El plan de un nuevo Banco de Desarrollo para un naciente mundo en desarrollo
Brasil
sostuvo el foco y la atención de toda la prensa mundial, una vez
finalizada la Copa del Mundo, producto del acuerdo suscripto el pasado
14 de Julio en Fortaleza, en la Cumbre de países BRICS, (Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica); donde se terminó de delinear el plan para
consolidar un Nuevo Banco de Desarrollo capaz de atender las necesidades
de infraestructura de los países miembros y del resto de los países
emergentes.
La noticia
sobresale en la agenda mundial por los desafíos que se plantea la nueva
institución; a la vez que señala signos de un planeta que está
cambiando.
Un Banco BRIC, con sede en China, Presidencia India y poder repartido.
En Marzo
de 2013 en Durban, Sudáfrica; India propuso la creación de un banco de
desarrollo conformado por los países miembros, que tuviera como objetivo
movilizar recursos, fomentar la construcción de infraestructuras y el
desarrollo sostenible en los países emergentes.
Durante
2014 han acordado que el capital autorizado para operar sería de 100.000
millones de dólares, que los países se comprometían a consolidar en un
plazo de siete años.
India
ocupará la primera presidencia de turno de la entidad por ser el país
que propuso la creación de este organismo. Dicha presidencia contempla
mandatos de cinco años, que luego será asumida por Brasil, Rusia,
Sudáfrica y China, respectivamente. Todas las decisiones se aprobarán
por mayoría especial, es decir, con el apoyo de cuatro de los cinco
representantes de los BRICS, lo que resulta una verdadera novedad en los
mecanismos de decisión de las instituciones multilaterales.
Cada uno
de los 5 fundadores participará en el capital del nuevo banco de igual
manera proporcional, lo que superará considerablemente sus
contribuciones al FMI y sus cuotas en el Banco Mundial. Rusia, India y
Brasil proporcionarán 18.000 millones de dólares cada uno, Sudáfrica
5.000 millones de dólares y China 41.000 millones de dólares.
El nuevo
banco, con su capital objetivo de 100.000 millones de dólares, logrará
convertirse en una de las entidades multilaterales de desarrollo más
grandes del mundo.
Buscará
caracterizarse por una distribución equitativa de las participaciones
del capital y la gestión de derechos. Y a diferencia de las
instituciones occidentales, el Banco de desarrollo del BRICS ofrecerá
préstamos que no supongan la necesidad de realizar ajustes
estructurales, ni estén sujetos a condicionalidades macroeconómicas,
sino a cumplir los desafíos propuestos en los plazos acordados. El Banco
debería comenzar a funcionar en 2015 con sede en Shanghái.
Una institución como respuesta innovadora a un mundo en cambio permanente.
Al menos
dos hechos difieren radicalmente del mundo de 1944, cuando tuvieron
lugar los acuerdos de Bretton Woods que dieron origen a los organismos
financieros multilaterales; por un lado, la conciencia de los desafíos
planetarios en términos de desarrollo y sostenibilidad; y por otra parte
la composición geopolítica mundial.
El punto
histórico de referencia no resulta fortuito, sino que sirve como
parámetro para delinear la probable trayectoria futura de las entidades
financieras de desarrollo que interactuarán en el mundo.
En la
actualidad, la población conjunta de las cinco naciones BRICS es de casi
3.000 millones de personas, es decir, un 40% de la población mundial.
Con un producto conjunto de 15,8 billones de dólares, representan la
quinta parte del Producto Interno Bruto Mundial. A su vez suman más de 6
billones de dólares en el comercio internacional.
El último
informe publicado por el FMI, apunta que el crecimiento de la economía
mundial este año será del 3,7%; y los países BRICS serán quienes tendrán
un mayor crecimiento.
Dentro de
este contexto; Brasil e India, por ejemplo, necesitan desesperadamente
mejorar su infraestructura, un área en la que China tiene gran
experiencia. China, a su vez necesita gas para reducir la contaminación
generada por el carbón, y quiere diversificar sus suministros.
Estos y
otros desafíos planetarios, exigen una necesidad financiera, a la que
las instituciones internacionales no parecen estar en condiciones de dar
respuesta.
