Leonardo Padura “Un duende habanero”
Hace pocos días recibió de España el Premio Princesa de Asturias de las Letras, luego que el jurado reunido en Oviedo, España, considerara que la obra del escritor cubano constituye «una soberbia aventura del diálogo y la libertad«. El acta en la que se hace este importante reconocimiento fue leída por el director de la Real Academia Española (RAE), don Darío Villanueva, indicando que Padura es un autor “arraigado en su tradición y decididamente contemporáneo; un indagador de lo culto y lo popular, un intelectual independiente, de firme temperamento ético”. Este premio le fue otorgado por su novela “Herejes”, publicada en 2013.
La magnífica novela “Herejes”, es al igual que sus éxitos anteriores, abierta y de nuevo el escritor cubano fusiona como un mago diferentes géneros, proyectando y acudiendo siempre al recurso de tener como dicen algunos políticos dominicanos “el corazón y el oído junto a los del pueblo”…
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A Leonardo Padura le conocimos en nuestra capital parisina a principios de los años 90. Acudía a todas las citas, bienales y eventos literarios –incluso a algunos eventos literarios organizados, modestia aparte, por quien suscribe-, siendo quizás su primera visita a París su participación en uno de dichos eventos. La exigente crítica francesa lo recibió desde el principio con ojos de lupa, por lo que en su carpeta presentaba este escritor, al igual que a otros cubanos como los intelectuales poetas Fernández-Retamar y Nancy Morejón. Eran los años en que una crítica de artes plásticas y visuales, así como literaria, Yolanda Wood, en el presente directora de la Casa de América de Cuba, era embajadora de Cuba en Francia.
Desde esos años de su entrada al exigente mercado europeo, sobre todo español y francés, este autor nos impactó, y desde entonces siempre le hemos seguido sus huellas. Sus famosas novelas policiacas, un género que no es fácil de abordar por los escritores, le permitieron lograr reconocimiento internacional con el papel protagónico del detective Mario Conde, que dicen muchos críticos que es su alter ego.
Padura es, sobre todo, uno de los grandes contadores de historias, de cuentos, de una inventiva y recursos extraordinarios. Siempre al leer sus obras o escribir sobre la misma, insistimos que su ambiente y vivencias habaneras han sido fundamentales para lograr sus éxitos como escritor. Estas historias reflejan el ambiente social y sus frustraciones generacionales. Pero también sus gozos y su apasionamiento, que le han permitido escribir obras sobre los judíos en Ámsterdam del siglo XVII, y continuar con una de las más exitosas de sus obras: “El hombre que amaba a los perros”, una reconstrucción de las vidas encontradas de León Trotski y Ramón Mercader, quien le asesinó en Méjico, reflejando ese periodo tan cruel y oscuro del “stalinismo”, justamente, en el año 1929 el penoso y cruel periplo de Trotski, y todas las vicisitudes y horrores que vivieron la esposa, hijos y nietos de ese hombre excepcional, que enfrentó a Stalin.
Otros libros como «Pasado perfecto», «Vientos de cuaresma», «Máscaras», «Paisaje de otoño», «Adiós, Hemingway», «La neblina del ayer» o «La cola de la serpiente» permitieron al escritor cubano lograr el premio Café Gijón en 1995 y el Hammett en tres ocasiones (1997, 1998 y 2005). En 2012 recibió el Premio Nacional de Literatura de Cuba. También, cabe destacar el alcance la “Herejes” la novela premiada como señalamos arriba por la Princesa de Asturias de las Letras. Es una absolvente novela sobre un cuadro de Rembrandt y una saga judía que aterriza en el presente.
De la serie Mario Conde, son todas exitosas, incluso la premiada “Herejes” pertenece a la misma, así como también: Teatrología Cuatro estaciones; Pasado perfecto (1991); Vientos de cuaresma (1994); Máscaras (1997); Paisaje de otoño (1998); Adiós Hemingway (2001); La neblina del ayer (2009) y La cola de la serpiente (2011).
En Cuentos, son los más relevantes: “Según pasan los años” (1989; “El Cazador” (1991); “La Puerta de Alcalá y otras cacerías” (1998) y “Aquello estaba deseando ocurrir” (2015). En Ensayos: “Yo quisiera ser Paul Auster” (2015). Otras novelas: “Fiebre de caballos” (1998); “La novela de mi vida” (2002), y la muy exitosa “El hombre que amaba los perros” (2009).
Como observamos, concluimos que el Barrio de Mantilla, donde nació, el de La Víbora, donde cursó estudios preuniversitarios, y la Universidad de La Habana, donde se graduó en Literatura Latinoamericana, han sido y serán zonas y espacios espiritualmente muy cercanos y ligados a Padura, y están presentes en todas sus novelas, donde aparecen personajes como Mario Conde, desordenado, desencantado y frecuentemente borracho, ya que este policía según señala el mismo Padura: “es un policía que hubiera querido ser escritor y que siente solidaridad por los escritores, locos y borrachos.
Las novelas con este teniente han tenido gran éxito internacional, han sido traducidas a varios idiomas y han obtenido prestigiosos premios. Conde, señala el escritor en la citada entrevista, refleja las “vicisitudes materiales y espirituales” que ha tenido que vivir su generación. “No es que sea mi alter ego, pero sí ha sido la manera que yo he tenido de interpretar y reflejar la realidad cubana”, confiesa. Y añade: Conde, en realidad, “no podía ni quería ser policía”.
En Paisaje de otoño (1998) deja la institución militar —como el mismo Padura dejó tres años antes su puesto de jefe de redacción de la Gaceta de Cuba, la revista de la Unión de Escritores, para consagrarse a la escritura— y cuando reaparece en Adiós Hemingway (2001) está ya dedicado a la compraventa de libros viejos.
Padura en la actualidad vive en el barrio de Mantilla, el mismo en el que nació. Al preguntarle por qué no puede dejar La Habana, el ambiente de su historia personal y de las historias literarias, ha dicho: “Soy una persona conversadora. La Habana es un lugar donde se puede siempre tener una conversación con un extranjero en una parada de guaguas”…
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