domingo, 19 de abril de 2015

Cervantes a hueso vivo

CRÓNICA

En el Museo de Historia de Madrid

Cervantes a hueso vivo

 

  • Mostramos en exclusiva los huesos que corresponderían al escritor

  • Imágenes inéditas la víspera de la exposición 'Cervantes a la luz'

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Son trozos pequeños, reducidos por cuatro siglos de desmemoria y los trasiegos de las exhumaciones sucesivas desde aquel entierro del 23 de abril de 1616. Pero con la imaginación y proyectado con el conocimiento forense de sabios como Francisco Etxeberria podría vislumbrase desde tan mínima osamenta -la pieza mayor sí deja asomar las fosas oculares- la "frente clara y lisa" de Don Miguel. El segundo grupo de huesos dice más: el maxilar inferior de una mandíbula a la que le faltaban, desde antes de su enterramiento, parte de la dentición como mostraba aquel hombre de provecta edad -Cervantes murió mellado el 22 de abril de 1616 a la edad de 69, con la mano izquierda atrofiada y apenas seis diminutas ferocidades como toda dentadura-. Y también hay -eso con más incertidumbre-, huesos largos y un sinfín de minúsculos que por su apariencia y características ensamblaría con el esqueleto del manco de Lepanto.
¿Gigantes, Sancho, o son molinos?
Cuando el osario completo del convento madrileño de las Trinitarias donde se rastrea la sepultura del mayor escritor en lengua Española va camino de asomar en gran exposición a partir de este miércoles Cervantes a la luz, será el título, en el Museo de Historia de Madrid-, el fantasma de la calavera del autor del Quijote asoma como un runrún entre los expertos.Por ahí resopla el gigante. Visto y no visto. Aún queda en la cabeza de algunos de los científicos presentes la imagen más evocadora de cuantas se sucedieron en la cripta del hallazgo: el mismísimo Francisco Etxeberria, el prestigioso antropólogo forense que -rigor obliga- se resiste a gritar ¡eureka!, con un trozo de cráneo entre las manos que luego deja reposar junto a tres fragmentos de una mandíbula desdentada y deteriorada por lo que bien pudo ser la diabetes del príncipe de las letras. Alguien hasta le vio mascullar entre dientes la palabra Cervantes.
¿Gigantes de la imaginación y el deseo, Sancho, o molinos?
No se podrá reconstruir ni en sueños la mano que escribió El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, pues ni siquiera una mínima falange de uno de sus dedos ha sido alumbrada entre tanta esquirla ósea sin individualizar, pero ahí quedan el singular tres en raya -cráneo parcial, mandíbula con cuatro o cinco dientes y algún hueso largo- con el que los más optimistas confían poder cerrar tan controvertida búsqueda del tesoro.
De que apareció da buena cuenta el cajón de madera de 1,2 metros por 60 centímetros de ancho que, junto a una moneda de cobre de 16 maravedíes del siglo XVII -¿se le cayó al sepulturero?- y un hábito de monje, contenía restos de al menos 15 cuerpos traídos a la cripta desde el convento originario después de 1730. Estaba en el nivel 3 de los distintos enterramientos encontrados en el convento, el más profundo, 1,25 metros por debajo del enlosado. "Sin duda", es firme Etxeberría, "hemos identificado al grupo donde estaban Cervantes y su esposa [Catalina de Salazar, que le sobrevive una década]... Fragmentado, mezclado, pero ahí lo tenemos, en la cripta". Si ya dijo su claro "Tenemos unas mandíbulas que pueden ser de Cervantes", ahora Exteberría, en conversación con Crónica, dice más: "Uno de los cuatro [restos de] cráneos varones adultos y longevos que tenemos creemos que puede ser él".
Las mejores pistas para cualquier cotejo antropológico las había dejado dadas, en jocoso autorretrato, el propio escritor en 1613, cuando presentó sus Novelas Ejemplares, tres años antes de su muerte en Madrid: "De rostro aguileño, frente lisa y desembarazada, de nariz corva, barbas de plata que no ha veinte años fueron de oro, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y esos mal acondicionados, este es el autor de Don Quijote de la Mancha".
En el primer informe, semanas atrás, el equipo dirigido por Etxeberría concluía así la parte referida al contenido de la caja con reducción de huesos donde situaban al escritor, no lejos del lugar que la tradición oral de las monjas precisaba así: "Del lado de la Inmaculada": "Según la información histórica y arqueológica... parece la reducción más antigua de la cripta, datada en el siglo XVII. En este conjunto aparecen cuatro cráneos que son de sexo masculino y algunos indicadores que sugieren la presencia de individuos de edad avanzada, que podrían ser compatibles con la identidad de Miguel de Cervantes".
Ahora, con todo lo andado hasta el 23 de febrero pasado -fecha del hallazgo- y trabajos posteriores arqueológicos, antropológicos, de análisis de ropajes por expertos en trajes, de verificación histórica documental y más, el amplio equipo que acompaña a Etxeberría en el envite prepara ya un informe completo "de centenares de páginas" que entregarán en mayo. ¿Terminará en libro? "Quizás".
Dice Pedro Corral -el delegado de Cultura del Ayuntamiento que apadrinó el proyecto de búsqueda, que echó a andar primero el historiador Fernando de Prado- que el texto científico de los 36 expertos que espera con expectación es la confirmación de las tres certezas que ha arrojado la búsqueda de Cervantes: la documental, la arqueológica y la antropológica.
La cuarta certeza deseada, la genética, difícilmente podrá materializarse... De las mujeres de su linaje -por las que se mantiene el ADN mitocondrial- que se tienen ubicadas -hermana carmelita sepultada en Alcalá de Henares y la abuela y bisabuela de los Cortina de Arganda-, ninguna goza de sepultura en solitario. Esa puerta en el tiempo queda cerrada de momento. No obstante, la vía muerta, explica Etxeberría, "no nos impide que tengamos interés en extraer ADN".

