viernes, 11 de abril de 2014

Louis Charpentier - El Enigma de las Catedral de Chartres -

Louis Charpentier - El Enigma de las Catedral de Chartres - Plaza & Janes, S.A.. Editores, Barcelona, 1976. ( Cap. 14, págs143 a 154).


14. EL GRIAL Y LA ALQUIMIA En éstas estaba, bastante satisfecho, ni que decir tiene, de mis pequeñas reflexiones geométricas, cuando me di cuenta de que las «puertas» no se abrían ni mucho- menos. Había adquirido la certeza de que el maestro de obras de Chartres no erigió su catedral según una inspiración personal, sino en aplicación de datos tradicionales que podían muy bien ser más que «de oficio».
Sin embargo, la estrella, al igual que las tres tablas, debía corresponder a una necesidad utilitaria. Pese a lo que hayan podido pensar de ella los románticos, la gran época de las catedrales ignoraba el Arte por el Arte. Si había símbolo, era menester que ese símbolo fuese utilitario... y activo.

Tres tablas, dice la tradición, portaron el Grial. ¿Qué era, pues, el Grial? Aparece, para nosotros, en el refrito cristiano de las Novelas de la Tabla redonda. Se trata de un vaso que, a la vez, sirvió a Jesús Cristo cuando la Cena y fue utilizado, después, por José de Arimatea para recoger la sangre de Cristo cuando la crucifixión. Se trata, pues, de un vaso que contenía la sangre divina, directamente recogida o transmutada (Bebed, Esto es mi sangre...).
La búsqueda de los Caballeros de la Tabla Redonda (y he aquí otra tabla) es la de ese vaso guardado, cuenta la leyenda, en el Castillo Aventurado del Rey pescador (estamos en la Era de Piscis).

El origen del Grial no es con seguridad céltico. Puede muy bien ser anterior. Creo que ese vocablo deriva de la raíz «Car» o «Gar», que tiene el significado de «piedra». El Gar-Al o Gar-El, pudiera ser el vaso que contiene la piedra, o el vaso de piedra (Gar-AI), o la Piedra de Dios (Gar-El). Ambas etimologías son, por lo demás, muy similares. En el primer caso, se trataría del vaso en el que se hace la «Piedra»; en el segundo, sería cuestión de la «Piedra» misma. Es indudable que el símbolo es el alquímico. No se puede, en efecto, separar la palabra Grial de la de «Caldero».

En tiempos del celtismo primitivo, era el caldero (Caldron) de Lug donde, sobre un fuego muy particular, se cocían las «medicinas universales». Por otra parte, el rey Gradlon nos indica, por su nombre, que se trataba de un «guardián del Grial» en su ciudad de Is, que las olas sumergieron cuando su hija Mahu, cristiana, destruyó los menhires de fijación de los suelos.
Grial es un vocablo céltico, pero, con otros nombres, la leyenda del vaso sagrado se encuentra en otros lugares y tiempos.
Un maestro de obras ha marcado la elevación vertical de «líneas» horizontales -capiteles de los pilares, cordón e la base del triforio, cordón en la base de las ventanas base de la bóveda- que es escalonan en progresión musical. (Foto Jean Roubier.)
Un rey músico. Este personaje lleva, además de su lira, un matraz que precisa su carácter alquimista; precisión reforzada por las dos figuras reunidas bajo el mismo velo, a sus pies. Dovelajes del portal central. (Foto Jean Roubier.)
Nuestra Señora de la Bella Vidriera, vitral M siglo XII que repite el tema de la Virgen Negra de la cripta. (Archives Photographiques.)
San Jorge y san Teodoro, guardianes de la Puerta de los Caballeros (pórtico Sur). Obsérvese la posición de los pies en escuadra. (Foto Jean Roubier.) Melquisedec es representado en el pórtico de Chartres -pórtico Norte, llamado de los Iniciados- portando la copa que entregó a Abraham y de la que asoma la Piedra.

Cada templo griego tenía su «crátera» (de Teras: maravilloso, o Theos: divino, con, también ese radical: «Cra ... » «Car»). Con el nombre que sea, designa, constantemente, un vaso cuyo contenido se diviniza; está penetrado por la Divinidad; está, por tanto, transmutado.
Se halla una bellísima ilustración, cristiana, de ese hecho en el entrepaño de la iglesia de Saint-Loup-de-Naud, cerca de Provins. En ese entrepaño está representado san Loup sosteniendo el cáliz en el cual se materializa una esmeralda que aporta un ángel. El símbolo no puede ser más claro. Se trata de alquimia.

La alquimia, como sabemos, es el arte -y la ciencia- de recoger, fijar y concentrar la corriente vital que impregna los mundos y es responsable de toda vida. La concentración que logran obtener los Adeptos, y que fijan sobre un soporte, es lo que se denomina la Piedra filosofal. Esa piedra, por su concentración, actúa muy fuertemente y permite al Adepto realizar, sobre todas las cosas, una evolución que exigiría largos siglos, si no milenios, a la Naturaleza para consumarla; principalmente -y éste es el test de la piedratrocando en plata u oro los metales viles.

