LOS HÉROES DEL GRIAL
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La épica no es solo cosa del medievo.
Durante la
Guerra civil un grupo de caballeros y damas protegieron una vez mas esta santa
Copa. La historia se ha olvidado de ellos pero en ocasiones hay que recordar la
memoria de los héroes:
Las
explosiones y los disparos se estaban acercando. En La catedral, tras la misa mayor,
el pánico se adueñó de los pocos que habían asistido. Hacía días que el Obispo había
abandonado la ciudad.
En la sacristía,
temblorosos, el canónigo Elías Olmos junto a dos capellanes observaban con
temor aquel objeto. ¿Quién se atrevería a sacarlo de allí? ¿Quien arriesgaría su
vida por salvar esa Joya? Del fondo de la sala una mujer respondió “yo, yo lo
hare”. Su semblante parecía en calma. Marina Sabina Suey se unía a la leyenda
de este objeto. Como Parsifal como Lancelot un aura especial parecía rodear a
aquella señora.
MISA MAYOR EN LA CATEDRAL DE VALENCIA |
Momentos después
salió de la catedral con el cáliz enrollado entre unos periódicos. Calmada,
discretamente pasó en frente de la sede de un grupo de comunistas sin inmutarse.
Con una seguridad que dejó pasmados al canónigo y los capellanes que unos
metros por detrás seguían los pasos de aquella telegrafista. Caminaba portando una reluciente armadura de
valor que parecía hacerla invulnerable.
IMAGEN EN DE VALENCIA DURANTE LA GUERRA CIVIL |
Solo dos horas
después la catedral de Valencia ardía en llamas víctima del expolio y la destrucción.
Unos días más
tarde llamaron a la puerta de su casa un grupo de milicianos buscando aquel
tesoro. Marina miró a los ojos del capitán de aquel grupo y apartando un cojín le
enseñó lo que estaban buscando. El famoso anarquista José Pellicer comprendió que
aquel objeto debía quedarse allí. Ordenó a sus soldados que saliesen de esa
casa, no sin antes, advertir a la señora que aquel tesoro no estaba seguro allí.
La copa fue llevada a casa de su hermano y tras otro
registro fallido volvió al piso de la calle Avellanos.
FOTOGRAFÍAS DE LOS LUGARES DONDE SE ESCONDIÓ |
Finalmente,
el Grial emprendió un nuevo viaje de huida. Muchos siglos atrás el refugio fue
la ermita de San Juan de la Peña. Ahora era el cercano pueblo de Carlet, donde los
Suey tenían una casa, era el destino final. En aquel escondite entre los muros
de un corral la reliquia permaneció durante toda la guerra.
El canónigo Elías
Olmos en su libro cuenta que unos joyeros Judíos de Ámsterdam le ofrecieron
7.000.000 de pesetas en oro por él. Su respuesta fue sencilla no sabía donde se
encontraba ahora escondido.
PORTADA DEL LIBRO |
Durante
aquel tiempo en un palacio de Madrid se recibió una llamada. Desde Alemania el
Jefe de las SS, Henrich Himler, ofrecía una cantidad escandalosa por el cáliz
sagrado. El generalísimo no lo dudó. Era una oportunidad no solo de ganar una
pequeña fortuna sino que además podría acusar a
los Fran Masones por la desaparición de aquella venerada reliquia.
Aquella noche un hidroavión despego del aeropuerto de
las Rozas en Madrid en una operación secreta. Los espías habían localizado el
lugar donde aquella familia custodiaba el Grial. El plan era amerizar en el
cercano pantano de Tous y llegar al pueblo de Carlet para hacerse con aquella
valiosa copa. Pero aquel objeto de poder tenía su propio destino. Una fuerte
tormenta lo impidió. Los relámpagos y los truenos sustituyeron al chocar de
espadas en aquella batalla por el Santo Grial. Días después la operación fue
cancelada. El generalísimo tenía otras prioridades, ganar la guerra.
Cuentan que
en un castillo de Baviera un pequeño Nazi gritaba y maldecía, rojo de ira y
odio. No podía creer que unos insignificantes españolitos le impidiesen
conseguir lo que hacía años se había convertido en su objeto de deseo, su obsesión
el Grial de Parsifal.
Mientras
tanto la familia recibió la oferta de una Logia Francesa. Como hermanos suyos
les ayudarían a abandonar el País y llevarlos, a ellos y al objeto que custodiaban,
a un lugar seguro en París.
Los Sabina
Suey demostraron una vez más su coraje y honor no aceptando aquella
proposición.
El día de jueves
Santo de 1939 Marina Sabina Suey entraba
en la catedral de Valencia portando el Grial.
Aquella familia,
como el resto de masones de España, sufrió una brutal persecución durante los
años que siguieron al fin de la Guerra. Los trovadores no cantan sus hazañas y
los guionistas de Hollywood no hacen películas sobre ellos.
Pocos recuerdan, en el pueblecito de Carlet ,que
en aquel callejón hoy llamado Calle del Santo Cáliz la leyenda del Grial escribió
una de sus páginas más gloriosas.
EL LIBRO MAESTRAZGO TEMPLARIO
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