SUFRAGIO
Filibusterismo en el Senado
La primera gran victoria militar de Julio César aconteció en Lucitania y fue reconocida por el Senado romano con el glorioso honor del triunfo. Como consecuencia de ello, César optó por el cargo de cónsul, cuya aprobación por parte del Senado tenía que producirse antes de la puesta del Sol del día que correspondía ser conocida la solicitud. Fue entonces cuando su antagonista, el excepcional senador y orador Marco Porcio Catón, en minoría pero con el poder de la palabra, impidió su designación con un maratónico discurso que se extendió hasta el amanecer, para quedar registrado en la historia como el primer gran acto de filibusterismo congresual.
Con su obstrucción Catón empujó a César hacia la inesperada disyuntiva de tener que decidir entre presentarle al electorado su candidatura a Cónsul o renunciar al reconocimiento que le había concedido el Senado, consistente en un apoteósico espectáculo en el que a la espalda del glorificado iba un esclavo que, para evitar que se creyera Dios, sosteniendo sobre su cabeza una corona de laurel, le susurraba continuamente al oído la famosa frase: “Recuerda que tan solo eres un hombre”.
César prefirió presentar la candidatura a Cónsul que como era de esperarse ganó. Sin embargo, tuvo que soportar hasta su muerte las interminables obstrucciones en el Senado de Catón el Joven.
El filibusterismo parlamentario moderno ha tenido como su más notable escenario al Senado de los Estados Unidos, en el que muchos congresistas, desde su fundación, han pronunciado largos discursos obstruccionistas, siendo el más prolongado el del senador ultraconservador y segregacionista de Carolina del Sur, James Strom Thurmond, quien en el 1957 se mantuvo hablando de pie durante 24 horas y 18 minutos, para obstaculizar el proyecto de ley que eliminaría la segregación racial en esa nación norteamericana.
En su obra “La democracia posible”, el reconocido filósofo Ronald Dworkin define el filibuster como “un procedimiento del Senado que permite que los senadores prolonguen indefinidamente el debate sobre una ley para impedir que sea sometida a votación”.
En el Senado de los Estados Unidos para poder vencer esta estrategia se requiere tener la mayoría calificada de sesenta senadores de un total de cien, una cantidad difícil de lograr, tomando en consideración que tradicionalmente esa cámara se ha dividido en partes casi iguales entre los dos grandes partidos, debido a que a cada estado le corresponde elegir dos senadores.
Republicanos y demócratas indistintamente, siendo minoría, han recurrido a esta táctica dilatoria extrema y cuando han pasado a ser mayoría han sugerido abolirla. Pero, finalmente no lo hacen, porque comprenden que el Senado existe como una cámara de reflexión diseñada para proteger a las minorías que, mediante la estrategia del filibusterismo, pueden exigirle al partido de la mayoría no ultrajar los intereses fundamentales que el partido de la minoría cree debe proteger.
La práctica del filibusterismo no tiene espacio en el Senado dominicano, debido a que cada senador tiene limitada su intervención a diez minutos, que son notoriamente insuficientes para las argumentaciones apropiadas sobre los grandes temas nacionales.
En fin, el obstruccionismo está descartado por el propio sistema electoral que, al establecer la elección de un senador por cada provincia, facilita que un solo partido pueda obtener hasta la totalidad de los senadores en las elecciones.
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