viernes, 27 de abril de 2012

APORTE DE LA VEGA A LA OBRA DE NUESTRA INDEPENDENCIA


APORTE DE LA VEGA A LA OBRA  DE NUESTRA INDEPENDENCIA
(1888-1856)
Por Guido Despradel y Batista, publicada en BAGN, No. 61-03, de 1949, págs... 112/142

EL AMBIENTE, (La Vega de  aquel entonces 1843-1844)

El hecho histórico es necesario arreglarlo a su propia tierra, porque  pierde su sentido humano el acontecimiento sin no lo enmarcamos, con puntos sólidos, en  el ambiente material en el cual  tuvo a bien desarrollarse. La historia no es solamente fecha y personajes: es también trozo de vida con todas sus inquietudes y todas sus necesidades, tanto del hombre como especie  geológica, como sujeto que piensa y que ama
Pobre y desalentador era el aspecto de la ciudad de Concepción de La Vega al entrar el año de 1844.  El 7 de mayo de 1842 un terrible terremoto echó por tierra sus más sólidas construcciones y llenó de espanto el espíritu de sus laboriosos habitantes (Nota; “1842, 7, 8, 9,10 y 21 de mayo. Catástrofe en  toda  la isla, mareas, daños considerables en todas partes, los habitantes de la  ciudades acamparon en despoblado, la tierra abierta, al cerrarse trago mucha gente,  de 5 a 6 mil murieron en Haití, destrucción de muchos edificios, daños considerable a las  iglesias de Santo Domingo,  -- Fray Cipriano de Utrera, Terremotos, III Disquisiciones Históricas).
Plácide Le Brun, el protagonista y activo gobernador haitiano, le  había hecho empedrar sus principales calles y había levantado en  el lado oriental de su Plaza de Armas, el llamado  “Palacio  de Sangre” imponente  construcción  de piedras y argamasa,  al Sur  de esta Plaza,  en cuyo centro se levantaba el mamposteado cuadrilátero presuntuosamente llamado por  el haitiano dominador “ Altar de la Patria”, estaba la iglesia, de tapia y mampostería con el techo de paja y,  hacia  el occidente de la Plaza, la casa de mampostería del rico Don Francisco Mariano de la Mota.
El progreso le sonreía, cuando esta terrible catástrofe del  7 de mayo la convirtió en un pobre villorrio de humildes bohíos de tablas de  palmas y techadas de rústicas yaguas. Verde gramínea cubría sus calles, de noche huérfanas de toda luz, a no ser  la de la luna, y por donde pasaban  libremente cerdos, vacas,  y burros.
Muchos de sus habitantes habían huidos, lleno de pavor, a los campos circunvecinos y un espíritu de abatimiento reinaba en ella,  máxime cuando como una  nueva  ave agorera de desgracia una  implacable epidemia de viruelas tocaba  a sus puertas. (La epidemia  de viruelas no llegó a La Vega  pero sí a la  ciudad de Santo Domingo. En  esta  ciudad, el 23 de noviembre del 1843, se  tuvo la noticia de los estragos que  hacia la  viruela en Saint Thomas. El 25 de Diciembre del 1843, la  municipalidad se reunió para tomar debidas precauciones sobre un niño que fue  por oficio del Médico en jefe  estaba con viruelas. Ya el 27 de diciembre la epidemia  se había expandido  en la  ciudad Capital --- Guido Despradel, La Municipalidad de Santo Domingo ante  el golpe libertador del 27 de  febrero de 1844. BAGN No. 26-27, 1948)
En medio de este ambiente empobrecido cuajado a de presentimientos amargos, ambientes que inmortalizara la pluma fecunda de García Godoy en las páginas  de su RUFINITO, se aprestaba  el elemento separatista vegano para responder a la llamada urgente  de la Patria sojuzgada, guiado  por las palabras convincente de un Padre Espinosa y por  el ejemplo emulador de unas señoritas VILLAS y del Orbe.



No hay comentarios:

Publicar un comentario