Un
grupo de antiguos compañeros, hoy ya amigos, estudiantes a finales de
los años sesenta y comienzos de los setenta del siglo pasado, en la
Universidad de Lovaina, se reúnen, desde hace años, los primeros
miércoles de mes, en una cafetería restaurante de Madrid a almorzar con
larga sobremesa. Cuando viajo a Madrid y, si puedo, me junto a la
comida-sobremesa. Tenemos opciones políticas y religiosas divergentes,
que ya vienen desde los tiempos lovanienses, pero nos gusta estar
juntos, escucharnos, debatir, discutir, contarnos nuestras vidas, ya
muchos jubilados. Hablamos de lo divino y lo humano. También nos
intercambiamos información, vía Internet, sobre temas de actualidad, de
política económica, o de política a secas, o de cuestiones que a alguno
le ha llamado la atención, y nos lo transmite.
Cristianos quemados vivos en Nigeria
En
uno de los correos, uno de los amigos lovanienses nos envía un texto,
con foto espectacular incluida, texto firmado por Juan Carlos Martos
(misionero claretiano), con este titular: “Cristianos quemados
vivos en Nigeria: un holocausto monstruoso, ante la indiferencia
internacional”. La cosa no me cae de sorpresa pues la prensa, aunque de
forma muy mitigada y como sin darle mayor importancia, refiere, de vez
en cuando, noticias de cristianos, asesinados por ser cristianos, en
diferentes partes de mundo. Sin ir mas lejos, leo el pasado 24 de febrero en la prensa francesa (La Croix) y en la española (El País) que
yihadistas del Estado Islámico (EI) han secuestrado en la tarde de ayer
a al menos 90 cristianos asirios en la provincia de Hasaka, en el
noreste de Siria, según datos del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Londres.
Pero,
habida cuenta de la proliferación de bulos e informaciones erróneas o
falsas en Internet, escribo un correo al Superior de los Claretianos en
Euskal Herria, a quien conozco bien, pidiéndole si me puedes
asegurar que Juan Carlos Martos es, en realidad, un misionero claretiano
y, si le conociera, si le considera fiable, y puedo validar su
testimonio. Me contesta con estas palabras: “Sí, conozco a Juan Carlos
Martos. Es misionero claretiano y sacerdote. En este momento, es
responsable de toda la Pastoral Vocacional de nuestra Congregación,
trabaja en Roma y, en razón de su trabajo, conoce muchas partes del
mundo. Sí, es una persona cabal y de fiar”. Hecha esta comprobación
traslado aquí, abreviada, la información que me suministra el colega
lovaniense de Juan Carlos Martos, con fotografía incluida:
La recriminación de la publicitación del documento en una red social
“Al
publicar este impresionante documento gráfico en Facebook, he
pretendido denunciar ante la opinión pública internacional, escribe
Martos, unos hechos monstruosos, absolutamente silenciados por los
medios de comunicación de masas; un auténtico genocidio tan monstruoso y
bestial como los episodios más abyectos de los campos de exterminio
nazis.
Para
mi sorpresa, Facebook me ha recriminado por publicar este documento
gráfico, como denuncia del holocausto que sufren los cristianos en
Nigeria desde hace más de 10 años. Conforme a la política de seguridad
de esta red “social”, la fotografía se ha clasificado como material
“pornográfico”, “violento” o “inapropiado” y, por ello, me castiga
prohibiéndome subir durante una semana cualquier otra fotografía. Y me
amenaza con actuaciones “drásticas” si prosigo en mi intento de
denunciar documentalmente la terrorífica conculcación de los derechos
humanos en Nigeria.(…..)
De
hecho, si las matanzas continúan, es en buena medida porque se sigue
ocultando la verdad al pueblo soberano, no vaya a ser que la sepa y “se
indigne”: el silencio cómplice de la mayoría de los medios de comunicación propicia la indiferencia de la comunidad política internacional ante este holocausto monstruoso.
