martes, 19 de mayo de 2015

Cultura Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas Manuel P. Villatoro@abc_es / MADRID Día 18/05/2015 - 14.09h Temas relacionados Historia (acontecimientos) Los Vikingos (obras) A pesar de lo que dice la leyenda, no solían combatir junto a sus maridos y eran sumamente respetadas por los hombres Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas Wikimedia Mantener una relación sexual no consentida con una vikinga era sinónimo de pena de muerte Sanguinarias, ávidas de darse de hachazos contra el enemigo y algo promiscuas. La imagen que nos ha llegado a día de hoy de las vikingas es la de unas rudas mujeres que combatían en gran número junto a sus esposos y no respetaban el matrimonio. No obstante, estas teorías se dan de bruces con la verdad, pues la Historia nos dice que no solían participar en los famosos viajes de saqueo representados recurrentemente en el cine y que –aunque disfrutaban de la misma libertad sexual que los hombres- no yacían con todo aquel que se cruzaba en su camino. Con todo, sí eran de suma importancia en la sociedad escandinava y gozaban de un inmenso respeto por parte de los hombres, quienes podían meterse en serios problemas legales si cometían la imprudencia de mantener relaciones sexuales con ellas sin su consentimiento o las maltrataban. Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas Q.E. Carátula del último libro de Laia San José Estos curiosos datos, así como otras tantas historias relacionadas con «los crueles asesinos del norte», forman parte de «Quiénes fueron realmente los vikingos», una nueva guía histórica sobre este pueblo escrita por la historiadora española Laia San José Beltrán. Editado por «Quarentena Ediciones», el libro cuenta con más de 400 páginas (unas 60 de ellas, fotografías e ilustraciones a todo color) y muestra detalles tan desconocidos en nuestro país sobre esta civilización como su escrupulosa higiene o su armamento. A su vez, la obra viene a completar el primer libro de la autora («Vikingos, una guía histórica de la serie de History Channel») y su propio blog personal («The Valkyrie’s Vigil»), uno de los más completos en nuestro idioma sobre temática nórdica. «Con este libro trato de llenar un hueco. A día de hoy es muy difícil encontrar bibliografía sobre los vikingos en España. En primer lugar, porque los ensayos históricos sobre esta época son algo antiguos, pues se escribieron fuera de nuestro país en los años 60 (una época en la que muchos expertos buscaban separar la cultura nórdica del nazismo, que se había apropiado de varios de sus elementos durante la Segunda Guerra Mundial). La mayoría suelen estar además en otros idiomas y tienen un estilo pesado que puede echar para atrás a algunos lectores. Por ello, “Quiénes fueron realmente los vikingos” está escrito de forma amena –aunque con total rigor histórico-. El objetivo es que se lo puedan leer cómodamente desde los expertos, hasta aquellos que no sepan nada del tema», explica, en declaraciones a ABC, San José Beltrán. Las mujeres vikingas no solían combatir De entre todas las mentiras que se han dado a conocer en los últimos años sobre las escandinavas, la historiadora destaca una por encima del resto: la que afirma que un 50% de los vikingos que viajaban a lo largo y ancho de Europa saqueando a otras culturas eran mujeres. Nada más lejos de la realidad, pues la sociedad les tenía reservado otro rol diferente al de ser fieras guerreras. «A día de hoy se ha tergiversado absolutamente cómo eran las vikingas de aquella época. Es increíble la degeneración que gira en torno a su imagen y a su rol en la sociedad. A pesar de lo que nos dicen las series y las películas, eran más granjeras y madres que guerreras. Es probable que alguna luchara, pero es imposible que la mitad de los que viajaban a saquear fueran mujeres», determina la experta. Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas Ladgerda, una vikinga que, según la serie «Vikingos», solía acudir a la batalla junto a su esposo aRCHIVO abc Esta modificación de la verdadera imagen de las vikingas empezó hace 100 años, un momento de la historia en el que en la pintura y en las óperas afloró la idea romántica (y errónea) de que las mujeres escandinavas iban armadas hasta las cejas y repartían hachazos junto a sus maridos. Parece que la falsedad caló hasta lo más profundo de la sociedad, pues desde entonces la mentira no ha parado de repetirse y se ha extendido de una forma increíble hasta llegar a la actualidad. De hecho, hoy en día también se alimenta gracias a series como «Vikingos», donde se muestra a Ladgerda (mujer de Ragnar Lodbrok) como una luchadora sedienta de sangre. «Parece que hay que poner a las mujeres en el papel de hombres para que sean reconocidas. Parece que una vikinga solo impresiona si combate, y no si decide ser madre. Hoy en día somos una sociedad bastante igualitaria, pero en su momento había roles y cada género tenía una función igual de válida. Tendemos a mirar el pasado desde una perspectiva actual, y eso es algo totalmente erróneo. Las mujeres vikingas eran lo suficientemente importantes en la época como para que no haga falta masculinizarlas, pero como gusta más decir que combaten, así se las representa», determina la historiadora. Con todo, San José Beltrán también señala que nunca se puede generalizar y que es muy probable que algunas lucharan en las expediciones de saqueo que sus maridos realizaban para conseguir riquezas a cambio de muerte y extorsión: El verdadero rol de las vikingas Puede que no se dedicasen a la guerrera, pero el cometido de la mayoría de las mujeres escandinavas casadas de clase media (las «húsfreyja») de aquella época era tan importante como el de los hombres. Y es que, además de ser las encargadas de transmitir oralmente todas las enseñanzas a sus hijos (pues los vikingos apenas escribían), también dirigían y hacían las labores de la granja cuando sus maridos estaban saqueando. Esta labor era de suma importancia, pues el trabajo en el campo era el que daba sustento y alimento durante el año a todos sus seres queridos y, si era mal gestionado, toda la economía familiar se podía ir al garete. Por su parte, los varones no desdeñaban –ni mucho menos- esta tarea, sino que la consideraban indispensable y respetaban sumamente a sus esposas por llevarla a cabo. A su vez, las mujeres también aprovisionaban la granja de comida y cocinaban. «Es muy curioso porque, en las sagas (la historia escandinava), se cuenta que las mujeres eran las dueñas de “la viga hacia dentro” de la casa (para lo que tenían incluso un término: “innan húss”) y el hombre lo era de “la viga hacia fuera”. Dentro del hogar, por tanto, la que mandaba era la mujer. No sólo tenían roles asociados actualmente al mundo femenino, sino que sobre ellas recaía toda la gestión de los campos. Si ellas hacían una mala gestión de sus bienes, era muy probable que en invierno toda la familia se muriese de hambre. Además hay que tener una cosa en cuenta: Si todas las mujeres se hubiesen marchado a la guerra ¿quién hubiese cuidado del hogar y organizado la economía?», completa San José Beltrán. Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas Laia San José, junto a sus dos ensayos sobre temática vikinga Manuel P. Villatoro No obstante, el que no solieran hacer el petate y dedicarse a darse de mandoblazos contra los cristianos no implica que no supiesen usar armas. De hecho, solían dominar en el manejo de hachas y arcos; y no era para menos, pues los usaban a diario para cortar leña y cazar. Estas habilidades servían a las «húsfreyja» para defender su hogar de todo aquel desaprensivo que tratase de causar problemas cuando sus esposos estaban fuera. «Hay que tener en cuenta que las vikingas pasaban mucho tiempo solas cuando el grueso de los varones se encontraba en una expedición de saqueo, y en ese tiempo eran las encargadas de defender el hogar, a los ancianos y los niños», completa la historiadora. Aquella tarea, por entonces, no era ni mejor ni peor considerada que las de los hombres. Simplemente era diferente. «El hecho de que en una sociedad como la vikinga cada uno tuviera una función distinta no era algo malo. El problema es que lo vemos desde una perspectiva actual. Simplemente eran roles naturales que