Al Qaeda dividida: ¿Existe un cisma en el ‘yihadismo’ global?
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El Estado Islámico mantiene un pulso de poder con Al Qaeda por liderar la yihad internacional.
La actual configuración del yihadismo global ha cambiado a raíz de la declaración unilateral de la instauración del califato gobernado por Ibrahim al Husayni al Qurayshi, conocido como Abu Bakr al Baghdadi, líder del Estado Islámico de Siria y el Levante (ISIL).
Las principales facciones constituidas en torno a la primigenia Al Qaeda Central (AQC), eran cronológicamente por orden de creación, Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), el Estado Islámico de Irak, Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el grupo somalí Al Shabab y la franquicia siria, Jabhat al Nusra.
A este primer grupo hay que añadir el diverso y variable conjunto de organizaciones alineadas o asociadas con Al Qaeda o algunas de sus ramificaciones, como son el Movimiento por la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), Boko Haram en Nigeria, Therik e Taliban Pakistán (TTP), y Laskhar e Toiba (LeT) en el sur de Asia, además de Yemaa Islamiya y el grupo Abu Sayyaf en el sureste asiático o el Emirato del Cáucaso en territorio ruso.
Una tercera categoría correspondería a los grupos e individuos no vinculados con la red, un indeterminado pero significativo número de células y personas que, si bien igualmente inspirados en la común ideología del yihadismo, se articulan de manera autónoma.
Esta estructura ha permanecido de este modo hasta abril del pasado año cuando Al Baghdadi anunciaba que su organización extendía sus operaciones a la vecina Siria. Ayman al Zawahiri, líder de Al Qaeda, expulsó a la filial iraquí de la red terrorista un mes después, no sin que antes Al Bagdadi desoyera las órdenes de reducir su actividad a Irak y dejar para Jabhat al Nusra el teatro de operaciones sirio.
Tras la acción relámpago que llevó al ISIL a conquistar varias ciudades iraquíes y amenazar la capital Bagdad, esta organización proclamó el 29 de junio un califato en el territorio controlado, a la vez que volvía a modificar su denominación, quedando simplemente como Estado Islámico (IS, en sus siglas en inglés).
De este modo, el cuadro de la yihad global quedaría subdividido en dos grandes entramados: Al Qaeda y el Estado Islámico. Asimismo, los demás grupos mencionados se han decantado por apoyar a una u otra organización.
Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), la filial de Al Qaeda más cercana y leal al núcleo central (su líder, Nasir al Wuhayshi, es de igual modo el segundo en el escalafón de Al Qaeda Central) llamó a la reconciliación entre los dos entramados yihadistas, aunque continúa del lado de AQC. Este apoyo no está exento de resquicios, como el que a finales de enero de este año llevó a algunos combatientes de AQPA en Siria a unirse a las filas del IS.
La facción norteafricana de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) pidió a principios de julio que ambas organizaciones se reconciliaran, alabando las victorias del IS pero haciendo hincapié que Al Zawahiri es “nuestro jeque y emir” y pidiendo que haya cohesión. AQMI pareció decantarse por el IS al emitir un comunicado de apoyo al recién creado califato. Esta decisión se habría tomado en una importante reunión de grupos yihadistas africanos con el objeto de manifestar de forma unánime su apoyo al IS, y que fue celebrada en algún punto del sur de Libia. Fuentes de los servicios de inteligencia de Marruecos, Argelia y Túnez apuntan a que entre los convocados estarían además de AQMI, Ansar al Sharia en Túnez, Ansar al Sharia en Libia, Al Murabitun, Ansar al Dine y Ansar Bait al Maqdis de Egipto. Esta reunión no supuso una ruptura de todos estos grupos con Al Qaeda, ya que AQMI, en un comunicado del 14 de julio, rechazaban finalmente el califato del IS y decidían quedarse del lado de Al Zawahiri. A AQMI le ha seguido la rama tunecina de Ansar al Sharia que declaró en su página oficial de Facebook los mismos términos de condena hacia el califato.
