sábado, 18 de abril de 2015

“…la revolución fue una respuesta… a los que decían que “éramos cobardes porque Trujillo duró 31 años”

“…la revolución fue una respuesta… a los que decían que “éramos cobardes porque Trujillo duró 31 años”

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1. Gautreaux Piñeyro sobresale de pie, al centro, en la firma de los documentos que pusieron fin a la guerra. 2. “Comando Constitucionalista”, responde Gautreaux. 3. Bonaparte en su escritorio de viceministro. Figuran además el Presidente Caamaño, Euclides Gutiérrez Félix, Jorge Gerardo Marte Hernández y otra persona sentada.
 
 
Tanque a puente, objetivo el Palacio, dice Fishburn que bombardeen!”. Esa orden la dio Ramón Emilio Jiménez por radio el 26 de abril de 1965 y la Marina bombardeó la ciudad de Santo Domingo desde el Placer de los Estudios. Un cañonazo dio en el Palacio Nacional, otro fue al Malecón y un tercero a la calle Doctor Delgado”. Fishburn era un agregado militar estadounidense.
Bonaparte Gautreaux Piñeyro no olvida esa voz que escuchó en el radito de un sargento experto en comunicaciones.
Este viceministro del Gobierno de Caamaño es la cronología viviente de esa contienda en la que fue otro líder respetado que salvó vidas y ordenó disparos necesarios, como los de los yanquis que penetraban a la zona por el antiguo aeropuerto. Acelerado, el oficial Narmo W. Saldaña le hizo el anuncio y su respuesta fue: “¡Tíreles, coño! ¡Tíreles!”.
“Comando Constitucionalista” fueron dos palabras que repitió incansable desde un teléfono al que solo él tenía acceso, por el que se recibían llamadas para el gobernante del cual Bonaparte fue la extrema confianza.
Revela acontecimientos que lo muestran como el más familiarizado con cuanto aconteció en la guerra, sin alardear, sin mentir, sin afanes de heroísmo. “Lo que sé es lo que me han contado”, afirma cuando no participó en una acción trascendente.
“Yo estaba en mi comando, la organización militar dice que tú estás donde tienes que estar o donde te manden”.
Todo lo narra con su peculiar léxico directo, llano, natural. Refiere una visita de Emanuelle Clarizio: “Vino el nuncio con una propuesta de paz, para mí era un sinvergüenza al servicio de San Isidro y de los norteamericanos. Cada vez que hacíamos un acuerdo con él, en San Isidro lo transmitían por la emisora”.
Con su pintoresco glosario, cuenta experiencias con Juan Bosch, como la llamada del 3 de mayo cuando este llamó, y Bonaparte lo saluda:
-Buenos días, Presidente.
-No, Gautreaux, ahora el presidente se llama Presidente Caamaño. Y él comunica al coronel:
-¡Coja ese rolling!”. Caamaño no quería aceptar pero finalmente todos consideraron razonables los argumentos de Bosch: él estaba fuera del país y Caamaño en el teatro de los hechos y además se había convertido en el líder de la revolución. “Hasta que al atardecer se reúne el Congreso y lo eligen Presidente”.
“Al otro día escribimos un discurso como entre 100: Luis Armando Asunción, Mario Báez, Euclides Gutiérrez, yo… Fue el que pronunció en el Baluarte aceptando la presidencia. Yo lo mecanografié”.
También sobre Bosch, narra: El coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez llegó por la Pasteur acompañado de Enrique Herrera Marín, del ejército español, que Bonaparte no se explica “cómo apareció” y se produce una reunión del alto mando militar de la que todos salieron disgustados preguntándose: “¿Cómo viene a proponer eso”?
Y agrega. “Al irresoluto de Juan Bosch se le ocurrió que nos rindiéramos y nos metiéramos en la catedral porque los americanos no iban a destruir ese edificio que era patrimonio de la humanidad”. Fernández “trajo esa propuesta a contrapelo de su voluntad”. Una tercera vivencia con el ex Presidente la introduce con el propósito del asalto al Palacio revelando que el 18 de mayo se habían fugado dos hombres que escucharon el plan y estaban presos porque eran del Gobierno de Reconstrucción. “Yo le digo a Caamaño:
