jueves, 29 de marzo de 2012

La invasión árabe de la península ibérica: mito o realidad


La invasión árabe de la península ibérica: mito o realidad

¿Invasión árabe de la península ibérica imaginaria?

El año 711 ha quedado registrado en la historia oficial de España como el año en que tropas arabo-bereberes al mando de Ṭāriq ibn Ziyād al-Layti, procedentes del actual Marruecos, atravesaron el estrecho de mar que separa Africa de la península ibérica para penetrar en el reino visigodo de Rodrigo e iniciar así la invación islámica del territorio peninsular. El rey visigodo se encontraba inmerso en una guerra civil con los hijos de su antecesor en el trono, Witiza, que le disputaban el poder, y que pidieron el apoyo de las tropas musulmanas parra derrotar a su rival. Finalmente, las tropas arabo-bereberes consiguieron derrotar a Rodrigo en la batalla de Guadalete, propicienado con ello el derrumbe definitivo del reino visigodo y la posterior expansión islámica en la península ibérica.

Esta es la versión transmitida por la tradición, que ha sido aceptada mayoritariamente por el mundo académico. ¿Pero ocurrió realmente tal como la historia oficial nos lo ha transmitido?.

El análisis de la documentación histórica disponible deja mucho margen para el cuestionamiento de esta realidad oficial.

Lapsos temporales

Todos los pueblos tienen historias ficiticias idealizadas que dan sustancia a sus mitos fundacionales, a episodios heroicos, o a construccioones mentales de enemigos historicos que dan coesión nacional.

La recreación de la invasión islámica del 711 podría englobarse en una de estas categorías. El primer punto para poder constatar la autenticidad de un relato histórico sería conocer de donde provienen las referencias documentadas más antiguas que citan el hecho en cuestión.

En el caso de la invasión islámica del 711, tenemos el relato conocido como Crónicas de Alfonso III o Alfonsinas, denominadas de esta manera por serle atribuidas su redacción al rey de Asturias Alfonso III, que reinó entre los años 866 y 910.

Se conocen dos versiones de ellas, la Rotense, y la “ad Sebastianum” o Sebastianense.

Lo primero a destacar es que ambas relatan un hecho supuestamente acontecido entre ciento cincuenta y cinco años y ciento noventa y nueve años atrás en el tiempo, lapsus temporal que empezaría restando credibilidad histórica al relato de la invasión del 711.

Pero incidiendo en la cuestión del lapsus temporal acontecido entre la supuesta materialización del hecho histórico y el conocimiento que de este se tiene, hay una segunda realidad a tener en cuenta.

Veamos un resumen de la 1ª versión o Rotense:
Siguiendo un orden cronológico, esta crónica relata la historia del territorio nacional desde tiempos del rey visigodo Wamba hasta la subida al trono de Alfonso III. La Crónica comienza con la muerte de Recesvinto y la elección como rey de Wamba del que nos narra sus hazañas. Después continúa con la historia de los Reyes godos hasta el reinado de Vitiza del cual resalta sus numerosos pecados (disolvió los concilio, tomó muchas mujeres,…) que provocaron el fracaso de los ejércitos de España ante los árabes. Es muy probable que estos pecados de Vitiza, como también los del siguiente rey -Rodrigo-, que se recogen en la Crónica hayan sido exagerados y ampliados para justificar el providencialismo histórico patente en todo el relato. Así, durante el reinado de Rodrigo se produce la invasión árabe por la traición de los hijos de Vitiza. Tras esto pasa a narrar la ocupación árabe (tres idus de noviembre de la Era 722) que llegó a someter a la ciudad de Toledo y el resto de la provincias de España. Seguidamente nos habla de Pelayo y de su elección como príncipe por una asamblea de indígenas. Se recoge también en la Crónica la batalla de Covadonga, según la cual, 124.000 caldeos encontraron la muerte y los que lograron huir, 63.000, fueron aplastados por el derrumbamiento de una montaña, por juicio de Dios. Una vez derrotados los árabes, “se puebla la patria” y “se restaura la Iglesia”. Salvador Nuestro Jesucristo, un templo en honor a Santa María Virgen, una iglesia al Santísimo Tirso Mártir, otra iglesia a San Julián y Santa Basílica, palacios y baños. Igualmente, nos narra cómo Alfonso II consigue vencer a los árabes en Galicia. Le sucede en el trono Ramiro I bajo cuyo reinado se produjo la conspiración de Nepociano que ocupó ilegalmente el reino pero finalmente fue vencido por Ramiro. También este rey mandó construir unos “edificios de piedra y mármol, sin maderas, con obras forníceas [bóvedas], en la ladera del monte Naranco”. A su muerte, Ordoño I se convertirá en rey y tuvo que hacer frente a rebeliones de los vascos y de los sarracenos. El cronista también nos cuenta como el rey venció a “un tal de nombre Muza” que tomó muchas ciudades y dispuso que le llamasen “el tercer Rey de España”. El cronista termina su relato: “Muerto Ordoño, su hijo Alfonso III le sucedió en el trono”. (1)