venían desde la prehistoria. Entonces había religiones en las que las mujeres estaban relegadas a un segundo plano y no eran importantes, pero no era el caso de la sociedad vikinga, donde la mujer tenía una gran importancia. En las series se sacrifica la realidad en favor de una imagen idílica que a todos gusta y se acaba tergiversando la historia», explica la experta. El infanticidio, la primera prueba Pero, ¿existen datos que nos corroboren que las vikingas no combatieron junto a los hombres? Determinadas costumbres de la época hacen pensar que hubiera sido una práctica extraña. Entre ellas destaca el infanticidio (el asesinato selectivo de niños recién nacidos con malformaciones o enfermedades y, en muchos casos, niñas). En palabras de San José Beltrán, en la actualidad se han encontrado restos óseos de neonatas en las afueras de determinadas granjas escandinavas, lo que hace pensar que acababan con sus vidas de forma intencionada. Además de ser una práctica bárbara –utilizada, entre otros, por los espartanos- esta forma de proceder reducía radicalmente el número de mujeres, lo que hacía que, una vez adultas, fuesen muy apreciadas entre los varones de la región. La lógica por tanto, hace pensar que los hombres no querrían que falleciesen en combate. Las vikingas podian solicitar el divorcio «Es muy raro que, habiendo tan pocas mujeres como había, las enviasen a la guerra para que corrieran el riesgo de morir. Las mujeres cumplían una función reproductiva. No es un alegato machista ni feminista, es un alegato histórico y real. Fue así», añade San José Beltrán. En este sentido, es también presumible que a combatir acudirían las mujeres más fuertes, lo que no dejaría más que un puñado de ancianos y niños para defender las granjas. Sin duda, una llamada a los bandidos cercanos para que tomasen hachas y espadas y diesen buena cuenta de todo aquel que encontraran. Curiosamente, esta escasez de mujeres para contraer matrimonio y formar una familia pudo ser la que provocó que los vikingos se hicieran a la mar para conseguir riquezas. Y es que, en aquellos años valía más tener una bolsa bien llena de monedas que una cara bonita para interesar a una chica. «Algunos historiadores sostienen que, en un determinado momento, hubo exceso de hombres para muy pocas mujeres. Por ello, los varones se veían obligados a salir de saqueo para conseguir riquezas y que una mujer les eligiese. Es lógico si se piensa que, en esa época, no se casaba un hombre con una mujer, se casaba una familia con otra. Por ello, interesaba tener dinero. Las riquezas adquiridas fuera permitían a los vikingos convertirse en líderes, contratar un grupo de hombres para que salieran con ellos de saqueo, construir un barco etc. Es un círculo vicioso. A más dinero, más posibilidades de ganar más», añade la española. La discusión de las tumbas Otro de los elementos que ha contribuido a sembrar el desconcierto sobre este tema es que, como se ha podido descubrir actualmente, muchas vikingas fueron enterradas con armas y escudos. No son pocos los que afirman que estos arsenales habrían sido utilizados por la mujer para ir a la guerra. Sin embargo, no es de la misma opinión San José Beltrán, quien señala que los escandinavos solían inhumar a sus muertos (ya fuesen hombres o mujeres) con todo tipo de ofrendas tales como hachas y espadas a modo de ofrenda. «Aunque nos encontrásemos un yacimiento en el que apareciese una mujer o un hombre rodeado de armas no podríamos asegurar que fuese un guerrero. Suponemos que el fallecido era un combatiente en base a una serie de datos, pero también existe la posibilidad de que las armas fueran un regalo de su familia. Además, que un vikingo apareciese en un yacimiento con un arco y un hacha no es esclarecedor, pues eran objetos que se usaban también en tareas de granja. Podría haber sido un guerrero, un hombre o una mujer que salió a saquear un par de veces en su vida, o un campesino o campesina», determina la experta. Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas Las guerreras vikingas, más mito que realidad Archivo ABC En este sentido, la historiadora también señala que, si las mujeres encontradas hubiesen combatido, habrían sufrido heridas en los huesos que, posteriormente, habrían sanado. Sin embargo, no es habitual encontrar restos óseos femeninos de la época vikinga con marcas que se puedan relacionar con largas jornadas combatiendo de sol a sol contra el enemigo. Una nueva prueba que desmonta la teoría de que las féminas lucharon en masa junto a sus maridos contra media Europa. Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas L.S.B. Estatuillas femeninas encotnradas en tumbas vikingas «Los huesos nos pueden desvelar cómo murió una persona y qué heridas sufrió lo largo de su vida. Gracias a pequeñas características se pueden reconocer heridas de espada o hacha, malformaciones provocadas por las armas, ver si los restos óseos se dañaron y se volvieron a recuperar etc. Estas marcas se han encontrado en algunos guerreros vikingos hallados a día de hoy, pero no en los yacimientos de mujeres vikingas. En definitiva, es seguro que hubo mujeres que lucharon, pero no es algo que sucediera, ni mucho menos, de forma generalizada. Era algo muy puntual», determina San José Beltrán en declaraciones a ABC. Por otro lado, en las tumbas vikingas también se han encontrado varios tipos de estatuillas con forma de mujer. Muchas de ellas, de hecho, «valkirias» (las guerreras mitológicas que, según la mitología, bajaban a recoger a una parte de los fallecidos tras la batalla para llevarlos junto a los dioses). Esto ha desconcertado en cierto modo a los expertos, pues se desconoce si las efigies se corresponden con un mero ritual o si, por el contrario, representan a combatientes femeninas que cabalgaron junto a los hombres en algún momento. Violaciones y armas Si algo está claro es que las escandinavas eran sumamente respetadas por los hombres, y eso quedaba además demostrado en su legislación. Así pues, estos rudos asesinos que llevaron a cabo todo tipo de tropelías fuera de sus hogares (entre ellas abusar de las esposas de sus enemigos), tenían prohibido por ley violar a las vikingas. Dicha norma tenía tal relevancia que, aquel que la incumplía, era condenado a muerte. Este castigo era totalmente excepcional para ellos, pues no solían tirar de verdugo en ningún ámbito más de su vida. De hecho, cuando se cometían otro tipo de delitos de suma importancia, únicamente expulsaban al delincuente de la colonia. Tal era el respeto que sentían por las mujeres que la ley no permitía a éstas llevar armas. «Los hombres libres vikingos, que eran el grueso de la población, tenían el derecho de portar armas. Ese privilegio no era extensible a las mujeres, pero por una cuestión de seguridad y honor, pues para ellos herir a una dama era una gran deshonra. Cómo no querían verse obligados a defenderse del posible ataque de una mujer y dañarla (algo que les provocaría problemas legales), preferían evitar esa situación», completa San José Beltrán. Libertad sexual Por otro lado, las escandinavas no eran consideradas meros objetos sexuales que debían estar al servicio del hombre. De hecho, en este sentido gozaban de una libertad similar a la de sus esposos. Las vikingas eran también de las pocas mujeres de la época podían solicitar el divorcio por varias causas. En el caso de que les fuese concedido, tenían derecho también a recuperar toda su dote. Además, si se demostraba que la culpa de la separación había sido del esposo, podían reclamarle una parte de las riquezas que había aportado al matrimonio. «El divorcio en la sociedad vikinga podía solicitarlo cualquiera de las dos partes. El “juicio” se hacía mediante testigos, que hablaban en favor del esposo o a la esposa. Solo hay una salvedad: los malos tratos. En ese caso, el divorcio era automático. También se podía solicitar porque el cónyuge fuese un despilfarrador y no supiese administrar bien la granja. Otra causa era la impotencia, algo que hay que entender, pues en la época uno de los objetivos del matrimonio era tener descendencia. Finalmente, cualquiera de las dos partes podía separarse si su pareja no vestía acorde a su sexo. Es decir, si un hombre se vestía de mujer o viceversa», destaca la experta española.

