El problema de Fernando VII con las mujeres que derivó en una crisis sucesoria
Día 26/03/2015 - 09.36h
http://www.abc.es/espana/20150326/abci-problema-genital-fernando-201503251934.html#
El Rey sufría de macrosomía genital, es decir, las dimensiones de su miembro viril eran muy superiores a la media. El asunto trascendió a la política porque sus tres primeras esposas no pudieron darle descendencia a causa de lo complicado de las relaciones con el Monarca
Fernando VII de España tuvo cuatro esposas pero solo la última, su sobrina María Cristina de las Dos Sicilias, le dió descendencia. No en vano, las dos hijas que tuvo con María Cristina, entre ellas la futura Isabel II, se antojaron insuficientes para convencer a su hermano Carlos María Isidro de Borbón de que no se entrometiera en el proceso de sucesión. Hasta entonces, todos los reyes desde la unión dinástica –salvo Carlos II «El Hechizado»
que era estéril y Luis I y Fernando VI que reinaron muy poco tiempo–
habían procurado dejar a su muerte al menos a un heredero varón. Una
forma de evitar la problemática de hacer valer los derechos al trono de un heredero de género femenino, que, según el reglamento de sucesión impuesto por Felipe V,
imposibilitaba a las mujeres a acceder a la corona, excepto en casos
muy extremos. Los esfuerzos legales del Rey para anular esta situación
llegaron tarde y mal.
Tras ser obligado por Napoleón a abdicar en Bayona y pasarse toda la Guerra de Independencia preso en Valençay (Francia),
Fernando VII regresó a España en 1808 disfrutando de gran popularidad
en el reino. No le duraría mucho. «El Deseado» se reveló pronto como un
firme defensor del absolutismo y un perseguidor acérrimo de los
liberales. De modales bruscos y carácter chabacano y vengativo, la falta de interés del Monarca por la cultura quedó patente en un episodio que protagonizó con el general ingles Wellington. En su huida del país al finalizar la guerra, el hermano de Napoleón «Pepe Botella» cargó en su equipaje más de 100 obras de grandes maestros de la pintura española. Por fortuna (para el inglés), el duque de Wellington
capturó el convoy con los cuadros y escribió a Fernando VII pidiéndole
instrucciones sobre cómo trasladarlos de vuelta a sus lugares de origen.
Sin embargo, el Monarca español creyó oportuno que el inglés a modo de
gracia se quedara la colección, que hoy conforma el núcleo del Museo de Wellington en Aspley House.
Bien es cierto que el Rey quedó parcialmente redimido de aquel pecado
muchos años después por culminar un proyecto esbozado ya en tiempos de
su padre: la fundación de un museo a la imagen del Louvre de París, que exhibiera las piezas más escogidas de la colección real, El Prado.
La macrosomía genital de un Rey
En la política, al contrario, se quedó corto en sus esfuerzos por redimirse de sus numerosos errores. Fernando VII –un declarado misógino y un hombre muy conservador– jamás imaginó que iba a pasar los últimos años de su vida luchando por situar a una mujer en el trono con la ayuda de los liberales,
pero su incapacidad para dejar un descendiente varón le obligó a
conformarse con defender los derechos de las dos hijas que tuvo con su
sobrina. ¿Por qué con su última esposa sí había podido tener hijos? ¿Es que acaso sufría algún tipo de impotencia o problema de fertilidad
que malogró sus matrimonios anteriores? Ciertamente «el Rey Felón» tuvo
que lidiar con una anomalía en su sistema reproductivo: padecía
macrosomía genital, es decir, las dimensiones de su miembro viril eran
muy superiores a la media.
«El Rey Fernando VII tenía el miembro viril de dimensiones mayores que de ordinario,
a lo que atribuyese el no haber tenido sucesión en sus tres primeras
mujeres», escribió un médico de la época sobre el problema genital del
Rey, que el escritor francés Prosper Mérimée
describió como «fino como una barra de lacre en su base, tan gordo como
el puño en su extremidad». Lo que debía ser un asunto estrictamente
privado trascendió a la política a causa de las dificultades que registraron las tres primeras esposas en sus relaciones sexuales con el Rey. La primera de ellas, su prima María Antonia de Nápoles,
contrajo matrimonio con el entonces Príncipe de Asturias en 1802, de 17
años, pero no pudo consumarse hasta un año después, posiblemente a
causa del retraso en el desarrollo hormonal de Fernando y su falta de educación sexual.
La Princesa, a la que su esposo repugnaba y a la que el clima de Madrid
no le sentaba bien, sufrió dos abortos antes de fallecer debido a una
tuberculosis en 1806, aunque las malas lenguas acusaron a Manuel Godoy, favorito y primer ministro de Carlos IV, de haberla envenenado.
María Josefa Amalia de Sajonia se negó a tener relaciones con el Rey
La siguiente experiencia matrimonial de Fernando VII
alcanzó la categoría de traumática por la juventud de la joven. La
elegida fue otra de las sobrinas del Rey, María Josefa Amalia de Sajonia,
de 15 años de edad, que fue obligada a casarse en 1819 con un hombre
veinte años mayor que ella. Educada en un convento por la ausencia de su
madre, la puritana Reina quedó asustada en su noche de boda por la brusquedad del Rey hasta el punto de que se negó a tener relaciones sexuales con su marido.
Incluso se vio obligada a mediar la Santa Sede para que la joven Reina,
a la que nadie había instruido previamente en aquellas tareas, aceptara
como bueno y no pecaminoso el obligado débito conyugal. Sin haber
quedado embarazada en los diez años que duró su matrimonio, María Josefa
Amalia falleció prematuramente de fiebres graves en el Palacio Real de Aranjuez en 1829.
Isabel II, la heredera que odiaban los carlistas
Alcanzada la madurez, Fernando VII se encontraba sin descendencia y con la incipiente amenaza de su hermano Carlos María Isidro de Borbón
rondando la Corona. Así, se casó con otra de sus sobrinas, María
Cristina de las Dos Sicilias, quien, conocedora de la trayectoria de su
marido, reclamó la construcción de un artefacto para mitigar la macrosomía genital del Rey.
La solución llegó a través de una almohadilla perforada en el centro de
pocos centímetros de espesor por donde Fernando introducía su miembro
durante el coito.
Los «carlistas» consiguieron que Fernando VII, gravemente enfermo en 1832, anulara la Pragmática
La publicación de la Pragmática causó gran consternación
entre los ultraabsolutistas partidarios del infante Carlos María Isidro,
hermano del Rey y su heredero según la Ley de 1713.
Los «carlistas» consiguieron con sus protestas que Fernando VII,
gravemente enfermo en el verano de 1832, anulara la Pragmática. Sin
embargo, una vez recuperado, el Rey anuló la derogación el 31 de diciembre de ese mismo año. Asimismo, a la muerte de Fernando VII el siguiente año tras haber sufrido violentos ataques de gota, Carlos María Isidro y sus partidarios se negaron a reconocer a Isabel primero como Princesa de Asturias y, más tarde, como Reina. Fue el inicio de la Primera Guerra Carlista.
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