viernes, 2 de noviembre de 2012
TRUJILLO Y EL RACISMO
Frances Robles
Miami Herald
http://paraquenoserepitalahistoria.blogspot.com/2012/11/trujillo-y-el-racismo.html
El dictador Rafael Trujillo, que gobernó entre 1930 y 1961, promocionó tenazmente los sentimientos antihaitianos y se le culpa por crear las muchas categorías raciales que evitan el uso de la palabra ``negro''.
La práctica continuó bajo el presidente Joaquín Balaguer, que frecuentemente se quejaba de que los haitianos estaban ''ennegreciendo'' el país. En los 1990, se le culpó por bloquear las aspiraciones presidenciales del principal candidato negro, José Francisco Peña Gómez, diseminando rumores de que era realmente haitiano.
''Bajo Trujillo, no había nada peor que ser negro'', dijo el poeta dominicano Blas Jiménez, que es negro. ``Nosotros somos dominicanos porque no somos haitianos. Somos esto porque no somos lo otro''.
Jiménez recuerda que cuando le dieron su primer pasaporte, el empleado lo clasificó como ''indio''. El fue al director de la agencia para protestar.
''Recuerdo que dijo, `Si quiere ser negro, déjenlo que sea negro''', comentó Jiménez.
El resentimiento contra los haitianos se mantiene. Hay un estimado de un millón de haitianos viviendo en la República Dominicana, la mayoría trabajando en las industrias del azúcar y la construcción. Frecuentemente, las deportaciones en masas incluyen a los dominicanos negros y periódicamente ha habido linchamientos de haitianos. El gobierno ha tratado de negar la ciudadanía y la educación pública a los hijos de inmigrantes haitianos ilegales.
Cuando Sonia Pierre, la activista de los derechos de los inmigrantes, ganó un prestigioso premio Robert F. Kennedy, el gobierno respondió tratando de revocar su ciudadanía, diciendo que en realidad era haitiana.
''Hay una tremenda resistencia a la negritud, lo negro es malo'', dijo Sergia Galván, una feminista negra. ``Lo negro está asociado con cosas ilegales y clandestinas. Aquí hay un prototipo de belleza y mucha presión social. Hay escuelas donde las trencillas y el pelo natural están prohibidos''.
Galván y un grupo de mujeres han protestado contra los cánones europeos de belleza. Han llegado a protestar frente a los concursos de belleza. Dicen que ahora se ven más mujeres de piel oscura participando, aunque nunca ganan.
Varias mujeres dijeron que el rechazo al pelo negro es tan fuerte que frecuentemente la gente les grita insultos.
''`No puedo coger un autobús porque la gente me hala el pelo y me clava peines en el mismo'', dijo la artista Xiomara Fortuna. ``Me preguntan si acabo de salir de prisión. La gente simplemente no quiere que se vea esa imagen''.
Las horas que se pasan estirando el pelo con dolorosos tratamientos químicos son, en realidad, expresiones de nacionalismo, opinó Ginnetta Candelario, que estudia las complejidades de la belleza dominicana en el Smith College en Massachusetts. Para algunas mujeres, estirarse el pelo es simplemente una forma de tener un pelo suave y adaptable en la asfixiante humedad de la República Dominicana.
''No se trata de odiarse'', dijo Candelario. ``En realidad, es una forma de autocomplacencia. Es nacionalista, es una forma de afirmarse y celebrarse a sí mismo''.
El dinero, la educación, la clase --y, por supuesto, el pelo lacio-- pueden hacer que los dominicanos de tez oscura sean percibidos como más ''blancos'', dijo. Aquí, muchos dominicanos negros dicen no haber sabido que eran negros hasta que visitaron Estados Unidos.
''Durante la era de Trujillo se rechazaba a la gente de piel oscura, así que desarrollaron su propio mecanismo para luchar contra eso'', dijo Ramona Hernández, directora del Instituto de Estudios Dominicanos en el City College de Nueva York. 'Cuando uno pregunta,`¿Qué es usted?' no le dan la respuesta que uno quiere. Ellos dicen que no quieren hablar de negritud aunque eso sea lo que usted quiera escuchar''.
Hernández, que es morena y tiene un larga melena estirada, reconoce que ''nunca, nunca, nunca'' iría a la universidad con su pelo natural.
''No es nada extraño. Eso es una mujer tratando de lucir bonita. Soy una socióloga'', dijo.
Cuando le preguntaron si una dominicana negra podía ser considerada bella en su país, Hernández saltó.
``¡Usted debería ver como vienen aquí con sus grandes traseros!, dijo.
``Vienen pensando que son muy atractivas, y yo me digo `¿no saben que no son realmente bonitas?''
María Elena Polance es un negra sumamente atractiva. Dijo que la mayoría de los dominicanos la ven como una curiosidad, como si ser una negra y bella fuera algo extraño.
Pasa sus días promoviendo una crema para estirar el pelo en La Sirena, una tienda por departamentos de Santo Domingo.
'Aquí la gente no dice que tiene el pelo `rizado'. La gente dice que tiene pelo 'malo'. No se puede salir a la calle así''.
La profesora Dawn Stinchcomb, de la universidad de Purdue, que es negra, dijo que cuando llegó aquí en 1999 para estudiar las influencias africanas, la gente la insultaba en la calle.
Los camareros no la atendían. Nadie quería ayudarla en su investigación diciendo que si quería estudiar africanos, debía ir a Haití.
``En la calle, la gente me gritaba que saliera del sol porque ya era lo suficientemente negra. Era penoso. Yo me crié en el Sur y pensaba que podía manejar cualquier comentario racial. Pero nunca experimenté nada parecido a lo que tuve que pasar en la República Dominicana.
``No me importa que gente que no se parezca a mí me insulte. Pero ¿gente que es igual que yo?''
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