sábado, 30 de mayo de 2015

“La guerra invencible de Radio Santo Domingo”

“La guerra invencible de Radio Santo Domingo”


23_05_2015 Areito 23 mayo Areíto5
Eric Thomas Chester, en “Rag-Tags, Scum, Riff-Raff and Commies”, enjuicia las estrategias iniciales del Gral. Palmer y su vulnerabilidad:
“Se tomó la decisión de dejar Radio Santo Domingo fuera de la zona U.S., unas cuantas cuadras al norte. Habiendo apenas arribado a la escena, Palmer no podía tener total comprensión de la importancia crítica de la estación de radio para la causa rebelde, pero sus asistentes, particularmente aquellos quienes ya se habían estacionado en la República Dominicana como agregados de embajada, ciertamente comprendían la significación de esta decisión. Palmer afirmaría posteriormente que permitir la estación de radio permanecer bajo control rebelde representaba “El talón de Aquiles de nuestro total establecimiento”. Para York, la decisión representaba un “serio error, político, social y militar”. Subyacente a la decisión de evitar la emisora estaba el ferviente deseo de la Casa Blanca de evitar una amarga y mortal confrontación con los doscientos o más fuertemente armados soldados rebeldes que defendían este vital centro de transmisión. El pelotón I de la marina había estado bajo intenso fuego cuando se había aproximado al vecindario adyacente a Radio Santo Domingo solo veinticuatro horas antes, previniendo así una instructiva advertencia. Dado que la administración Johnson insistía que la creación de un cordón fuera logrado lo más rápido y suave posible, y con el entendido de que la estación de radio era un “punto caliente”, Palmer y sus asesores idearon un plan asentado sobre “la más corta distancia y la menor resistencia rebelde”.
“El comando militar norteamericano decidió evitar la estación de radio porque estaban convencidos de que sus transmisiones podrían ser bloqueadas a través de contramedidas electrónicas, con lo cual desorganizarían la radiodifusión. Los radioescuchas desalentados se verían entonces compelidos a sintonizar emisoras alternativas presentando programaciones suministradas por las unidades de guerra sicológica de los U.S. En verdad, el mismo día en que la zona de aislamiento fue trazada sobre el mapa de la Esso, las unidades de la armada comenzaron a interferir Radio Santo Domingo. Este esfuerzo, el cual pronto se convertiría en una virtual obsesión para los hacedores de decisiones norteamericanos, marca un punto de partida de referencia, como “primera ocasión conocida en que las Fuerzas Norteamericanas hayan interferido transmisiones de radio y televisión” en medio de una guerra civil”. (p. 95-6).
Su afirmación sobre el número de tropas que les enfrentaron en el trayecto de penetración, hasta el área cercana a Radio Santo Domingo, es exagerada; basada en la fiereza de la respuesta de nuestros combatientes y la estrategia de no enfrentar riesgos en aquella coyuntura temprana, sin el consenso suficiente de tropas y armas rebeldes en esa zona. No hubo necesidad de exagerada protección para Radio Santo Domingo.
“En adición a las operaciones de acopiamiento de inteligencia, las unidades de las Fuerzas Especiales participaron en operaciones paramilitares dirigidas a instalaciones rebeldes claves, con Radio Santo Domingo como un blanco crítico. Moviéndose para sofocar la rebelión, los fabricantes de decisiones norteamericanos, pronto vinieron a comprender la principalísima importancia de la estación de radio. Su poderosa señal le permitía transmitir directamente a una mayoría del país, mientras sus noticias y editoriales elevaban la moral de las fuerzas rebeldes que controlaban la ciudad intramuros, quienes de otro modo estaban incomunicados del exterior por el estricto aislamiento impuesto por las tropas americanas. La ubicación de los principales estudios de transmisión dentro del sector norte de Santo Domingo, también le daba importancia estratégica como un lazo entre las dos zonas rebeldes. Aún más importante, Radio Santo Domingo permaneció como un símbolo del poder insurgente para los simpatizantes al través del país, un signo visible de que el levantamiento permanecía intacto e indomado”.
