domingo, 17 de agosto de 2014

Reliquias están esparcidas por todo el mundo VARIOS FACTORES INCIDEN EN LA DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO DOMINICANO

Reliquias están esparcidas por todo el mundo 
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VARIOS FACTORES INCIDEN EN LA DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO DOMINICANO 
 


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Javier Valdivia
CUMAYASA, La Romana
.- El sol del mediodía cae a plomo sobre las piedras regadas en algunos tramos de la carretera entre San Pedro de Macorís y La Romana, muy cerca de la tierra removida por las retroexcavadoras que amplían caminos o habilitan el terreno para la construcción de nuevos hoteles.El desarrollo, sin embargo, remueve también miles de años de historia, y en este sitio en particular devasta la evidencia de poblaciones indígenas que se asentaron en el Este más que en cualquier otro lugar de la isla.
“Hay zonas enteras que están siendo destruidas”, dijo a LISTÍN DIARIO Juan Rodríguez Acosta, director general del Museo del Hombre Dominicano (MHD), para quien la minería, la construcción de obras públicas y el crecimiento del sector turístico son tres de los rubros que afectan de manera directa al patrimonio arqueológico.
La preocupación de Rodríguez se comprueba en Cumayasa, donde a simple vista aparecen piezas destruidas y restos indígenas de gran valor patrimonial, tal como ocurre en los alrededores de La Caleta, Juan Dolio, El Caimito y Macao, importantes yacimientos que las autoridades han tratado de preservar en los últimos años.
“La gestión del patrimonio arqueológico terrestre se realiza a través del Museo del Hombre Dominicano. Todo proyecto que implique excavación requiere previamente de la supervisión de esta entidad”, señaló la subsecretaria de Patrimonio Cultural, Lourdes Camilo de Cuello.
Impacto arqueológicoPero el MHD no tiene los medios suficientes para hacer esa tarea y la ayuda de las propias empresas es a veces insuficiente.
Tobías Tió, un ingeniero que opera en el negocio del movimiento de tierras, dijo a LISTÍN DIARIO que las empresas que lo contratan solicitan el estudio de impacto a la Secretaría de Medio Ambiente, no directamente al Museo del Hombre Dominicano, que espera que esa cartera demande su participación. Tió aseguró que no sabía que el Este del país es la zona más rica en yacimientos arqueológicos.
Francisco Sicart, ingeniero encargado de cubicaciones de Codacsa, la compañía que trabaja en la ampliación de la principal carretera de la región, dijo que ésta también se somete a las normas de Medio Ambiente, pero asegura que en los cuatro años que lleva trabajando en la empresa no ha oído que se haya encontrado algún yacimiento.
El director del MHD, entre tanto, afirmó que en el último año ha recibido muy pocas solicitudes para certificar estudios de impacto arqueológico, y que Medio Ambiente se limita a decir que en caso de que se encuentre algún objeto “se reporte a las autoridades competentes”.
“Muchas de las situaciones que implica la protección del patrimonio cultural tienen que ver con la debilidad legal”, dijo a LISTÍN DIARIO Nikauly Vargas, secretaria general de la Comisión Nacional Dominicana para la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
Las normas existen y son tan viejas como el decreto 4347, del 15 de diciembre de 1903, que declara propiedad del Estado los objetos arqueológicos; la Ley 318, del 26 de abril de 1972, que crea el Museo del Hombre Dominicano, y la resolución 318, del 2 de noviembre de 1972, que aprueba la Convención de la Unesco sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales.
El problema radica aparentemente en que las leyes no se aplican como es debido y en el hecho de que los organismos públicos recién están adoptando métodos más eficaces. En la práctica no pueden hacer nada frente a un negocio ilegal que empieza en los saqueos de sitios arqueológicos, pasa por los intermediarios y termina en manos de coleccionistas locales o extranjeros y museos fuera de República Dominicana.
Interpol y AduanasLa presencia de la Interpol (Policía Internacional), tal como lo explicó a LISTÍN DIARIO su director nacional, el coronel Rafael Cabrera Sarita, se limita al Palacio de la Policía, aunque se han iniciado acciones para extender su presencia en los principales aeropuertos y puntos estratégicos de la frontera.
La Secretaría de Cultura espera dar otro paso con la creación del Comité Nacional para la Lucha contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales, pero el comité aún está en proceso de formación. Y el subdirector general de Aduanas, Eduardo Rodríguez, dijo a LISTÍN DIARIO que aunque ese organismo reconoce que el comercio de piezas arqueológicas es ilegal, si salen de contrabando no las puede detectar.
Precisamente así es como salieron y siguen saliendo del país objetos de incalculable valor como una vasija antropomorfa de hueso de manatí que hoy se exhibe en el Museo del Hombre Dominicano, que fue robada de allí en 1984, que apareció en Estados Unidos seis años después, y que fue recuperada definitivamente por el MHD en 1993.
Alrededor de este caso hay toda una historia que involucra el robo de varias piezas del Museo en febrero de 1983, la desaparición de una réplica de la vasija en 1984 y la aparición de una persona que se identificó como John F. Scott, con la intención de devolver la pieza a nombre del “dueño” verdadero.
Lo mismo pudo haber ocurrido con otros objetos que museos alrededor del mundo muestran con advenedizo orgullo: los invalorables dúhos de madera (algunos con incrustaciones de oro) en el Museo Británico en Londres; el Museo del Hombre, de París, y el San Louis Art Museum, Missouri, de Estados Unidos; el extraordinario cemí en caoba en posesión del Smithsonian Institution y exhibido en el Museo Nacional de Historia Natural de Washington, o el raro cinturón tejido expuesto en el Staatliches Museum für Vˆlkerkunde, de Viena.
Pero ninguno como el único cemí de algodón, de unos 75 centímetros de altura, que ha sobrevivido intacto más de cinco siglos y que se exhibe en el Museo de la Universidad de Turín, Italia.
El cemí tiene un cráneo humano envuelto en algodón, y parte de la columna vertebral en su interior. La primera referencia sobre el objeto, según el historiador Bernardo Vega, que fue quien primero la ubicó a través de una fotografía en 1970, se remonta a 1891.
“Es indudablemente la pieza más valiosa de la cultura precolombina dominicana”, dice Rodríguez Acosta, el director del MHD. “Pero no está con nosotros”.

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