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Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas

Día 18/05/2015 - 14.09h
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A pesar de lo que dice la leyenda, no solían combatir junto a sus maridos y eran sumamente respetadas por los hombres

Sanguinarias, ávidas de darse de hachazos contra el enemigo y algo promiscuas. La imagen que nos ha llegado a día de hoy de las vikingas es la de unas rudas mujeres que combatían en gran número junto a sus esposos y no respetaban el matrimonio. No obstante, estas teorías se dan de bruces con la verdad, pues la Historia nos dice que no solían participar en los famosos viajes de saqueo representados recurrentemente en el cine y que –aunque disfrutaban de la misma libertad sexual que los hombres- no yacían con todo aquel que se cruzaba en su camino. Con todo, sí eran de suma importancia en la sociedad escandinava y gozaban de un inmenso respeto por parte de los hombres, quienes podían meterse en serios problemas legales si cometían la imprudencia de mantener relaciones sexuales con ellas sin su consentimiento o las maltrataban.
Q.E.
Carátula del último libro de Laia San José
Estos curiosos datos, así como otras tantas historias relacionadas con «los crueles asesinos del norte», forman parte de «Quiénes fueron realmente los vikingos», una nueva guía histórica sobre este pueblo escrita por la historiadora española Laia San José Beltrán. Editado por «Quarentena Ediciones», el libro cuenta con más de 400 páginas (unas 60 de ellas, fotografías e ilustraciones a todo color) y muestra detalles tan desconocidos en nuestro país sobre esta civilización como su escrupulosa higiene o su armamento. A su vez, la obra viene a completar el primer libro de la autora («Vikingos, una guía histórica de la serie de History Channel») y su propio blog personal («The Valkyrie’s Vigil»), uno de los más completos en nuestro idioma sobre temática nórdica.
«Con este libro trato de llenar un hueco. A día de hoy es muy difícil encontrar bibliografía sobre los vikingos en España. En primer lugar, porque los ensayos históricos sobre esta época son algo antiguos, pues se escribieron fuera de nuestro país en los años 60 (una época en la que muchos expertos buscaban separar la cultura nórdica del nazismo, que se había apropiado de varios de sus elementos durante la Segunda Guerra Mundial). La mayoría suelen estar además en otros idiomas y tienen un estilo pesado que puede echar para atrás a algunos lectores. Por ello, “Quiénes fueron realmente los vikingos” está escrito de forma amena –aunque con total rigor histórico-. El objetivo es que se lo puedan leer cómodamente desde los expertos, hasta aquellos que no sepan nada del tema», explica, en declaraciones a ABC, San José Beltrán.

Las mujeres vikingas no solían combatir

De entre todas las mentiras que se han dado a conocer en los últimos años sobre las escandinavas, la historiadora destaca una por encima del resto: la que afirma que un 50% de los vikingos que viajaban a lo largo y ancho de Europa saqueando a otras culturas eran mujeres. Nada más lejos de la realidad, pues la sociedad les tenía reservado otro rol diferente al de ser fieras guerreras. «A día de hoy se ha tergiversado absolutamente cómo eran las vikingas de aquella época. Es increíble la degeneración que gira en torno a su imagen y a su rol en la sociedad. A pesar de lo que nos dicen las series y las películas, eran más granjeras y madres que guerreras. Es probable que alguna luchara, pero es imposible que la mitad de los que viajaban a saquear fueran mujeres», determina la experta.
Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas
Ladgerda, una vikinga que, según la serie «Vikingos», solía acudir a la batalla junto a su esposo
aRCHIVO abc
Esta modificación de la verdadera imagen de las vikingas empezó hace 100 años, un momento de la historia en el que en la pintura y en las óperas afloró la idea romántica (y errónea) de que las mujeres escandinavas iban armadas hasta las cejas y repartían hachazos junto a sus maridos. Parece que la falsedad caló hasta lo más profundo de la sociedad, pues desde entonces la mentira no ha parado de repetirse y se ha extendido de una forma increíble hasta llegar a la actualidad. De hecho, hoy en día también se alimenta gracias a series como «Vikingos», donde se muestra a Ladgerda (mujer de Ragnar Lodbrok) como una luchadora sedienta de sangre.
«Parece que hay que poner a las mujeres en el papel de hombres para que sean reconocidas. Parece que una vikinga solo impresiona si combate, y no si decide ser madre. Hoy en día somos una sociedad bastante igualitaria, pero en su momento había roles y cada género tenía una función igual de válida. Tendemos a mirar el pasado desde una perspectiva actual, y eso es algo totalmente erróneo. Las mujeres vikingas eran lo suficientemente importantes en la época como para que no haga falta masculinizarlas, pero como gusta más decir que combaten, así se las representa», determina la historiadora. Con todo, San José Beltrán también señala que nunca se puede generalizar y que es muy probable que algunas lucharan en las expediciones de saqueo que sus maridos realizaban para conseguir riquezas a cambio de muerte y extorsión:

