sábado, 23 de mayo de 2015

retrospectiva en el Centro Pompidou de Parí

retrospectiva en el Centro Pompidou de París


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Una retrospectiva en el Centro Pompidou, Museo de Arte Moderno de la ciudad de París, es un evento mayor para un artista en vida, pues se trata de un centro donde cada exposición recibe el mayor despliegue profesional tanto en la curaduría como en la museología, y la acogida de la obra se maneja con una perspectiva mediática intensa muy apuntada hacia todos los públicos principalmente el coleccionismo más agudo. Desde el pasado miércoles 25 de febrero 2015 hasta el lunes 18 de mayo del mismo año, se puede disfrutar de Hervé Télémaque, quien está comprometido con la causa y los objetivos del Centro Pompidou, exhibiendo setenta y cuatro pinturas, collages, objetos y ensamblajes.
La exposición recorre la trayectoria de este artista haitiano-francés, nacido en Port-au-Prince, en 1937. Asociado con la tendencia de la figuración narrativa, creó un cuerpo de alta calidad del trabajo y fue una gran fuerza artística en la década de 1950. Con sede en París desde 1961, posterior al inicio de su carrera internacional en New York, a finales de los años 50, el artista hizo experimentos con el expresionismo abstracto, caracterizado por sus obras de De Kooning, Pollock y Rothos.
Hervé Télémaque siempre ha comunicado que llegó a París buscando un entorno intelectual y visual que respondiera más a su coherencia artística y ética. En sus diversas entrevistas y encuentros públicos, Télémaque siempre manifestó su rechazo por la guerra de Vietnam y agudizó su posición en contra del racismo y de la segregación, expresando con mucha coherencia que necesitaba sentir un medio de empuje intelectual y racional para ejecutar su obra, siempre precisa, y aclara que su llegada a París, fue la conclusión de su exilio, frente a la dictadura duvalierista.
Hérve Télémaque se instala en París con su familia en un taller cerca de las Buttes Chaumont, precisamente en la zona Botzaris, donde le conocimos por primera vez en compañía del intelectual y crítico de arte haitiano Jacques Gougues, y a veces le visité junto al desaparecido artista Silvano Lora. Nos place evocar que gracias al acercamiento cálido que siempre he tenido con Télémaque, me permitió organizarle un viaje e invitarlo a Santo Domingo, en el año 2000, gracias al apoyo de la Galería Fine Arts, propiedad de Carmen Rita Pérez-Pellerano. Disfrutó esta primera visita a este país y se despidió con el compromiso de algún día regresar…Aprovechó para cruzar la frontera a su añorado pueblo por tierra, donde tenía muchos años que no visitaba.
Lo primero que se evidencia de este maestro es una tremenda cultura universal, su facilidad para combinar de obra como tantas metáforas dentro de un rango crítico, y una curiosidad profunda por la poética de las formas y las metáforas posibles entre la palabra y la imagen. Se apasiona en todo encuentro frente al tema y profundiza la relación de la línea con la semántica. Es un virtuoso de la palabra, y habla con una exquisitez del juego de sentidos entre lo real y lo sub-real. En esta dirección es que encontró una gran autonomía que fue marcando su distancia con todos os grupos y corrientes del expresionismo abstracto, del pop art, y de la figuración libre, hasta lograr una firma y factura varios objetos en el mismo lienzo, creando “cortocircuitos visuales”, la construcción propia , después de haber recibido muchas enseñanzas visuales de todas estas corrientes, para al fin mantenerse fuera de ellas, y garantizar una obra independiente.
Encontró una poética visual única, el asombro en lo más sencillo, hacer densas e intensas las cosas y los objetos más corrientes y banales. Como poeta, juega con las palabras y con la musicalidad, Télémaque juega con las formas, la línea y las luces de un objeto para hacer posible la convivencia visual de una palmera y un queso, un teleférico y un calzoncillo, un ranchito y un libro, todo esto conviviendo con formas humanas en su mayoría femeninas.
Es cierto que este artista ha heredado la ironía de los surrealistas y la irracionalidad del dadaísmo, pues es que con estas dos tendencias del pensamiento francés contemporáneo se puede apreciar la originalidad de la obra de Télémaque, en la que, la imaginación tiene su lógica. Este aspecto fundamental permite al artista trabajar con su inconsciente y entrar en criterios plásticos propios, logró establecer un diálogo con su trabajo sicoanalítico, y es a través de él que expresa un lenguaje visual donde expresa intensamente y con exceso la contradicción y la paradoja, sacando de la rutina la razón, haciendo que el inconsciente participe en los planteamientos estéticos.
Su obra es lúdica, inteligente; la forma y el sentido, se convierten en un juego poético en el que nos encontramos con las famosas asociaciones libres de Freud, como los poetas esta artista, opta por imágenes propias que sugieren otros matices. La analogía poética es el fundamento de todos los deslices de significaciones y de las formas.
Todo su arte consiste en plasmar una conciencia, pues siempre se mantiene tensa la posición frente al mundo, condenado las intervenciones militares, el racismo, las dictaduras, el abuso de poder durante los procesos postcoloniales, así como los planteamientos de sociedad como las libertades sexuales. Siempre toma postura ciudadana y política frente a los abusos del poder y mantiene un escepticismo crítico y abierto frente a la larga transición democrática de su país, sin perder la solidaridad con su pueblo de origen.
En Francia, su obra goza de mucha respetabilidad en el exigente mundo profesional del arte, pues él se ha caracterizado siempre por una actitud profesional de gran fidelidad con los críticos, los coleccionistas y su galerista Louis Carré, establecido en la elegante avenida Messine de París. Sus imágenes nunca han dejado de ser coherentes y denunciantes con su “haitianidad” que no oculta. Cuenta en su ejercicio con obras mayores como “Le Voyage de Héctor Hypolite en Afrique” del 2000, y Queltableau…condenando a BabyDoc de 1973. Son dos obras que significan el respeto por los maestros primitivos y la condena de las atrocidades de Jean-Claude Duvalier (padre e hijo).
La retrospectiva en París confirma toda la trayectoria de una obra fiel al pensamiento del artista, que siempre se manifestó por mantener su individualidad y su compromiso con las mayores causas humanas. Visitó en los 90 casi toda África y se pronunció por la liberación de Mandela, de sus experiencias sacó una colectiva que tituló “Impresiones de África”, que presentó en París.
En la actualidad goza de un gran éxito y prestigio en toda Europa que sabe manejar con ironía y sentido del humor. Esta retrospectiva es para él un resultado de todo un trabajo reconocido y en alguna entrevista confirmó que bueno que se lo hagan en vida. Su apertura con el mundo hacen presentes sus trabajos en los mayores museos de arte contemporáneo de Las Américas y de Europa. Los organizadores de esta retrospectiva están pensando en prolongarla o hacerla itinerante, pues ha levantado un gran público y mucho interés analítico sobre una obra singular de nuestros tiempos, una obra que más allá de la imagen suscita reflexión, meditación y conocimiento, pues se mantiene en muchas orillas desde lo abstracto hasta la figuración libre, pero siempre en diálogo contradictorio y crítico con el surrealismo y el “pop art

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