viernes, 12 de junio de 2015

A una semana de demostrar la soberanía


A una semana de demostrar la soberanía

Por
herreraclubnaco[@]gmail.com
11 junio, 2015 2:00 am
 http://hoy.com.do/a-una-semana-de-demostrar-la-soberania/autor/fabio-herrera-minino/

  Share on email Email Share on print Imprimir o1 La próxima semana el Gobierno dominicano le mostrará al mundo que no eran meras palabras su firme decisión de hacer valer su soberanía con el inicio del proceso de búsqueda, captura, transporte y repatriación de ilegales, por no haberse registrado a tiempo para regularizarse e iniciado su proceso de legalización y residencia legal en el país. Por muchos años las conveniencias y la corrupción han impedido que el país se sacudiera de su indolencia para hacerse respetar, cuando los haitianos nos tenían acostumbrados a pisotearnos diplomáticamente en cualquier escenario mundial, que sus amigos le ofrecían para lanzarnos las más absurdas diatribas, atemorizando al país que solo sabía meterse la lengua donde la espalda pierde su nombre. Pero ahora el país tiene otra filosofía de la autoridad y la soberanía, como ya lo ha demostrado en diversos escenarios continentales, está decidido a recuperar una buena parte de su soberanía perdida por la invasión continua de un éxodo de los habitantes de la nación de Occidente, pero que ellos consideran la parte Oriental como de su propiedad, ya que fue parte de su territorio por aquellos años de la ocupación de 1822 a 1844. PUBLICIDAD No hay dudas de que la sentencia 169-13 del Tribunal Constitucional atormentó al gobierno del presidente Medina, que no tenía entre sus planes enfrentarse a una tarea migratoria de esa magnitud y salir en defensa de la soberanía, sobre la marcha se fueron preparando planes mientras se procuraba defenderse de una avalancha de ataques internacionales, que lo poco que se dijo era que éramos racistas y exigían borrar definitivamente la línea fronteriza. Las autoridades haitianas anunciaron que establecerán dos centros de recepción de sus nacionales indocumentados para fines de depurarlos y determinar si en verdad son haitianos, ya que si nacieron en su territorio pero sin papeles, o en el dominicano, sin arraigo en su tierra original, olvidémonos de repatriación, y ahí comenzará el primer brote de disensión y de presión para que recibamos a sus nacionales que según ellos son dominicanos por haber nacido aquí y no tener documentos que prueben sus orígenes haitianos. El tiempo de confinamiento que las autoridades mantendrán a sus nacionales en los dos centros de depuración de Juana Méndez y Mal Paso será motivo de agrias reacciones y confrontaciones. Si los amigos de Haití o las Naciones Unidas con la Minustah no intervienen, es probable que surgirán conflictos que empañarían los esfuerzos dominicanos de llevar orden en su territorio, ya que hasta ahora los haitianos se establecen en todas partes que lo deseen y consiguen las fuentes de trabajo cercano, formando comunidades muy definidas a su imagen y semejanza, con todos los malos hábitos de conducta y de higiene e importando sus creencias y costumbres que dejan muy deteriorado el medio ambiente por las basura que rodea sus habitats. Las “camionas” comenzarán a circular en los próximos días para iniciar su labor de recolección; ésta se llevará a cabo en una forma tímida con observación cuidadosa de los derechos humanos para evitar roces, llenando rápidamente los centros de recepción de los haitianos que deberá contar con servicio sanitario esencial y agua corriente o al menos tener tanques de almacenamiento de agua tanto de beber como de limpieza. Se debe evitar un brote de cólera que tan presente está en la salud de los habitantes del vecino país. Pero el tiempo, cuan largo sea que las autoridades occidentales confinen a sus nacionales en esos centros de recepción, se verá cuál será la nueva trampa que ellos utilizarán para torpedear y hacer desistir al país del programa supuestamente para darle un nuevo plazo de inscripción. El escándalo de la medida de repatriación del gobierno dominicano de los ilegales será bien aprovechado por los que se oponen a tal acción. Desde los dominicanos infiltrados en las oeneges que apoyan a los haitianos en sus exigencias para darle el derecho a vivir aquí hasta los que, en los medios internacionales, tiene sus bocinas en permanente estado de agitación, y hasta los que consideran a los dominicanos como una sociedad elitista que rechaza a los seres humanos de color, pese a que todos sabemos de cómo la población dominicana de color arropa a la minoría blanca, que han convivido en hermandad desde aquellos intentos de afrancesarnos con el tratado de Basilea, que fracasó por la valentía de los criollos de la primera década del siglo XIX.

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