domingo, 5 de febrero de 2012

100 imagenes de Auschwitz, un episodio en la historia de la humanidad que jamás puede volver,




12/10/2006




Proyecto Holocausto (inglés)




29/05/2006


Polonia fue una nación mártir a la que los alemanes mataron más de cinco millones de sus ciudadanos en nombre de la criminal ideología nazi. Ciento cincuenta mil polacos murieron asesinados en Auschwitz por los alemanes.

El día que comenzó la Segunda Guerra, el 1 de setiembre de 1939, cuando los alemanes invadieron Polonia, las tropas nazis llegaron a Oswiecim, pequeña ciudad a unos 70 kilómetros de Cracovia. Lo primero que hicieron fue bautizar la plaza del Mercado con el nombre de Adolf Hitler y cambiar el nombre de Oswiecim por uno que pasó a la historia como siniestro: Auschwitz.

Auschwitz con el tiempo se convirtió en un enorme complejo de más de 40 kilómetros cuadrados. Los que salvaban al principio la vida iban a trabajar como esclavos en las fábricas alemanas instaladas, o en los campos agrícolas. Pero la mayoría no duraba mucho por los tormentos.

En los campos de exterminio de Auschwitz murieron 1.100.000 judíos, traídos de varias partes de Europa. Morían en las cámaras de gas, fusilados, apaleados, o liquidados por la falta de comida y cuidados médicos.

Muchos no saben que en Auschwitz había grupos de resistencia bien organizados, preparados para pelear hasta la muerte. En octubre de 1943, en el crematorio de Birkenau, un grupo de mujeres del transporte judío de Bergen-Bergen arrancaron las pistolas de los verdugos que las llevaban a la cámara de gas. El SS Josef Schiller recibió varios tiros y murió por las heridas. Las mujeres llegaron a matar a varios guardias antes de ser exterminadas. Un grupo organizado contagió mortalmente el tifus al sádico Leo Wietschorek que maltrataba a los prisioneros en Birkenau. En 1942 un grupo de prisioneros polacos organizaron una rebelión y fuga. Siete consiguieron escapar. Mataron a varios guardias, pero fueron fusilados de inmediato y los nazis en represalia llevaron a la cámara de gas a 300 polacos. El Papa rezará hoy en la celda del heroico sacerdote polaco Massimiliano Kolbe, santo desde 1982. Murió en una celda del sótano tras dos semanas sin comer ni beber. Estaba aún vivo y los nazis le pusieron una inyección de veneno para matarlo.

En las barracas donde se martirizó a tanta gente hay grandes vidrieras que contienen 7.000 kilos de cabellos humanos, montañas de anteojos, valijas y objetos de uso cotidiano. También hay muchas fotos de los prisioneros registrados, aunque hay que recordar que cientos de miles que llegaron a la explanada ferroviaria de Birkenau, fueron directamente conducidas a las cámaras de gas junto a las cuales estaban los hornos crematorios.

Eran mujeres, niños, ancianos, enfermos. Todo lo que según los nazis era gente inservible. Los hombres y mujeres en condiciones de trabajar eran llevados a las barracas donde se hacinaban y la mayoría moría de hambre, sed y enfermedades. Auschwitz es sinónimo del mal absoluto en la historia de la humanidad.

Julio Algañaraz - Clarin - jalganaraz@clarin.com 28/05/06

19/05/2006


Imagenes en 360º

Panorámicas en 360º de Auschwitz y otros campos de concentración nazis (Necesitás tener instalado QuickTime para verlas)

08/05/2006


El fin de la Segunda Guerra Mundial

8 de mayo de 1945

Por Jack Fuchs, pedagogo y escritor. Sobreviviente de Auschwitz.