Eso
sin olvidar la cobardía instalada en el mundo occidental frente al
terrorismo islamista. Entre nosotros, una consecuencia más de la
estúpida “Alianza de civilizaciones”. ¿Se
imaginan la reacción del terrorismo islámico en el caso de una matanza
de musulmanes a manos de cristianos en una mezquita? ¿Cómo -y cuánto- de
beligerantes serían las portadas de nuestros medios de comunicación
condenando los hechos?
Por
todo ello, desde este humilde blog, pido a quienes me lean un favor:
que difundan por todos los medios a su alcance esta fotografía. Al menos
para que sirva de homenaje a estos mártires, ya que, desgraciadamente,
facebook parece que ha tomado partido por los verdugos, queriendo
ocultar la difusión de tan trágicos acontecimientos”. (Hasta aquí Juan
Carlos Martos. El documento es del 17 de marzo de 2014 y la foto es de
23 días anterior. Confirmación en https://www.facebook.com/notes/p-juan-pablo-esquivel/el-misionero-padre-claretiano-juan-carlos-martos-al-que-se-debe-la-publicidad-de/10152077455653337 )
Un libro de referencia mundial y una entrevista al papa Francisco en “La Vanguardia” en su introducción.
Personalmente
este correo me ha impactado y, de alguna manera, avergonzado. Había
vivido, in situ prácticamente, la salvajada del asesinato de los
redactores de Charlie Hebdo en Paris, en enero pasado, y me había unido
al coro de los que han repudiado semejante barbaridad. Después, el
presente mes de febrero, por el correo de mi colega lovaniense, recibo
el texto y foto de Marcos, que no son en realidad novedad, aunque me dan
de bruces pues, he de confesar, que hasta esa fecha leía y oía esas
noticias como quien oye llover. Pero ya interpelado entré en Internet y
encontré este libro: “Le livre noir de la condition des chrétiens dans le monde” (Sous
la direction de Jean-Michel di Falco, Timothy Radcliffe et Andrea
Ricardi”. Con la colaboración de 70 contribuyentes Obra coordinada por
Samuel Lieven. Editions XO, Paris 2014, 811 páginas). Si se ha hablado
de este libro en España, me ha pasado desapercibido. Lo compré y estoy
en su lectura. A quien lea francés, sea o no cristiano, sea o no
creyente, si los Derechos Humanos conforman parte importante de su
cosmovisión vital, debe leer este libro.
En
la introducción al mismo de uno de sus tres directores Jean-Michel di
Falco referencia una entrevista al papa Francisco el 13 de junio de 2014
en la primera pagina (y cinco más en el interior) de “La Vanguardia”.
Como suscriptor online de LV he accedido a ella y traslado aquí, en su
original en castellano, algunas afirmaciones de Francisco. “Los
cristianos perseguidos son una preocupación que me toca de cerca como
pastor. Sé muchas cosas de persecuciones que no me parece prudente
contarlas aquí para no ofender a nadie. Pero en algún sitio está
prohibido tener una Biblia o enseñar catecismo o llevar una cruz… Lo que
sí quiero dejar claro es una cosa: estoy convencido de que la
persecución contra los cristianos hoy es más fuerte que en los primeros
siglos de la Iglesia. Hoy hay más cristianos mártires que en aquella
época. Y no es por fantasía, es por números”.
La
violencia en nombre de Dios domina Oriente Medio, le apunta el
entrevistador Henrique Cymerman. Responde Francisco “Es una
contradicción. La violencia en nombre de Dios no se corresponde con
nuestro tiempo. Es algo antiguo. Con perspectiva histórica hay que decir
que los cristianos, a veces, la hemos practicado. Cuando pienso en la
guerra de los Treinta Años, era violencia en nombre de Dios. Hoy es
inimaginable, ¿verdad? Llegamos, a veces, por la religión a
contradicciones muy serias, muy graves. El fundamentalismo, por ejemplo.
Las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas, pequeños
en relación con todo el resto.(….) Un grupo fundamentalista, aunque no
mate a nadie, aunque no le pegue a nadie, es violento. La estructura
mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios”.
