miércoles, 4 de febrero de 2015

Sembradores de odio

Sembradores de odio

Por Francisco Alvarez Valdez. 4 de febrero de 2015 - 12:12 am
 http://acento.com.do/2015/opinion/8219048-sembradores-de-odio/
El silencio del presidente Medina no ha contribuido a calmar los ánimos, que siguen subiendo cada vez más de tono y pudieran llegar a propiciar una tragedia que luego será muy tarde para lamentar y que obviamente tendrá responsables materiales pero también intelectuales.
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Francisco Alvarez Valdez

Socio fundador de Headrick Rizik Alvarez & Fernández. Su ejercicio profesional se ha desarrollado principalmente en las áreas de litigios judiciales y arbitrales, derecho bancario, negociaciones, derecho corporativo y proyectos relativos al ámbito de las telecomunicaciones. Fue coordinador de Participación Ciudadana. Es presidente de Profamilia.
Los periodistas Juan Bolívar Díaz, Huchi Lora, Roberto Cavada y Amelia Deschamps han denunciado ante los medios y en las fiscalías del Distrito Nacional y de Santiago, las claras amenazas de muerte que han recibido solo por defender los derechos humanos de los dominicanos nacidos en territorio dominicano de ascendencia haitiana y por denunciar el gran negocio que desde hace muchos años ha sido para unos pocos, incluidos políticos, funcionarios públicos y miembros del ejército nacional, el trasiego de ilegales haitianos para trabajar en obras públicas y también para el sector privado.
Estas amenazas comenzaron a partir de la discusión sobre la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y la posición crítica de estos periodistas y de otras personas, incluyéndome. Poco tiempo después de la sentencia, en noviembre de 2013, una organización denominada Red Nacional de Defensa de la Soberanía organizó una manifestación en el Parque Independencia donde se distribuyeron panfletos con fotos de algunas de estas personas y se levantaron consignas calificándolos de “traidores a la Patria”.  Entre estas consignas se incluía la de “muerte a los traidores”.
Posteriormente comenzaron a difundirse por internet las fotos de los periodistas denunciantes y de algunas personas de sociedad civil organizada, bajo la misma consigna de “traidores a la Patria”, incluyendo un “Álbum de la Traición”. Incluso se ordenó la impresión de tres millones de copias de un panfleto con fotos y la misma consigna, incluyendo caricaturas y literatura que solo servía para seguir sembrando el odio hacia aquellas personas que entendemos que la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional viola los derechos humanos de los dominicanos nacidos en territorio dominicano de padre haitianos en situación migratoria ilegal. Por suerte la empresa impresora se negó a imprimir este panfleto. En uno de estos panfletos apareció por primera vez mi foto como uno de los “traidores a la Patria”.
Recientemente Amelia Deschamps fue insultada en forma cruda y tildada de “traidora a la Patria”, en un espacio público como es un supermercado y distintos comunicadores sociales y algunos políticos han continuado utilizando un lenguaje que tiene como claro propósito sembrar odio en los que los escuchan y los leen.
El colmo ocurrió hace pocos días en una actividad en Santiago en la cual el señor Luis Díaz, de Moca, fue filmado por un canal de televisión en declaraciones que tildaban de “traidores a la  Patria”, a “los Juan Bolívar, los Cavada, los Huchi” y en la que sin ningún rubor pedía la muerte de los “traidores de la Patria”.
El señor Díaz pudo haber sido mandado en forma expresa a ofrecer este tipo de declaraciones o sencillamente pudo haber sido una de las tantas personas en las cuales se ha sembrado el odio a través de lo que sin duda alguna ha sido una campaña con ese propósito. No importa cuál de las hipótesis es la correcta pues de cualquiera de las dos se puede derivar una tragedia.
Es una pena que determinadas personas, que por sus posiciones deben ser líderes orientadores, se sumen a esta campaña. No puedo negar que me causó sorpresa cuando el magistrado Milton Ray Guevara utilizó el término “traidores de la Patria” en un espacio pagado relativo al tema de la sentencia 168-13, pues aunque lo hizo citando al Padre de la Patria,  sabía perfectamente en qué contexto lo hacía y las consecuencias que pueden generar. Y lo más grave es que no fue un desliz del momento, pues recientemente volvió a utilizar las mismas palabras.
El Cardenal López Rodríguez se ha quitado su ropaje de sacerdote, de creyente de Jesús, para sumarse al uso de un lenguaje agresivo, que solo sirve para sembrar odio, lo que es una actividad ajena a la labor sacerdotal, y menos de un líder de la Iglesia Católica. Por suerte muchos sacerdotes católicos dominicanos  no piensan como su cardenal. Los líderes de la Iglesia Evangélica han sido más consecuentes con sus principios religiosos y algunos de sus obispos han estado trabajando para proteger a los seres humanos cuyos derechos son violados en razón del origen y la condición de sus padres.
Muchas otras personas aportan en este esfuerzo de sembrar odio y sin que genere sorpresa alguna, están encabezadas por los principales miembros de la Fuerza Nacional Progresista, y sobre todo por su diputado al Congreso Nacional, el Lic. Vinicio Castillo Semán, que ha llegado a sobrepasar a su padre en estos esfuerzos. Los dos temas que ha utilizado este partido para sobrevivir han sido las drogas y Haití, sin que haya podido pararse el trasiego de drogas y de ilegales haitianos, a pesar de que dirigentes de este partido han estado en funciones públicas relacionadas con el control de las drogas y de la migración.
La posición del presidente Fernández ha sido la de sumarse y apoyar a los que se encuentran sembrado  odio en la población dominicana, pues no ve el  problema como humano sino como puramente político, y ya está preparando la plataforma de su campaña para el 2016 sobre la misma base que lo llevó al poder en la primera ocasión: el peligro haitiano y el racismo.
El silencio del presidente Medina no ha contribuido a calmar los ánimos, que siguen subiendo cada vez más de tono y pudieran llegar a propiciar una tragedia que luego será muy tarde para lamentar y que obviamente tendrá responsables materiales pero también intelectuales.
Pero algo está claro como el agua: con estas amenazas no detendrán el ejercicio de la libertad de expresión y mucho menos la libertad de prensa y lo único que pueden alcanzar son nuevos mártires de esas libertades fundamentales.

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