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Las Siete Hermanas de Stalin ya no son los únicos rascacielos de
Moscú, pero sí los más imponentes. Aunque muchos han criticado su
neoclasicismo y su diseño escalonado, se han convertido en
representaciones emblemáticas de la historia de la ciudad, a la vez
absurdos, terribles y hermosos. Los rascacielos, construidos tras la
Segunda Guerra Mundial, han pasado de ser el recuerdo lúgubre de la era
soviética a una parte esencial del paisaje urbano de Moscú.
Los rascacielos representaron el orgullo soviético en la ciudad arruinada por la Segunda Guerra Mundial. Foto de Geophoto
El plan original concebido antes de la contienda contemplaba
construir ocho edificios en conmemoración del octavo centenario de la
fundación de Moscú, celebrado en 1947. El octavo edificio proyectado, el
Palacio de los Soviets, no vio la luz.
El plan original concebido antes de la contienda contemplaba
construir ocho edificios en conmemoración del octavo centenario de la
fundación de Moscú, celebrado en 1947. El octavo edificio proyectado, el
Palacio de los Soviets, no vio la luz.
Los siete edificios que sí se construyeron forman en la actualidad una
línea trazada en dirección al lugar que ocuparía el único palacio que se
había planeado en el centro de la ciudad. Habría sido el edificio más
alto del mundo en aquel momento, coronado por una gigantesca estatua de
Lenin. La catedral del Cristo Salvador, del siglo XIX, fue demolida para
comenzar la construcción, pero el proyecto se abandonó cuando el país
entró en guerra en 1941. A través de los años, el recinto ha cambiado.
Albergó una piscina al aire libre y hoy en día se alza en él una
catedral.
Los rascacielos se construyeron en solo diez años, una notable proeza
para un país que estaba en ruinas tras el fin de la guerra. Dos de ellos
funcionaron como hoteles: el hotel Leningrado y el hotel Ucrania; otros
dos albergaron dependencias gubernamentales: el Ministerio de Asuntos
Exteriores y el Edificio Administrativo de la Puerta Roja; otro pasó a
ser la Universidad Estatal de Moscú y los dos restantes se utilizaron
como edificios residenciales: el edificio Kotelnicheskaya, cercano al
Kremlin, y el denominado La Casa, en la plaza Kudrinskaya.
Moscú.
Los rascacielos representaron el orgullo soviético en la ciudad arruinada por la Segunda Guerra Mundial. Foto de Geophoto
El plan original concebido antes de la contienda contemplaba
construir ocho edificios en conmemoración del octavo centenario de la
fundación de Moscú, celebrado en 1947. El octavo edificio proyectado, el
Palacio de los Soviets, no vio la luz.
El plan original concebido antes de la contienda contemplaba
construir ocho edificios en conmemoración del octavo centenario de la
fundación de Moscú, celebrado en 1947. El octavo edificio proyectado, el
Palacio de los Soviets, no vio la luz.
Los siete edificios que sí se construyeron forman en la actualidad una
línea trazada en dirección al lugar que ocuparía el único palacio que se
había planeado en el centro de la ciudad. Habría sido el edificio más
alto del mundo en aquel momento, coronado por una gigantesca estatua de
Lenin. La catedral del Cristo Salvador, del siglo XIX, fue demolida para
comenzar la construcción, pero el proyecto se abandonó cuando el país
entró en guerra en 1941. A través de los años, el recinto ha cambiado.
Albergó una piscina al aire libre y hoy en día se alza en él una
catedral.
Los rascacielos se construyeron en solo diez años, una notable proeza
para un país que estaba en ruinas tras el fin de la guerra. Dos de ellos
funcionaron como hoteles: el hotel Leningrado y el hotel Ucrania; otros
dos albergaron dependencias gubernamentales: el Ministerio de Asuntos
Exteriores y el Edificio Administrativo de la Puerta Roja; otro pasó a
ser la Universidad Estatal de Moscú y los dos restantes se utilizaron
como edificios residenciales: el edificio Kotelnicheskaya, cercano al
Kremlin, y el denominado La Casa, en la plaza Kudrinskaya. Haz click en la imagen para cambiar la foto
“Fue la primera construcción a gran escala que se hizo en Europa
después de la guerra y supuso la aparición de los primeros rascacielos
de Europa”, señaló Natalia Dushkina, profesora del Instituto de
Arquitectura de Moscú. Su abuelo, Alexei Dushkin, fue uno de los
arquitectos que participaron en la construcción del Edificio
Administrativo de la Puerta Roja.
