¿Debe desaparecer el Estado nación fundado en 1844?
¿Debe desaparecer el Estado nación fundado en 1844?
Ante la mudanza de la
población haitiana al territorio dominicano, a consecuencia del colapso
de su Estado, la pregunta que campa por sus respetos entre los
dominicanos que aman su tierra y entre las cancillerías que observan
con preocupación la difícil circunstancia haitiana es la siguiente: ¿
Debe desaparecer el Estado dominicano fundado en 1844, bajo el
principio de la independencia de Haití , y con el objetivo de proclamar
la frontera y el derecho a un gobierno propio del pueblo dominicano?
La diplomacia estadounidense se debate en una dualidad psicológica.
Se presenta ante el mundo como respetuosa de las normas
internacionales. Manipula la política interior de los Estados al través
de organizaciones no gubernamentales. Las intenciones de los Estados no
se muestran en las declaraciones de sus embajadores. Veamos.
- Por un lado, el embajador Wally Brewster señala que los Estados Unidos no ha estado nunca incitando a la fusión de los dos Estados que comparten la isla de Santo Domingo; descalifica a los que han proclamado ese enfoque a la prensa ; trata de caricaturizarlos: “ La razón por la que me sonrío de oreja a oreja es porque es la concepción más absurda que he escuchado; nunca ha habido una conversación de esa naturaleza y nunca la habrá; eso no se le ha ocurrido al Gobierno de los Estados Unidos”. (HOY, 16/4/15). Esas declaraciones fueron ampliamente divulgadas, y a ninguno de los periodistas se les ocurrió confrontarlas con los hechos. A ninguno le extraña las intervenciones de este señor en los asuntos internos de la Justicia; con reuniones a puertas cerradas con el Procurador. Cosa insólita en cualquier nación soberana.
- Por otro lado se echa de ver la alianza de Estados Unidos y las ONG que combaten la soberanía dominicana. En los sometimientos del Estado dominicano por ante la CIDH estuvo la USAID. En los apoyos financieros a Participación Ciudadana, a las ONG de los jesuitas que documentan todas las acusaciones contra la República Dominicana; en los informes del Departamento de Estado, en todas esas operaciones ha estado la USAID. Se trata de fabricarle una reputación monstruosa al Estado dominicano. Son el expediente previo que podría servir posteriormente para justificar una intervención internacional. Desde la creación de la NED (National Endowment for democray) por el Presidente Ronald Reagan en 1986, los Estados Unidos emplean a las ONG para manipular la política interna de los Estados.
¿En qué debemos creer: en las palabras del embajador Brewster, que
disimulan la realidad o en las actuaciones de su Gobierno, patrocinadas
por su embajada?
En el caso dominicano, al igual que en las antiguas repúblicas
soviéticas, se ha producido el secuestro de la sociedad civil, por
parte de grupos que desean gobernar sin votos. Se trata de
organizaciones no gubernamentales financiadas por gobiernos o
convertidas en instrumentos de otros Estados o manejadas por otras
organizaciones internacionales. La mayoría de los proyectos
sustentados por estas organizaciones han sido gestionados en el
extranjero. Se puede evocar la falta de profesionalismo de su personal,
que, terminan convertidos en mercenarios de otros Estados.
Cuando se observan las famosas revoluciones de terciopelo que
derrocaron a tantos gobiernos en las antiguas repúblicas de la ex Unión
Soviética, cuando examinamos las múltiples maneras con las que el
intervencionismo estadounidense se propone contrariar las decisiones
jurídicas de otros Estados, se nos revela, en primer lugar, que no se
trata de organizaciones independientes, la mayoría de sus programas son
financiados por Estados u organizaciones extranjeras. Y, en segundo
lugar, que, en muchos casos, llevan a cabo agendas y propósitos
contrarios a la soberanía y la autodeterminación del Estado. Con ese
objetivo se han reclutado a periodistas, personalidades, expertos,
grupos de la Iglesia, jefes de gremios o asociaciones y profesionales,
convertidos en contratistas de la USAID o bien operando bajo la
mascarilla de grupos mercenarios. En China, en Ucrania, en Georgia, en
Venezuela se ha aplicado el mismo modus operandi; se ha implantado una
franquicia de la subversión; se compran periódicos; se organizan ONG; se
implantan un objetivo de lucha, y se emplean casi siempre los mismos
símbolos: las sombrillas amarillas; los piquetes delante de los
Ministerios. Desde luego, alguien financia las camisetas, las gorras,
las sombrillas, los autobuses, las pancartas; alguien prepara las
campañas; los anuncios, los eslóganes y organiza a los voluntarios.
El derecho de los Estados
Los Estados Unidos se hallan sacudidos por miles de ONG que
representan los más diversos grupos de interés, encuadrados legalmente
por lobby o cabilderos, capaces de ejercer influjo en las decisiones del
Estado, incluyendo las distintas diásporas de inmigrantes de ese país,
que penetran con sus cabilderos en los mecanismos de decisión política;
crean infraestructuras para manejar la política interior y promueven
campañas de opinión y de manipulación.
- Para protegerse de las amenazas que plantea estas circunstancias, los Estados Unidos promulgaron la Ley de Registro de Agentes Extranjeros , la Foreing Agents Registration Act (FARA) , que data de 1938 . Dicha Ley exige a los grupos de presión revelar las fuentes de sus finanzas y los propósitos de los cabilderos de agendas extranjeras. En 1995, esta Ley fue redoblada por la Ley de Divulgación del cabildeo (LDA) que obliga a todas las ONG financiadas por el extranjeros o vinculadas a organizaciones internacionales de declararse ante el Estado como agente extranjero, y a despojarse de la confidencialidad y someterse a la experticia financiera y jurídica de sus actividades por parte del Departamento de Justicia.