Imágenes inéditas

"Invitamos a todos a bajar a la cripta del convento de las Trinitarias con nosotros. Es un viaje al Madrid del XVIII y a la ciencia", anuncia el delegado de Cultura Pedro Corral, periodista viejo. De cuanto ha sido hallado, y de los 114.000 euros invertidos por el Ayuntamiento de Madrid en el proyecto, nace en apenas tres días Cervantes a la luz. Imágenes del hallazgo, comisionada por el historiador Francisco José Marín Perellón. Se le encienden los ojos cuando habla del contenido de la muestra. Y de las momias de niños -más de 300 infantes, y casi todos murieron con raquitismo- que se podrán ver.
Sobre los restos de Cervantes se localizaron hasta 33 momias de niños raquíticos
Porque, por encima de donde terminó dando con sus huesos Don Miguel, la sorpresa fue mayúscula al descubrirse una legión de infantes momificados (33) de entre los tres centenares aparecidos. Dicen así los expertos: "La segunda fase de enterramiento de la cripta, datada por los restos textiles en la segunda mitad del XVIII y primera mitad del siglo XIX, se caracteriza porque se están enterrando un gran número de individuos infantiles... con vestimentas que informan de la presencia de individuos de diversas condiciones sociales; cerca del 50% corresponde a menores de un año, el otro 50% de entre 1 y 4 años, y el 75% de los estudiados [hasta entonces] muestran signos patológicos compatibles con raquitismo".
La del convento madrileño es ya también la cripta de los niños. Antes que los presuntos huesos de Don Miguel en el convento de San Ildefonso de Trinitarias Descalzas aparecieron la intriga y el chasco. Un ataúd de madera con las iniciales M.C. hizo creer enseguida que la búsqueda había terminado, pero... resultó ser un féretro infantil cerrado con tachuelas del siglo XIX.
Por debajo de tanto crío infortunado andaban Cervantes y su Dulcinea Catalina.
En el camino que les condujo al genio, los investigadores hallaron parte desconocida de la historia mortuoria de la capital de España. De ahí que diga el concejal Corral que la muestra pretende hacer ver a todos que "la búsqueda y hallazgo de los restos de Cervantes ha sido el gran acontecimiento arqueológico de las últimas décadas en España".
¿Gigantes, Sancho, o son molinos?
En un lugar de Madrid de cuyo nombre... podría ser el inicio del largo viaje de los restos del genio. El relato ha sido encontrado también ahora en el Libro 5º de difuntos (1609-1620) del convento de San Ildefonso: "Miguel de Zerbantes (sic). En 23 de abril de 1616 años murió Miguel de Çerbantes Sahauedra, casado con doña Cataliza de Salazar, calle del León. Recibió los santos sacramentos de mano del licenciado Francisco López. Mandóse enterrar en las Monjas Trenitarias. Mandó dos misas del alma, y lo demás a voluntad de su mujer, que [e]s testamentaria y el licenciado Francisco Martínez, que viue allí".
Su sepelio, con sayal religioso y a cara descubierta como mandaban los cánones, fue posible gracias a la caridad de la Venerable Orden Tercera, congregación en la que había profesado el Sábado Santo de ese mismo año, tan sólo 20 días antes de su muerte.
El martes próximo se cumplirán casi cuatro siglos (399 años). Una exposición del Ayuntamiento de la ciudad donde vino a morir tras una vida de letras y batallas, encarcelamientos y hasta excomuniones, lo sacará ese día "a la luz". Cervantes, en hueso vivo. Su testamento sigue desaparecido. Y no dejó, a diferencia de su coetáneo Shakespeare, un epitafio para su tumba: Buen amigo, por Jesús, abstente / de cavar el polvo aquí encerrado. / Bendito el hombre que respete estas piedras/ y maldito el que remueva mis huesos.
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Cervantes a la luz. Museo de Historia de Madrid, calle Fuencarral 78. Del 22 de abril al 27 de septiembre

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