Interesante exposición 'Poder y Pathos', las esculturas maestras del mundo antiguo
Comisariada
por Jens Daehner y Kenneth Lapatin, del Getty Museum de Los Ángeles, y
organizada en colaboración con este museo, la National Gallery of Art de
Washington y la Supertintendencia para los Bienes Arqueológicos de
Toscana, la exposición reúne algunas de las mejores obras maestras del mundo antiguo,
cedidas por otras prestigiosas instituciones -entre ellas el Prado, el
Bardo, el British, el Metropolitan, el Arqueológico de Atenas y de
Salónica, el Herakleion (Creta), el Kunsthistorisches de Viena, el
Louvre, además de los Uffizi, los Capitolinos y los Vaticanos.
Valiéndose de unos cincuenta trabajos realizados en bronce -entre estatuas monumentales de divinidades, atletas y héroes, ladeados de retratos de personajes históricos y de esculturas de mármol y de piedra- separados en siete secciones temáticas, 'Poder y Pathos' ilustra la extraordinaria evolución artística de la época helenística (siglos IV - I a.C.), un período que vió afirmarse en toda la cuenca mediterránea -y alrededores- nuevas formas expresivas que, junto con un gran desarrollo de las técnicas, representa la primera forma de globalización de los lenguajes artísticos del mundo hasta entonces conocido: la internacionalización del Arte en un ambiente cosmopolita.
Para documentarlo valga el ejemplo del 'Arrengador', un bronce con técnica helenística del siglo II a.C., (extraído del Lago Trasimeno en 1566), vestido al estilo romano y con un letrero escrito en etrusco. Estas esculturas que, casi siempre se presentaban de cuerpo entero, se fundían en partes separadas para después ensamblarlas, de un color broncíneo y completadas con ojos de alabastro y vidrio, dientes de plata o de marfil y labios de cobre, elementos que proporcionaban un vivaz realismo, como se capta en la imponente figura de Alejandro Magno.Mientras la 'Cabeza de caballo' deja imaginar la envergadura de estos colosales conjuntos escultóricos así como, por su parte, convencen por su impresionante veracidad los fragmentos de diversos bustos.
Impresiona el pedestal de mármol, que sostenía una de las 1500 esculturas que Lisippo modeló como se lee en la parte baja así como deleita la perfecta anatomía de las estatuas -monarcas, héroes, divinidades, atletas, ciudadanos y matronas- cuya finalidad queda bien explicada en esta extraordinaria cita: decoraban edificios públicos, servían de ex voto en los santuarios o de imágenes votivas domésticas, como el 'Hércules' hallado en zona vesubiana. Todas ellas estimulaban el vasto coleccionismo practicado de una orilla a otra del Mediterráneo. De hecho, las réplicas se repetían varias veces o bien se reproducían con materiales o dimensiones diferentes, un tema bien expuesto en la relativa sección, donde se presentan todas las versiones (de bronce, mármol o basalto) de un mismo modelo 'Atleta que se limpia', de Éfeso.
El escultor helenístico se emplea en reproducir los diferentes sentimientos humanos incontrolados: rabia, pasión, alegría, angustia, contrastando con el escultor del período clásico que se afanaba en figurar equilibrio y serenidad. Así pues, enfatiza la expresividad (como explica Lapatin: "Incluso los defectos de un rostro, las arrugas del envejecimiento, el peso de las preocupaciones y del inexorable desarrollo de la existencia") en la representación de los retratos con miras a legitimar el poder y los enlaces dinásticos caracterizados por rasgos individuales dramáticos y al tiempo idealizados.
En cuanto a la materia prima, Plinio el Viejo testimonia que al bronce corintio se le atribuía más valor que a la plata, casi comparable con el oro. Lo cierto es que las obras de bronce son muy raras: los bronces antiguos desaparecieron en su mayor parte, dado que a lo largo de los siglos fueron fundidos para obtener monedas o armas. El bronce recién fundido se volvía tan fúlgido que aparecía resplandeciente como el oro, hasta el color verdastro que las obras han ido asumiendo, diferente, no deja de ser sugestivo... tal y como se presenta en esta cita, que ha convocado unas piezas excepcionalmente emparejadas: el 'Apoxyomenos' -en bronce de Viena y en mármol de los Uffizi-; dos Hermetes de Dionisio -uno de Túnez, firmado por el escultor del siglo II a.C., Boeto de Calcedonia, y el otro del Getty de Malibú-; dos 'Apolo-Kouroi, conservados en el Louvre y en Pompeya.
Cabe resaltar que, de estas obras ya confrontadas sobre papel, hasta ahora ninguna se había exhibido en un careo real, y señalar además que la mayor parte de los bronces recuperados, orgullo de museos y colecciones privadas, tiene una procedencia marítima y no terrestre. Entre los otros importantes hallazgos más recientes, se encuentra el resto de naufragio de Mahdia (sacado en aguas tunecinas en 1907), la cabeza de 'Apolo' (surgida en 1930 del mar de Salerno); la estatua de 'General', (encontrada en 1992 en la costa de Brindisi) así como el busto de hombre con 'Kausia' (recuperado en 1997 en el mar Egeo).
