martes, 28 de abril de 2015

EL AREITO, CANTO DE NUESTROS ANTEPASADOS TAINOS

EL AREITO, CANTO DE NUESTROS ANTEPASADOS TAINOS
El  Areito reviste un carácter simbólico en la fiesta de los solsticios  en que  forma parte  integrante de la  solemnidad  de dichas ceremonias esencialmente religiosas de una  liturgia inviolable.
Muchas veces los Areitos eran interminables cuando se escenificaban en la  celebración de una victoria contra  tribus y aldeas enemigas. Los bailes y las recitaciones duraban días y  hasta semana, participaban en ella los guerreros los que relataban las aventuras de sus ancestros,  con una  memoria prodigiosa, siendo estos atributos que los exhibían con gran ostentación en todo memento, constituyendo  esto  su única historia.
Fernández de Oviedo, expresa que los Areitos se narraban la  genealogía de los  caciques y señores del reino, así  como los hechos memorables y hazañas y  los acontecimientos de  relieve de los Tainos.
También  sobre  estos cantares, dice el cronista en su  Historia General y Natural de las Indias. Los Tainos,  narraban la  genealogía de los  caciques y señores  que  han tenido y las obras que hicieron, los buenos y malos  momentos que  han pasado.
Estos efectos constituirán los areitos, es  una esfinge de  historia y recuerdo de las cosas pasadas. Agrega además Oviedo “Esta manera de contar  en esta isla y las otras islas y en mucha parte de la  tierra firme. Es una esfinge de  historia de las  cosas pasadas, así en las guerras como en la Paz,  ya que la constitución de estos cantos no se le olvidaban las hazañas o acontecimientos  que han pasado”.
Hace contar , el primer cronista de América “ en  estos areitos se hacían grandes libaciones de bebidas fermentadas, terminando,  en   borrachera, “ en  tanto  duraban estos cantares, los contrapases o bailes, dice Oviedo,  otros indios e indias daban de beber a los que  danzan sin pararse de beber, siguiendo siempre meneando los pies, y  tragando   lo que le s dan, bebiendo con brebajes.
Al acabar la fiesta, los y las  embriagados – as, sin  sentidos, tendidos en la tierra, por  muchas horas,  siendo  apartado de la  danza lo  que caen beodo, prosiguiendo los demás, siendo  la borrachera la que da conclusión al areito.
Pedro Mártyr y el Padre Las Casas, hablan de los  atabales, y  el maguey de los  que acompañan los areitos o areytes.
Ambas clases de preceptos las tienen compuestas   en ritmo entre nosotros, Los Citaristas. Así  ellos con atabales hechos a su modo cantan sus areitos y danzan al  son del canto;  al  tambor le llaman Maguey.
También los tainos tienen  areitos  de amores, lastimeros, y bélicos con sus sonatas acomodadas, igualmente  tienen danzas, en las cuales son  muy agiles, en  estos ponen muchos cuidados  y van desnudos.
Estos areitos varían conforme a los diversos pueblos indígenas que los practicaban; en Cuba diferían de Haití. Aquellos  menos acompasados y sonoros que los  de aquí como lo revela Las Casas, en su Apología Histórica de las Indias. Los atabales y magueyes de Xaragua sonaban menos bárbaros, “que los de  los siboneyes.
Se acompañan estos areitos con un tambor sin cuerdas que  produce un sonido sordo a que se refiere la “Historia  de la Isla Española o de Santo Domingo” de Pedro Francisco Xavier de Charlevoix.  “ El Tambor a que hace  referencia, el historiador, no  es otra cosa que un pedazo de tronco de árbol cortado en forma de cilindro, en medio del cual había una abertura, que  iba disminuyendo a medida que se acercaba a sus extremidades hasta terminar en dos líneas transversales que se unían en el punto central del instrumento.
El sonido de este tambor era sordo y muy desagradable y se hacía vibrar por  una especie de batón con  que  se golpeaba la  abertura céntrica del mismo, arrancándole sonido uniforme pero nada melódico. También  se conocía un aparato inventado bajo Behique III, que se dedigna con el nombre abreviado de  “bao” o sea un triple de tres cuerdas con distintos acordes musicales.
