APORTE DE LA VEGA A LA OBRA DE
NUESTRA INDEPENDENCIA
(1888-1856)
Por Guido Despradel y Batista, publicada en BAGN,
No. 61-03, de 1949, págs... 112/142
EL AMBIENTE, (La Vega de aquel entonces 1843-1844)
El hecho histórico es necesario arreglarlo a su propia tierra,
porque pierde su sentido humano el
acontecimiento sin no lo enmarcamos, con puntos sólidos, en el ambiente material en el cual tuvo a bien desarrollarse. La historia no es
solamente fecha y personajes: es también trozo de vida con todas sus
inquietudes y todas sus necesidades, tanto del hombre como especie geológica, como sujeto que piensa y que ama
Pobre y desalentador era el aspecto de la ciudad de Concepción de La Vega al entrar el año de
1844. El 7 de mayo de 1842 un terrible
terremoto echó por tierra sus más sólidas construcciones y llenó de espanto el
espíritu de sus laboriosos habitantes (Nota; “1842, 7, 8, 9,10 y 21 de mayo.
Catástrofe en toda la isla, mareas, daños considerables en todas
partes, los habitantes de la ciudades
acamparon en despoblado, la tierra abierta, al cerrarse trago mucha gente, de 5 a 6 mil murieron en Haití, destrucción de
muchos edificios, daños considerable a las
iglesias de Santo Domingo, --
Fray Cipriano de Utrera, Terremotos, III Disquisiciones Históricas).
Plácide Le Brun, el protagonista y activo gobernador haitiano, le había hecho empedrar sus principales calles y
había levantado en el lado oriental de
su Plaza de Armas, el llamado
“Palacio de Sangre”
imponente construcción de piedras y argamasa, al Sur
de esta Plaza, en cuyo centro se
levantaba el mamposteado cuadrilátero presuntuosamente llamado por el haitiano dominador “ Altar de la Patria ”, estaba la iglesia,
de tapia y mampostería con el techo de paja y,
hacia el occidente de la Plaza , la casa de
mampostería del rico Don Francisco Mariano de la Mota.
El progreso le sonreía, cuando esta terrible catástrofe del 7 de mayo la convirtió en un pobre villorrio
de humildes bohíos de tablas de palmas y
techadas de rústicas yaguas. Verde gramínea cubría sus calles, de noche
huérfanas de toda luz, a no ser la de la
luna, y por donde pasaban libremente
cerdos, vacas, y burros.
Muchos de sus habitantes habían huidos, lleno de pavor, a los campos
circunvecinos y un espíritu de abatimiento reinaba en ella, máxime cuando como una nueva
ave agorera de desgracia una
implacable epidemia de viruelas tocaba
a sus puertas. (La epidemia de
viruelas no llegó a La Vega pero sí a la
ciudad de Santo Domingo. En
esta ciudad, el 23 de noviembre
del 1843, se tuvo la noticia de los
estragos que hacia la viruela en Saint Thomas. El 25 de Diciembre
del 1843, la municipalidad se reunió
para tomar debidas precauciones sobre un niño que fue por oficio del Médico en jefe estaba con viruelas. Ya el 27 de diciembre la
epidemia se había expandido en la
ciudad Capital --- Guido Despradel, La Municipalidad de
Santo Domingo ante el golpe libertador
del 27 de febrero de 1844. BAGN No.
26-27, 1948)
En medio de este ambiente empobrecido cuajado a de presentimientos
amargos, ambientes que inmortalizara la pluma fecunda de García Godoy en las
páginas de su RUFINITO, se
aprestaba el elemento separatista vegano
para responder a la llamada urgente de la Patria sojuzgada,
guiado por las palabras convincente de
un Padre Espinosa y por el ejemplo
emulador de unas señoritas VILLAS y del Orbe.
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