miércoles, 30 de septiembre de 2015

Las Relaciones Raciales en la República Dominicana.

Las Relaciones Raciales en la República Dominicana.

Por  Carlos Andújar  Persinal.
(Ponencia presentada en la Maestrea de Estudios  de las Antillas Mayores, San Juan Puerto Rico, agosto de 1965

De Historia y Antropología de la UASD.  Publicado en Revista Investigación  para el Desarrollo. Órgano  de Divulgación  Científica y Cultural de la UASD. Núm. 4. Año 2. Julio 1996.

Como  ha acontecido históricamente en todas las naciones  del mundo. Las relaciones raciales en República Dominicana han  sido condicionadas por el devenir   histórico. Son, por tanto, producto de la manera en que los diferentes grupos asentados en nuestro territorio se han relacionado entre ellos y de los factores que han mediado esas relaciones.

Desde una perspectiva etno-histórica, o más bien  inter-étnicas, en el momento en que se asientan los primeros grupos aborígenes en la isla. La ferocidad de los ciguayos y los carebes en contra de los demás grupos de tradición agrícola y cerámica, evidencia que la humanidad no ha escapado nunca a esta lucha de los grupos humanos por imponerse sobre   otros.  Al respecto, Frank Moya Pons (1980-: 8) cita a los Cronistas.

“Nunca había ni acaecían guerra o diferencias entre los grupos o diferencias entre los indios de esta isla  por una de estas tres causas<, sobre los términos de jurisdicción, o  sobre  las pesquerías, o cuando de las otras islas venían  indios Caribe flecheros a saltear.
Sin embargo desde 1492, la isla cambiará rápidamente su composición  racial y los hechos de la cultura, comenzando una nueva realidad con nuevos protagonistas. Siendo la empresa colonial de una gran magnitud no sólo económica sino también religiosa y cultural, mercara  de forma determinante las relaciones de los grupos interactuartes.
De  tanta violencia  fue este encuentro que la población aborigen estaba exterminada apenas 80 años después de la llegada de los españoles. Si bien  esta violencia no se proyecta a  través del tiempo, signa  el carácter  de las  primeras formas de relación racial  de este  tipo en América.
El padre Las Casas afirma en su  Historia de las Indias Occidentales, que  para la llegada de los españoles  la isla contaba con una  población de 3 millones de aborígenes. Calculo de historiadores modernos la cifran en 400,000 pobladores, de los cuales quedaban apenas 60,000 en 1508, según el primer censo realizado en la colonia en ese año.
Nueve años más tarde, en 1517, la población estaba compuesta por 11,000 personas (Moya Pons, 18-980), para terminar finalmente en 300 aborígenes radicados en Pueblo Viejo, Azua, en 1580.

En esta dramática realidad la que explica la naturaleza del encuentro del aborigen con el español. Naturalmente, no  todo el descenso de la población aborigen se debió al maltrato  y a la  situación creada por el proceso de dominación a que estos grupos se vieron  sometidos.  Otras razones, como las epidemias y el masivo suicidio reactivo ante el hecho consumado de la conquista, contribuyen  también a diezmar.
 Hacia  1516, una epidemia de viruelas mató alrededor de 3,000 aborígenes.  Sin embargo, los factores determinantes en la desaparición  de la población original de la isla están vinculados al proceso de colonización y opresión cultural, es decir, a la manera en que los indios fueron sometidos al trabajo forzado y negados en sus modos culturales de enfrentar lo cotidiano.

Sólo son  relaciones  raciales y culturales marcadas por el etnocidio explican por qué  los indios  desaparecieron de manera  rápida. La negación de sus  formas culturales  fue una de las modalidades de este sistema de dominación. Producto  de ello, quedaron muy pocos elementos culturales indígenas. También es posible, pese al temprano mestizaje, identificar la herencia indígenas en el tipo racial dominicano.

El Encuentro de las tres culturas.
Como consecuencia  de la disminución de la población aborigen y de la reorientación de la económica colonial hacia la producción de azúcar, los  vecinos más importantes de la colonia reclamaron a la Corona, vía los padre Jerónimos, que se les permitiera la importancia masiva de mano de obra para ser dedicada a lo que en ese momento se valoraba  como  el negocio más prometedor.
En 1517 los padres Jerónimos intermediarán a favor  de estos  vecinos, pidiendo mediante carta  que les fuera  autorizado importar mano de obra esclava, primero procedente de España y más luego de África, en sustitución  de la mano de obra indígena.
Si bien  es cierto que la isla comenzará muy temprano a tener contacto con los negros africanos, estos venían como parte de séquito de los funcionarios que enviaba la Corona en su nombre. Esto explica la razón por la cual en la isla ya había negros desde el segundo viaje de Cristóbal Colón, pero  esto no estaban dedicados ni  a las minas ni a las plantaciones, sino a la servidumbre. Fue más tarde que  estos negros se entejaron al trabajo en las minas, según explica Deive (1889-: 19) “ … no pocos de los 2,500 emigrantes llegados a la isla con Ovando en 1502 trajeron consigo esclavos negros para destinarlos al laboreo de las minas”…
En  esta etapa, la relación entre negros  e indios y blancos  no era estrecha. Es para  1522, cuando llegaron los primeros barcos negreros con un número considerable de esclavos cuando comienza a cambiar todo  y  a producirse relaciones de tensión entre  los colonos blancos y los negros ladinos.

De las primeras sublevaciones negras nos  había Deive (1989), haciendo referencia a la sublevación en el ingenio de Diego Colón el 25 de diciembre de 1521,  encabezada por unos 20 esclavos de la etnia wolof o jelofes y que confidencialmente eran bozales. Este último dato es importante debido a que muchos vecinos estaban  ya prejuiciados contra los negros ladino, considerados bellacos, belicosos y personas de sentimientos, contrarios a los bozales, presentados por  el comentario de los colonos  como dóciles, trabajadores y dedicados, por cuyas razón exigieron  a los negreros que trajeran los negros directamente de África .

Vale destacar que eta situación se verifica en momentos  de crisis  provocada sea por la definición del proyecto colonial, sea por el descubrimiento de otros lugares de mayor riqueza  como México y Perú y posteriormente Cartagena y Veracruz, lo cual reorientó la atención no sólo de la colonia, sino de importante familia que emigraron a otros puntos en busca de mejor suerte.
Esta  razón de tipo económica prácticamente despobló la isla, forzando a las autoridades coloniales a propiciar la inmigración de grupos canarios; durante los siglos XVI y XVII, grupos de esta procedencia poblarán varias ciudades, aunque por razones distintas; en algunos casos,  simplemente para evitar la despoblación de éstas, en otro para estimular el desarrollo de la agricultura, la ganadería, u otros oficios, amén de la defensa del territorio de la expansión francesa.

Extrañamente, el español de la isla también desdeñaba y en  muchos casos maltrataba a los inmigrantes canarios, lo que dio lugar a un proceso de marginalidad y exclusión de estos grupos.  Contribuyeron a crear esta situación los intereses de los vecinos poderosos, dueños de grandes extensiones de tierra, que más tarde constituirían la oligarquía  colonial. De acuerdo  con (Deive  1991-20)
Las tierras que con el ´pretexto de sembrar  en ellas trigo, plantar viñas y levantar ingenios azucareros y estancias, habían sido largamente otorgadas  a los vecinos principales, permanecían baldías, en tanto los labradores dispuestos a cultivarlas no  podían hacerlo porque se lo estorbaban aduciendo títulos de propiedad, por  lo que la gente pobre y menuda recibían mucho daño.
Si bien no corresponde  a esta ponencia  adentrase en campos de análisis  distintos al de las relaciones raciales,  puede aventurarse la hipótesis de la situación  descrita podría encontrarse en el origen del campesinado dominicano. De todo modo, ella explica, grosso modo, los condicionamientos de las relaciones entre los grupos humanos, incluso cuando éstos pertenecen a una misma raza.
Desde 1540 y hasta principios de 1600, la pobreza alcanza una dimensión considerable, obligando a los vecinos a emigrar a otros lugares. La situación social resultante posibilitó la hegemonía  de un grupo,  los negros, en la composición racial de la época. En la década de 1530. Diego Caballero pedirá al rey reiniciar la prohibición de las emigraciones, como forma de detener el creciente abandono de la isla por parte de los colonos blancos.
Esta situación, además del exterminio acelerado de la población aborigen, hará que hacia  mediado del siglo XVI los negros sean el principal grupo  demográfico de la isla. Deive (1991) señala, citando a Melchor de Castro que en 1546 la población blanca de la isla no pasaba de 5,000 personas, mientras  la negra ascendía  a unas 12,000. Desde esos años y hasta mediado  del sigli XVIII, ésta será la composición  racial de la colonia. Ello no impidió, empero, un cambio substancial en su condición social, al igual que el indio, con el cual comprendió  la  sublevación contra el dominio español, el negro fue explotado con la intensidad requerida por el modelo económico colonial.

Vale  anotar  que la desaparición  de los aborígenes en un tiempo relativamente cortó, imposibilito una interacción más dinámica entre ambos grupos étnicos y que,  por tanto,  no puede hablarse hoy de una herencia negro-indígena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario