viernes, 11 de abril de 2014

Parzival, el Santo Grial y el Bastón de mando

Parzival, el Santo Grial y el Bastón de mando

Argentina: país mítico.
 http://hablandodelasunto.com.ar/?p=1087
Por Leandro Vives.
Todos sabemos el intercambio que se da en la alimentación y anticipación entre realidad y ficción. En ese camino, las ficciones antiguas a veces tienen un plus interesante: la distancia temporal, la falta de datos confiables sobre la vida de sus autores y ciertas descripciones precisas del contexto histórico y geográfico llevan al lector a preguntarse cuánto hay de realidad y cuánto de fantasía. Surgen entonces los eternos debates sobre si tal o cual personaje existió realmente; conjeturas que, en general, surgen del entusiasmo desmedido de algún lector.
Así aparecieron los buscadores del Rey Arturo, de Sigfrido, del Conde Drácula, de Fausto y hasta de Robin Hood, aunque sin duda el más afortunado de estos buscadores fue Heinrich Schliemann, un multimillonario prusiano que, basado en La Ilíada de Homero, descubrió la mítica ciudad de Troya, cuya existencia, hasta fines del siglo XVIII, estaba en duda. Schliemann demostró que las ruinas halladas en sucesivas excavaciones en la colina de Hissarlik coincidían plenamente con las descripciones y la cronología estimada a partir de los documentos conservados, echando por tierra los argumentos de los más escépticos académicos sobre la inexistencia de la ciudad.
Sin embargo, de todos los mitos que andan dando vueltas hay uno que me da bastante curiosidad, en particular, porque involucra a nuestro país.

El origen de esta leyenda se remonta a un pasaje de la obra poética “Parzival”, concebida a principios del siglo XIII por el trovador alemán Wolfram von Eschenbach. Este poema de unos 25000 versos -recientemente editado en prosa, editorial Siruela 19991- comprende una verdadera epopeya en la que Parzival, un caballero de la mesa redonda del rey Arturo, asume el sentimiento de culpa desatado por sus actos desmedidos, iniciando la búsqueda de la gracia mediante un camino de noble penitencia. Reza el pasaje en cuestión:
“En qué lejana cordillera podrá encontrar a la escondida piedra de la sabiduría ancestral, que mencionan los versos de los veinte ancianos, de la isla Blanca y de la estrella Polar. Sobre la montaña del Sol con su triángulo de luz surge la presencia negra del Bastón Austral, en la Armórica antigua que en el Sur está. Sólo Parzival, el ángel, por los mares irá con los tres caballeros del número impar, en la Nave Sagrada y con el Vaso del Santo Grial, por el Atlántico Océano un largo viaje realizará hasta las puertas secretas de un silencioso país que Argentum se llama y siempre será. El caballero del Sol, con su fuerza caminará, llevado por la piedra del combate ancestral. Diadema de Lucifer, luz de corona encantada en vaso, por el poder del Dios Vultán junto al Bastón de Mando, por los siglos, descansará…”
Repasemos el pasaje: el caballero Parzival, de la mesa redonda del Rey Arturo, parte embarcado con tres caballeros en un largo viaje por el Océano Atlántico, llevando el Santo Grial y el Bastón de Mando, hasta las puertas de un país silencioso llamado Argentum. Lo primero que llama la atención es la mención al país llamado “Argentum”, pues nadie desconoce que el término “Argentina” proviene de aquel vocablo latino, cuya primera aparición se remonta a un atlas veneciano fechado en 1536, unos tres siglos después de que la obra de Eschenbach viera la luz. El viaje por el Océano Atlántico y la alusión, al principio, a una lejana cordillera conducen inmediatamente a la siguiente pregunta: ¿Podría ser que cuatro caballeros medievales hubieran llegado a América, más precisamente a Argentina, varios siglos antes del descubrimiento oficial del nuevo continente en 1492? No tengo la menor idea, pero parece ser que esta pregunta ya se la han hecho varios desde por lo menos fines del siglo XIX. La idea fue creciendo desde entonces y hoy en día hay más de un trasnochado que afirma que el Santo Grial está escondido en algún lugar de nuestro país. Incluso varios aseguran que Hitler había enviado una expedición a Argentina en busca de la copa sagrada y, además, de otro elemento igual de poderoso y sagrado. Si recuerdan el pasaje de la obra de Eschenbach, Parzival trae a Argentum otro objeto junto con el Grial, “el Bastón de Mando”.
Acá la cosa toma otra dimensión porque, en el año 23, un tal Orfelio Ulises, oriundo de Bolívar, Provincia de Buenos Aires, emprendió un viaje al Tibet donde permaneció durante 8 años. Allí los monjes tibetanos lo iniciaron en los principios de la hermética metafísica y le hablaron de un bastón de piedra que el Dios Vultán había construido y entregado hacía milenios a una tribu de aborígenes de nuestro país, los Comechingones, como símbolo de la nueva era humana. En 1931 Orfelio Ulises volvió a Argentina y, según él, guiado telepáticamente por los monjes, comenzó a excavar en el cerro Uritorco hasta hallar un bastón de piedra basáltica. Creyó entonces haber hallado el Bastón de Mando de Parzival y lo conservó celosamente, sin venderlo y sin entregarlo a ningún museo. A su muerte, el bastón pasó a las manos de un abogado y profesor universitario algo excéntrico, discípulo de Don Orfelio en cuestiones metafísicas y autor de numerosos libros, el profesor Guillermo Terrera 2. Este lo conservó hasta su muerte en 1998 y hoy en día no se conoce el real paradero del bastón.
Todo suena bastante absurdo, pero lo cierto es que el bastón existe, y estudios realizados sobre el mismo afirman que tiene unos 8000 años. De ahí a que tenga algo que ver con el bastón que menciona Parzival, hay un gran trecho.
Ahora, de dónde sacó Eschenbach la idea de un país austral llamado Argentum, es algo que me pregunto. Habrá que empezar a buscar en el relato que inspiró su poema: Perceval o el cuento de Grial del francés Chetrién de Troyes3. Después de todo, a quién no le gustaría que el tesoro más codiciado de los últimos siglos estuviera enterrado en la Patagonia por ejemplo. ¿Aparecerá un nuevo Heinrich Schliemann alguna vez?
Agrego para finalizar que otro grupo de trasnochados, autodenominados Fundación Delphos 4, asegura haber encontrados en la Bahía de San Antonio, Río Negro, pruebas fehacientes de la llegada de los templarios a nuestras costas. ¡A investigar entonces!
fuente;

Hablando del asunto

Espacio de cultura en primera persona.

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