El retroceso de la democracia
- Democracy in Retreat
304 págs,
Yale University Press, 2013 (en inglés)
La certeza (antes tan arraigada) sobre la
correlación entre la democracia y el crecimiento económico se tambalea y
desde hace dos décadas asistimos a un retroceso en la popularidad de la
democracia en todo el mundo. En este libro, Joshua Kurlantzick analiza
el porqué de esta regresión, los factores que han llevado hasta la
situación actual y las posibles soluciones para revertir las tendencias
autocráticas en muchos lugares del planeta.
De “autócratas electos”
Joshua Kurlantzick analiza una realidad evidente en el mundo
contemporáneo: la mala salud del sistema democrático y su retroceso en
gran parte del planeta. Muchos de los países democratizados entre
finales de los 90 y principios de los 2000 viven ahora una vuelta hacia
sistemas autocráticos con líderes electos pero cuya actividad mantiene
los tintes dictatoriales de épocas pasadas. Estos modernos caudillos
utilizan la herramienta de la votación para justificar su legitimidad
pero ignoran otros requisitos democráticos como el respeto por los
derechos humanos o la salvaguarda del Estado de derecho. Ejemplos de
estos nuevos “autócratas electos” son Hugo Chávez en Venezuela o
Vladimir Putin en Rusia.El autor también atribuye este retroceso a un fallo cometido por las potencias internacionales que favorecieron dichos procesos de democratización: asociar cambio político con prosperidad económica. Dicho error se pudo comprobar en países como Timor Oriental, Camboya, Mozambique o Malawi que, a su vez, eran pobres y propensos al conflicto. Muchos de los primeros líderes democráticos de estos Estados optaron además por medidas económicas populistas centradas en el corto plazo y que no proporcionaron los resultados esperados por sus ciudadanos. No obstante, en Occidente estas nuevas democracias despertaron el entusiasmo entre unos líderes que confiaron en que bastaba con aplicar el mismo modelo democrático para que éste funcionara. Se ignoró así particularidades como la cultura, la historia y la realidad social de cada caso, esenciales a la hora de instaurar con éxito un nuevo régimen político y económico.
Las revueltas de la clase media
En esta obra se señala a la clase media y su desafección hacia la Democracia como el factor más determinante para la pésima salud que vive actualmente este sistema político. Mientras que en procesos democráticos anteriores fueron precisamente aquella la que presionó para que se alcanzara la apertura, la situación, en la actualidad, ha cambiado. La idea que relaciona democracia con crecimiento económico no se ha hecho realidad y la decepción entre la clase media es evidente. No solo la situación ha empeorado, sino que se agrava con la llegada de líderes populistas cuya estrategia ha consistido en beneficiar a las clases más pobres, perjudicando al resto. De esta manera han conseguido los votos necesarios para llegar al poder y con pinceladas autocráticas, restaurar un sistema. Democracias defectuosas cuyos frutos, obviamente, no son los esperados. La permanencia en el poder de este tipo de dirigentes ha generado una clase media desesperada y propensa a utilizar tácticas extremas, desde golpes de Estado a revueltas violentas. En muchas ocasiones, esta lucha lleva además a recuperar el papel de los militares en la política como fuerza legítima con la que restaurar el orden.
El modelo chino, la democracia soberana rusa y las nuevas potencias
La crisis económica de 2008 cambió considerablemente la forma en la que muchos países perciben el modelo chino y, también, en la que el propio Gobierno de este país se promociona ante el mundo. La idea de que China tenía aún mucho que aprender ha sido sustituida por una defensa de su sistema y la demostración, a sus ojos, de que la democracia no tiene por qué ser el método más adecuado para alcanzar la prosperidad y estabilidad. El modelo chino aboga por la liberación económica sin una liberación política y se apoya en los resultados económicos que ha experimentado en los últimos años. La promoción de este sistema está calando sobre todo en los países limítrofes, pero también en África y Asia central, que observan su éxito y lo comparan con los fracasos del modelo occidental.
Por otro lado, académicos rusos han creado el término “democracia soberana” para justificar la autocracia de Putin y su intervención en el devenir político de los Estados de la antigua órbita soviética. Kurlantzick sostiene que se trata de otro rediseño de la democracia para favorecer a un líder personalista y basado en un Estado altamente centralizado donde la sociedad no es independiente del gobierno.
Mientras, los llamados países emergentes, han fracasado, según el autor, en su papel de líderes de su región y promotores de sistemas democráticos. Brasil, India, Suráfrica o Turquía se resisten, por ejemplo, a condenar de la violación de los derechos humanos en países de su entorno. Es el caso de Birmania, donde India, en lugar de marcar su posición de líder, decidió no posicionarse para no enfrentarse con China. O de Brasil, con la posición favorable de Lula da Silva respecto a las políticas de Hugo Chávez. Aunque Kurlantzick señala la excepción de Polonia y su apoyo en 2010 a los reformistas en Bielorrusia, en general, los nuevos gigantes se adhieren a estrictos principios de no intervención y soberanía en lugar de aprovechar su posición para situarse como modelo entre sus vecinos y contrapunto a regímenes autocráticos.
La reseña original ha sido publicada completa por ESADEgeo, el Centro de Economía Global y Geopolítica de ESADE.
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