Un gran filósofo ateo comenta la persecución de los cristianos
Permítanme
que cite aquí, para creyentes y no creyentes, un par de reflexiones de
André Comte-Sponville, conocido, brillante y profundo filosofo ateo,
quien en su contribución al libro arriba señalado escribe esto: “que la
Iglesia, durante mucho tiempo haya formado parte de los perseguidores
nadie lo ignora (tampoco los directores del libro y lo señalan infinidad
de veces). Pero no es una razón, continúa Comte-Sponville, para hacer
caer sobre los cristianos de hoy las faltas o los crímenes de sus
predecesores. Nadie es culpable de los pecados de sus padres. Los
derechos de los hombres se transmiten por el nacimiento; la culpabilidad
non. Los cristianos son, en primer lugar seres humanos. Lo que es
suficiente para otorgarles derechos, luego a a obligarnos a deberes a su
respecto” (página 120 de “Le livre noir de la condition des chrétiens dans le monde”.
Páginas
más adelante, en la 123, Comte-Sponville, escribirá que “la línea del
frente no pasa, muy afortunadamente, hoy en día, entre los creyentes y
los increyentes. Pasa entre los amigos y los enemigos de la libertad:
entre los espíritus abiertos y tolerantes, tanto si creen en Dios como
si no, y los espíritus fanáticos y sectarios, tanto si que se reclaman
de una religión (así el islamismo) o de una ideología pretendidamente
laica (así China o Corea del Norte)”
¿Cuantos son los cristianos perseguidos en el mundo?
Es
difícil dar cifran seguras y concluyentes. He aquí algunas encontradas
en el “Livre noir…”. El cardenal francés Jean-Louis Tauran, presidente
del consejo pontificio para el diálogo interreligioso cifraba en octubre
de 2013 que “el número de cristianos perseguidos en el mundo oscila
entre los 100 y los 150 millones de personas. Esta cifra, en constante
aumento, hace del cristianismo, la religión más perseguida del mundo”
(P.13 del “Livre noir…”). Aunque añade páginas adelante que, “el
cristianismo no ha sido a lo largo de su historia la religión más
perseguida. Incluso ha estado del lado de los perseguidores” (p. 16.
“Livre noir…”)
El
Pew Forum on Religión and Public Life de Washinton D.C (una referencia
mundial para los estudiosos de los fenómenos religiosos) señalaba en
2012 que “los cristianos eran víctimas de una u otra forma de
acosamiento, con o sin apoyo de las leyes, en 139 países, esto es cerca
de tres cuartas partes de las sociedades humanas. Es el grupo religioso
más acosado, aunque fieles de otras religiones sufren también amenazas
en numerosos lugares del mundo. En Septiembre de 2009, el presidente de
la Sociedad internacional para los derechos humanos, estimó que el 80 %
de los actos de persecución religiosa perpetrados en el mundo atañía a
los cristianos. En un estudio realizado en 2011 por el National
Consortium for the Study of Terrorism and Responses to Terrorisme,
mostró que el número de actos terroristas perpetrados contra los
cristianos en el mundo había conocido una progresión de 309% entre 2003 y
2010. En su Informe de 2012, la comisión americana sobre las libertades
religiosas en el mundo ha identificado 16 países en los que se dan
actos odiosos y sistemáticos (….) particularmente la tortura, la
detención y el asesinato. Si numerosas comunidades religiosas son
afectadas por esta violencia, una sola lo es en el conjunto de los 18
países: la comunidad cristiana” (Le livre noir…, página 33)
¿Por qué los cristianos?
El
Islam radical es, en la actualidad, el principal causante del odio
hacia los cristianos, aunque no hay que olvidar que los primeros que
sufren el odio de estos islamistas son otros musulmanes, en nada
fundamentalistas. Pero si, al comienzo de la segunda década del siglo
XXI, el radicalismo islamista desapareciera del planeta, los cristianos
no estarían en seguridad. Así en el estado vietnamita, en China, en
Corea del Norte o en las zonas latinoamericanas controladas por los
narcotraficantes, viven amenazados cuando no perseguidos, encarcelados o
asesinados.
Según
los expertos en la discriminación y acoso a los cristianos en el
planeta cabe señalar, al menos, estas cinco razones o motivos.
En
primer lugar simplemente que los cristianos conforman la religión mas
extendida en el planeta: 2.300 millones de las que algo más de la mitad,
1.200 millones, son católicos. Los otros son ortodoxos, protestantes o
miembros de iglesias independientes que se reclaman de Jesús. Los
cristianos conforman del orden de un tercio de la humanidad. Le siguen
los musulmanes con 1.700 millones de adeptos.
En
segundo lugar no hay que olvidar que, a lo largo de un siglo, desde
1910 a 2010, la distribución de los cristianos en el mundo se ha
trasformado radicalmente. La tabla adjunta lo muestra claramente.
Evolución, en %, de la distribución mundial de los cristianos en los últimos cien años
Pero
hay mas, y más importante. Este aumento de los cristianos, fuera de
Occidente, es percibido en algunos países como una amenaza. Así en China
el crecimiento explosivo de la Iglesia Pentecostal se considera
peligroso para un país laico de partido único. En Arabia Saudita, donde
impera el wahhabismo, – fuente de Al Qaeda, no se olvide -, el millón de
inmigrantes trabajadores de origen cristiano (Filipinas, Corea del Sur,
Líbano etc.) es considerado perturbador de su fundamentalismo. El trato
servil de los poderes occidentales a Arabia Saudita, Vaticano incluido,
merecería un texto aparte.
En
tercer lugar, en algunas partes del mundo, los cristianos constituyen
no solamente una minoría religiosa sino también étnica, social y
cultural donde son vistos como adversarios en el ascenso social. Es lo
que sucede, por ejemplo en Birmania o en la India.
Hay
una cuarta razón, que en parte ya ha sido señalada: los cristianos
aunque, ya lo hemos visto, viven cada vez más en Oriente y en África,
sin embargo son asimilados a Occidente y sufren el anti europeismo y,
sobretodo, el antiamericanismo imperante (no siempre, sin razones
históricas) en determinadas regiones del mundo. En Irak, como en Siria,
por ejemplo, los islamistas radicales etiquetan a las iglesias
cristianas como avanzadillas de Occidente cuando, en realidad, los
cristianos estaban allí asentados mucho antes que el surgimiento del
Islam.
Nos
hacemos eco, en quinto lugar, last but not least, de un argumento
esgrimido por Andrea Riccardi, historiador y fundador de la Comunidad de
San Egidio en Roma, y uno de los directores del libro referenciado,
cuando escribe que “entre humanidad y compromiso, los cristianos
(algunos cristianos, me permito añadir) representan otra forma de vivir y
de interactuar con los otros lo que resulta inaceptable para el
fanatismo todo poderoso como para los interese que tratan de controlar
la sociedad de forma oculta” (“Le livre noir…” o. c. p. 152). Es lo que
sucede, claramente, en determinados enclaves del fundamentalismo
islámico, por dar un ejemplo muy en boga. Les resulta insoportable la
presencia de cristianos que adopten como ley moral el amor gratuito y
universal, no solamente hacia los suyos, y que prefieran el martirio a
abjurar de su dios, el Dios que, sostienen, se ha revelado en
Jesucristo.
No
deja de ser llamativo que este ultimo argumento, a la postre, coincida
con el que sostenían algunos emperadores y pensadores romanos durante
las persecuciones a los cristianos en los tres primeros siglos de
nuestra era: no aceptar el dios romano, máxime si era representado en la
figura del emperador y como tal, hace aparecer como perturbadores del
orden social a los cristianos. Hay que releer el texto de Celso “Contra
los cristianos” escrito el año 178 de nuestra era para ver la similitud
de argumentos. Valga este botón de muestra cuando, casi al final del
texto, escribe esto: “suponed (se refiere a los cristianos) que se os
ordena jurar por el Jefe del Imperio. Nada hay de malo en hacerlo pues
las cosas de la tierra han quedado entre sus manos (….) Pero si buscáis
socavar este principio, el príncipe os castigará con razón…” (Celse, “Contre les chretiens” Ed. Sillage. Paris 2014, página 104. La traducción es mía).
