jueves, 11 de junio de 2015

La ley que cambió al mundo

La ley que cambió al mundo


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Nunca en la historia habíamos presenciado, ni remotamente, un ritmo de nuevos avances tan elevado, que revolucionan nuestras cotidianidades. La tecnología adquirió un rol determinante en nuestras vidas. El estadounidense promedio utiliza su teléfono inteligente, al menos, dos horas al día. Más aún, el 80% de los propietarios de teléfonos inteligentes revisa sus mensajes a los quince minutos de haberse despertado. Y, como todo suceso disruptivo, la revolución tecnológica tiene su origen en un evento detonante: una observación realizada por Gordon Moore en 1965, que consistió en lo siguiente: extrapoló algunos datos y, atrevidamente, afirmó que la cantidad de transistores en un chip podría ser duplicada anualmente en una década. Es lo que se conoce como la Ley de Moore.
Más adelante, reformuló su visión y proyectó un doblamiento cada dos años. Actualmente, esta ley sirve de guía para cualquier compañía de hardware que desee mantener relevancia en el mercado, beneficiando, incidentalmente, a empresas que cuentan con mayor capital con ciertas ventajas comparativas. Moore fundó la compañía Intel, líder en fabricación de chips.
En 1971, el primer microprocesador de Intel poseía apenas 2,300 transistores. Hoy el procesador del iPhone contiene 2,000 millones de transistores. Más aún, los cálculos de ingenieros de Intel, si el Volkswagen Beetle hubiera experimentado mejorías al mismo ritmo que los microchips, el “escarabajo” tendría una velocidad tope de 300,000 millas por hora, un rendimiento de dos millones de millas por galón, y costaría cuatro centavos.
Evidentemente, Moore se había topado con un descubrimiento que cambiaría radical y permanentemente la industria. Predijo la llegada de ordenadores caseros y los dispositivos móviles que le sucedieron (tabletas, teléfonos inteligentes, etcétera). No obstante, algunos expertos predicen el fin de una era, argumentando que la mejoría del rendimiento, ya que, desde el 2005, la frecuencia de reloj (la velocidad con la que un ordenador realiza sus operaciones básicas) no se ha visto incrementos considerables. Además, el índice de precios del productor estadounidense sugiere que el precio de los microprocesadores ya no disminuye. Existen explicaciones para lo anterior. Primero, para compensar la frecuencia de reloj se ha implementado el uso de múltiples núcleos de procesamiento, por esto, un microprocesador en el 2013 es 1.5 millones de veces más potente que su contraparte de 1971. Segundo, Steve Oliner, miembro del Instituto Americano de la Empresa (IAE), sugiere que la medida utilizada por el gobierno omite un cambio en el modelo de precios de Intel y afirma que la potencia de cálculo por dólar es 28 veces mayor a la oficialmente reportada.
Aunque muchas soluciones, salvando algunos obstáculos, han sido implementadas a lo largo del medio siglo de vigencia de la Ley de Moore, es una realidad que, próximamente, la misma se verá enfrentada por impedimentos físicos y económicos. La física establece que es imposible crear un transistor de silicón estable menor a 5 nanómetros; el último microprocesador de Intel cuenta con tecnología de 14 nanómetros, y el costo de crear nuevos procesadores se ha incrementado drásticamente. Ya existen propuestas sobre una reorganización de los chips y la utilización de nuevos materiales para la era post-silicón.
Estos avances dictarán un nuevo camino para la tecnología. Seguramente, la Ley de Moore perderá la relevancia que hoy posee, sin embargo, no debemos olvidar su importancia histórica y económica. Un estudio de Harvard referido en un artículo del IAE, concluyó que entre 50% y 70% de todo el crecimiento de la productividad es consecuencia directa de los avances de la informática. Finalmente, no ignoremos el hecho de que la revolución digital es imparable, solo hay que considerar que la cantidad de información en el universo digital representa una montaña de iPads tan alta que cubriría dos tercios de la distancia a la luna, por lo que, indudablemente, el fin de esta ley solamente dará paso a otro modelo todavía más explosivo.
Investigador asociado:
Iván Kim Taveras

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