EL AREITO, CANTO DE NUESTROS
ANTEPASADOS TAINOS
El Areito reviste un carácter simbólico en la
fiesta de los solsticios en que forma parte
integrante de la solemnidad de dichas ceremonias esencialmente religiosas
de una liturgia inviolable.
Muchas
veces
los Areitos eran interminables cuando se escenificaban en la
celebración de una victoria contra tribus y aldeas enemigas. Los bailes
y las
recitaciones duraban días y hasta
semana, participaban en ella los guerreros los que relataban las
aventuras de
sus ancestros, con una memoria prodigiosa, siendo estos atributos
que los exhibían con gran ostentación en todo memento, constituyendo
esto
su única historia.
Fernández de Oviedo,
expresa que los Areitos se narraban la genealogía de los caciques y
señores del reino, así como los hechos memorables y hazañas y los
acontecimientos de relieve de los Tainos.
También sobre
estos cantares, dice el cronista en su
Historia General y Natural de las Indias. Los Tainos, narraban la
genealogía de los caciques y
señores que han tenido y las obras que hicieron, los
buenos y malos momentos que han pasado.
Estos
efectos constituirán los areitos, es una
esfinge de historia y recuerdo de las
cosas pasadas. Agrega además Oviedo “Esta manera de contar en esta isla y las otras islas y en mucha
parte de la tierra firme. Es una esfinge
de historia de las cosas pasadas, así en las guerras como en la
Paz, ya que la constitución de estos
cantos no se le olvidaban las hazañas o acontecimientos que han pasado”.
Hace
contar , el primer cronista de América “ en
estos areitos se hacían grandes libaciones de bebidas fermentadas,
terminando, en borrachera, “ en tanto
duraban estos cantares, los contrapases o bailes, dice Oviedo, otros indios e indias daban de beber a los
que danzan sin pararse de beber,
siguiendo siempre meneando los pies, y
tragando lo que le s dan,
bebiendo con brebajes.
Al
acabar la fiesta, los y las embriagados
– as, sin sentidos, tendidos en la
tierra, por muchas horas, siendo
apartado de la danza lo que caen beodo, prosiguiendo los demás,
siendo la borrachera la que da
conclusión al areito.
Pedro Mártyr y el Padre Las Casas, hablan de los
atabales, y el maguey de los que acompañan los areitos o areytes.
Ambas
clases de preceptos las tienen compuestas
en ritmo entre nosotros, Los Citaristas. Así ellos con atabales hechos a su modo cantan
sus areitos y danzan al son del canto; al
tambor le llaman Maguey.
También
los tainos tienen areitos de amores, lastimeros, y bélicos con sus
sonatas acomodadas, igualmente tienen
danzas, en las cuales son muy agiles,
en estos ponen muchos cuidados y van desnudos.
Estos
areitos varían conforme a los diversos pueblos indígenas que los practicaban;
en Cuba diferían de Haití. Aquellos
menos acompasados y sonoros que los
de aquí como lo revela Las Casas, en su Apología Histórica de las
Indias. Los atabales y magueyes de Xaragua sonaban menos bárbaros, “que los
de los siboneyes.
Se
acompañan estos areitos con un tambor sin cuerdas que produce un sonido sordo a que se refiere la
“Historia de la Isla Española o de Santo
Domingo” de Pedro Francisco Xavier de
Charlevoix. “ El Tambor a que
hace referencia, el historiador, no es otra cosa que un pedazo de tronco de árbol
cortado en forma de cilindro, en medio del cual había una abertura, que iba disminuyendo a medida que se acercaba a
sus extremidades hasta terminar en dos líneas transversales que se unían en el
punto central del instrumento.
El
sonido de este tambor era sordo y muy desagradable y se hacía vibrar por una especie de batón con que se
golpeaba la abertura céntrica del mismo,
arrancándole sonido uniforme pero nada melódico. También se conocía un aparato inventado bajo Behique
III, que se dedigna con el nombre abreviado de
“bao” o sea un triple de tres cuerdas con distintos acordes musicales.
