jueves, 23 de febrero de 2012

Stefan Zweig se suicidó en 1942 tras ver a Europa "destruirse a sí misma"


Stefan Zweig se suicidó en 1942 tras ver a Europa "destruirse a sí misma"




El novelista austríaco Stefan Zweig se suicidó en 1942 para acabar con su vida "en el momento apropiado" tras haber visto a Europa, su "patria espiritual", entonces inmersa en la Segunda Guerra Mundial, "destruirse a si misma", según la nota que dejó y que sacan a la luz medios israelíes.
El manuscrito, redactado en alemán, fue publicado en Internet por la Biblioteca Nacional de Israel, con motivo del 70 aniversario de la muerte del literato, periodista e intelectual judío.
Manuscrito de Zweig. | Biblioteca Nacional de Israel
Manuscrito de Zweig. | Biblioteca Nacional de Israel
Zweig huyó a Brasil en 1936, tres años después de que los nazis hubiesen subido al poder en Alemania y dos antes de que invadiesen su país natal. El escritor ingirió un veneno letal con su mujer, Lotte, en la ciudad de Petrópolis, a 66 kilómetros de Río de Janeiro.

Adiós 'con la mente clara'

En la nota, encabezada con el portugués "declaraçao" (declaración) y luego desarrollada en alemán, Zweig explica que dice adiós a este mundo "de propia voluntad y con la mente clara" y agradece a Brasil su hospitalidad.
"Cada día he aprendido a amar más este país, y no habría reconstruido mi vida en ningún otro lugar después de que el mundo de mi propio lenguaje se hundiese y se perdiese para mí, y mi patria espiritual, Europa, se destruyese a si misma", escribió.
Pero, continua, rehacer una vida pasados los sesenta años de edad requiere "poderes especiales", cuando "su propio poder se ha gastado tras años de errar sin hogar".
"Prefiero, pues, poner fin a mi vida en el momento apropiado, erguido, como un hombre cuyo trabajo cultural siempre ha sido su felicidad más pura y su libertad personal. Su más preciada posesión en esta tierra", argumenta antes de desear a todos sus amigos que "vivan para ver el amanecer tras esta larga noche".
La nota fue recogida por la policía brasileña, que tuvo que recurrir a un doctor judío local para traducirla del alemán. El médico pidió entonces quedarse con el original por su significado histórico, pero la policía se negó, porque lo necesitaba como evidencia en el caso. El mismo doctor compró la nota veinte años después a un policía jubilado y en los noventa la donó a la Biblioteca Nacional de Israel, ubicada en Jerusalén.

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