También los somalíes de Al Shabab mostraron su incondicional apoyo en mayo a Al Qaeda. Esta facción se anexionó oficialmente a la red terrorista una vez muerto Bin Laden y tras su juramento ante Al Zawahiri. Otros grupos yihadistas como el Emirato del Cáucaso han manifestado a través de su emir, Alí Abu Muhammad, su intención de seguir apoyando a Al Qaeda. Este acercamiento probablemente se debe a que la filial del Emirato del Cáucaso en Siria, Jaish al Muhayirin wal Ansar, colabora directamente con Jabhat al Nusra. Al Qaeda también contaría con el favor del Estado Islámico de Afganistán, cuyo juramento de lealtad a su líder el Mulá Omar fue renovado a través de un vídeo publicado por su aparato propagandístico As Sahab.
A ojos de los jóvenes muyahidines, el IS representa el culmen de la aspiración del yihadismo global al conseguir instaurar el anhelado Califato; islamistas radicales en regiones tan dispares como Gaza, el Sinaí, Jordania o Indonesia han difundido propaganda a favor del IS. Una gran mayoría de los yihadistas europeos que han ido a combatir a Siria se han alineado junto a esta organización, al que consideran que tiene un futuro más prometedor. Al Qaeda en cambio parece haberse quedado obsoleta con las cada vez más tardías reivindicaciones de su líder y la poca relevancia que han tenido en la llamada “Primavera Árabe”. El IS con el Califa Ibrahim a la cabeza se hizo visible mundialmente durante la jutba del viernes 4 de julio en la mezquita de Mosul (Irak) con toda la suntuosidad posible al difundirlo hábilmente en las redes sociales.
Al Zawahiri tiene ante sí un panorama muy difícil y más tras la continua pérdida de liderazgo que ha sufrido. Hasta el momento no ha movido ficha y no hacer nada no parece una solución viable. Puede repudiar al IS y a su nuevo Califato lo que podría ser un craso error, ya que tiene importantes apoyos, así como gran cantidad de yihadistas que están uniéndose en sus filas. Mostrar abiertamente su apoyo al IS puede ser también perjudicial, porque anteriormente Al Bagdadi había desafiado y desobedecido abiertamente a Al Zawahiri. Quizá intentar una acción terrorista de gran calado mediático, organizado por la propia Al Qaeda Central o quizá la facción con más proyección internacional, AQPA, puede hacer restituir la legitimidad de la vieja guardia yihadista.
Aunque enfrentados a nivel ideológico, Al Qaeda y el IS tienen las mismas metas y no sería extraño que ambas organizaciones terminaran cooperando en un futuro cercano, algo que sería una importante amenaza para la seguridad de los países occidentales. Habrá que ver cómo afectará al IS la reciente campaña de bombardeos aéreos de EE UU y si las milicias kurdas que están plantando cara a los yihadistas pueden ser un firme adversario; si el califato colapsa se convertirá en un lastre para el IS, cuestión que Al Qaeda bien podría aprovechar para volver a ganar adeptos y apoyos dentro del islamismo radical.
El IS no ha eclipsado totalmente a Al Qaeda, y puede que esté ya mostrando sus debilidades al ser incapaz de expandirse más allá de Irak y de Siria, así como su tendencia a alejar posibles aliados debido a su brutalidad y a su negativa a hacer concesiones. Al Qaeda sigue siendo una organización a escala global mucho más organizada y experimentada, y al igual que el IS se ha hecho fuerte en Irak, Al Qaeda puede volver a resurgir en Afganistán; la campaña de ataques de drones de EE UU ya se ha reducido significativamente y a medida que los estadounidenses se retiren, la organización de Al Zawahiri puede buscar nuevos refugios seguros en el país asiático.
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