Iglesias
dominicanas del siglo XIX
Centro de Inventariomartes
1 de diciembre de 2009
Iglesias dominicanas del siglo XIX
La identidad del pueblo dominicano se
traduce en su fervor religioso, a través de la construcción de templos, donde
el pueblo asegura su alimento espiritual. La religión católica, implantada por
los conquistadores, se ha mantenido a través de los siglos como la principal
religión del pueblo dominicano, aunque a partir del siglo XX han permeado otras
religiones, a pesar de ser la católica la religión oficial. La necesidad de
construir templos no es de extrañar ya que para España, durante toda la
conquista, una de las actividades primordiales era la construcción de iglesias
por encima de cabildos y mercados, demostrando con esto que la propagación de
la fe para los conquistadores, predominaba sobre la organizaron civil o
económica.
A lo largo y ancho del territorio
nacional se encuentran las iglesias de la colonia, unas bien conservadas, en
algunos lugares solamente se conservan sus cimientos y muchas simplemente
convertidas en polvo y olvidadas hasta en los recuerdos. La construcción de
estos templos fueron promovidos por los clérigos, encargados de propagar la fe
cristiana en esta lejana hija de España, la mayoría con exiguos fondos
provenientes de la corona que llegaban lentamente ante la insistencia de los
devotos sacerdotes.
Qué sucedió con la construcción de
templos una vez alejados de la tutela de la madre patria, cuando la insipiente
republica se debatía entre la miseria y las luchas políticas, durante el
convulsionado siglo XIX. Las costumbres no se abandonan y los escasos
habitantes que vivían en esta media isla mantenían su fe católica y la
necesidad de ayuda espiritual era parte de su sustento. Para ellos la presencia
de un sacerdote era necesaria en el momento de asistir a un moribundo, bautizar
un recién nacido o bendecir a los desposados, todas necesidades originadas de
la religión impuesta que pretende complacer a Dios como una forma de evitar
castigos en la vida futura.
En estos templos se exalta la devoción
de una comunidad hacia una imagen milagrosa, en otros casos se celebra una
tradición centenaria o simplemente se venera al santo patrón de la comunidad,
donde se combinan los ritos católicos heredados de España con los cantos y
toques de tambor procedentes de nuestra segunda madre patria, África.
Durante el siglo XIX encontramos seis
templos que han podido llegar hasta nosotros resistiendo las quemas patrióticas
y los desastres naturales, gracias al material con que se levantaron,
mampostería, ladrillos y tejas, que sustituyeron los materiales naturales con
que se habían construido los templos anteriores, consiguiendo con eso asegurar
su permanencia. En todos los casos los prelados tomaban la iniciativa de
organizar las comunidades en torno a la construcción de los templos. Se crearon
“juntas de fabricas” como una forma de conseguir la participación de las
autoridades civiles que aportaban en metálico y en algunos casos hasta con
impuestos creados para esos fines. También la población en general contribuía,
los más pudientes con aportes de materiales y los de menor ingreso económico
con trabajos voluntarios rememorando costumbres medievales.
A principios del siglo XIX, en plena
España Boba, se terminó la iglesia de Bayaguana levantada en torno a una cruz
que el pueblo considera milagrosa. Desde la fundación de la villa la comunidad
se convirtió en un lugar de peregrinación, ya que la imagen del “Cristo de los
milagros” fue traída con los fundadores desde la infortunada Yaguana. Cada
primero de enero se congregan peregrinos de diferentes lugares a rendir honor a
la imagen y a cumplir promesas en agradecimiento por los favores recibidos.
En medio de la miseria que imperaba
después de la lucha contra los franceses y a pesar de los escasos medios
económicos que poseía la comunidad, se consiguió levantar la obra en ladrillo y
mampostería confeccionados por laboriosos hombres y mujeres del lugar, logrando
bendecir la obra en 1819. Esta iglesia de una sola nave, hereda la tradición
colonial de bóveda de medio cañón apoyada en gruesos muros reforzados por
recios contrafuertes, una estructura románica aun en el siglo XIX. La gran afluencia
de peregrinos motivó la ampliación de la iglesia en 1927 agregándole un cuerpo
frontal en hormigón con una torre para el campanario rematada con un techo
piramidal de estructura en madera. En este se observan relieves en pequeños
arcos ciegos que recuerdan la tradición románica. La construcción estuvo a
cargo del ingeniero Alfredo Scaroina y Montuori, catalán erradicado en el país
y a quien se debe la construcción de la Iglesia del Rosario de Moca.
La segunda iglesia que se destaca, no
por la solidez de su construcción sino por la intrepidez de la época en que fue
bendecida, está dedicada al Sagrado Corazón de Jesús en San Cristóbal.
Terminada en 1839, en plena dominación haitiana, esta iglesia se construyó en
una pequeña aldea con unos cientos de habitantes que respondía al nombre de
“Partido de los ingenios de Nigua”. Posee tres naves con ábside poligonal y
coro alto en madera, con techo a dos aguas y claristerio, correspondiendo a la
planta y sección paleocristiana. La fachada es sencilla acusando en la parte
superior la inclinación del techo, con tres puertas de entrada que corresponden
a las tres naves y contrafuertes que la refuerzan. Esta fue destruida por el
Ciclón David en 1979 y reconstruida por la Oficina de Patrimonio Cultural en base a un levantamiento
minucioso que se había realizado antes del paso del meteoro. La obra estuvo a
cargo del Ingeniero José Ramón Báez López-Penha quien utilizó para su
restauraron los mismos materiales que se encontraban amontonados in situ. La
forma del campanario que se encuentra en pie corresponde a esta última
intervención.
En ambos templos se distinguió el
importante aporte del padre Juan de Jesús Fabián Ayala a cuyo esfuerzo tesonero
se debió la recolección de fondo para completar ambas obras. Terminó sus días
en la iglesia de San Cristóbal donde reposan sus restos.
No es de extrañar que el próximo templo
construido en el país en materiales duraderos se remonta a los finales del
siglo XIX, cuando se comenzó la recuperación económica del país, gracias a los
incentivos que los gobiernos de turno concedían a los inversionistas,
permitiendo la incorporación del país a las corrientes económicas que desde la
revolución industrial se habían implantado a nivel mundial. En torno a una
ancestral tradición sobre la
Virgen de las Mercedes, en 1880 se bendijo un sólido templo
en el Santo Cerro de La Vega ,
en el mismo lugar donde se habían levantado varios templos anteriormente. La
controversial creencia de la aparición de la Virgen en contra de los nativos no impidió que el
lugar se convirtiera en el primer Santuario Mariano de America atrayendo miles
de peregrinos cada 24 de septiembre que vienen a honrar la Virgen de las Mercedes. La
iglesia fue construida sobre el “santo hoyo” lugar donde la tradición asegura
que Cristóbal Colón plantó una cruz donde se apareció la Virgen a favor de los
conquistadores. Este templo fue construido por Onofre de Lora, alarife de la
época, en un estilo neocolonial con anchos contrafuertes y algunos relieves que
adornan la fachada que son mas bien una interpretación del neoclásico muy
personal del alarife.
Dos templos más de materiales duraderos
se encuentran en el sur del país construido a finales de este siglo, la Iglesia dedicada a la Virgen de Regla en Bani y
la iglesia nuestra Sra. De los Remedios de Azua. Igual que en las demás
poblaciones las iglesias que se habían construidos desde la fundación de la
villa se habían perdido ante las frecuentes quemas que por razones políticas se
sucedían en los pueblos. En esta comunidad, igual que en las demás, el tesón de
los sacerdotes y la voluntad del pueblo, lograron bendecir ambas iglesias en
1889.
La iglesia de Bani fue terminada gracias
a varias juntas de fábrica que se habían organizado desde 1876 con la propuesta
del maestro del lugar Feliz Soler. Los ladrillos para su construcción fueron
cocidos en un solar al lado de la iglesia y se trajeron las piedras y el agua
del río, obra realizada por hombres y mujeres devotos que querían ver terminado
su templo. Cabe destacar que los esfuerzos que la comunidad realizó en la
construcción de la Iglesia
de este poblado, llamó la atención del insigne maestro Eugenio María de Hostos,
reseñando como los niños solicitaron salir de la escuela una hora mas temprano
para ayudar a las mujeres en la confección de ladrillos y transporte de
materiales para la iglesia. En el frontispicio se acusan dos gruesos
contrafuertes y tres puertas de entrada correspondiendo a las tres naves. La
puerta centrar se enmarca en un frontón flanqueado por columnas de evidente
estilo neoclásico y las puertas laterales se rematan con arcos de medio punto.
La sección corresponde a las iglesias paleocristianas con claristerio en lo
alto de la nave central igual que las anteriores. La torre es un anexo
posterior siendo construida durante los primeros años de la época de Trujillo
donada por el padre del dictador.
La iglesia de Azua fue bendecida por
Monseñor Fernando Arturo de Merino en 1889 sustituyendo la vieja iglesia de
madera que se había quemado en 1844. Durante 7 años la comunidad se mantuvo
recolectando fondos para la construcción de esta iglesia. Fue restaurada por la Oficina de Patrimonio
Cultural que estuvo trabajando desde 1981 bajo la dirección del arquitecto
Carlos Aguiló. Durante esta intervención se sustituyó la cúpula de madera por
de una hormigón que logró terminarse en 1985. El frontispicio se destaca por la
sencillez que caracterizan las iglesias de la época. La puerta principal se
enmarca en dos gruesas pilastras rematadas por chapiteles, presentando
solamente dos puertas, la principal que corresponde a la entrada de la nave
principal y en la segunda planta la que corresponde al coro alto con un balcón
saliente que protege la puerta principal, ambas enmarcadas en arco de medio
punto. Dos doceletes laterales acusan lo que podría ser el espacio para
imágenes. La torre del campanario fue anexada en 1907 manteniendo la misma
ornamentación que la iglesia original.
La última iglesia que se bendijo en el
país a finales del siglo fue la
Catedral de Santiago Apóstol de Santiago, construida por
Onofre de Lora. En esta iglesia el maestro de Lora interpretó claramente el
neogótico en los arcos ojivales abocinados de las tres puertas frontales y en
las dos torres donde repite las ventanas con parteluz enmarcadas en arcos
ojivales. Desde su fundación y en los diferentes lugares que estuvo Santiago,
se levantaron varias iglesias empezando la actual desde 1888. Fueron varias las
juntas de fábrica formadas para la recolección de fondos siendo terminada por
la junta que formara el Arzobispo Fernando Arturo de Meriño. Con la ayuda del
gobierno de Ulises Heureaux, cuyos restos se conservan dentro de la iglesia, y
donaciones que se recibían de santiaguenses que vivían en Paris. Fue bendecida
el templo el 21 de enero de 1895. Como es costumbre estas iglesias no se
terminan en el momento de ser bendecidas, ya que constantemente son objetos de
embellecimiento por parte de las mismas devotas comunidades, ejemplo de esto lo
tenemos en esta Catedral, donde se cambiaron las viejas puertas por obras de
talla del santiaguense Mario Cruz, durante la ultima restauración que fue
terminada en el 2001.
Consideramos que estas seis iglesias
deben ser declaradas Patrimonio Nacional, por representar el sentir de las
comunidades de una época, demostrando que las creencias religiosas son
esenciales para la vida de las personas quienes no escatiman esfuerzos para
mantener vivas doctrinas.
BIBLIOGRAFIA
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Cepeda, Servio. LA IGLESIA CATEDRAL. La Información. 22 de
abril 1989.
Bartolomé, P. Francisco. EN 5 SIGLOS 6 IGLESIAS. Síntesis
Histórica de la
Parroquia Ntra. Sra. De los Remedios. Azua. Copia en el
Centro de Inventario
Nieto de Lanza, Lic. María Ángeles. NUESTRA SEÑORA DE LAS
MERCEDES Y ORDEN MERCEDARIA. Suplemento Listín Diario. 25 de Sep 1982. Pág.
Marty, Rolando. HISTORIA SOBRE LA DEVOCION AL SANTO
CRISTO DE LOS MILAGROS DE BAYAGUANA. Fundación FISS. Febrero 23, 2007.
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