Disco con mosaico de turquesa, Chichén Itzá, Yucatán.
Este disco fue encontrado, junto con otro, en junio de 1932, dentro de una caja de piedra con tapa, en el Templo de Chac Mool. Junto con los discos fueron sepultados un bulto sagrado, que contenía piedras para adivinar, y los restos del cuerpo de un pinzón, ave representativa de los guerreros de Chichén Itzá, y los de un búho, que simboliza la guerra asociada con los elementos acuáticos y con Tláloc. El disco –además de la decoración mediante teselas de turquesa que formaban mosaicos colocados en una base de madera– tiene cuatro cabezas de serpiente hechas con pizarra, un tipo de piedra, y, en el centro, los restos de lo que se supone fue un espejo de pirita de hierro. En Mesoamérica, los espejos estaban relacionados con el poder real porque, se creía, eran portal a otros mundos. De acuerdo con algunos investigadores, las cabezas de serpiente estuvieron asociadas con la guerra y son reminiscencia de la “serpiente de visión”, que era invocada ritualmente por los reyes del Clásico maya. Los discos ofrendados daban simbólicamente poder a la persona que se sentaba en el trono del templo.
Arqueología Mexicana, edición especial 44
Foto: Jorge Pérez de Lara/ Raíces
LOS TLATOANIS MEXICAS (2)
ACAMAPICHTLI “Puñado de cañas”
(1375-1395)
Fue el primer tlatoani de Tenochtitlan, cargo al que llegó entre otras cosas gracias a su ascendencia tolteca por vía materna. De él descienden todos los señores que gobernaron Tenochtitlan. Tuvo como esposas a las hijas de los principales señores de Tenochtitlan, y no sólo fundó la dinastía que gobernaría la ciudad hasta la conquista española sino que constituye la simiente de la nobleza mexica.
Su nombre significa “puñado de cañas”, otras interpretaciones son “manojo de cañas” o “el que sujeta las varas o cañas en la mano”. Su glifo está formado por una mano que sujeta flechas. Tal vez nació en 1355 y fue hijo de un principal mexica y una princesa de Culhuacan. Tuvo como esposas a las hijas de 20 señores mexicas, y entre sus numerosos hijos se encuentran Huitzilíhuitl e Itzcóatl, el segundo y tercer tlatoque mexicas; todos los demás gobernantes de Tenochtitlan fueron sus nietos y bisnietos.
Enrique Vela, Los tlatoanis mexicas, Arqueología Mexicana edición especial 40.
IMAGEN: Acamapichtli y, tras él, el topónimo de Tenochtitlan. Códice Azcatitlan, lám. XIV. Acamapichtli. Códice Florentino, lib. VIII, f. 1r.
Reprografías: Digitalización Raíces
En México, tierra de volcanes, las altas cumbres nevadas eran concebidas por los pueblos prehispánicos como seres vivos. Como parte de un universo dinámico, los volcanes eran deidades controladoras de los fenómenos meteorológicos imprescindibles para la producción agrícola, que era a su vez la base del sustento de las antiguas sociedades mesoamericanas. Algunas creencias y prácticas del milenario culto a los volcanes siguen vigentes en la actualidad.
Johanna Broda, “Simbolismo de los volcanes”, Arqueología Mexicana 95.
IMAGEN: En la cosmovisión de los pueblos del Altiplano Central se mezclaron conocimientos precisos con creencias mágicas acerca de la existencia y la actuación de los cerros. Los más poderosos eran los grandes volcanes que dominan el paisaje del altiplano. Arriba: Popocatépetl (izquierda) e Iztaccíhuatl (derecha). Abajo: Matlalcueye o La Malinche (izquierda) y Poyauhtécatl o Pico de Orizaba (derecha). Códice Vindobonensis, p. 39
Reprografía: Boris de Swan/ Raíces
DE LA EDICIÓN ESPECIAL 57, EL MAGUEY
No es de extrañar el asombro que causó entre los españoles el intenso y variado uso que del maguey se hacía en México. Desde épocas tempranas, la planta del maguey, como muchas otras, se había convertido en un elemento esencial para la subsistencia y el aprovisionamiento de las sociedades prehispánicas. Lo que la hacía notable era el uso intenso y exhaustivo que se le daba, y lo útil que resultaba para cubrir una amplia gama de necesidades, que iban desde las simples y mundanas a las enmarcadas en complejas prácticas rituales. Las grandes dimensiones que alcanzan algunas especies de maguey hicieron de sus pencas y su quiote materiales idóneos para la construcción de techos y paredes.
