Los diez mayores naufragios
El Costa Concordia es una excepción aberrante dentro de los niveles de seguridad alcanzados por el transporte marítimo, incluso con una menor tasa de siniestros que la aviación comercial
Día 22/01/2012 - 08.49h
Germán de Melo, de la Universidad Politécnica de Cataluña y vicepresidente del Colegio de Oficiales de la Marina Mercante Española, lo tiene claro: «Lo que hemos visto es totalmente una aberración, ya que, aunque se trate de una actividad de ocio, está claro que los cruceros son un tipo de transporte muy serio porque estamos hablando de vidas humanas». A su juicio, «dentro del binomio entre buque y tripulación, resulta evidente que ha fallado el capitán, que por una gracia les ha quitado la vida a bastantes personas y ha perdido un buque, además de todas las consecuencias que este caso pueda tener».
Según recalca este especialista en ciencias náuticas, «las estadísticas sobre accidentes marítimos nos dicen que un 80 por ciento son consecuencia del factor humano, y yo me atrevo a decir que el 20 por ciento restante también. En los buques, el factor humano está siempre presente desde su diseño, construcción, operación y mantenimiento». Con la imposibilidad tecnológica de eliminar por completo este tipo de peligros, ya que «todas las máquinas, por muy buenas que sean, están a expensas de las personas que las manejan».
El carácter excepcional de lo ocurrido con el Costa Concordia es confirmado por Andrés Mira, de CruisesNews Media Group. Para el director de esta entidad de promoción y marketing, que precisamente en estos momentos está concluyendo un informe sobre accidentes en el sector de los cruceros, «se trata de una industria con una cuota de siniestrabilidad muy baja: de los casi cien millones de personas que se subieron a este tipo de barcos en los últimos cinco años, únicamente se han registrado dieciséis víctimas mortales». Lo cual supone un riesgo mucho más bajo que los niveles alcanzados por la aviación comercial.
Las mayores y más recientes tragedias navales tienden a ser protagonizadas por ferris en países del Tercer Mundo. Como explica el profesor De Melo: «Se trata de barcos al final de su vida. Han estado operando primero en el norte de Europa y en el Mediterráneo. Y terminan en Oriente Medio y Lejano. Son viejos, no se mantienen, las tripulaciones no están adecuadamente formadas, y se operan de forma negligente mucho más allá de su capacidad».
Con todo, el traumático accidente en las costas de la Toscana no ha dejado de inspirar cierta inquietud entre la industria de cruceros, con una envidiable tasa de crecimiento del 20 por ciento durante los últimos años. De acuerdo con los datos manejados por Andrés Mira, «durante el año 2011, ocho millones de cruceristas pasaron por España». Y cada uno de estos pasajeros que llega hasta un puerto español se gasta una media de entre 50 y 70 euros en cada escala.
Todos los protagonistas del sector han aprovechado la Feria Internacional del Turismo en España —Fitur— para descartar un impacto negativo, sobre todo porque los cruceros tienen una clientela especialmente fiel con un nivel muy alto de repetición. Rafael Gallego, presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes y Touroperadores (Ceavyt), no sabe «de dónde se han sacado por ahí que se están registrando cancelaciones; en absoluto, no hay ningún temor, ni por nuestra parte ni entre nuestros clientes».
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