Evidentemente
este razonamiento resulta difícil de aceptar en gran parte del mundo
occidental. Incluso por parte de algunos cristianos. Es lo que nos lleva
a abordar la última cuestión de estas páginas: las razones del silencio
de Occidente ante la masacre y persecución de los cristianos en otras
partes del planeta.
¿Por qué este silencio en Occidente?
Sigo, en este punto, las paginas 37 – 42 del texto de John Allen con un título, -¿ excesivo?- , “Une guerre mondiale contre les chretiens”, del libro arriba referenciado “Le livre noir…)
John
Allen trae a su texto la pregunta de Fouad Twal, jordano de nacimiento,
Patriarca católico de Jerusalem en una conferencia que pronunció el año
2011 en Londres: “¿Es que nadie escucha nuestro grito?. ¿Cuántas
atrocidades debemos sufrir todavía antes de que alguien, en alguna
parte, nos ayude?”
Allen ofrece estos elementos de respuesta que resumo, con algunos añadidos propios:
1.-
La mayor parte de los laicos occidentales están poco instruidos en
cuestiones religiosas y estos temas les resbalan. Además las
persecuciones no tienen lugar en sus casas, en sus países, sino en
países muy lejanos que muchos, la mayoría, no sabrían situar exactamente
en un mapa. Por otra parte decir, como alguna vez he oído o leído, que
en España hay una persecución religiosa en la actualidad es un sin
sentido total. Ni al laicismo más recalcitrante (que lo hay en España)
cabe denominar persecutor de lo religioso.
2. Cuando se habla de persecución religiosa lo que viene a cabeza son las cruzadas, la Inquisición, la colonización con
la esclavitud aceptada por los cristianos, Giordano Bruno, Savinarola,
Miguel Servet, Galileo Galilei. En España, algunos recuerdan el
clerocidio en los primeros años de la guerra, mientras que otros
procuran pasar de largo o poner acento en otros asesinatos.
3.
Regís Debray que, recuérdese, fue un antiguo comunista que combatió con
el Che Guevara y que, en la actualidad, está muy interesado en la
cuestión religiosa, escribe que, en nuestros días, la persecución de los
cristianos se encuentra en un punto muerto: las víctimas serían
“demasiado cristianas” para interesar a la izquierda y “demasiado
extranjeras” para interesar a la derecha. Los conservadores, las
personas de derechas, miran para otro lado ante la política de seguridad
de Israel y sus efectos nocivos para los árabes cristianos, pero se
precipitan ante el menor acto de violencia perpetrado por el islamismo
radical y aunque, últimamente, con el asalto a la revista Charlie Hebdo y
los salvajes degollamientos de rehenes por miembros del Estado
Islámico, se ha irritado a la población occidental en su conjunto, es
más fácil encontrar, entre las personas de izquierda, explicaciones, que
no justificaciones, de un estado de cosas que señalan, justamente a mi
juicio, provenientes de la historia. Pero es, también, entre estas
personas de izquierdas donde encontramos más dificultad para aceptar el
odio contra los cristianos en el interior de la banda de Gaza,
controlada por Hamas, donde los cristianos son objetivos de violencias y
exacciones.
4.
Pero hay que preguntarse, fundamentalmente, por qué los cristianos
instruidos, los agentes de pastoral, sacerdotes y obispos incluidos,
parecen apenas interesarse por este tema. ¿Cuántas pastorales, cuantos
encuentros, coloquios, sermones y hojas al fondo de los templos cabe
encontrar, en lo que llevamos de siglo XXI, que tengan como objeto la
persecución de los cristianos en el mundo?. Bien pocos. ¿Por qué? Cabe
avanzar tres tipos causas o motivos de este silencio de los cristianos
occidentales más instruidos y, en algunos casos más comprometidos
también, con su religión?