En
el capitula XIV de la vida del Almirante
de Fernando Colón, se menciona este
instrumento con el nombre entero “
baichabao”, hecho de palo de estructura
cóncava y fuerte pero sutil al
mismo tiempo para emitir los
sonidos, el cual tendría como “ medio brazo de largo” y otro medio de ancho, y
la parte como una pierra de manera
que pareciera una calabaza de cuello largo
Esta
clase de clarinete producía tanto sonido
que casi era imposible que soportaran los que
oían tal instrumento era análogo al atabal (Fdo. Colón. Vol. I Pág. 295). Además se usaba en las fiestas de la maraca que era
una especie de sonaja que acompañaba al baichabao (E, Tejera, Pág. 373)
La
crónica recoge dos areitos famosos: uno celebrado en honor del adelantado
Bartolomé Colón, en el reino de Xaraguá, en el cual figuraron entre las
danzantes las treinta esposas de
Bohechío, y el otro llevado a cabo por orden
de la Reina Anacaona para festejar la llegada a su cacicazgo del
Comendador, Gobernador de la Española,
en donde bailaron según la tradición más
de 300 doncellas “que no habían conocido
varón (Oviedo –Las Casa Herrera)
En
el tiempo que el comendador Mayor Fray Nicolás de Ovando Gobernador de la Isla, dice Oviedo, hizo un areito ante
Anacaona, mujer que fue del Cacique O Rey Caonabo, y andaban de la danza
más de 300 doncellas todas criadas suyas, mujeres por casar, porque no quiso
que hombres o mujer casada, entrasen en la danza o areito. Para acompañar sus canciones, que
eran tenidas como anales, escribe Pedro Francisco Xavier de Charlevoix. Practicaban danzas en rondas, en la cual el que presidía la banda, o rueda, comenzaba
a bailar el sólo y todos los otros le
seguían, regulando el paso rítmicamente
enlazados entre sí por la cintura unos
y otros de los bailarines, dando pasos adelantes algunos y los demás hacia atrás, mientras el
guía entonaba el motivo de la canción, este guía recibía el nombre de “ El Tequina”, pero no faltando nunca al compás y siguiendo la
cadencia de la canción,
Otras
veces los hombres bailaban solo de un lado, y las mujeres de otro, pero de repente los de ambos sexos se juntaban y
continuaban la danza sin más interrupción. Pero en las
fiestas públicas, y en las
ocasiones importantes o en las solemnes, se
cantaba y se bailaba al son de un
tambor, que era corrientemente el más
grande de la comunidad, el cual era
tocado muchas veces por el propio cacique.
Refiriéndose
al taino que poblaba a Borinquén, el que
tenía costumbre similares al de Cuba y
la Isla
de Quisqueya o Haití. El historiador Cayetano Coll y Toste, ha dicho “si
aficionado era el Borinqueño al juego de pelotas no lo era menos al
bailes”, al son de sus roncos atabales,
y toreando una coplilla danzaban
alegremente y bailaban el araguaco, colocaban los brazos de unos sobres los
otros, formando hieras, las indias, por su parte, bailaban con los mismos compas, tono y orden que los hombres.
La
cancioncilla iba al tenor de sus
sencillos instrumentos. Todavía conservamos de ellos la alborotadora Maraca,
y el áspero güiro, y el seco tamboril o maguey, se le han agregado el retumbante cuero
para hacerlo más sonoro.
Las
Casas en la fuente directa de esta cita; habla su cronicón de los sencillos instrumentos sonoros (Historia de las Indias.
Col. I, Pág. 306)
Fuente: Dr. Gustavo Adolfo
Mejía Ricart. Historia de Santo Domingo una interpretación objetiva.
Vol. Pág. 140 -145. Instituto de Investigaciones Históricas. Ciudad Trujillo
1948.
Bibliografía;
Oviedo. Historia General y Natural de las Indias
Pedro Mártyr. Décadas Oceánicas.
Cayetano Coll y Toste. Historia de
Puerto Rico y Prehistoria de Puerto Rico
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