-¿Y qué vaina es esa que el nuevo (así llamaban algunos a Fernández) va a asaltar el Palacio y van a ir Montes Arache, Capocci y gente del 14?
Caamaño le respondió que él (Bonaparte) no era militar, y Gautreaux replicó:
-Creo que no se debe ir, pero si se va a hacer que no vaya Fernández Domínguez, nuestras tropas no lo conocen.
-No hay quien lo convenza, se siente mal porque no ha estado presente y quiere pelear.
Como a las cinco “llega Fernando Pimentel, asistente de Caamaño: “¡Mataron al nuevo, a Capocci y Juan Miguel Román no aparece! ¡Ven a verlo!”. Estaba “encima de un escritorio, ya bañado y vestido, con un balazo en el pie derecho y otro en la cabeza”.
Antes, Capocci había entregado a Caamaño su reloj porque o tomaba el Palacio o no volvía. “Pasó esa noche luctuosa” y al día siguiente llamó Bosch para dictarle a Bonaparte “el protocolo de un funeral de Estado” para Fernández Domínguez.
“Yo lo escucho, y cuando termina le digo: voy a transmitir este deseo al , pero le diré que no se haga porque no se va proceder igual con Juan Miguel, Capocci y otros a los que no se les va a hacer un homenaje tan grande”. “No se hizo ese funeral”.
Lamenta la muerte de Andrés Riviere, asesinado por los gringos de un tiro en la garganta. Había dos revolucionarios apodados “Pichirilo” y Gautreaux lo mandó donde uno para que le preparara un sello pero este fue donde el legendario combatiente que peleó con Fidel Castro y en la Isabel la Católica fue alcanzado por el mortal disparo.
PRIMERAS MOLOTOV
Bonaparte nació el 9 de noviembre de 1937 en Sabana de Chavón, La Romana, hijo de Julio Gautreaux y Nieves Piñeyro. Vivió en El Seibo y en Barahona hasta 1956 cuando vino a estudiar Derecho, carrera que abandonó porque “la justicia no funcionaba”. Comenzó a devorar libros y revistas. Leía 100 páginas diarias de humanidades. Domina varias materias porque “quería ser periodista de verdad”. Es además músico, educador, toca saxofón, fue tambor mayor de la banda de música de Barahona.
Simpatizó con el PRD y el 14 de Junio pero terminó en el primero porque “el 14 tenía un lenguaje apocalíptico y parecía irreal, ilógico lo que planteaba”.
Está casado con Miriam Martínez, madre de sus hijos Julio Heberto, Nieves Cristina y Juan Gabriel.
Fue “una minúscula parte de la conspiración” contra el Triunvirato con Aquiles Leyba Matos, dirigente sindical. Se unió a la causa desde el 24 con José Antonio Persia. Evitaron que la multitud incendiara una estación de gasolina y junto a Fausto Martínez Hernández estableció una red de información para recibir soldados.
En la Palo Hincado esquina Padre Billini, su comando inicial, fabricó las primeras molotov con Luis Scheker, Daniel Ozuna Hernández y otros.
Pasó al de la Pina esquina Canela a petición del periodista José González, quien le entregó a Luis Acosta Tejeda y a Luis Armando Asunción, quienes leerían las noticias que él preparara. Tras su llegada al edificio Copello fue la figura invariable al lado de Caamaño al que consideraba “excepcionalmente inteligente. Era un militar represivo y ya el 3 de mayo pronunció un discurso como un líder que perseguía la libertad y la democracia. Tenía don de gente, sabía manejarse y dirigir de manera democrática. Poseía grandes valores morales, con las virtudes y los defectos de los dominicanos, porque era muy dominicano”.
Estima que la revolución fue una respuesta contraria a los que decían que “éramos cobardes porque Trujillo duró 31 años”.
Para él no hubo momentos traumáticos, porque “como deportista sabía que unas veces se gana y otras no, aunque no se pierda. La guerra es la guerra. Ganamos el derecho a vivir, a la búsqueda de la libertad, al conocimiento de la solidaridad humana y el deber de servirle a la Patria”.

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