El verdadero rol de las vikingas

Puede que no se dedicasen a la guerrera, pero el cometido de la mayoría de las mujeres escandinavas casadas de clase media (las «húsfreyja») de aquella época era tan importante como el de los hombres. Y es que, además de ser las encargadas de transmitir oralmente todas las enseñanzas a sus hijos (pues los vikingos apenas escribían), también dirigían y hacían las labores de la granja cuando sus maridos estaban saqueando. Esta labor era de suma importancia, pues el trabajo en el campo era el que daba sustento y alimento durante el año a todos sus seres queridos y, si era mal gestionado, toda la economía familiar se podía ir al garete. Por su parte, los varones no desdeñaban –ni mucho menos- esta tarea, sino que la consideraban indispensable y respetaban sumamente a sus esposas por llevarla a cabo.
A su vez, las mujeres también aprovisionaban la granja de comida y cocinaban. «Es muy curioso porque, en las sagas (la historia escandinava), se cuenta que las mujeres eran las dueñas de “la viga hacia dentro” de la casa (para lo que tenían incluso un término: “innan húss”) y el hombre lo era de “la viga hacia fuera”. Dentro del hogar, por tanto, la que mandaba era la mujer. No sólo tenían roles asociados actualmente al mundo femenino, sino que sobre ellas recaía toda la gestión de los campos. Si ellas hacían una mala gestión de sus bienes, era muy probable que en invierno toda la familia se muriese de hambre. Además hay que tener una cosa en cuenta: Si todas las mujeres se hubiesen marchado a la guerra ¿quién hubiese cuidado del hogar y organizado la economía?», completa San José Beltrán.
Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas
Laia San José, junto a sus dos ensayos sobre temática vikinga
Manuel P. Villatoro
No obstante, el que no solieran hacer el petate y dedicarse a darse de mandoblazos contra los cristianos no implica que no supiesen usar armas. De hecho, solían dominar en el manejo de hachas y arcos; y no era para menos, pues los usaban a diario para cortar leña y cazar. Estas habilidades servían a las «húsfreyja» para defender su hogar de todo aquel desaprensivo que tratase de causar problemas cuando sus esposos estaban fuera. «Hay que tener en cuenta que las vikingas pasaban mucho tiempo solas cuando el grueso de los varones se encontraba en una expedición de saqueo, y en ese tiempo eran las encargadas de defender el hogar, a los ancianos y los niños», completa la historiadora.
Aquella tarea, por entonces, no era ni mejor ni peor considerada que las de los hombres. Simplemente era diferente. «El hecho de que en una sociedad como la vikinga cada uno tuviera una función distinta no era algo malo. El problema es que lo vemos desde una perspectiva actual. Simplemente eran roles naturales que venían desde la prehistoria. Entonces había religiones en las que las mujeres estaban relegadas a un segundo plano y no eran importantes, pero no era el caso de la sociedad vikinga, donde la mujer tenía una gran importancia. En las series se sacrifica la realidad en favor de una imagen idílica que a todos gusta y se acaba tergiversando la historia», explica la experta.

