Crisis en Ucrania: el adiós al lenguaje diplomático
Última actualización: Domingo, 27 de abril de 2014
Este domingo el presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, acusó a Rusia de "no haber levantado un
dedo" para ayudar a solucionar la crisis de los rebeldes prorrusos en
Ucrania.
Es uno de tantos ejemplos de cómo día a día el
lenguaje diplomático está siendo reemplazado por palabras de
confrontación y recriminación, mientras Estados Unidos, la Unión Europea
y Rusia disputan posiciones acerca del futuro de Ucrania.La declaración del secretario de Estado de EE.UU. John Kerry el jueves llevó la retórica a un nuevo nivel al acusar al gobierno ruso de negarse a hacer algo para apaciguar las tensiones en el este de Ucrania, según lo dispuesto en los términos del acuerdo alcanzado en Ginebra la semana pasada.
"Al no haber podido aplazar las elecciones de Ucrania y después de haber logrado detener un proceso político legítimo, Rusia optó más bien por una vía ilegítima de violencia armada; para intentar conseguir por las armas y mediante una turba lo que no logró de otra manera", dijo Kerry.
El secretario de Estado describió la acción rusa como un "esfuerzo a todo pulmón para sabotear el proceso democrático".
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Buenas relaciones, una cosa del pasado
Desde que terminó la Guerra Fría, hace más de veinte años, no habían sido escuchadas palabras de enojo de ese tipo sobre el Kremlin de parte del Departamento de Estado.Y esto además bajo la presidencia de Barack Obama, quien en su primer mandato trabajó para restablecer las relaciones con el Kremlin y crear un ambiente de compromiso constructivo y de cooperación.
En lo que fue visto como un movimiento significativo en 2010, los dos países incluso firmaron un tratado para reducir sus arsenales nucleares.
La frustración y la ira en ambas capitales ha aumentado considerablemente desde que las revoluciones de la Primavera Árabe se extendieron por todo el Medio Oriente hace tres años.
Rusia, por instinto cauteloso de los movimientos revolucionarios, se alarmó por la intervención militar de Occidente en Libia que llevó al derrocamiento del coronel Gadafi.
Desde entonces, Moscú ha respaldado persistentemente al régimen sirio, en la guerra civil contra los rebeldes, bloqueando todos los movimientos de las potencias occidentales en el Consejo de Seguridad de la ONU, destinados a presionar la dimisión del presidente Bashar al Asad.
Pero la retórica desplegada en crisis diplomáticas anteriores entre Rusia y Occidente, parecen leves en comparación a la que viene ocurriendo sobre Ucrania.
Todos los vestigios de una diplomacia normal han sido abandonados y reemplazados por una creciente guerra de palabras.
El primer ministro del gobierno prooccidente en Kiev, Arseni Yatsenuk, ha llegado a acusar a Rusia de querer empezar una nueva guerra mundial.
"Los intentos de agresión militar rusa en territorio ucraniano darán lugar a un conflicto militar en Europa", dijo. "El mundo aún no se ha olvidado de la Segunda Guerra Mundial, y Rusia ya quiere empezar la tercera", ha dicho.
Respuesta de Moscú
"Occidente quiere -y así es como empezó todo- tomar el control de Ucrania debido a sus propias ambiciones políticas, no a causa de los intereses del pueblo ucraniano", dijo el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov.
Así las tensiones de la Guerra Fría están regresando y a gran velocidad.
Miles de tropas rusas están congregadas a lo largo de la frontera oriental de Ucrania, listas para invadir si el Kremlin les da la orden.
Mientras que al oeste y al norte de Ucrania, contingentes de soldados estadounidenses y aviones de combate adicionales han sido enviados para reforzar los estados miembro de la OTAN, nerviosos por las intenciones de Rusia.
Al mismo tiempo, Washington y la Unión Europea se preparan para imponer nuevas sanciones, que podrían causar un daño significativo a la economía rusa.
La alarmante retórica refleja lo peligrosa que se ha vuelto la situación.
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