Admitamos ahora que la «forma» como el hombre será puesto en un estado receptivo pueda obrar sobre el sentido de su «mutación».
Y he aquí el símbolo de las tres tablas fácilmente explicado, aunque de forma muy sumaria y casi esquemática. Al tornarse el hombre, en cierto modo, «vaso», el.«Grial» y su contenido, se le ofrecen tres vías de acceso a la «mutación», que son representadas y condicionadas por las tres tablas: la tabla redonda. la tabla cuadrada y la tabla rectangular, o, para expresarme de forma menos alegórica: la Intuición, la Inteligencia y la Mística. Huelga decir que se trata ahí de tres manifestaciones evidentes, pero no aprehensibles por los sentidos, de la personalidad humana.
¿Qué relaciones existen entre esas tres facultades y las, tablas, redondas, cuadradas y rectangulares?.
La tabla redonda se manifestó muy pronto en la historia dé la Humanidad. Los Crómlechs y los Ronds-de-Fées ( Redondeles de Hadas ) son tablas redondas. Se la encuentra en la representación de la cruz céltica que está rodeada por un círculo. Utilitariámente, y dado que siempre se encuentra situada sobre ciertas emergencias de corrientes telúricas, aparece como una pista de danzas rituales que se efectuaban en rondas y que eran un medio de acorde con los ritmos naturales.

Por lo que parece, la ronda, comenzada en los límites del círculo más alejado del centro, debía, para algunos, acercarse poco a poco a ese centro, a medida que los ritmos penetraban al hombre y le liberaban de una engorrosa personalidad.
En algunos Ronds-de-Fées que fueron pistas de danzas, se ven tres pistas concéntricas. Parece probable que, para el danzante llegado a una especie de delirio sagrado, la danza debía terminar por un giro en el centro.
En cierto modo, el danzante remontaba los cielos naturales hasta su origen, donde, más inconsciente que conscientemente, podía ponerse en contacto directo con dicho origen. Podemos ir más lejos aún. El hombre que gira se evade del espacio. Pero evadirse del espacio es, igualmente, evadirse fuera del tiempo.

¿Puede uno preguntarse hasta qué punto el hombre que gira en ciertas condiciones se torna visionario? Pienso en los dones proféticos de las druidesas que se manifestaban en una .especie de delirio durante la danza; pienso en David danzando ante el Arca y profetizando; pienso en los derviches girando. Y acordémonos de que las rondas en la catedral de Chartres eran acostumbradas en tiempo pascual, y conducidas por el propio obispo.

Algunos han pretendido ver ahí como una representación del movimiento de los astros. ¡Es una explicación harto intelectual para una actividad totalmente física! Se trataba, mucho más sencillamente, de la búsqueda de un estado similar al de los médiums, que permite una incorporación en los ritmos naturales. La tabla redonda estaba representada, ante el Templo de Salomón, por el Mar de Bronce que contenía agua y cuyas proporciones definidas estaban en relación con el peso de la Tierra, según el abate Moreux. Los Templarios -y no sólo ellos- hicieron de la tabla redonda el centro de sus iglesias. Y en ese centro colocaban el altar. La tabla cuadrada requiere, para ser explicada, más sutileza.

Es la «cuadratura» de la mesa redonda. Debe permitir el paso a lo consciente de los conocimientos instintivos; es una tabla de iniciación intelectual. Su representación más frecuente es el damero; es, asimismo, la primitiva marelle convertida en juego de niños, pero que, originariamente, era tabla de ábacos, tabla de trabajo, tabla de Números. Es también la tabla de Pitágoras, que no es solamente una tabla de multiplicación.
El símbolo más «explícito» de esa tabla es, naturalmente, el tablero de ajedrez, que sólo pueden recorrer en todos sentidos la Reina y el Caballo. Observaremos que el juego del Caballo utiliza el círculo en el cuadrado, en tanto que Torres y Alfiles quedan reducidos a no salirse de sus verticales o diagonales. La indicación es inapreciable.

No se puede pasear en los Números por la única virtud del cerebro (solamente en las cifras), como tampoco no se hace música adicionando notas. Ello requiere una iniciación, por lo menos instintiva, a las leyes de la armonía, a las leyes naturales. Es una tabla-trampa en cuyo recorrido el intelecto, entregado a sí mismo, se ilusiona sobre sus, propias creaciones y se encuentra tan «atrapado» en sus ilusiones como el Alfil o la Torre en sus líneas.
Realizar la cuadratura del círculo es transformar la iniciación instintiva en iniciación consciente, razonada, activa. Si me es permitido llevar más lejos el análisis, diré que la tabla cuadrada no es una tabla de vida, sino una tabla de organización; si bien supone un conocimiento real de la materia.
Según los antiguos, la mejor organización posible de la sociedad estaba construida sobre ese esquema cuadrado que dividía a los hombres en categorías, que más bien eran castas: el Campesino que nutre, el Soldado que defiende, el Artesano que transforma y el Comerciante que distribuye; los escalones, en cada casta, formaban la pirámide de tres pisos: aprendiz, operario y maestro que culmina, en la cima, en la Aristocracia, la verdadera, la del Sabio en su casta.

La tabla cuadrada se encuentra en la pirámide, en el sancta sanctórum del Templo de Jerusalén; y quizá sea la base de las construcciones templarías, pues la orden militar utilizaba mucho el plano cuadrado en sus encomiendas o fortalezas; unido a menudo, por lo demás, a una iglesia en rotonda.
La tabla rectangular es una tabla mística una tabla de revelación. No tiene explicación ni siguiera similitud intelectual posible. Es la Tabla de la Cena, la Tabla del Sacrificio de Dios.
Eso es lo que puede decirse sobre el Grial 3 las tablas. No es de extrañar que se presenten. en el orden donde las hemos situado a partir del pórtico real, aquel que custodian reyes y reinas que ya no tienen nombre. Su sucesión corresponde exactamente a los tres nacimientos simbólicamente realizados en la senda cubierta


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