En un
reciente artículo del NY Times, el Premio Nobel Joseph Stiglitz,
señalaba que antes de la crisis de 2008, Ben Bernanke, dijo que había
un exceso de ahorro: Tuvimos demasiados ahorros. Stiglitz infería a
continuación, “Él debe haber estado viviendo en un planeta diferente al
que yo vivo. Porque cuando viajé por África, y otros países en vías de
desarrollo, lo que se observa no es un problema de demasiados ahorros.
Pude ver lo suficiente, un problema de enormes necesidades de inversión.
Y el verdadero problema, residía en que las instituciones financieras
existentes no estaban tomando los ahorros y relocalizándolos donde más
se necesitaban.”
El mundo
ha cambiado, y hoy en día Estados Unidos y Europa tienen una mayor
representación en ambas instituciones que lo que representan
verdaderamente en la economía mundial.
Así lo
argumenta Guido Mantega, Ministro de Hacienda de Brasil; para quien,
“EE.UU. lleva cuatro años obstaculizando fuertemente la reforma del FMI y
ello está minando la confianza en esta institución. “
En el
marco actual, las cuotas de Estados Unidos, permiten controlar cómo se
usan los recursos del Banco Mundial. La reforma propuesta hace tiempo
por el FMI para otorgar más derechos a los poderes emergentes se retrasa
constantemente.
Suma en
esta cuestión el hecho referido a que, cuando un país solicita ayuda
financiera del Banco Mundial o del FMI, tiene que aceptar una serie de
ajustes estructurales, lo que se traduce en recortes del gasto público,
fin de subsidios o congelación de sueldos.
Los países
BRICS han sido parte de dichos programas en el pasado y hoy buscan
forjar un presente diferente; por lo que enuncian un banco con
condicionalidades de plan de pago, pero no de requerimientos de ajustes
macroeconómicos.
Latinoamérica
y Asia han sido sujetos de los programas del FMI en el pasado, pero
es un hecho que no se presenta en la actualidad. Hoy los deudores más
importantes del FMI son países europeos como Grecia, Portugal e Irlanda
salvados de las crisis económicas. Por lo que la siguiente pregunta
aparece en los encuentros donde se delinean las nuevas organizaciones
“¿Por qué los BRICS tienen que soportar la falta de respuesta de los
organismos de crédito, apoyados en las crisis europeas, si su comercio
con esos países es minúsculo?”
El camino transitado hacia un presente diferente
La
posguerra generó la imperiosa necesidad de financiar la reconstrucción
de Europa. Para tal fin, en el marco de los acuerdos de Bretton Woods,
se determinó la creación de un banco de desarrollo para recuperarse de
la Segunda Guerra Mundial con la constitución del Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento (BIRF), que luego devino en el conocido Banco
Mundial; y por otra parte se convino la creación del FMI, que en su
origen, debía garantizar la estabilidad del sistema monetario
internacional después de la crisis financiera de 1929.
Así
quedaba establecido un nuevo orden económico que se ajustaba a los
preceptos de que cada estado debía definir su moneda en función del oro o
el dólar americano, cuyo valor podía fluctuar en torno al 1% de la
paridad oficial, y cada estado debía velar por sostener esa paridad
mediante el equilibrio de su balanza de pagos.
Así
funcionó hasta 1976, donde al desaparecer el sistema de cambio fijo con
relación al oro, el FMI heredó un nuevo papel ante los problemas de
deuda de países en desarrollo y ante las crisis financieras
internacionales.
Con esta
nueva arista quedó definida la regla de que todo miembro tiene acceso
automático al 25% de su cuota, ante dificultades de balanza de pagos. Y
ante la necesidad de precisar más fondos, deberá aceptar un plan de
estabilización propuesto por el organismo.
Durante
los primeros años donde se desataron crisis de deudas, fundamentalmente
en América Latina, África y algunas zonas de Asia; el FMI cumplió un
papel de enorme peso específico en la toma de decisiones. Los países
siguieron con un alto nivel de cumplimiento las condicionalidades de los
planes de estabilización. En la generalidad de los casos, los planes
preveían recortes y ajustes a las acciones del estado en pos de generar
un dinamismo de mercado.
Con el
paso del tiempo comenzó a quedar en evidencia, la inefectividad de
dichas políticas para hacer frente a los desequilibrios en los
diferentes países.
El fracaso
de dichas políticas para estabilizar las zonas donde fueron aplicadas,
evidenciados en las crisis de deuda de los países mencionados en el
período 95 – 2003, quedó latente en el nuevo ciclo iniciado y se
acrecentó con la crisis de 2007 en Estados Unidos y Europa.
Los
organismos de crédito tradicionales se asociación a una estructura del
mundo que ha ido sumando diferentes desafíos, y hoy no logran ser
representativos de las necesidades de dichos cambios.
La
resistencia a aceptar ese cambio en el ciclo de la economía global por
parte de Estados Unidos y Europa quedó en evidencia en el congelamiento
de la redistribución del poder en el FMI y el Banco Mundial.
El FMI no
tiene el mecanismo de elección democrático de un país, un voto. El peso
europeo en el Consejo de Administración, órgano de gobierno de la
institución, le asegura una posición de privilegio para imponer un
candidato. Estados Unidos, al concentrar el 16% del capital del FMI,
posee poder de veto, porque la forma de tomar decisiones requiere el 85%
de los votos representados. En este plano se establece el acuerdo
implícito con Europa para la distribución de cargos: el Banco Mundial
para un estadounidense y el Fondo para un europeo.
El camino
transitado comienza a explicar el surgimiento de motivaciones que hasta
hace poco tiempo parecían irreales. A la voluntad de crear organismos
propios representativos de bloques de poder económico mundial, se suma
la tendencia a desdolarizar el comercio internacional.
Este nuevo
banco operará en las monedas nacionales, y se suma como hecho
trascendente en esa dirección al acuerdo que han suscripto Rusia y China
para la provisión de gas, valuado en 400.000 millones de dólares a 30
años, cuyo pago podría producirse en yuanes y rublos.
El peso
relativo de estas tendencias no logran alterar el orden mundial, donde
aún desde lo logístico el dólar es la unidad de valor universal; pero
comienzan a dar señales de desarrollos que siguen direcciones
difententes.
Retos en un planeta que exige nuevas y mejores soluciones.
La
necesidad de un nuevo banco de desarrollo es evidente. 1.400 millones de
personas carecen aún de electricidad fiable; 900 millones, de acceso a
agua potable; y 2.600 millones, de un sistema sanitario adecuado. Al
mismo tiempo, unas 2.000 millones de personas se trasladarán a vivir a
las ciudades en el próximo cuarto de siglo.
Se suma a los desafíos latentes, la imperiosa necesidad de que las inversiones a realizar sean medioambientalmente sostenibles.
Algunos
estudios que dan cuenta de este futuro que comenzamos a transitar,
estiman que el gasto en infraestructuras en los países emergentes,
debería casi triplicarse; pasar de los 800.000 millones de dólares a, a
los casi 2,5 billones de dólares anuales en el mediano plazo.
Siguiendo
la línea del peso relativo que ocupan hoy los créditos de los bancos
multilaterales, es difícil que su ayuda cubra más del 5% de las
necesidades proyectadas.
El rol de
éste nuevo banco y probables organizaciones futuras comienza a ser cada
vez más tangible e imperioso para dar respuesta a los retos del planeta.
Stiglitz
marca que será muy importante el rol de la nueva conciencia de gobierno.
“Por ejemplo, no había conciencia de la amenaza representada por el
cambio climático, ni de que todos los países deben reducir sus emisiones
de los gases con efecto invernadero y adaptarse a los cambios, que
serán particularmente desfavorables para los países más pobres.
Asimismo, no se entendía la innovación y las oportunidades que entraña
la búsqueda de vías más sostenibles de crecimiento económico no
excluyente.”
El desafío
está planteado. Los riesgos existen. Muchas veces otros intentos de
organizaciones similares han naufragado en sus iniciativas. Por citar un
ejemplo reciente, En el 2009, Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia,
Ecuador, Paraguay y Uruguay anunciaron en un marco similar a este
intento la creación del llamado Banco del Sur. Según el anuncio, el
Banco del Sur tendría un capital inicial de $20,000 millones para
reemplazar al Banco Mundial y al FMI. Sin embargo, el Banco del Sur
nunca se materializó.
Deberá
correr tiempo para evidenciar si el Banco BRICS se convierte en un
evento significativo de la historia económica y del rol de los
organismos financieros multilaterales. La ocasión parece ameritar la
participación y compromiso de todos, dejando de lado visiones
contrapuestas.
Lo
evidente e impostergable resultan los retos y desafió que presenta el
mundo que se viene; y las respuestas necesarias parecen requerir que
sigan la dirección de esta iniciativa.
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