Arqueología Mexicana edición especial 57.
IMAGEN: Casa con techo de pencas de maguey.
Foto: ©476850 Conaculta, INAH, SINAFO, FN, México
No es de extrañar el asombro que causó entre los españoles el intenso y variado uso que del maguey se hacía en México. Desde épocas tempranas, la planta del maguey, como muchas otras, se había convertido en un elemento esencial para la subsistencia y el aprovisionamiento de las sociedades prehispánicas. Lo que la hacía notable era el uso intenso y exhaustivo que se le daba, y lo útil que resultaba para cubrir una amplia gama de necesidades, que iban desde las simples y mundanas a las enmarcadas en complejas prácticas rituales. Las grandes dimensiones que alcanzan algunas especies de maguey hicieron de sus pencas y su quiote materiales idóneos para la construcción de techos y paredes.
Arqueología Mexicana edición especial 57.
IMAGEN: Casa con techo de pencas de maguey.
Foto: ©476850 Conaculta, INAH, SINAFO, FN, México
LOS TLATOANIS MEXICAS
En su papel como cabeza de la sociedad los tlatoanis o tlatoque tenían obligaciones que abarcaban prácticamente todos los ámbitos. Eran los encargados últimos de las campañas militares que daban el sustento al grupo gobernante y a la gente común de la gran Tenochtitlan. Era este un asunto de tal relevancia que no es casual que la mayoría de los tlatoque hayan ejercido en los tiempos previos a su elección importantes cargos militares, como los de tlacatéccatl, “el del lugar del gobierno de los hombres” y, señaladamente, tlacochcálcatl, “el de la casa de las flechas”.
Eran, además, los responsables de la buena conducción de los asuntos públicos y de la impartición de justicia; debían velar por el bienestar de su pueblo y procurar las obras públicas que fuesen necesarias para tal fin. No menos importantes eran sus funciones en el ámbito religioso, que incluían preparar los elementos necesarios para la realización de la multitud de ritos que daban coherencia a la vida en Tenochtitlan, entre ellos la captura de víctimas para el sacrificio humano. Asimismo, conducían personalmente algunos de esos ritos, en virtud de que una vez electos eran en algún modo vistos como representantes de las divinidades y vínculo idóneo con ellas.
Después de su elección, los tlatoque eran investidos como tales en ceremonias en las que se les recordaban sus obligaciones y su compromiso con su pueblo por medio de discursos, a los que daba cumplida respuesta. A la hora de su muerte, se les dedicaban fastuosas exequias y sus cuerpos eran incinerados acompañados de ofrendas de riqueza correspondiente a su alta dignidad.
Enrique Vela, Los tlatoanis mexicas, Arqueología Mexicana edición especial 40.
IMAGEN Entre las actividades de los tlatoque, la realización de ritos era una de gran importancia. Adrián Unzueta, Moctezuma, 1898. Museo Nacional de Historia.
Foto: Boris de Swan / Raíces
En su papel como cabeza de la sociedad los tlatoanis o tlatoque tenían obligaciones que abarcaban prácticamente todos los ámbitos. Eran los encargados últimos de las campañas militares que daban el sustento al grupo gobernante y a la gente común de la gran Tenochtitlan. Era este un asunto de tal relevancia que no es casual que la mayoría de los tlatoque hayan ejercido en los tiempos previos a su elección importantes cargos militares, como los de tlacatéccatl, “el del lugar del gobierno de los hombres” y, señaladamente, tlacochcálcatl, “el de la casa de las flechas”.
Eran, además, los responsables de la buena conducción de los asuntos públicos y de la impartición de justicia; debían velar por el bienestar de su pueblo y procurar las obras públicas que fuesen necesarias para tal fin. No menos importantes eran sus funciones en el ámbito religioso, que incluían preparar los elementos necesarios para la realización de la multitud de ritos que daban coherencia a la vida en Tenochtitlan, entre ellos la captura de víctimas para el sacrificio humano. Asimismo, conducían personalmente algunos de esos ritos, en virtud de que una vez electos eran en algún modo vistos como representantes de las divinidades y vínculo idóneo con ellas.