“Los oficiales estadounidenses se sentían cada vez más frustrados por su inhabilidad para destruir Radio Santo Domingo. Su frustración es reflejada en una serie de memorandums enviados por Carl Rowan, director de la U.S. Information Agency (USIA), al presidente Jhonson. Se dio a USIA autoridad absoluta sobre el esfuerzo total de propaganda dirigido a los dominicanos, pero Rowan tuvo que informarle al presidente que la estación de los rebeldes era “superior a cualquier emisora que nosotros podríamos establecer ahí”. Era por tanto esencial que el local de transmisión principal fuese asaltado y tomado, o, si esto no fuese “política o militarmente posible”, las fuerzas norteamericanas deben “dejar la estación totalmente inoperante cortando sus fuentes de poder, o por algunos otros medios”.
“Los oficiales norteamericanos aborrecían Radio Santo Domingo tanto como temían sus relaciones armoniosas con la población dominicana. Inicialmente, el esfuerzo tuvo que ser dirigido a distorsionar las transmisiones de la emisora electrónicamente, utilizando más de veintiocho unidades de interferencia, estacionadas en aviones, barcos, y en diferentes locaciones en tierra. A pesar del masivo esfuerzo, la estación aun podía ser escuchada. El equipo traído a República Dominicana por la Agencia de Seguridad de la Armada (ASA) había sido diseñado para distorsionar las sofisticadas redes de comunicación empleadas por las unidades militares Soviéticas, y no para ser usadas contra de la poderosa señal de una radioemisora comercial. El intento de silenciar Radio Santo Domingo por medios electrónicos fracasó porque los equipos de ASA resultaron “inadecuados para entorpecer el rango de frecuencia comercial”. (128-9)
Los valores y capacidades del hombre, tanto en términos del producto físico, así como su capital espiritual atesorado, se maximizan, potencial y colectivamente, incendiados por el llamear honesto e innato del patriotismo. Desconcierta el hecho insólito de que, tanto la ultramoderna tecnología norteamericana, como su fogosamente experimentada estrategia de Inteligencia, resultaran humilladas frente al volcánico y obsesivo propósito de silenciar Radio Santo Domingo. Los ángulos, aun no sensibilizados, que dan respuesta propia a tan valioso contrasentido, han permanecido inconsecuentemente ignorados. Las tremendas capacidades atrevidas y el arrojo temerario, de un discreto grupo de técnicos geniales dominicanos, hasta ahora innominados, lograron desorganizar, confundir y desconcertar a los fogueados estrategas norteamericanos, obligándoles al recurso ignorante de la “acción directa”:
Pedrito Rojas Torres y Héctor Cambero, junto a arriesgados controladores de cabina y sonidos, como Freddy Espaillat y Héctor Graveley, escribieron esa parte de la historia.
Luego de los bombardeos a las plantas y antenas que silenciaron Radio Santo Domingo y la voladura de los trasmisores de H.I.Z. en María Auxiliadora, es cuando entran en juego las genialidades ensambladoras, ideas e improvisaciones acertadas de este grupo. Conscientes de que la voz de la Revolución, como arma y espíritu, debía continuar permanentemente en el aire. Por encima de todo riesgo y ante la voladura de María Auxiliadora, se logró improvisar exitosamente, en el zaguán del hogar de Lora Medrano y desde un sanitario, un pequeño transmisor amateur que los técnicos fortalecieron, de alguna manera, conectándoles a los cables de los transmisores de Frecuencia Modulada ubicados en el interior de la emisora, tirándolos desde allí, por encima de las paredes vecinas de Radio Santo Domingo. En esa ocasión se escuchó a Pedrito Rojas Torres decir, mientras manipulábamos los cables:
–“Yo sé dónde hay un viejo transmisor”—
Pedrito Rojas, diligentemente comprometido, logró localizar el descartado aparato, expertamente rehacerlo y construir un “malicioso” transmisor de mediana potencia y frecuencia movible, capaz de burlar las interferencias obsesivas de los norteamericanos. Desde el Edificio Copello, ubicado en los estudios de HIZ, hubo de permanecer incólume en el aire durante toda la Revolución, gracias a su pericia.

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