Segunda Guerra Mundial Descubren las crueles torturas que los americanos cometieron contra los nazis en Dachau
Día 21/05/2015 - 10.21h
Temas relacionados
Lhttp://www.abc.es/cultura/20150520/abci-nazis-dachau-torturas-201505201134.html?utm_source=abc.es&utm_medium=modulo-sugerido&utm_content=noticia-AB&utm_campaign=outbrain=obnetwork
a carta de un médico presente en la liberación del campo ha desvelado la barbarie que se desató contra los miembros de las SS
Este 2015 está siendo un año de tristes aniversarios en lo que a campos de concentración se
refiere-. No es para menos pues, hace más de siete décadas, los
soldados aliados liberaron una ingente cantidad de centros de exterminio
donde los crueles soldados de las SS habían sometido a todo tipo de torturas a miles y miles de presos de todo el mundo (entre ellos, españoles).
No obstante, la llegada de los norteamericanos y soviéticos
a estos recintos trajo consigo también una ola de barbarie ya que,
traumatizados al ver los montones de cadáveres famélicos que se agolpaban en su interior y las pésimas condiciones de vida de los reos, asesinaron a sangre fría a varios centenares de nazis que no habían huído del lugar.
Se desconoce cuántos nazis fueron asesinados en Dachau
Estas prácticas aliadas han sido descubiertas, 70 años
después, gracias a las cartas perdidas que el capitán del ejército
norteamericano David Wilsey (un
anestesista de 30 años de edad) envió a su mujer Emily el 8 de mayo de
1945. En ellas, el soldado afirma que vio como sus compañeros
maltrataban y acababan con la vida de los germanos que se habían quedado
en el campo para controlar a los presos. ¿La razón? En palabras suyas, «porque se merecían ser sacrificados».
Las misivas, que han salido a la luz gracias al diario «New Republic», han mostrado además lo lejos que puede llegar la venganza y el odio.
Un anestesista en el ejército
El capitán Wilsey fue uno de los miles de soldados estadounidenses y británicos que, tras el Desembarco de Normandía,
avanzaron hacia Alemania con el objetivo de liberar a Europa del yugo
nazi. En ese camino, se forjó un currículum intachable al intervenir en
más de 5.000 procedimientos médicos, lo que le llevó a ganar una estrella de bronce.
Sin embargo, y aunque este combatiente convivía con la
muerte y el dolor a diario (en un caso tuvo que salvar la vida a un
pequeño que había pisado una mina y tenía una buena parte de su cuerpo
destrozado), se quedó impactado al entrar en Dachau.
Y es que, una vez que atravesó la verja del campo de concentración, vio con sus propios ojos decenas de pilas de cadáveres esqueléticos que a los nazis no les había dado tiempo a quemar en los hornos.
La barbarie conmocionó de tal forma a sus compañeros que, en las
jornadas siguientes, se sucedió una ingente masacre de soldados alemanes
(algo que quedó documentado y reconocido por su gobierno posteriormente
y que costó a muchos oficiales su expulsión del ejército).
Sin embargo, hasta ahora no se conocían algunas de las
torturas más crueles, las cueles han sido descubiertas gracias a las
cartas de Wilsey. «Vi como capturaban a un soldado de las SS que habían
torturado [las tropas americanas] y luego le dispararon con frialdad.
Dios me perdone, pero lo vi sin que la emoción me perturbara después de saber las acciones que las bestias de las SS habían realizado», determina la misiva.
Para saber más: Veinte formas de vivir y morir en Mauthausen
En la misma carta, el capitán señala como los americanos obligaron a los miembros de las SS a hacer el saludo nazi con el brazo levantado durante horas e,
incluso, les arrojaron agua helada después de desnudarles para luego
acabar con ellos a tiros. En otra ocasión, afirma también que los
americanos alinearon a 50 soldados alemanes y les ametrallaron sin
previo aviso. Todo aquello le trajo consecuencias psicológicas tras la contienda.
A su vez, el norteamericano explica en los folios que todas
aquellas tropelías eran aplaudidas e imitadas por los presos
supervivientes, los cuales asesinaron a muchos miembros de las SS que
les habían maltratado años atrás. «Una vez, un preso que había intentado
escaparse fue atado por un miembro de las SS a un poste y,
posteriormente, tres Dóbermans hambrientos fueron lanzados contra él. Le arrancaron la carne de los muslos y las tripas.
Cientos de presos los vieron en posición de firmes. Lo primero que
hicieron los presos tras la liberación del campo fue disparar a los
perros y al adiestrador», señala el miltar en su misiva.
Un capítulo aparte merece la mención que hace a los saqueos, pues explica que se generalizaron en todo el campo. Él, de hecho, robó un par de gemelos,
así como banderas nazis y joyas que halló en el lugar para llevarlos a
su casa como recuerdos. Aunque a día de hoy se desconoce dónde guardaban
los alemanes esos utensilios, se supone que se los habían arrebatado a
los presos del campo.
La barbarie contra las tropas alemanas del campo fue tal
que algunos soldados americanos tuvieron que detener a sus compañeros
para que no se rebajaran al nivel de los nazis. Eso fue lo que le
sucedió con un comandante que, tras acabar con cuatro germanos, siguió
disparando a sus cuerpos ya fallecidos durante minutos. Su histeria era
tan palpable que un coronel tuvo que darle un culatazo para hacerle
perder el sentido y que se tranquilizase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario