lunes, 7 de septiembre de 2015

EN SANTO DOMINGO DE ANTES ANTES DEL AÑO 1930

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EN SANTO DOMINGO DE ANTES ANTES DEL AÑO 1930 

Por Ernesto Armenteros
Santo Domingo a fines del año 1929 sufría los estertores del Gobierno del General Horacio Vásquez, que ya era combatido por sus propios partidarios en parte, y por otros tantos políticos que aspiraban a desalojarlo del solio presidencial. Santo Domingo para entonces parecía una población de no más de 50,000 habitantes, y posiblemente no tuviera más de 30 ó 35 mil. Su extensión era reducida, reducidísima, comparada con las dimensiones de hoy. Se extendía desde la margen derecha del río Ozama, hacia el oeste, pudiendo decirse que los límites bien poblados de ese espacio de terreno llegaban apenas, a donde está el llamado Parque Independencia; y desde las orillas del mar, —el turbulento Mar Caribe— hasta lo que hoy es la Avenida Mella, o sea, prácticamente lo que se conoce como ciudad colonial, en cuadrada o casi encerrada, por las antiguas murallas. Existían algunos pequeños ensanches, residencias o construcciones aisladas, en el lado de la Puerta, o sea en lo que hoy puede llamarse alrededores de la Avenida Independencia; y una compacta población en San Carlos, barrio que todavía no estaba completamente integrado a la población de la ciudad capital. Había también pequeñas, y muy pequeñas, construcciones o grupos de casas a lo largo de las dos riberas del Ozama, y en la margen izquierda del río lo más visible era lo que se llamaba Pajarito o Villa Duarte, en su mayor parte formado por casas de madera y muy pocas de concreto armado. Es fácil recordar este detalle, porque poco después de esta fecha —final de 1929,-al ser azotada la ciudad por el ciclón de San Zenón, en Pajarito o Villa Duarte sólo quedó en pie una casa de concreto que ocupaba una esquina de lo que había sido el barrio de Pajarito y en la cual se refugió mucha gente. Para aquellas épocas el río era cruzado solamente por un puente para el uso de los peatones y los vehículos. Era un puente de poca altura sobre las márgenes del río. Tenía la particularidad de que era levadizo, con el objeto de poder permitir el paso de los barcos que tenían que remontar el río para distintas operaciones, y se levantaba la parte levadiza del puente, con una especie de polipasto que era manejado por fuerza muscular; sé utilizaba para ello obreros de gran musculatura que iban dando vueltas a las aspas de polipasto hasta que éste se levantaba lo suficiente; y daban vueltas en sentido contrario con las mismas aspas, hasta rebajarlo al límite del suelo normal del puente. Esta parte del puente que se extendía desde su inició hasta su primera base, fue levantada por los vientos huracanados del ciclón San Zenón, volteada en el aire, cayendo de nuevo al lecho del río, por lo cual la circulación por dicho puente quedó interrumpida por bastante tiempo. El comercio de importancia de aquella época y especialmente los grandes almacenes o negocios mayoristas de provisiones, tenían por base las calles cercanas a la Iglesia de Santa Bárbara, en el barrio de Santa Bárbara, y allí podían encontrarse una serie de grandes casas comerciales. Recordamos, por ejemplo, en la calle Arzobispo Meriño y en las cercanías de su cruce con la hoy calle Emiliano Tejera, los negocios de los señores Navarro Cámpora; Munné y Cía; Font Gamundi y Cía; la primera oficina comercial y luego almacén de los señores José Armenteros y Cía venidos de San Pedro de Macorís; y los almacenes de la Casa Velásquez. La Casa Velásquez también tendía un colmado, —ya que para entonces no existían los supermercados—. De hecho era el más importante establecimiento comercial al detalle, en la esquina de las calles Luperón y Arzobispo Merino. Allí ser recibían todos los martes por los barcos de la New Yor and Puerto Rico Lines, “Coamo”, “San Lorenzo” y “Borinquen”, los productos más finos y delicados en materia de alimentación, que se conocían para la época. Cada martes llegaba al puerto de Santo Domingo un barco de esta compañía y en él venían frutas, verduras, y toda clase de alimentos de los que utilizaban los más refinados paladares de la época. También hacia Santa Bárbara en la Avenida España o prolongación de la Isabel la Católica estaban los negocios de Manuel Álvarez Rodríguez, de Manuel Fernández y una serie más de comerciantes. En la esquina de las calles ya citadas, Arzobispo Merino y la hoy calle Emiliano Tejera, que en aquella época era llamada la cuesta de San Francisco existía un negocio peculiar: El Cachimbo, una especie de colmado muy bien atendido y muy bien surtido y con muy buenas atenciones para todos los clientes, que era propiedad del señor Valera, comerciante banilejo, Manuel A. Valera, que por muchos años fue presidente de la Cámara de Comercio de Santo Domingo. Otros establecimientos de tamaño medio, eran el colmado La Paloma, de los señores Antonio Langa e Hijos, otro establecimiento similar cuyo nombre no se recuerda y que era propiedad de un catalán, el señor Sallent, cuya descendencia forma parte hoy de los habitantes de Santo Domingo, uno de ellos como un respetado médico internista y los otros dedicados a la industria y a la enseñanza. Otras importantes casas comerciales que todavía perduran con sus nombres o los de sus descendientes, son la Casa Vitienes, continuación de la casa de los señores Lavandero; y las casas —que entonces eran pequeños negocios, pero con gran pujanza—, de los señores Ramón y Manuel Corripio. Estos estaban asentados en las cercanías de la puerta del Conde, y uno de ellos tenía su base en la esquina de las calles Artobispo Nouel y Pina que entonces no formaba todavía parte del Parque Independencia. Existían ferreterías muy bien surtidas, como lo fueron la de los señores Guerra Hno y/o Lucas Guerra, en el Barrio de Santa Bárbara. También la Ferretería La Comercial e Industrial, un gran comercio especializado en artículo de ferretería, cristalería y similares; se iniciaba el negocio de los señores Baquero Hermanos que por a quellas fechas empezaron a construir el Edificio Baquero, en la Calle El Conde. La calle El Conde, fue llamada según las épocas, Calle Separación y calle 27 de Febrero, antes de ser denominada con el nombre de Calle El Conde. Ya que hemos citado la puerta del Conde, debemos recordar que para aquella época no estaba aislada, sino que se hallaba rodeada abigarradamente de establecimientos y casas de todo tipo. Posteriormente, ya en tiempo de Trujillo, fue que se dispuso, su aislamiento, su embellecimiento y al hacerlo así se convirtió en una especie de puerta de entrada al Parque Independencia, ya que éste, en lugar de tener por límite la calle Palo Hincado, tenía por límite la calle Pina. Hacia el año 1922 la puerta del Conde fue el escenario, o mas bien una especie de trono, utilizado para la coronación de la sagrada imagen de Nuestra Señora de la Altagracia que fue traída desde Higuey cubriendo distintas etapas en las cuales estuvo detenida con el objeto de recibir la devoción de los seybanos, en el Seybo y de los macorisanos en San Pedro de Macorís, antes de ser conducida a la ciudad capital. Se improvisaron unos escalones para subir a lo alto de la ¡puerta del Conde, en donde fue canónicamente coronada, siendo un personaje muy importante de esta ceremonia, Monseñor Eliseo Pérez Sánchez, habiendo enviado su Santidad el Papa como representante suyo especial a Monseñor Vasconcelos. También acudieron al acto obispos de los países vecinos Cuba y Puerto Rico y aunque no puede asegurarlo el que relata, posiblemente de Venezuela, Colombia o algún otro país centroamericano.
FUENTE : Publicado por Cielo Naranja / Tomado de EL CARIBE, 28 DE MARZO DE 1987 - Pág. 14
Imagen:
PLANO DE CIUDAD DE SANTO DOMINGO Y CONTORNOS / 1924
República Dominicana.
Fuente : Cartografía Histórica Dominicana
Imágenes de Nuestra Historia.

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