Baches y cachivaches de la reelección
Es
una verdad de Perogrullo que, ateniéndose a la más elemental preceptiva
de la “realpolitik”, un partido siempre debe presentar al electorado a
su candidato de mayor popularidad, y no hacerlo (sin importar las
razones que se esgriman) no sólo resultaría incomprensible (porque el
objetivo “prima facie” de la participación en unos comicios es ganar)
sino que lindaría con las fronteras de lo absurdo desde el punto de
vista de la existencia misma de la entidad.
Ese aserto se hace mucho más lógico e irrefutable cuando se trata de
una batalla de carácter electoral en el gran frente ciudadano que
entraña el proceso para la escogencia de la máxima autoridad ejecutiva
de un Estado (que se convertirá en el mandatario constitucional de la
nación), sobre todo porque es, también en principio y bajo las
apariencias primarias, una selección que determinará la “dirección
institucional” de éste y, muy probablemente, el derrotero económico y
cultural de la sociedad para el futuro inmediato.
Por eso, fundamentalmente, sorprende que tantos dirigentes duchos y
avispados del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), contrariando
abiertamente las “normativas” tradicionales al tenor de la “sujeción a
las realidades” que en otras circunstancias han defendido con uñas y
dientes aún situándose de espaldas a la ética boschista, ahora encabecen
o sean parte de una recia y aparentemente indoblegable resistencia
interna frente a la opción continuista (vigorosa, según casi todos los
estudios de opinión) que encarna en estos momentos el presidente Danilo
Medina.
(Por supuesto que las investigaciones de opinión son una mera
“fotografía” del momento y, por lo tanto, reflejan hechos o situaciones
que pudiesen variar en el porvenir inmediato -los dones de la
premonición y la infalibilidad son ajenos a los negocios humanos-, pero
la constante y focalizada repetición de esos “flashes” de imágenes son
el principal instrumento de pronóstico electoral del mundo actual y,
subsecuentemente, la “guía práctica” mas confiable para la acción
política… Nadie está obligado a creerlo, pero lo que dicen esas
indagatorias socio-políticas sobre la popularidad del licenciado Medina
-se esté o no de acuerdo con su reelección- ha sido una constante hasta
el momento en que se escriben estas notas).
Es cierto que esa resistencia básicamente se expresa desde los
fortines de la alta y la media dirigencia del peledeísmo (puesto que en
las bases el clamor por la repostulación del licenciado Medina aparenta
haber encontrado mayores y más entusiastas adhesiones), pero el problema
es que el concurso de éstas, debido la importancia y la experticia
políticas de quienes las representan, es absolutamente necesario para
garantizar que toda la maquinaria electoral morada resulte debidamente
“engrasada” y marche de manera cohesionada en la dirección
reeleccionista.
(Las actitudes al respecto de las entidades que integran el denominado
Bloque Progresista son más curiosas aún: pese a que el grueso ha
evadido ladinamente participar en la controversia, hay quienes no
esconden su hostilidad a la idea de la repostulación del licenciado
Medina, como la FNP de los Castillo, o quienes condicional su apoyo a
una renegociación de su nivel de presencia en la administración pública,
como el BIS del licenciado Peña Guaba… En el caso del MODA, nuevo
aliado del PLD, el asunto está claro: las tratativas, más allá del
parapeto partidario, fueron con el doctor Fernández, y sería raro muy
que éste estuviera “atajando para que otro enlace”).
De todos modos, la cuestión es que -por donde quiera se mire- el
proyecto reeleccionista, a contrapelo de los auspiciosos destinos que le
atribuyen las encuestas y los muestreos de opinión, no parece acabar de
prender y arrancar, y sus principales portavoces lucen aislados o
empantanados: no hay un movimiento político definido al respecto, no hay
una estructura de vocería claramente identificable, ni tampoco hay un
aparato de opinión mediática que le sirva de atalaya al imaginario
repostulacionista o sea su escudo frente a los embates de los
opositores… Por el momento es, pues, una idea, una bulliciosa y vacua
idea, y nada más.
Esos baches del camino que podría conducir a la reelección del
licenciado Medina parecen tener orígenes ambiguos, difusos o poco
discernibles: aparte de que no es fácil hacer andar una idea respecto de
cuya pertinencia no se ha pronunciado ni siquiera sutilmente su propio
portaestandarte y beneficiario, no se sabe si el aislamiento y la
parálisis son el resultado de las propias limitaciones de sus
propagandistas actuales (falta de influencia real en las estructuras del
PLD, e impotencia frente a las maniobras y zancadillas de sus
adversarios internos) o del temor ante los chantajes públicos de los
importantes sectores de la sociedad civil (poderes fácticos,
organizaciones y personalidades de nuestros tabernáculos de opinión) que
se han pronunciado en contra.