La Segunda Guerra Mundial se cobró 60 millones de vidas. Donitz, sucesor de Hitler, se encarga de anunciar a su pueblo: “el 8 de mayo a las 23.00 callan las armas”. Los alemanes que, en su gran mayoría, hasta días antes de la capitulación incondicional habían seguido con ferviente fanatismo al partido nacional-socialista parecen sentir que se trata de una derrota y no de una liberación del dominio de la violencia y de un sistema caracterizado por el desprecio de la vida humana.

Las monstruosidades que tuvieron lugar durante los macabros seis años que duró la guerra fueron descubiertas finalmente y el horror pudo ser documentado: películas, fotografías, testimonios de víctimas sobrevivientes constituyen invalorables elementos que reflejan lo que realmente fue esa etapa en la historia de la humanidad. Durante los años posteriores a la derrota del nazismo, el debate histórico y político fue intenso dentro y fuera de Alemania. Sin embargo, desde entonces, me sigo preguntando –sin encontrar respuesta–: ¿cómo fue posible que la población alemana estuviera preparada para tanto sacrificio? ¿Qué ocurrió con la población local para que entrara en semejante delirio y se entregara a matar y morir de una manera tan horrorosa? Una vez más intento entender cómo los alemanes no sintieron alivio una vez que no tuvieron que seguir viendo morir a sus hijos en el frente. ¿Qué razones hicieron que el final de la guerra no fuera considerada por ellos una liberación? En Internet es muy sencillo encontrar “aproximaciones a la psicología de Adolf Hitler” y otros centenares de documentos similares, que intentan entender la personalidad del siniestro líder del nacionalsocialismo alemán. Pero, ¿qué hay de la población que lo acompañó? Desde los hombres disciplinados, los profesionales, los intelectuales hasta los abnegados padres de familia, ¿qué los llevó a apoyar tanta destrucción?

8 de mayo de 1945: “La guerre est gagnée. Voici la victoire”. “La guerra está ganada, la victoria está aquí”, anuncia Charles de Gaulle, luego de la firma del documento de capitulación. “Faschistskaja Germanija, postavlennaja na kolenii krasnoj armiej i vojskami nascich sojuznikov, priznala sebja pobezdennoj i objavila bezogovorocnuju kapituljaciju”: “La Alemania fascista, derrotada por el Ejército Rojo y las fuerzas de nuestros aliados, se ha dado por vencida y ha accedido a la capitulación incondicional”, dice Stalin. “In all our long history we have never seen a greater day than this”: “En nuestra larga historia no ha habido nunca un día más magnífico que éste”, pronuncia Winston Churchill. “The flags of Freedom fly all over Europe”: “Las banderas de la libertad ondean en toda Europa”, proclama Harry Truman.

La guerra no transcurre ni termina de la misma manera para todos. Pasaron 61 años de la derrota del nazismo. El 8 de mayo de 1945 llegaba a su fin el horror. Recuerdo esa sensación, al bajar del tren en el que nos transportaban para asegurarse de que no quedaran testigos vivos, cuando la aviación aliada bombardeó la locomotora. Me sentía entre los muertos, a pesar de estar vivo. En medio de la confusión, caminé por la campiña bávara y caí rendido en una granja. Durante días una familia alemana me dio de comer y me llevó al hospital que los aliados habían instalado en un monasterio. Así pasé los primeros días y meses del fin de la guerra. Había perdido a todos los míos en Auschwitz. Estaba vivo, a pesar de haber sido sentenciado a morir como otros millones de personas.

El fin de la guerra significó para mí, como sobreviviente, el comienzo de un duelo que me acompaña hasta hoy. También significó iniciar un camino para intentar comprender la siniestra dimensión de los crímenes que ocurrieron, la naturaleza de esa pesadilla y lo oscuro y estremecedor que resulta el fantasma de la guerra del hombre contra sí mismo, más allá de las infinitas justificaciones que utilicen los seres humanos para convencerse de sus motivaciones. Es esa la guerra que está detrás de todas las demás.

Página/12, Buenos Aires, 08/05/06

14/11/2005





























































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