La referencia a esta versión se conoce por un documento del siglo X-XI, denominado “Códice de Rodas”, de donde le viene el nombre de versión Rotense, es decir, que la alusión a la invasión islámica de la península ibérica recogida en esta versión de las Crónicas Alfonsinas se conoció cerca de trescientos años despues de que la invasión tuviese supuestamente lugar.

Respecto  la 2ª versión o Sebastianense, veamos el siguiente resumen:
Denominada así porque va precedida de una introducción y de una carta de Alfonso III a Sebastián que unos identifican con el obispo de Orense (por aparecer citado en la crónica Albeldense) y otros dicen que sería el sobrino de Alfonso III, obispo de Salamanca. No se conserva el original y ha llegado hasta nosotros por diversos códices, como el ovetense de Ambrosio de Morales (y por ello algunos llaman Crónica Ovetense a la versión Sebastianense). El texto fue recogido, a mediados del siglo XVIII, por el P. Flórez en su España Sagrada y fue quien la denominó “ad Sebastianum”. La fecha y lugar de redacción coinciden con la otra versión de la Crónica de Alfonso III, la Rotense. Es decir, al citarse en la crónica la toma de Viseo, su redacción tuvo que ser posterior al 887-888 y en Oviedo puesto que por dos veces figura en el texto “hanc” (en este lugar) refiriéndose a Oviedo o, por lo menos, a Asturias. Al igual que la Rotense, esta crónica también narra la historia nacional desde tiempos de Recesvinto hasta la muerte de Ordoño I y la subida al trono de Alfonso III. La semejanza entre ambas versiones se observa incluso en la omisión o silencio de los mismos hechos históricos. Sin embargo, por algunas diferencias, la Sebastianense revela la intervención de un clérigo erudito que imprega de un mayor neogoticismo a la crónica. Tanto Díaz y Díaz como Barbero y Vigil han observado que desde la Albeldense hasta esta versión Sebastianense hay un proceso de visigotización progresivo en su contenido. Esto se observa, por ejemplo, en episodios como la elección de Pelayo como rey: mientras que en la versión Rotense Pelayo, sin precisar qué reyes fueron sus antepasados, fue elegido por los astures, en la Sebastianense éste sería elegido por los godos de linaje regio refugiados en Asturias, además de hacerle descendiente e Leovigildo y Recaredo. (2)

Se tiene noticias de la existencia de la versión “ad Sebastianum” a través de algunas crónicas, como la Crónica general de España de Florián de Ocampo y Ambrosio de Morales. Fue el segundo de estos quien entre el 1563 y 1578 hizo referencia a “ad Sebastianum” y los hechos recogidos en ella respecto a la supuesta invasión árabe de 711, un lapso temporal evidentemente inmenso entre la fecha del acontecimiento y conocimiento de este como para darle credibilidad histórica alguna.

Como se podrá claramente observar, las referencias a la invasión islámica del 711 no fueron relatadas por cronistas contemporáneos a los hechos, sino que lo fueron en épocas muy posteriores a la que supuestamente tuvo lugar la invasión.