Después de su elección, los tlatoque eran investidos como tales en ceremonias en las que se les recordaban sus obligaciones y su compromiso con su pueblo por medio de discursos, a los que daba cumplida respuesta. A la hora de su muerte, se les dedicaban fastuosas exequias y sus cuerpos eran incinerados acompañados de ofrendas de riqueza correspondiente a su alta dignidad.
Enrique Vela, Los tlatoanis mexicas, Arqueología Mexicana edición especial 40.
IMAGEN Entre las actividades de los tlatoque, la realización de ritos era una de gran importancia. Adrián Unzueta, Moctezuma, 1898. Museo Nacional de Historia.
Foto: Boris de Swan / Raíces
DE NUESTRA EDICIÓN ESPECIAL 57, EL MAGUEY
Ofrendas a Mayáhuel, diosa del maguey, en Zultepec-Tecoaque
Durante la segunda y tercera temporadas de trabajo de campo en la región de Calpulalpan, Tlaxcala (1992 y 1993) –como parte del proyecto “Influencias en las épocas Clásica y Posclásica en la región de Calpulalpan, Tlaxcala”–, se localizaron en el sitio de Zultepec-Tecoaque piezas cerámicas con características especiales en las que se manifestaba la presencia de la diosa del maguey y del pulque, Mayáhuel. Las piezas se encontraron en el Templo Circular edificado en honor a la deidad del sitio, Ehécatl-Quetzalcóatl, quien junto con la diosa del maguey eran considerados protectores del asentamiento,
Enrique Martínez Vargas, Ana María Jarquín Pacheco, Ofrendas a Mayáhuel, diosa del maguey, en Zultepec-Tecoaque, Arqueología Mexicana edición especial 57.
IMAGEN: Una joven otomí de 12 años de edad fue vestida como Mayáhuel y luego sacrificada. La ofrenda con la que se le sepultó consiste en las vasijas que probablemente se usaron para beber pulque en el ritual de su muerte. Los recipientes de la izquierda fueron usados para el pulque consagrado, cada uno de los cuales puede contener alrededor de un litro de líquido.
Las vasijas que se usaron como contenedores del pulque consagrado en el ritual a la diosa Mayáhuel tienen representadas las pencas y el quiote o flor del maguey y estaban pintadas de azul, como el pulque que se daba a beber a los guerreros que serían muertos por sacrificio. Museo de Sitio de Zultepec-Tecoaque.
Fotos: Oliver Santana/ Raíces
Ofrendas a Mayáhuel, diosa del maguey, en Zultepec-Tecoaque
Durante la segunda y tercera temporadas de trabajo de campo en la región de Calpulalpan, Tlaxcala (1992 y 1993) –como parte del proyecto “Influencias en las épocas Clásica y Posclásica en la región de Calpulalpan, Tlaxcala”–, se localizaron en el sitio de Zultepec-Tecoaque piezas cerámicas con características especiales en las que se manifestaba la presencia de la diosa del maguey y del pulque, Mayáhuel. Las piezas se encontraron en el Templo Circular edificado en honor a la deidad del sitio, Ehécatl-Quetzalcóatl, quien junto con la diosa del maguey eran considerados protectores del asentamiento,
Enrique Martínez Vargas, Ana María Jarquín Pacheco, Ofrendas a Mayáhuel, diosa del maguey, en Zultepec-Tecoaque, Arqueología Mexicana edición especial 57.
IMAGEN: Una joven otomí de 12 años de edad fue vestida como Mayáhuel y luego sacrificada. La ofrenda con la que se le sepultó consiste en las vasijas que probablemente se usaron para beber pulque en el ritual de su muerte. Los recipientes de la izquierda fueron usados para el pulque consagrado, cada uno de los cuales puede contener alrededor de un litro de líquido.
Las vasijas que se usaron como contenedores del pulque consagrado en el ritual a la diosa Mayáhuel tienen representadas las pencas y el quiote o flor del maguey y estaban pintadas de azul, como el pulque que se daba a beber a los guerreros que serían muertos por sacrificio. Museo de Sitio de Zultepec-Tecoaque.
Fotos: Oliver Santana/ Raíces
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