La Revolución de Abril “es el acontecimiento histórico más importante del siglo XX”
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1. Lachapelle y Caamaño calman la multitud.
2. En su despacho constitucionalista.
3. Lachapelle y Caamaño en el edificio Copello.
MILVIO PÉREZ
Después de dos años conspirando con militares y civiles no solo para
derrocar al Triunvirato sino para evitar el Golpe de Estado contra
Bosch, a Héctor Enrique Lachapelle Díaz le sorprendió el 24 de abril en
el restaurante Mario almorzando con un grupo de conjurados y según los
planes acordados se reportó seguido al Campamento 16 de Agosto.
Estaba cancelado desde que se descubrió su rebeldía, por lo que
Hernando Ramírez le colocó insignias de capitán y le entregó ropa de
combate. José Aníbal Noboa Garnes puso en sus manos un fusil G-3.
Recibió órdenes de tomar a Radio Santo Domingo, pero cuando llegó con
dos camiones de guardias los locutores tenían el control.
“Tuvimos forcejeos con miembros de la Policía de un destacamento que
quedaba al lado y los sometimos a la obediencia. Frente a la emisora se
encontraba una multitud aplaudiendo y vociferando: ‘¡Juan Bo! ¡Juan
Bo!’. Entraban el general de brigada piloto Chaguito Echavarría y el
coronel Bompensiere Morel, quienes me informaron que había uno o dos
tanques de guerra en la Doctor Delgado con San Martín, que tuviera
cuidado”.
Son los relatos intermedios de casi cinco horas de conversación con
Lachapelle porque los primeros se iniciaron en 1963. Domina la actuación
de todos en el conflicto. Detallista, más que hablar dicta volviendo
tras sus declaraciones para corregir. Si olvida un dato, su esposa
Gladys se lo recuerda. Tiene casi listas sus memorias.
En una estación de gasolina en la San Martín esquina Oviedo, donde
trabajó al ser inhabilitado, había formado un grupo de conspiradores
llamados “Los muchachos de la bomba”, entre los que estaban Guillermo
Pulgar Ramírez, Noboa Garnes, Jesús de la Rosa Canó, Luis Carlos Tejada
González, oficiales, y José Francisco Peña Gómez, Rafa Gamundi, Emmanuel
y Mundito Espinal, Domingo de la Mota, William García Duval, William
Páez Piantini, Pitita Hernández Estrella, Fory Román Martínez, Píndaro
Obdulio Peña Perelló, Luis Armando Asunción, Mario Báez Asunción,
Ernesto Quiñones, Nelson Caba y otros.
Fue allí para que lo vieran uniformado y desde una marquesina
improvisaba un discurso llamando a apoyar el retorno de Bosch al poder
cuando se presentaron tropas de Caballería de la Policía con fustas y
sables esgrimiendo armas largas.
“Desplegué a los soldados bajo mi mando y apuntándole le dije al
teniente coronel amigo del barrio María Auxiliadora: Ya se acabó eso de
abusar del pueblo, de continuar en su actitud les dispararemos”. Los
agentes se retiraron.
A partir de entonces estuvo en todos los procesos de la guerra y al
lado del coronel Caamaño desde el mismo 24 cuando este lo invitó a
entrar a la ciudad, solos, para hacer contactos “con personas que él
tenía”. Fueron además a la casa del líder a buscar una libreta con
nombres y “al primero que llamó fue al doctor Daniel Ozuna”. Al otro día
llegaron donde “Cusa” Deñó a repartir armas y a diferentes puntos de
Ciudad Nueva.
Caamaño y Lachapelle se conocieron en el CEFA, siendo el primero
instructor de desembarco anfibio. Héctor, entonces teniente, era su
alumno.
El 25 de abril, estando los militares constitucionalistas en control
del Palacio y Donald Reid detenido en su despacho los visitó una
comisión compuesta por Pedro Bartolomé Benoit, de la Fuerza Aérea
Dominicana; Pedro Medrano Ubiera, del CEFA, y un coronel de la Policía
apellido González para comunicarles que había que detener los
enfrentamientos y para eso el general Juan de los Santos Céspedes les
iba a hablar por teléfono desde San Isidro.