Las Siete Hermanas de Stalin han caído en gracia y en desgracia de la
opinión pública a lo largo de las décadas. En un principio fueron un
alarde del espíritu soviético y tuvieron un breve momento de gloria como
símbolo del renacimiento de un país después de la guerra, señala
Dushkina. Según su criterio, devolvieron a la ciudad una sensación
magnitud perdida tras la guerra y tras la destrucción de la ciudad vieja
en la época de Stalin.
“Los nuevos rascacielos recrearon el perfil de la ciudad y le dieron un
nuevo énfasis vertical que antes lo proporcionaban las múltiples
iglesias y campanarios y que acababan de ser destruidos”, señala el
historiador Karl Schlogl en su libro Moscú.
Influencia estadounidense
Aunque los funcionarios soviéticos alardearon en aquella época de la
“originalidad” de los edificos, las similitudes entre las Siete Hermanas
y algunos rascacielos de Manhattan y Chicago son evidentes. Algunos
arquitectos han explicado los paralelismos de trazado entre el Edificio
de la Municipalidad de Manhattan y el que actualmente alberga la
Universidad Estatal de Moscú; o entre la Terminal Tower de Cleveland
(Ohio), y la Casa de la Plaza Kudrinskaya. El Ministerio de Asuntos
Exteriores también guarda relación con el edificio Woolworth de Nueva
York.
Tras la muerte de Stalin, los edificios pasaron a ser un símbolo del
régimen. Los arquitectos cayeron en desgracia y les retiraron los
premios concedidos.
Aunque en la actualidad vuelve a renacer el interés. Dushkina anuncia
que supervisará el trabajo de un estudiante español que está
escribiendo una tesis doctoral sobre el Edificio Administrativo de
Krasnoye Varota. También ha habido una serie de expertos en conservación
rusos y alemanes que sugieren que sean reconocidos como Patrimonio
Mundial.
El Ministerio de Asuntos Exteriores es uno de los más importantes y la
mejor vista se obtiene desde un puente situado en frente. El diseño
original no incluía la torre, pero parece que fue el mismo Stalin quien
insistió en levantarla. Se dice que cuando Khrushchev llegó al poder, el
arquitecto le preguntó si podía quitarla, a lo que el nuevo líder
respondió: “Dejemos que permanezca como monumento a la necedad de
Stalin”.
Por otra parte, el edificio también tiene sus ventajas; hay un
restaurante subvencionado que ofrece una de las mejores vistas de
Moscú.
Asimismo, hay una leyenda negra que rodea a estos edificios. Se dice que
no sólo prisioneros alemanes participaron en su construcción sino
también hombres provenientes del Gulag. Incluso corre el rumor acerca
del piso veintidós de la universidad, que se debió de transformar en una
especie de campo de trabajos forzados.
Anne Nivat, autora de origen francés, escribió sobre algunos episodios
de terror y espionaje que sucedireon en la Casa de Kotelnicheskaya
durante la era soviética. Según la escritora: “Algunos residentes de
este monstruo son monstruos en sí mismos”. Entonces el edificio era la
vivienda de altos funcionarios del partido y otras personas
privilegiadas. En la actualidad, estos apartamentos son los más
solicitados de Moscú.
Los turistas interesados en alojarse en uno de los rascacielos de
la era de Stalin pueden reservar habitación en el hotel Leningrado o en
el hotel Ucrania. Los dos han sido absorbidos por grupos hoteleros
internacionales, el Hilton y el Radisson respectivamente. Aunque resulte
increíble, los dos edificios son en la actualidad hoteles de cinco
estrellas que cobran más de 300 dólares por noche, en el caso del
Hilton, o 500 dólares en el caso del Ucrania. Si se quiere pagar algo
menos, conviene alojarse en pleno verano, durante los meses de julio y
agosto, o durante las vacaciones de Año Nuevo, que es cuando los precios
bajan a unos 400 dólares en el Ucrania y a 200 dólares en el Hilton. La
mejor oferta que hay en el Hilton es de 156 dólares por noche más
impuestos, el personal del hotel reconoce que para conseguirlo conviene
armarse de paciencia.
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