Discordancias históricas

El acontecimiento más antiguo conocido respecto a un enfrentamiento bélico entre visigodos y musulmanes se le atribuye al período del rey visigodo Wamba (672-680). Según la Crónica Alfonsina, en el año de 675 tuvo lugar un intento de desembarco de musulmanes en Algeciras que es relatado de la siguiente manera:
En tiempos de Wamba, 270 barcos de sarracenos atacaron la costa de España y allí todos ellos fueron quemados. (3)

Lo cierto es que los historiadores no dan credibilidad a un ataque considerado de considerable envergadura para la época. Este se puede haber exagerado a partir de incursiones relámpago procedentes del norte de Africa. El relato de la invasión islámica del 711 tiene el carácter de leyenda épica y de ensalzamiento patriótico y religioso, que es habitual que ocurra en la visión de muchos hechos que tenemos presentes en nuestra memoria colectiva, y que pese a creerlos históricos, son en realidad ficticios y mitológicos

El el texto de la versión Sebastianense se cita la toma de la ciudad de Viseo, ciudad de Portugal situada en la Beira Alta que fue conquistada por Alfonso III en torno 888-889:
La fecha y lugar de redacción coinciden con la otra versión de la Crónica de Alfonso III, la Rotense. Es decir, al citarse en la crónica la toma de Viseo, su redacción tuvo que ser posterior al 887-888 y en Oviedo puesto que por dos veces figura en el texto “hanc” (en este lugar) refiriéndose a Oviedo o, por lo menos, a Asturias.(4)

La importancia de esta mención radica no solo en la pista que da para datar la redacción de la Crónica Alfonsina, sino aún más en lo que dice respecto a que tras la toma de Viseu por Alfonso III, este encontró allí “la tumba de Rodrigo, último rey de los Visigodos”. Si este dato que señala la Crónica es correcto, Rodrigo no habría muerto en la batalla de Guadalete como se nos ha transmitido por la historia oficial, sino que lo habría hecho en una región mucho más al norte de la península..

La separación temporal y la forma en que aparecen narrados los hechos relativos a la supuesta invasión árabe de 711 parecen más característicos de una leyenda patriótica fabricada que de acontecimientos históricos reales. La historia y la leyenda se mezclan muy a menudo en los relatos relativos al devenir de los pueblos.

Tanto la Crónica Mozárabe del año 754 como otras de relatos históricos semejantes, hacen referencia a la conquista de la península por árabes y bereberes pero no a los acontecimientos relativos a la conquista de 711 tal como la tradición nos ha hecho llegar. No recoge esta mención alguna a Pelayo, cuya vida es una recreación literaria recogida a partir de la Crónica Alfonsina. Los acontecimientos exactos que conocemos en torno a la conquista de 711 parten de recreaciones literarias redactadsa en la Crónica Alfonsina, los cuales fueron conocidos a su vez no en tiempos del rey Alfonso III, sino que el conocimiento de los mismos se remonta a la redacción del Códice de Rodas, datado entre fines del siglo X y comienzos del XI.

Las Crónicas posteriores al tiempo de Alfonso III detallan los pormenores de la conquista tal como nos ha llegado, pero también ellas con distorciones históricas significativas.