- 4.1 En primer lugar, la idea de que en la violencia contra los cristianos se trata de casos excepcionales. Algunos casos particularmente llamativos y sostenidos por agencias internacionales defensoras de los derechos Humanos, como Amnesty Intertacional. Muchos han firmado llamamientos de este tipo. Pero esa violencia no se la percibe como una violencia generalizada, estructural de algunas partes del mundo, por el solo hecho de ser, en esos países, personas cristianos.
- 4.2. En segundo lugar, es el efecto perverso de una idea, de una opción muy positiva: la búsqueda del ecumenismo, la aceptación del pluralismo religioso y el deseo de encuentros interreligiosas, como los de Asís. En este contexto, muchos cristianos ven difícil poner el acento en una persecución hacia sus hermanos orientales por temor a herir a los miembros de otras confesiones religiosas. Algunos a reconocer y condenar las dificultades con las que viven los árabes de confesión cristiana en Israel por temor a ofender al pueblo judío, que tanto ha sufrido en la historia. Otros a enfrentarse a los musulmanes por la opresión en la que viven los judíos en las sociedades islamistas, máxime en tiempos actuales en los que la islamofobia es moneda corriente. También en Occidente
- 4.3 Pero la tercera causa de este negacionismo de la violencia contra los cristianos en muchas partes del mundo, está en el interior mismo de los cristianos occidentales, en lo que Allen denomina, justamente a mi juicio, como “tribalización” del cristianismo occidental en el interior de las iglesias cristianas occidentales. Determinados aspectos de la pluriforme cultura en la que vivimos, obviamente también se han introducido en el seno de las iglesias cristianos lo que, así dicho, no puede ser sino positivo pues indica que el cristiano forma parte de la cultura en la que vive y participa de ella. No hacerlo supondría encerrarse en el gueto de su religión y proyectarse como una “contracultura” entendiendo que el mundo circundante es perverso en tanto no adopte los valores de “su” religión. Estamos ante un planteamiento todavía arraigado entre demasiados cristianos en Occidente que, llevado al extremo, hace que la dimensión cultural a la que cada cristiano se adscribe, es más fuerte que la comunidad cristiana en su conjunto, cuya quintaesencia radica en el amor gratuito, en la fratría universal consecuencia de la fe en el Dios único, Padre de todos. Esto conlleva no solamente a la división histórica de los cristianos en católicos, protestantes y ortodoxos, sino que en el seno de cada una de estas confesiones abundan las “tribus”: los adversarios del aborto desde la concepción, los pacifistas, los tradicionalistas, los neo-conservadores, los defensores de la teología de la liberación, los progresistas, los espiritualistas, los que defienden, o proscriben, la ordenación de la mujer en la iglesia católica, etc., etc. Estas divisiones pueden ser más importantes, y de hecho lo son, que la conciencia de pertenencia a una iglesia y lo que, cabría entender como un ejercicio de la libertad en el seno de la iglesia, se convierte en terreno de caza y disputa que diaboliza a los disidentes. Una de las consecuencia de este estado de cosas reside en que los cristianos occidentales dedican más tiempo y energía a despedazarse entre si que a ocuparse y ayudar a sus hermanos orientales, masacrados y, en algunos sitios del planeta, a punto de desaparecer. En particular en tierras donde surgió el cristianismo.
- 4.4. En efecto así es. Lo ilustro con un ejemplo llamativo, y con ello terminaré estas páginas, nos los ofrece el sur-este de Turquía en una zona fronteriza con Siria, que se encuentra actualmente bajo dominio kurdo. Al comienzo del siglo XX se asentaba allí una comunidad floreciente de 500.000 cristianos arameos que mantenían viva la lengua que, presumiblemente, hablaba Jesús. Al final del siglo pasado era cifra se había reducido a 2.500 cristianos arameos y numerosos observadores estiman que “su erradicación total es inminente” (Le livre noir des chretiens …o. c. p. 34).
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