lunes, 20 de febrero de 2012

Lo de Margarita no es cuestión de género


Lo de Margarita no es cuestión de género

Por JUAN T H*
*EL AUTOR es periodista y abogado. Reside en Santo Domingo.
El problema que enfrenta la señora Margarita María Cedeño Lizardo de Fernández no es por ser mujer. Ni siquiera es por ser la mujer del presidente de la República

Querer presentar el caso de las cuentas millonarias en euros y en dólares depositados en bancos extranjeros como un problema de género, resulta poco menos que ridículo. Presentar a la mujer del Presidente de la República como un ser débil que está siendo agredida por los hombres del Partido Revolucionario Dominicano para sacarle provecho político, es desviar la atención de la cuestión fundamental, es creer que todos somos estúpidos.
No es un problema de género, es un problema económico, político y moral. No es una cuestión hombre-mujer, no es que un marido, novio o amante celoso agrede a su pareja o ex pareja. No es algo pasional. En lo absoluto.
La mujer del presidente  es demás del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana, que aspiró a la nominación presidencial y luego, tras retirarse de la contienda interna, aceptó   la candidatura vicepresidencial.
Ella no es  ama de casa, ni una obrera dirigente comunitaria o sindical. Ella es dirigente del partido de gobierno, su labor es política. Por su condición de mujer del presidente tiene asignado cientos de millones de pesos del presupuesto de la nación. Por lo tanto está sujeta a cuestionamientos, conjeturas, etc. Ella está en el deber de rendir cuentas.  Decían los romanos que no bastaba  que la mujer del César fuera honesta, también debiera aparentarlo.
 Milagros Ortiz Bosch, la mujer que más lejos ha llegado en la política del país, ha sido acusada de muchas cosas, incluso ha sido maltratada, pero ella sabe que no es por su condición de mujer, sino por lo que políticamente representa. Y que conste,  doña Milagros es honorable y lo aparenta. Es decir, procura que su práctica sea coherente con su discurso. Siendo senadora siempre rindió cuentas. De igual modo  cuando fue vicepresidenta de la República y Ministra de Educación. La transparencia siempre estuvo a la orden del día. Nadie, en toda una vida dedicada al bien común a través de la política ha podido señalarla con el índice acusador. Milagros es una reserva moral del país.
Hillary Clinton cuando fue candidata a la presidencia Estados Unidos recibió ataques de todo tipo. Ella, ni su partido, creyeron que se trataba de un problema de género, sino de una cuestión política. Ahora es Secretaria de Estado de un país que está en guerra con el mundo siempre.  Otras mujeres como Cristina Kirchner, de Argentina, la dama de hierro de Inglaterra, Margaret Thatcher. Puedo citar cientos de casos de mujeres en la historia que han luchado y ocupado posiciones cimeras en sus respectivos países.
El problema que enfrenta la señora Margarita María Cedeño Lizardo de Fernández no es por ser mujer. Ni siquiera es por ser la mujer del presidente de la República, de quién supongo no recibe agresiones físicas ni sicológicas, es por su condición política, es por manejar recursos públicos sin rendir cuentas, es por  representar los peores  intereses del país al igual que Leonel  y Danilo.
Margarita es la continuidad del gobierno más corrupto de la historia del país, es la negación del 4% para la educación.  Ella es la representación no solo de su marido, sino de Félix Bautista, Freddy Pérez, Díaz Rúa, Pote Bonetti, Chío Jiménez, entre otros. No es cuestión de género. Es una guerra política donde los candidatos tienen que probar su honorabilidad y su honestidad.  ¡No le busquen la quinta pata al gato, que solo tiene cuatro!
La señora candidata vicepresidencial (no olviden ese detalle), está en la obligación política, ética y moral, incluso legal, de aclarar la denuncia de que tiene millones de euros y dólares en bancos extranjeros.  Y si no puede aclararlo convincentemente, si resulta verdad la revelación del comunicador de Santiago, Víctor Martínez,  que pague las consecuencias que se derivan de ese hecho bochornoso y reñido con la ley.
Así de simple, así de sencillo.
El caso de la candidata vicepresidencial del PLD no tiene nada que ver con su condición de mujer. Nadie la está amenazando, nadie la está agrediendo. Ella está en política, ella es candidata, ella maneja recursos públicos. Ella debe merecer el mismo trato de los hombres. Eso es igualdad, algo por lo que luchan las mujeres de de todo el mundo. Llorar y hacer un teatro ante las cámaras de televisión  por una denuncia, no es propio de alguien que pretende, desde la segunda magistratura del Estado,  enfrentar los graves problemas de una nación atribulada como la nuestra

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