Un ejemplo es la supuesta conquista de Tudela en 716 por Ayyub alLajmi. No se conocen referencias históricas originales respecto de la conquista de Tudela por Ayyub alLajmi, ni es tampoco siquiera nombrada en la Crónica Mozárabe de 754:
Asesinado Abd al-Aziz le sustituye provisionalmente, según parece, en marzo del año 716 como walí o gobernador dependiente del califa de Damasco su primo Ayyub ibn Habib al-Lajmi, hijo de una hermana de Musa ibn Nusayr que fue depuesto a los seis meses de su gobierno, sustituyéndolo otro gobernante en viado de Ifriqiya.15 Este Ayyub al que el Diccionario le da el sobrenombre del Lajimita es el que dice que conquistó Tudela en el corto tiempo en que duró su mandato. De nuevo me vuelvo a preguntar, ¿De donde salió originalmente esta información? ¿Qué interés podía tener quien esto escribió en inventarse la noticia? Después de leer a fondo los tomos de la conquista musulmana de España escritos por Juan Francisco Masdeu, (sin hallar la reseña del Diccionario de la Historia), por una referencia de este autor, he acudido a la obra de Michael Casiris en su Biblioteca Arábigo-Hispana Escurialensis,16 para ver si allí pudiese encontrar la tan perseguida cita. He repasado los dos gruesos volúmenes en los que se publica en latín información sobre los manuscritos árabes existentes en la biblioteca del Escorial, y solamente he hallado tres reseñas de Tudela, que nada tienen que ver con lo que yo perseguía. La más amplia es la del manuscrito de la Crónica del Moro Rasis, a la que después me refiero ampliamente. No he hallado ninguna otra referencia, ni puedo asegurar nada, pero con Tudela bien pudiera ocurrir lo mismo que ha pasado con Calatayud, (Kalaat Ayub, Castillo o fortaleza de Ayub), al lado de la antigua Bilbilis romana. Rodrigo Ximénez de Rada (1170?–1247), cronista y arzobispo de Toledo, al que se le conocen varias obras escritas,17 atribuyó ya el siglo XIII la fundación de Calatayud a Ayyub ibn Habib al-Lajmi, el mismo a quien el Diccionario de la Historia dice que conquistó Tudela. Diversos autores arabistas han indicado con posterioridad, que no existen crónicas árabes en las que poder documentar esta fundación,18 (al igual que ocurre con Tudela) y han atribuido su llámese fundación o refundación al emir Muhammad I (852-886) que según cuenta el cronista árabe al-Udrí la reconstruyó en 862. (5)

La historia se puede manipular, y los mitos ser considerados inconscientemente como hechos reales. Algo similar ocurre en la mente humana cuando esta se deja llevar por fabulaciones, entendiendo estas en el sentido más psicológico det término, delirios de la memoria por los que una persona puede tomar creaciones puramente imaginarias o productos de sus sueños, por hechos auténticos en los que como tales cree firmemente.

Estas fabulaciones o delirios de la memoria han tenido histórica y psicológicamente una fuerte incidencia en el nacimiento de las religiones, a través de su efecto en la mente del fundador. Y de igual manera que inciden en nuestra mente individual pueden hacerlo en la colectiva.

Confunden vascos con árabes
-¡Que Mahoma y Tervagán, que en sus manos nos tienen, y Apolo, nuestro señor, salven al rey y guarden a la reina! (6)

Un cantar de gesta francés de autoría anónima y fechado hacia 1100, llamado “El Cantar de Roldán”, relata La Batalla de Roncesvalles, acontecida el 15 de agosto de 778, y que supuso la única derrota militar del ejercito franco, capitaneado personalmente por el emperador Carlomagno.

El Cantar refiere la filiación sarracena de los contrincantes de los francos, y cifra en 400.000 su número, y la vertiente sur del Pirineo occidental como lugar de localización de la batalla..
Noble guerrero es el conde Roldán, Gualterio de Ulmo cumplido caballero y el arzobispo hombre de probado valor. Ninguno de los tres quiere faltar a los otros dos. En lo más recio de la lid, acometen a los infieles. Mil sarracenos han echado pie a tierra; a caballo son cuarenta millares. Miradlos: ¡no osan aproximarse! Desde lejos les arrojan lanzas y picas, flechas, dardos y venablos. A los primeros golpes matan a Gualterio. A Turpín de Reims le traspasan el escudo y le parten el yelmo, hiriéndolo en la cabeza; desgarran las mallas de su cota y atraviesan su cuerpo cuatro picas. Su caballo es muerto bajo él. ¡Lástima grande que haya caído el arzobispo! (7)

Los historiadores más autorizados tan solo la consideran poco más que una escaramuza, no reconocen su localización exacta, y consideran vascones y no sarracenos a los enemigos con los que se enfrentaron los francos.