Timbró el aparato, respondió Emilio Ludovino Fernández y luego “de
los consabidos Sí Señor”, expresó a los “rebeldes” que decía De los
Santos que los aviones que estaban sobrevolando la casa de Gobierno los
iban a ametrallar si no accedían a formar una Junta Militar.
Por el bando revolucionario estaban Hernando Ramírez, Vinicio
Fernández Pérez, los capitanes Lachapelle y Mario Peña Taveras. Estos
últimos contestaron: “Nosotros no aceptamos ni formamos parte de Junta
Militar, hemos derrocado al Triunvirato para reponer en el poder a Juan
Bosch”.
Fernández anunció: “Dice De los Santos que entonces va a ametrallar
el Palacio”, lo que ocurrió inmediatamente a lo que el coronel Benoit
comentó: “Son unos bandidos, ni porque sus representantes estamos
adentro”. Afuera hubo heridos partidarios de los constitucionalistas.
Imperó gran confusión hasta que se produjo la salida de Reid Cabral.
“NUNCA CONSIGUIERON ABLANDARNOS”
Héctor Enrique nació el 25 de febrero de 1939 en Villa Altagracia,
hijo de Luis Enrique Lachapelle Urbáez y Mercedes Díaz de Lachapelle.
Ingresó al Ejército el 1 de febrero de 1957 y luego fue transferido a la
Academia Militar Batalla de las Carreras. Después pasó al CEFA. Está
casado con Gladys Bello Veloz, madre de sus hijos Héctor Enrique, Rafael
Tomás, Josie Altagracia y Jackie Estrella.
En las fotos de la revolución se aprecia tierno, invariable al lado
de Caamaño, quien, a su juicio, “captó muy rápidamente la situación que
se vivió en el país a partir del 24 de abril y adaptó sus actuaciones a
las circunstancias que el pueblo demandaba”.
“Desde su primer discurso en la Puerta del Conde, al cual lo
acompañé, evidenció que algo bullía en su mente, y de ahí en adelante,
ver cómo nos apretaban las fuerzas norteamericanas y de otros países que
nos intervinieron, y las artimañas de las negociaciones con la OEA,
influenciaron poderosamente en él”, agrega.
Narra que hubo ocasiones en que estando programada una reunión con
este organismo, antes de la hora indicada los atacaban “pero nunca
consiguieron ablandarnos”.
Pondera a Jottin Cury, Héctor Aristy, Hugo Tolentino, Salvador Jorge
Blanco “y la actitud posterior de Antonio Guzmán”, influyentes para el
cambio del coronel, quien le dijo en una ocasión: “Yo que fui pro yanqui
toda la vida y no son más que unos bandidos”.
Relata que el 27 de abril se celebró una reunión entre Narciso Isa,
Asdrúbal Domínguez, José Israel Cuello y Carlos Dore con el coronel
Caamaño, Claudio Caamaño Grullón, Montes Arache, Jesús de la Rosa y
Lachapelle para preparar un documento al pueblo dominicano anunciando la
formación de un Comando Constitucionalista para enfrentar a las fuerzas
reaccionarias “en vista de que muchos líderes políticos y militares
constitucionalistas se habían ocultado”.
Caamaño aprobó el texto que fue distribuido y leído por radio y salió
publicado el 29. “Exhortaba a la lucha por la vuelta a la
constitucionalidad y la reposición de Juan Bosch en la Presidencia”. Y
se trazaban pautas al pueblo y militares en armas.
Lachapelle, jefe de Operaciones del Ejército Constitucionalista,
precisa cada paso de la guerra, desde el 28 cuando se acordó un primer
cese de fuego, del cual fue firmante, extendiéndose hacia los trágicos
sucesos del hotel Matum.
Considera que la revolución “es el acontecimiento histórico más
importante del siglo XX” y afirma sentirse orgulloso de haber
participado en esa gesta “no obstante los peligros que sabíamos
corríamos porque hace 50 años estábamos inmersos en la Guerra Fría, se
debatían las potencias mundiales”.
“Fue un movimiento hermoso que demostró que militares y pueblo hacen
una unión tan monolítica que nos hizo capaces de enfrentarnos a la
potencia más grande del mundo en pos de que en el país se respetara la
Constitución de la República”.
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