- Al igual que Estados Unidos , en Rusia, el Presidente Putin, promulgó en el 2014 una Ley que obliga a las ONG que reciben fondos del extranjero para participar en la política interna e intervienen como cabilderos en los sistemas de decisión a registrarse como agentes del extranjero.
- Entre nosotros permanece vigente la ley 47-01 de 1957. que obliga a las organizaciones y personas que se dediquen a aplicar el propósito o la opinión de otros Estados o de organizaciones internacionales, partidos o Gobiernos, a que se registren como agentes extranjeros. La ley dominicana sigue a pie juntillas el modelo de la ley estadounidense. Si Estados Unidos tiene derecho a proteger su seguridad, sus instituciones y su soberanía, los dominicanos no pueden hallarse privados de ese derecho. ¿Podrán aplicarse en nuestro país una legislación que lleva más de medio siglo de vigencia?
Llegados a este punto, cabe hacerse la pregunta clave ¿Tienen los Estados Unidos el monopolio de la solución de los conflictos internacionales?
Desde luego que no. Los Estados Unidos se hallan penetrados de
multitud de intereses. Para manipular los objetivos de esa potencia, se
han organizado un conjunto de cabilderos que se han dedicado a sembrar
estereotipos, comparándonos con la Sudáfrica del apartheid , sembrando
eslóganes anti dominicanos. No es la primera vez, que estimulado por
mentiras, falsas percepciones, se producen intervenciones nefastas de la
potencia estadounidense. Los dominicanos no podemos poner en manos
de Estados Unidos la solución de las circunstancias conflictivas que
nos plantea constantemente el atolladero haitiano. El problema
haitiana tiene que tener una solución verdaderamente internacional. El
enfoque , según el cual podemos fundar el porvenir del Estado dominicano
en una moral internacional es rotundamente ingenuo; las grandes
potencias sólo tienen intereses. Nosotros formamos parte esencialísima
de la comunidad de naciones del continente, y tenemos muchos foros
donde podemos y debemos exponer la defensa de nuestro derecho. Dejar que
so pretexto de salvar los derechos de inmigrantes ilegales que penetran
a nuestro país, nos introduzcan en un Estado binacional sería
imponerle al pueblo dominicano una guerra civil permanente. Un conflicto
sin solución y sin redención posibles.
El motivo original del conflicto entre los dos países estriba en si
se ha de respetar la soberanía de los dominicanos. O si por el
contrario, ésta debería desaparecer para darle salida al drama
humanitario haitiano. Al cabo de más 11 años de presencia militar, la
ONU quiere apearse del barco dejando a esas poblaciones al garete. No
ha podido conjurar el hambre ni la pobreza extrema ni ha detenido la
degradación del medio ambiente, ni ha reducido el desempleo ni ha
evitado el descalabro de sus instituciones. No hay estructuras que
puedan responsabilizarse de la seguridad, y al partir dejarían a ese
país sin un polo de autoridad, expuesto a la barbarie del caos.
El problema es que la ocupación no puede ser permanente, y la salida
puede traer un desorden de grandes magnitudes. Sería un terremoto y
una catástrofe humanitaria. Los dominicanos no pueden convertirse en
una nación de refugiados porque comprometerían definitivamente su
porvenir. A los haitianos no les interesa tener una inmigración legal en
nuestro país. No es la residencia legal y los permisos de trabajo de su
población lo que les interesa, sino la suplantación del dominicano, la
batalla es por la nacionalidad, y para ello, se han presentado ante el
mundo como víctimas de los dominicanos.
. Los haitianos han partido de la idea de que los dominicanos no
tendrán el coraje ni la determinación para aplicar sus leyes. La
cobardía se impone al suspender las deportaciones prácticamente durante
dos años; al hacer leyes que desconocían su propia Constitución en
beneficio de los descendientes de haitianos, que ya tenían una primera
nacionalidad; al permitir una campaña internacional implacable contra
los jueces del Tribunal Constitucional y contra la imagen del país.
Pero la cobardía no logrará detener las exigencias cada vez mayores.
Mientras más cedemos; más se reclama; hasta borrarnos. La creencia de
que los haitianos van a comprender que ya han pedido demasiado y de que
no tendremos que aplicar con determinación nuestras políticas
migratorias pésele a quien le pese es un enfoque ingenuo.
Podría pensarse que los dominicanos carecen de apoyo diplomático. Por
los menos así calculan aquellos que sueñan con que el destino de los
conflictos derivados de la circunstancia de Haití sea dejado en manos de
los Estados Unidos y a las consideraciones que han proclamado Ban Ki
Moon y que ha logrado imponerse en la burocracia de Bruselas, que actúa
en nombre de la Unión Europea. En todas esas cabezas se ha implantado el
chantaje haitiano de que los dominicanos somos responsables o culpables
de su desgracia. Toda esa dejadez diplomática nos ha colocado a la
defensiva. En el mundo se cree que no vamos a defendernos.- Que
contemplaremos de brazos cruzados la destrucción de nuestro país. Desde
luego el mando político no ha sido capaz de explicarle al mundo las
delicadas circunstancias que nos impone la vecindad con un Estado
rotundamente liquidado.
Las Naciones Unidas sólo intervienen en los grandes problemas cuando
las situaciones llegan a pudrirse. Las ONG que son parte de la política
exterior de los Estados que influyen en el teatro de operaciones se
plantean casi siempre en moldear las cosas, pisoteando el derecho de las
naciones. Con el chantaje se quiere legitimar una intervención a
favor de los haitianos. La victoria del chantaje se traduciría en
derrota y desmoronamiento de las instituciones dominicanas
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