Les presentamos a los arqueólogos y espeleólogos de Roma Sotterranea.
Son los encargados de cuidar un laberinto enterrado por la Ciudad
Eterna, miles de kilómetros de cuevas, acueductos, cloacas y catacumbas.
Allí existen mitreos, tumbas, casas de los barrios de la roma imperial, cuevas naturales con lagos, cimientos de palacios e iglesias. Todo lo que una ciudad fundada, según la leyenda, por Rómulo y Remo el 21 abril de 753 a. C. Los especialistas de Roma Sotterranea tienen página web y cuentas en Twitter y Facebook donde podemos seguir sus labores. Empezamos por el lago que se encuentra bajo uno de los barrios más
tranquilos y bonitos del oeste de Roma: el Monteverde, cuyo nombre
describe perfectamente lo que existe arriba: una de las colinas romanas
en la que más vegetación se puede hallar. Un lugar perfecto con una de
las más hermosas vistas de la Ciudad Eterna, con el Trastevere a sus
pies. El lago, un gran desconocido, tambien tiene mucha belleza.
El acueduco bajo la Piazza di Spagna
El Aqua Vergine, construido por Marco Agripa en una obra que acabó el 19 a. C., era uno de los acueductos que abastecían a la ciudad imperial. Cayó en desuso con la decadencia del Imperio Romano, pero acabó reparándolo, primero el Papa Adriano I en el siglo VIII, y más tarde, completamente, el Papa Nicolás V, que lo consagró como Acqua Vergine en 1453. Ya Roma vivía en pleno Renacimiento. La foto está tomada unos metros por debajo de la Piazza di Spagna, donde frente a las célebres escalinatas se encuentra la Embajada española, en el Palacio Monaldeschi, desde 1647. Los imperios se suceden por encima del agua...
En la Via Giulia, que corre paralela al Tíber, justo a la altura del Palazzo Farnesse, se encuentra la Iglesia de Santa María de la oración y la muerte,
un extraño templo que tiene una cámara secreta con candelabros
realizados con huesos y innúmeras calaveras. Algunas, como la de la
foto, tienen el nombre del finado (finada en este caso) y la fecha de su
muerte. Pero seguimos hacia abajo....
Yendo por la Via Apia, cerca de la Puerta de San Sebastián, está laTumba de los Escipiones,
un hipogeo de época romana en la que los miembros de aquella familia
patricia realizaba sus funerales y enterramientos. La utilizaron entre
el siglo III a. C. y el I después de Cristo. Pero después se perdió la pista de dónde se encontraba durante muchos siglos.
Se la redescubrió en el XVIII y desde finales del XIX pertenece a la
Ciudad. Los sarcófagos e inscripciones hallados son un tesoro en sí
mismo.
Dicen que el
Foro era el centro de la vida pública romana. Lo fue al menos, hasta
que el corazón del pueblo se embriagó con la arena y la sangre en el
Coliseo. Pues unos metros por debajo de los foros imperiales se encuentra también un mundo subterráneo,
como se ve en esta foto, que ademas ofrece todo tipo de restos
arqueológicos. Los expertos de Roma Sotteranea tienen a su cargo el
mantenimiento y, cuando toca, el cuidado de las piezas que allí
aparecen.
Un bello
fragmento de otro acueducto romano, el que construyó el emperador
español Trajano. La obra encargada por el sevillano (nació en Itálica)
se realizó en el año 109 y aseguraba el abastecimiento de agua trayendo
la que surgía en los montes Sabatinos, cerca del lago de Bracciano.
Tenía 57 kilómetros y era capaz de traer 118.000 metros cúbicos de agua diarios.
Conduce el agua por debajo de las vías Clodia y Triunfal y luego a lo
largo de la vía Aurelia. La imagen permite ver un fragmento
perfectamente conservado. Cuando las cosas se hacían para durar... ¿se
acuerdan?
Esta es una historia muy curiosa, que parte de uno de los templos menos citados de los Foros Imperiales: el dedicado a Venus Cloacina. Y ese nombre está en íntima -íntima y venérea- relación con la Cloaca Máxima,
uno de los más antiguos alcantarillados del mundo, que se construyó a
partir de un riachuelo para drenar el creciente núcleo en el que pronto
estaría plantada la principal ciudad de la Antigüedad clásica (con
permiso de alguna otra) y capital del imperio. Algunos autores
relacionan a la antigua diosa Cloacina con la purificación de las inmundicias.
Y aunque no está muy claro cuándo su culto fue asociado a Venus, lo
cierto es que de manera natural la diosa del amor asumió esa labor
inmunda y purificadora a un tiempo, de conducir, por el mismo lugar
donde corría el antiguo riachuelo entre los montes Palatino y Capitolino, que acababa en el Tíber, todo aquello de lo que los ciudadanos querían olvidarse. Ya en el cambio de Era, la cloaca merecía cuidados e inspecciones regulares, lo cual nos habla de la importancia que le daban los emperadores.
Debajo del Coliseo también
trabajan los arqueólogos de Roma Sotteranea. Aquí vemos los sótanos del
teatro que ahora está en restauración y en el que todos tenemos grabado
que el pueblo romano encontraba las distracciones necesarias para
convertirse en el paciente receptor del pan y circo, mientras los
patricios, senadores, tribunos y emperadores jugaban su particular juego
de tronos.
En San Pietro en Montorio se
encuentra la Academia de España en Roma, en un antiguo convento
franciscano construido a expensas de la Corona Española y mantenido
desde entonces. Lo encargaron losReyes Católicos para conmemorar la toma de Granada en 1492.
En su interior, la joya arquitectónica del renacimiento, el Templete de
Bramante, espera a los visitantes que quieren subir al Gianicolo, la octava colina de Roma.
Pero si fuéramos mucho más abajo, en la entraña de la ciudad, veríamos
la continuación del lago con el que abríamos esta galería de las
maravillas que la Ciudad Eterna oculta bajo el suelo. La eternidad también va de esto..
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