Después de admirar todo lo mejor que la mano del hombre helenístico ha modelado para la posteridad, no se puede dejar de pensar en la deuda actual contraída por Grecia, pero... en términos más transcendentales, ¿cuánto le debemos nosotros a Grecia?
Fuente: www.elmundo.es
Valiéndose de unos cincuenta trabajos realizados en bronce -entre estatuas monumentales de divinidades, atletas y héroes, ladeados de retratos de personajes históricos y de esculturas de mármol y de piedra- separados en siete secciones temáticas, 'Poder y Pathos' ilustra la extraordinaria evolución artística de la época helenística (siglos IV - I a.C.), un período que vió afirmarse en toda la cuenca mediterránea -y alrededores- nuevas formas expresivas que, junto con un gran desarrollo de las técnicas, representa la primera forma de globalización de los lenguajes artísticos del mundo hasta entonces conocido: la internacionalización del Arte en un ambiente cosmopolita.
Para documentarlo valga el ejemplo del 'Arrengador', un bronce con técnica helenística del siglo II a.C., (extraído del Lago Trasimeno en 1566), vestido al estilo romano y con un letrero escrito en etrusco. Estas esculturas que, casi siempre se presentaban de cuerpo entero, se fundían en partes separadas para después ensamblarlas, de un color broncíneo y completadas con ojos de alabastro y vidrio, dientes de plata o de marfil y labios de cobre, elementos que proporcionaban un vivaz realismo, como se capta en la imponente figura de Alejandro Magno.Mientras la 'Cabeza de caballo' deja imaginar la envergadura de estos colosales conjuntos escultóricos así como, por su parte, convencen por su impresionante veracidad los fragmentos de diversos bustos.
Impresiona el pedestal de mármol, que sostenía una de las 1500 esculturas que Lisippo modeló como se lee en la parte baja así como deleita la perfecta anatomía de las estatuas -monarcas, héroes, divinidades, atletas, ciudadanos y matronas- cuya finalidad queda bien explicada en esta extraordinaria cita: decoraban edificios públicos, servían de ex voto en los santuarios o de imágenes votivas domésticas, como el 'Hércules' hallado en zona vesubiana. Todas ellas estimulaban el vasto coleccionismo practicado de una orilla a otra del Mediterráneo. De hecho, las réplicas se repetían varias veces o bien se reproducían con materiales o dimensiones diferentes, un tema bien expuesto en la relativa sección, donde se presentan todas las versiones (de bronce, mármol o basalto) de un mismo modelo 'Atleta que se limpia', de Éfeso.
Un inmenso mercado
El inmenso imperio helenístico fundado por Alejandro Magno se extendía desde Grecia y de los confines de Etiopía al Indo y abarcaba Mesopotamia, Persia y Egipto. Así la elevada producción artística, literaria y filosófica dispuso de un inmenso territorio de circulación.El escultor helenístico se emplea en reproducir los diferentes sentimientos humanos incontrolados: rabia, pasión, alegría, angustia, contrastando con el escultor del período clásico que se afanaba en figurar equilibrio y serenidad. Así pues, enfatiza la expresividad (como explica Lapatin: "Incluso los defectos de un rostro, las arrugas del envejecimiento, el peso de las preocupaciones y del inexorable desarrollo de la existencia") en la representación de los retratos con miras a legitimar el poder y los enlaces dinásticos caracterizados por rasgos individuales dramáticos y al tiempo idealizados.
En cuanto a la materia prima, Plinio el Viejo testimonia que al bronce corintio se le atribuía más valor que a la plata, casi comparable con el oro. Lo cierto es que las obras de bronce son muy raras: los bronces antiguos desaparecieron en su mayor parte, dado que a lo largo de los siglos fueron fundidos para obtener monedas o armas. El bronce recién fundido se volvía tan fúlgido que aparecía resplandeciente como el oro, hasta el color verdastro que las obras han ido asumiendo, diferente, no deja de ser sugestivo... tal y como se presenta en esta cita, que ha convocado unas piezas excepcionalmente emparejadas: el 'Apoxyomenos' -en bronce de Viena y en mármol de los Uffizi-; dos Hermetes de Dionisio -uno de Túnez, firmado por el escultor del siglo II a.C., Boeto de Calcedonia, y el otro del Getty de Malibú-; dos 'Apolo-Kouroi, conservados en el Louvre y en Pompeya.
Cabe resaltar que, de estas obras ya confrontadas sobre papel, hasta ahora ninguna se había exhibido en un careo real, y señalar además que la mayor parte de los bronces recuperados, orgullo de museos y colecciones privadas, tiene una procedencia marítima y no terrestre. Entre los otros importantes hallazgos más recientes, se encuentra el resto de naufragio de Mahdia (sacado en aguas tunecinas en 1907), la cabeza de 'Apolo' (surgida en 1930 del mar de Salerno); la estatua de 'General', (encontrada en 1992 en la costa de Brindisi) así como el busto de hombre con 'Kausia' (recuperado en 1997 en el mar Egeo).
Después de admirar todo lo mejor que la mano del hombre helenístico ha modelado para la posteridad, no se puede dejar de pensar en la deuda actual contraída por Grecia, pero... en términos más transcendentales, ¿cuánto le debemos nosotros a Grecia?
Fuente: www.elmundo.es
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