Lo otro, valga la insistencia, son los cachivaches del PLD y sus
entornos: individuos de gran nombradía (caricaturas de los “jarrones
chinos” de los que habla don Felipe González) que restan más que lo que
suman, pero que, en razón de que se sienten preteridos en el gobierno
del licenciado Medina, no sólo disparan con armas retóricas de alto
calibre en dirección a que este último no pueda optar por un nuevo
período sino que lo hacen desde trincheras bastante seguras: el sector
interno que lidera el doctor Fernández y las curules legislativas… Son,
ciertamente, personalidades descollantes o dirigentes de alguna
influencia en las estructuras partidarias que bajo otras circunstancias
(porque los voceros de esta administración no tienen el grado de
“indecencia” y belicosidad de sus pares anteriores) no se atreverían a
apostar tan abiertamente contra la repostulación, y que, desde luego,
esconden su animadversión para con ella tras los biombos de una
aparentemente sesuda reflexión política o constitucional.
(No se puede menos que sonreír ante los “argumentos” de los
cachivaches: uno que fue el autor de las tesis jurídico-constitucionales
destinadas a validar por esta misma fecha en 2012 la repostulación del
doctor Fernández, ahora sostiene que “no hay tiempo”; otro que sostuvo
en la época que Bosch “no era antirreeleccionista por principio” y que
si viviera “hubiera apoyado la repostulación de Leonel”, hoy sostiene
que eso “no es conveniente ni para el PLD ni para el país”; y un tercero
que ha dicho reiteradamente que “en política se hace lo que conviene”,
ha roto con su proverbial tendencia a intervenir en todo debate político
nacional y, en este ocasión, se ha silenciado absolutamente… No es sólo
que “donde dije digo dije Diego”, sino que “en boca cerrada no entran
moscas”… De cierto os digo, hermanos míos, que si la discusión no fuera
tan trágica para la nación, resultaría verdaderamente divertida).
En cuanto a los partidos que se definen como de oposición, casi todos
-con diferentes niveles de decibelios y gestos tan diversos que a veces
confunden- se han manifestado en contra de una modificación del texto
constitucional que viabilice la repostulación del licenciado Medina
(unos con elaborados alegatos de carácter histórico-constitucional y los
más con lugares comunes del perifoneo político), y en ese sentido
obviamente están mostrando su preferencia por competir con otro
candidato oficialista, que podría ser el doctor Fernández (después del
presidente, el mejor “activo electoral” del PLD, pese a Quirino y su
peligrosa fanfarria “made in USA”), o uno de los pequeños aspirantes que
pulsean en el escenario interno del peledeísmo… La postura, claro está,
en general es entendible y certera desde la mira de la “política
factual”.
Por otra parte, es obvio que la discusión en torno a la “ingeniería”
constitucional de la reforma también está en estos momentos
exclusivamente supeditada a los intereses de los grupos internos del PLD
y sus apoyaturas externas en los poderes fácticos, y si bien es cierto
que algunos de los seguidores del doctor Fernández pierden los estribos
cuando se les habla de este tema (hubo uno que hasta llegó a afirmar
-¡caradura, caradura!- que el proyecto reeleccionista “es una trampa de
la sociedad civil” y de la oposición), no lo es menos que la inmensa
mayoría de sus componentes ya luce dispuesta a “discutirlo” y, en
consecuencia, a examinar la posibilidad de arribar a acuerdos en este
sentido… Cubrir este bache adecuadamente, haciendo caso omiso a los
cachivaches, es uno de los retos nodales de los auspiciadores del
proyecto reeleccionista.
En adición a lo que se ha afirmado precedentemente, conviene recordar
que si bien los lados visibles de la aludida “ingeniería” son políticos,
aritméticos y económicos (y únicamente podrían encararse
satisfactoriamente con la “acción” directa de los “grandes ligas” del
PLD, que no son precisamente muy cercanos al danilismo), también hay
unos costados jurídicos y emocionales (en los cuales habría que pagar un
costo ético, social e histórico que se desconoce si el licenciado
Medina estaría dispuesto a sufragar) que es necesario considerar… Todo
eso, como es notorio, actualmente constituye un poliedro de difícil
manejo para políticos de “ligas menores”.
En suma: los promotores del proyecto reeleccionista, si es que desean
hacer viable su cometido, tendrán que emplearse a fondo en una tarea
“duple” de monumental envergadura: cubrir los evidentes baches del
camino y apartar los cachivaches que se les atraviesan en cada recodo de
su aún apocado recorrido… Quien escribe duda de que puedan acometer
semejante empresa (pues carecen de la estatura política y las
capacidades estratégica y de “amarre” que sólo el propio presidente
Medina podría tributarles con una intervención personal), pero como en
estos menesteres se sabe que dos más dos no son necesariamente cuatro
-con permiso de las matemáticas y sus genios de todos los pelambres-,
todavía tendremos que esperar para ver el desenlace postrero de la
tragicomedia en marcha…
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