jueves, 30 de abril de 2015

Cuando el heroísmo dominicano resucitó

Cuando el heroísmo dominicano resucitó

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2:00 am
 http://hoy.com.do/cuando-el-heroismo-dominicano-resucito-3/autor/fabio-herrera-minino/
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A 50 años de esa muestra de la capacidad de sacrificio y de heroísmo de los dominicanos, surge la reflexión del colapso moral y de conducta en que ha caído el país en el siglo XXI, por obra de hábiles manipuladores y gobernantes, que en los pasados años han corrompido la moral del ciudadano, llevándolos a pensar en los beneficios que se derivan de una dádiva proveniente de las arcas del Estado.
Entonces, aquellos idealistas de 1965 se tendrían que lamentar de haberse sacrificado sin tener la gratitud de su país, que se hubiese encaminado por senderos de bienestar, y no del egoísmo puro y simple que para cada individuo solo priman buscar sus beneficios e intereses pero se utiliza a los ingenuos, antes los tontos útiles, como puntal para asegurar sus propósitos de dominio político y económico.
Los descendientes de los dominicanos, que en 1844, 1863 y 1916 combatieron a los haitianos, españoles y norteamericanos para defender a su Patria, en el 1965 volvieron por sus fueros y lo dieron todo de sí para enfrentarse a un poder increíble de fuerzas entrenadas para matar, y aquí, con tan solo armas ligeras, supieron detener a una fuerza invasora bestial.
La excusa era de la influencia comunista que buscaba hacerse del control del país al igual que en Cuba, por lo tanto, abortaron el movimiento, lo confinaron en un rincón de la capital y lo llevaron a la mesa de las negociaciones que neutralizó los ideales de los constitucionalistas, en que más luego muchos murieron y otros fueron deportados con cargos diplomáticos.
A partir de entonces, se impusieron los gobiernos de derecha que institucionalmente, y por 50 años, han sostenido la paz social. Uno de los resultados ha sido extender los gobiernos de derecha en democrática continuidad, pero forjando el derrumbe de la honestidad al presentarle al país el dogma que ser corrupto es un premio, olvidándose de los que se sacrificaron en abril de 1965 creyendo que luchaban por la libertad de su pueblo y se sumergieron en las trincheras del honor para tan solo hacer respetar la soberanía y el honor de la Patria, chocando con las generaciones actuales mancillando ese sacrificio.
A menos de un mes de la celebración de los 50 años de la revolución de abril, en el día de Viernes Dolores, la justicia dominicana condensó, en sentencias del día, el desprecio, que a través de los años, los políticos le han hecho a los actos heroicos de abril de 1965, y ese día evacuaron sentencias en favor de inculpados más que culpables, ya que la percepción nacional los había condenados de antemano por actos cometidos que no resistían ninguna excusa, como si fueran calumnias y falsas acusaciones.
El origen de la sublevación de abril se condensó en la firme voluntad sembrada en la conciencia de los militares jóvenes de academia, que bien intencionados y motivados en sus valores morales y patrióticos no resistían la situación imperante y trabajaban para el retorno a la constitucionalidad perdida en septiembre de 1963, cuando el golpismo hizo su aparición en el país, y estimulado por el apoyo norteamericano, dieron al traste al experimento democrático que el profesor Juan Bosch había iniciado en febrero de ese año.
Viendo la situación actual de corrupción rampante y desorden generalizado, la tentación de una desobediencia cívica no podría descartarse si continúan los abusos y desprecios sistemáticos de los políticos en contra de la población. Cualquiera diría que aquellas hazañas de abril de 1965, con la inmolación de tantos jóvenes, se volvieron sal y agua ante el derrotero que ha tomado la nación, donde ya no se respeta ningún valor y cada quien lucha por sus propósitos, buscando lo “mío” y más si proviene del sector oficial.
El sector oficial se ha convertido en una generosa ubre donde cada día surgen nuevos millonarios, sin ningún tapujo ni cargo de conciencia, ya que casi todo el mundo se ha corrompido y buscan acaparar lo suficiente para el tiempo de las vacas flacas. De esa manera se borra lo que ocurrió hace 50 años, cuando se creyó que se podía ser apóstol para colocar al país en un sendero de honestidad, sacrificios e institucionalidad, pero lo que tenemos ahora es una vergüenza nacional.

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