miércoles, 1 de abril de 2015

El día que la República honró al General Santana

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OPINION: El día que la República honró al General Santana
OPINION: El día que la República honró al General Santana
General Pedro Santana

OPINION: El día que la República honró al General Santana

Antes de cumplirse los quince años de su misterioso fallecimiento ocurrido en esta Capital el 14 de junio de 1864, el gobierno de la República Restaurada le rendía un tributo solemne a la memoria del general Santana. Su cadáver había sido sepultado en el patio de la entrada principal del Cuartel de la Fuerza –Fortaleza Ozama– y el 9 de enero de 1879 sus restos fueron exhumados a solicitud de sus sucesores, dando lugar a un memorable acto oficial organizado por el Estado dominicano.
EL AUTOR es economista y ensayista. Reside en Santo Domingo
EL AUTOR es economista y ensayista. Reside en Santo Domingo

En aquel momento el gabinete gubernamental en pleno estuvo presente, siendo encabezado por el febrerista y Presidente provisional de la República, Jacinto de Castro.  Así consta en el proceso verbal levantado en la indicada fecha por el Notario Público Joaquín María Pérez, en el que figura como testigo Juan F. Sánchez, al parecer el mismo Papí Sánchez hijo del patricio Francisco del Rosario Sánchez.
En la ocasión el insigne intelectual Alejandro Angulo Guridi, Ministro de Relaciones Exteriores y encargado de la Cartera de Instrucción Pública, pronunció las palabras centrales del reconocimiento póstumo a Santana, diciendo que a pesar “de que el acto tenía carácter privado por ser dispuesto por la familia, el Gobierno no podía permanecer indiferente a la exhumación de los restos de una de las ilustres y conspicuas figuras de la Patria que sin duda por su carácter y carrera de abnegación y patriotismo de mil ochocientos cuarenta i cuatro hasta mil ochocientos sesenta y uno, ocupara una brillante página en la Historia”.
Angulo Guridi agregó a seguidas “que si bien su conducta en esta última fecha es causa de que para no ignorarlo nos envolvemos en el manto de César, no es posible negar que sin su espada vencedora acaso no tendríamos derecho de pisar el suelo de la Patria”.  El eminente ministro terminó su breve discurso pronunciando el siguiente vaticinio: “cuando pase de un todo el justo resentimiento del patriotismo…las futuras generaciones recordando la honradez de la vida pública y de la privada de Pedro Santana pronunciará su justo Veredicto”.
En el referido acto notarial se aseguraba que el Presidente Jacinto de Castro “en representación de la Masonería Nacional, también hizo uso de la palabra para tributar homenaje y respeto a los masones del que fue Gran Protector de la Institución Masónica”. Dice además que el evento contó con “una numerosa concurrencia de personas notables de esta Capital”, incluyendo la  “asistencia oficial y voluntaria de los señores Doctor Pedro Antonio Delgado, Médico y Jefe de Sanidad y Hospital Militar; Doctor Pedro María Piñeyro y Licenciado en Medicina José Briones.”
A la ceremonia también asistió el Ministro de lo Interior y encargado de la Cartera de Guerra, general Cesáreo Guillermo, hijo del independentista y general restaurador Pedro Guillermo. También el Ministro de Hacienda y Comercio, general Pedro María Aristy, y el Gobernador Civil y Militar de la Provincia, general Santiago Pérez.
Además de todas las personalidades mencionadas anteriormente, entre los testigos presenciales que firmaron el documento notarial tras asistir a los actos oficiales en memoria del general Santana, se hallaba también Alejandro Woss y Gil, futuro presidente de la República para 1903, José María Leyba, febrerista embarcado como rehén por la Gándara en julio de 1865, Pedro Valverde, febrerista también, Florencio Soler, héroe de la Batalla de la Estrelleta, y Manuel M. Santamaría, febrerista y miembro del Partido Azul de Luperón.
Narra el documento que los restos del general Santana fueron recibidos y conservados en la Iglesia de Regina Angelorum por el Padre Francisco Xavier Billini, Presbítero Canónigo a cargo de ese recinto religioso, quien en la ocasión ofició un solemne De Profundis acompañado por la orquesta; y que los mismos fueron conducidos “a hombro de las personas que formaban el cortejo, los que alternaban en cada cuadra en todo el trayecto hasta llegar” a la iglesia.
Relata también que durante la procesión y hasta llegar a ese lugar, “la música militar hizo oír una sentimental marcha”, y que “la Artillería disparó una salva de Veintiún cañonazos”.

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