primeros premios en bienales nacionales pasadas, nos permite afirmar que creemos en ellas y sus celebraciones, asumir una postura crítica no significa  estar en contra de ellas.  Partimos de esta premisa,  para evitar las posibles malas interpretaciones de los francotiradores de la palabra. Ahora bien,  como dice el gastado estribillo: “amor no quita conocimiento”, o como señala el crítico de arte  Javier Toscano, “frente al exceso de esta sociedad del espectáculo de la que nos es imposible sustraernos, sólo podemos acercarnos al ámbito del arte contemporáneo tratando de conducir una indagación que mantenga el balance entre la honestidad intelectual y el desencanto melancólico, entre la curiosidad escéptica y el hartazgo convertido en ethos crítico.” ( Contra el arte contemporáneo, página 14)
Premio Cerámica. Cristian Tiburcio. “Solo Azul”
Las bienales, al igual que muchas manifestaciones y acciones culturales, se enfilan en función de los intereses de quienes las dirigen y conceptualmente imponen sus opiniones teóricas de lo que deben ser las expresiones que se manifiesten en estas actividades. Por eso en las bienales, cada resultado final es la encarnación de esa subjetividad,  decretada entre otras,  por sus bases, organización, jurados de selección y premiación, etc.. Hasta la selección de a quien se dedica o se invita,  es una demostración del interés que marca el surco categórico de su alineación.  No es un arte libre desde el instante en que surgen sus condicionantes.
La recién aperturada 28 Bienal de Artes Visuales, al igual que pasadas,  genera criticas en múltiples direcciones. Los que se inscriben en la aceptación de lo allí expuesto o premiado y los que no,  los que aún respiran por la herida porque el jurado de selección los excluyera; la de los empleados-críticos ó críticos-empleados,  que medran bajo el cobijo del erario público y disparan sus ladinos dardos en aras de sus respectivos intereses;  la de artistas que no participan,  y los que como yo,  se han autoexcluidos desde hace mucho,  por convicciones existenciales sobre el desarrollo de la obra creativa y la dinámica que interactúan en estos eventos.
No es casual el ausentismo de bienales que se autoimpusieron en sus momentos, artistas galardonados por ellas, como los fueran: Silvano Lora, Cándido Bidó, Ramón Oviedo, Luichy Martínez, Domingo Liz, Ada Balcácer, José Ramón Rotelliní, Darío Suro, Alberto Ulloa, entre otros muchos. Quizás primara en ellos la aprensión de ver descalificadas sus obras,  posteriormente a sus laudos y logros de oficio,  por un jurado desconocedor o retaliador de viejas querellas personales o estéticas, imponiendo su maldad por ante la verdad, para otorgar galardones a improvisados circunstanciales, evidentemente desmerecedores del sitial con que se les recompensa; ejemplos sobran en la historia de las bienales.
No pretendemos que se retomen en las bienales el hacer de un pasado ya gastado, sin una nueva perspectiva critica de un mundo cambiante, ignorando el crecimiento actual  de diferentes significantes, de procesos de transferencias y explicaciones culturales basadas en realidades materiales novedosas para la construcción del nuevo discurso desde la noción de autor y la personalidad creativa.
Premio Acciones Plásticas. Joan Jiménez. “Microcosmos VI”
La Bienal trata de remontar el declive iniciado en la del 2013,  en donde un jurado sumergidos en gárgaras seudo-teóricas y frases enmarañadas con una difusa lógica conceptual  para cambiar realidades  evidentes de los objetos, justificó premiaciones insostenibles;  como la otorgada a un montón de escombros y desechos de construcción, que al final del evento hubo que arrojar como relleno para las nuevas edificaciones del estado,  convirtiéndose, eso si,  en la basura mejor pagada de la historia de las artes de la República Dominicana.
Al recorrer la infraestructura que alberga  la 28 Bienal, vislumbramos en muchas de las obras seleccionadas por el jurado, un discurso estético  que no ha remontado el Ready Made de Marcel Duchamp, ni las primeras piezas del Arte Povera,  de la década de los sesenta;  así como expresiones gráficas gastadas en la consecución técnico conceptual,  que nos refieren a los años setenta, o a la burda iminstalación (imitación+instalación) del “grabado de cordel” brasileño. Las pinturas escogidas, en su gran mayoría, no encarnan para nada la fortaleza que siempre ha demostrado este renglón en el quehacer de las artes visuales dominicanas,  y como era de esperar, no han faltado en este evento los “Artores” (Artistas + actores),  palabra acuñada en los años ochenta por Danicel (Danilo de los Santos, jurado de premiación) y quien escribe, en un viaje de regreso desde Moscú, tratando de calificar a neo actores seducidos por la plástica, que han asumido el performance y la instalación  como medios expresivos. El desarrollo de las tecnologías les ha permitido incorporar estas a la producción de audiovisuales, en su gran mayoría sustentados por discursos seudo-eruditas de justificaciones morales y sociales. Claro, no puedes manifestar que carecen de valor estético o que es simple basura, ya que al igual que muchas otras manifestaciones de cierto arte autodenominado contemporáneo, es chantajista,  a las cuales tienes que aceptarlas como obras de valor, como bien expresa la crítica mexicana Avelina Lésper: “ Es un arte que te exige asimilarlo y no discutirlo, por eso es también dogmático. Te exige fe, que creas en él, no que lo comprendas, como las religiones. Quiere someter nuestro intelecto. Todo el tiempo quien se equivoca es el espectador, el artista y la obra es infalible. Si tú dices que carece de valores estéticos, de inteligencia, que no te propone, ni aporta nada, entonces te dicen que eres un ignorante”.

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