En el capitula XIV de la vida  del Almirante de Fernando Colón, se menciona este instrumento con el nombre  entero “ baichabao”, hecho de palo de estructura  cóncava  y fuerte pero sutil al mismo tiempo para  emitir los sonidos,  el cual tendría como  “ medio brazo de largo” y otro medio  de ancho, y  la parte como una pierra de manera  que pareciera una calabaza de cuello largo
Esta clase de clarinete producía  tanto sonido que casi era imposible que soportaran los que  oían tal instrumento era análogo al atabal (Fdo. Colón. Vol. I Pág. 295). Además  se usaba en las fiestas de la maraca que era una especie de sonaja que acompañaba al baichabao (E, Tejera, Pág. 373)
La crónica recoge dos areitos famosos: uno celebrado en honor del adelantado Bartolomé Colón, en el reino de Xaraguá, en el cual figuraron entre las danzantes  las treinta esposas de Bohechío, y el otro llevado a cabo por orden  de la Reina Anacaona para festejar la llegada a su cacicazgo del Comendador, Gobernador  de la Española, en  donde bailaron según la tradición más de 300 doncellas “que no  habían conocido varón (Oviedo –Las Casa Herrera)
En el tiempo que el comendador Mayor Fray Nicolás de  Ovando Gobernador  de la Isla, dice Oviedo, hizo un areito ante  Anacaona, mujer que fue del Cacique O Rey Caonabo, y andaban de la danza más de 300  doncellas todas criadas  suyas, mujeres por casar, porque no quiso que  hombres o mujer casada,   entrasen en la danza o  areito. Para acompañar sus canciones, que eran tenidas como anales, escribe  Pedro Francisco Xavier de Charlevoix.  Practicaban danzas en  rondas, en la cual  el que presidía la banda, o rueda, comenzaba a bailar el sólo y todos  los otros le seguían, regulando el paso rítmicamente  enlazados entre sí por la cintura unos  y otros de los bailarines, dando pasos adelantes  algunos y los demás hacia atrás, mientras el guía entonaba el motivo de la canción, este guía  recibía el nombre  de  “ El Tequina”, pero no  faltando nunca al compás y siguiendo la cadencia de la canción,
Otras veces los hombres bailaban solo de un lado, y las mujeres de otro, pero  de repente los de ambos sexos se juntaban y continuaban  la danza sin más  interrupción. Pero  en las  fiestas públicas, y  en las ocasiones importantes o en las solemnes, se  cantaba y se bailaba al son de  un tambor, que  era corrientemente el más grande de la comunidad, el  cual  era  tocado muchas  veces  por el propio cacique.
Refiriéndose al taino que poblaba a Borinquén, el  que tenía  costumbre similares al de Cuba y la  Isla  de Quisqueya o Haití. El historiador Cayetano Coll y Toste, ha dicho “si  aficionado era el Borinqueño al juego de pelotas no lo era menos al bailes”, al son  de sus roncos atabales, y  toreando una coplilla danzaban alegremente y bailaban el araguaco, colocaban los brazos de unos sobres los otros, formando hieras, las indias, por su parte, bailaban con los  mismos compas, tono y orden que los hombres.
La cancioncilla iba  al tenor de sus sencillos instrumentos. Todavía conservamos de ellos la alborotadora Maraca, y  el áspero güiro, y el seco  tamboril o maguey,  se le han agregado el retumbante cuero para  hacerlo más sonoro.
Las Casas en la fuente directa de esta cita; habla su  cronicón de los sencillos  instrumentos sonoros (Historia de las Indias. Col. I, Pág. 306)
Fuente: Dr. Gustavo Adolfo Mejía  Ricart. Historia de  Santo Domingo una interpretación objetiva. Vol. Pág. 140 -145. Instituto de Investigaciones Históricas. Ciudad Trujillo 1948.
Bibliografía;
Oviedo. Historia General  y Natural de las Indias
Pedro Mártyr. Décadas Oceánicas.
Cayetano Coll y Toste. Historia de Puerto Rico y Prehistoria de Puerto Rico

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