La Enciclopedia de Oviedo explica de la siguiente manera el porque de la confusión referente a la ficticia participación de los árabes en la Batalla de Roncesvalles.
Parece que la invasión árabe del año 711 dJC apenas llegó a Pamplona. Una de las primeras joyas de la literatura europea, la Chanson de Roland, canta melancólicamente cierta batalla que tuvo lugar (en el año 778) en los alrededores de Roncesvalles (lugar que, siglos después adquirió gran importancia con el Camino de Santiago, que allá cruzaba los Pirineos para entrar en la Penísula y llegar hasta Compostela) y que perdieron los francos, con su emperador Carlomagno a la cabeza. Pero, entre otras muchas inexactitudes, equivoca al vencedor, ya que afirma fueron los árabes cuando en la realidad, fueron los vascones quienes derrotaron en Roncesvalles a un muy numeroso ejército franco, hasta entonces invencible, como venganza pues Carlomagno intentaba conquistarles y había hecho derribar poco antes las murallas de Pamplona. A su vuelta a Francia, ocurrió su derrota, en la que murieron los llamados doce pares de Francia, su predilecto y sobrino Roland entre ellos. Carlomagno abandonó definitivamente su idea (sólo hubo otro intento de invasión desde el norte, también fallido, más de mil años después, al ocupar Napoleón casi toda la penísula). (WWW Navarra, historia de Navarra – iturnet)
Batalla de Roncesvalles
Batalla en la que lucharon Bernardo del Carpio y el franco Roldán, recogida en numerosos romances y cantares de gesta. En el siglo XVII se pone en duda su historicidad, situación que aún hoy sigue vigente, a causa de las afirmaciones de José Pellicer, quien defiende que la batalla tuvo lugar en el año 778, lo que imposibilita que Bernardo del Carpio, dada su temprana edad, participase, negando así su existencia.
La confusión de batallas
La batalla de 778 Para entender esta postura se hace necesario un repaso a la historiografía anterior a J. Pellicer. Tres autores: Ambrosio de Morales, Yepes y Montano, hacen referencia a una batalla en el año 778, que ellos denominaron «de Roncesvalles», aunque no dicen que Bernardo del Carpio, Alfonso II o Roldán interviniesen en ella. El resto de autores anteriores al siglo XVII hablan de una batalla en la que sí participaron todos ellos, pero habida después del año 800. Según Vicente José González García, esto implica una clara confusión de Pellicer. La batalla primera tendría lugar, el 15 de agosto del año 778, a la parte de allá de los Pirineos, en Valcarlos (municipio navarro transpirenaico). En ella el rey Carlomagno, al frente de sus guerreros entre los que se encontraban Eginardo y Anselmo, como se dice en la Vita Karoli, luchó contra los vascones, siendo derrotado. La batalla auténtica del 808 La batalla de Roncesvalles propiamente dicha se desarrolla el 16 de junio del año 808, en la parte de acá de los Pirineos. A los pies del alto de Ibañeta, se abre una explanada donde se produjo la batalla, y donde hoy día se encuentra el pueblo de Roncesvalles. Carlomagno, en este momento ya emperador, se enfrenta a los hispano-árabes, en cuyas filas estaba Bernardo del Carpio. La negativa a aceptar la alianza de Alfonso II con Carlomagno de parte de los nobles asturianos, temerosos de que el reino fuese entregado al rey franco, se unieron a Bernardo, enemigo de su tío Alfonso II por no haber liberado a su padre, quien a su vez buscó el apoyo de los moros de Aragón y del rey de Zaragoza, Marsil, que también estaba contra Carlomagno. La batalla supuso una victoria para los hispano-árabes: Bernardo del Capio mató a Roldán, el más caracterizado del ejército franco, lo que provocó la huida de sus tropas.


La mitología creada en torno a los árabes llegó a ser de tal magnitud en el subconsciente popular de los habitantes de la península, que traspasó los límites de los Pirineos, acabando por impregnar también las composiciones literarias de Europa y el subconsciente popular de los pueblos que en ella vivían..

El poder de la creatividad literaria puede dar a una falsedad la apariencia de una verdad incuestionable.

Notas
(1) Texto extraído de la Enciclopedia de Oviedo
(2) Texto extraído de la Enciclopedia de Oviedo
(3) Extracto del relato de la Crónica Alfonsina
(4) Texto extraído de la Enciclopedia de Asturias
(5) “La Tudela desconocida”, de Luis María Marín Royo, Tudela, 2002
6) El Cantar de Roldán, Canto CXCV
(7) “El Cantar de Roldán”, canto CLIV, texto extraído de la Biblioteca Digital Ciudad Seva

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