El infanticidio, la primera prueba

Pero, ¿existen datos que nos corroboren que las vikingas no combatieron junto a los hombres? Determinadas costumbres de la época hacen pensar que hubiera sido una práctica extraña. Entre ellas destaca el infanticidio (el asesinato selectivo de niños recién nacidos con malformaciones o enfermedades y, en muchos casos, niñas). En palabras de San José Beltrán, en la actualidad se han encontrado restos óseos de neonatas en las afueras de determinadas granjas escandinavas, lo que hace pensar que acababan con sus vidas de forma intencionada. Además de ser una práctica bárbara –utilizada, entre otros, por los espartanos- esta forma de proceder reducía radicalmente el número de mujeres, lo que hacía que, una vez adultas, fuesen muy apreciadas entre los varones de la región. La lógica por tanto, hace pensar que los hombres no querrían que falleciesen en combate.
«Es muy raro que, habiendo tan pocas mujeres como había, las enviasen a la guerra para que corrieran el riesgo de morir. Las mujeres cumplían una función reproductiva. No es un alegato machista ni feminista, es un alegato histórico y real. Fue así», añade San José Beltrán. En este sentido, es también presumible que a combatir acudirían las mujeres más fuertes, lo que no dejaría más que un puñado de ancianos y niños para defender las granjas. Sin duda, una llamada a los bandidos cercanos para que tomasen hachas y espadas y diesen buena cuenta de todo aquel que encontraran.
Curiosamente, esta escasez de mujeres para contraer matrimonio y formar una familia pudo ser la que provocó que los vikingos se hicieran a la mar para conseguir riquezas. Y es que, en aquellos años valía más tener una bolsa bien llena de monedas que una cara bonita para interesar a una chica. «Algunos historiadores sostienen que, en un determinado momento, hubo exceso de hombres para muy pocas mujeres. Por ello, los varones se veían obligados a salir de saqueo para conseguir riquezas y que una mujer les eligiese. Es lógico si se piensa que, en esa época, no se casaba un hombre con una mujer, se casaba una familia con otra. Por ello, interesaba tener dinero. Las riquezas adquiridas fuera permitían a los vikingos convertirse en líderes, contratar un grupo de hombres para que salieran con ellos de saqueo, construir un barco etc. Es un círculo vicioso. A más dinero, más posibilidades de ganar más», añade la española.

La discusión de las tumbas

Otro de los elementos que ha contribuido a sembrar el desconcierto sobre este tema es que, como se ha podido descubrir actualmente, muchas vikingas fueron enterradas con armas y escudos. No son pocos los que afirman que estos arsenales habrían sido utilizados por la mujer para ir a la guerra. Sin embargo, no es de la misma opinión San José Beltrán, quien señala que los escandinavos solían inhumar a sus muertos (ya fuesen hombres o mujeres) con todo tipo de ofrendas tales como hachas y espadas a modo de ofrenda.
«Aunque nos encontrásemos un yacimiento en el que apareciese una mujer o un hombre rodeado de armas no podríamos asegurar que fuese un guerrero. Suponemos que el fallecido era un combatiente en base a una serie de datos, pero también existe la posibilidad de que las armas fueran un regalo de su familia. Además, que un vikingo apareciese en un yacimiento con un arco y un hacha no es esclarecedor, pues eran objetos que se usaban también en tareas de granja. Podría haber sido un guerrero, un hombre o una mujer que salió a saquear un par de veces en su vida, o un campesino o campesina», determina la experta.
Las increíbles mentiras históricas sobre las «promiscuas guerreras» vikingas
Las guerreras vikingas, más mito que realidad
Archivo ABC
En este sentido, la historiadora también señala que, si las mujeres encontradas hubiesen combatido, habrían sufrido heridas en los huesos que, posteriormente, habrían sanado. Sin embargo, no es habitual encontrar restos óseos femeninos de la época vikinga con marcas que se puedan relacionar con largas jornadas combatiendo de sol a sol contra el enemigo. Una nueva prueba que desmonta la teoría de que las féminas lucharon en masa junto a sus maridos contra media Europa.
L.S.B.
Estatuillas femeninas encotnradas en tumbas vikingas
«Los huesos nos pueden desvelar cómo murió una persona y qué heridas sufrió lo largo de su vida. Gracias a pequeñas características se pueden reconocer heridas de espada o hacha, malformaciones provocadas por las armas, ver si los restos óseos se dañaron y se volvieron a recuperar etc. Estas marcas se han encontrado en algunos guerreros vikingos hallados a día de hoy, pero no en los yacimientos de mujeres vikingas. En definitiva, es seguro que hubo mujeres que lucharon, pero no es algo que sucediera, ni mucho menos, de forma generalizada. Era algo muy puntual», determina San José Beltrán en declaraciones a ABC.
Por otro lado, en las tumbas vikingas también se han encontrado varios tipos de estatuillas con forma de mujer. Muchas de ellas, de hecho, «valkirias» (las guerreras mitológicas que, según la mitología, bajaban a recoger a una parte de los fallecidos tras la batalla para llevarlos junto a los dioses). Esto ha desconcertado en cierto modo a los expertos, pues se desconoce si las efigies se corresponden con un mero ritual o si, por el contrario, representan a combatientes femeninas que cabalgaron junto a los hombres en algún momento.

Violaciones y armas

Si algo está claro es que las escandinavas eran sumamente respetadas por los hombres, y eso quedaba además demostrado en su legislación. Así pues, estos rudos asesinos que llevaron a cabo todo tipo de tropelías fuera de sus hogares (entre ellas abusar de las esposas de sus enemigos), tenían prohibido por ley violar a las vikingas. Dicha norma tenía tal relevancia que, aquel que la incumplía, era condenado a muerte. Este castigo era totalmente excepcional para ellos, pues no solían tirar de verdugo en ningún ámbito más de su vida. De hecho, cuando se cometían otro tipo de delitos de suma importancia, únicamente expulsaban al delincuente de la colonia.
Tal era el respeto que sentían por las mujeres que la ley no permitía a éstas llevar armas. «Los hombres libres vikingos, que eran el grueso de la población, tenían el derecho de portar armas. Ese privilegio no era extensible a las mujeres, pero por una cuestión de seguridad y honor, pues para ellos herir a una dama era una gran deshonra. Cómo no querían verse obligados a defenderse del posible ataque de una mujer y dañarla (algo que les provocaría problemas legales), preferían evitar esa situación», completa San José Beltrán.

Libertad sexual

Por otro lado, las escandinavas no eran consideradas meros objetos sexuales que debían estar al servicio del hombre. De hecho, en este sentido gozaban de una libertad similar a la de sus esposos. Las vikingas eran también de las pocas mujeres de la época podían solicitar el divorcio por varias causas. En el caso de que les fuese concedido, tenían derecho también a recuperar toda su dote. Además, si se demostraba que la culpa de la separación había sido del esposo, podían reclamarle una parte de las riquezas que había aportado al matrimonio.
«El divorcio en la sociedad vikinga podía solicitarlo cualquiera de las dos partes. El “juicio” se hacía mediante testigos, que hablaban en favor del esposo o a la esposa. Solo hay una salvedad: los malos tratos. En ese caso, el divorcio era automático. También se podía solicitar porque el cónyuge fuese un despilfarrador y no supiese administrar bien la granja. Otra causa era la impotencia, algo que hay que entender, pues en la época uno de los objetivos del matrimonio era tener descendencia. Finalmente, cualquiera de las dos partes podía separarse si su pareja no vestía acorde a su sexo. Es decir, si un hombre se vestía de mujer o viceversa», destaca la experta española.

Día 18/05/2015 - 14.09h

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