Para que la “memoria del olvido” no se reproduzca en Euskadi, tras ETA, como sucedió en España tras Franco
¿Cómo
abordar en Euskadi, la situación que se ha generado tras tanto horror y
dolor, desde la existencia de ETA particularmente, en los últimos
cuarenta años? ¿Cómo abordar la memoria justa, la memoria obligada de lo
sucedido, para no caer ni en el olvido ni en la repetitiva rememoración
paralizante del dolor padecido? ¿Cómo, tras dar cuenta de esta
realidad, proyectar un futuro de concordia, reconciliación o
convivencia, sin caer en equidistancia injustas, pero sin caer tampoco
en la dinámica de vencedores y vencidos? Esta preocupación, este tema,
me ha llevado a escribir un libro: “Tras la losa de ETA. Por una sociedad vasca justa y reconciliada” (Ed. PPC-SM, 2014, 312 páginas), ya en librerías (15 €) o en ebook a mitad de precio
El libro tiene 9 capítulos que cabe dividir en tres partes, como los tres actos de una opera u oratorio se tratara:
1er Acto.
“La trama”. Contiene dos capítulos. En el primero un breve repaso a los
cuatro actores globales de la sociedad vasca actual: la gran mayoría de
la sociedad, ETA, la izquierda abertzale y su mundo, las victimas y los
reconciliadores. En el segundo capítulo introduzco seis actores
individuales, porque tuve alguna relación con ellos. Son José Mª
Portell, el primer periodista asesinado por ETA, Miguel Ángel Blanco,
Txema Auzmendi, jesuita que paso unos días en los calabozos de la
Guardia Civil, cuando cerraron el diario Egunkaria, María Teresa
Castells (propietaria de la librería Lagun, atacada varias veces por ETA
y dos jóvenes que conocí personalmente de los que uno sigue en la
cárcel, el otro feliz, casado y con trabajo.
2º Acto.
El personaje central de la trama: ETA. Contiene 4 capítulos: Del MLNV al
EH Bildu, pasando por Sortu; la actitud de la sociedad vasca ante ETA;
la actitud de la juventud vasca ante ETA y cómo se han legitimado ETA y
sus componentes a si mismos, tema clave donde los haya.
3er Acto:
La sociedad vasca tras la losa de ETA, con tres capítulos. El séptimo
sobre las víctimas y sus tipologías, el octavo sobre las posibilidades y
exigencias de la reconciliación posible y el noveno y último, mirando
al futuro, reflexiono sobre la memoria debida y los agentes de
reconciliación existentes hoy en Euskadi.
ETA ha escrito la historia más negra del pueblo vasco
– ETA no representa al pueblo vasco. La expresión “ETA herria zurekin” (“ETA el pueblo está contigo”) es falsa
- La
violencia de ETA, el terrorismo de ETA, no es la consecuencia inevitable
del conflicto vasco, sino la constatación, por parte de ETA y quienes
la apoyan, de que no lograrían sus objetivos por medios pacíficos y
democráticos. Su violencia es originaria y consecuencia de ser un
movimiento totalitario de signo nacional-revolucionario, el MLNV. No
estamos ante una violencia secundaria.
- La
violencia de ETA no es la única violencia injusta que hemos padecido en
el País Vasco, los últimos 40 años: el GAL, el Batallón Vasco Español,
sin olvidar las innumerables torturas y malos tratos de algunos miembros
de Fuerzas de Seguridad. Pero la violencia de ETA es la más grave, la
más prologada, la que más víctimas mortales ha causado. La violencia de
ETA no es subsumible, diluible, en el magma de la violencia existente en
el País Vasco. Tiene su originalidad propia.
- Además
ETA se ha atribuido la representación del pueblo vasco y ha asesinado,
aterrorizado, extorsionado etc., en nuestro nombre, en nombre del pueblo
vasco. Así ETA ha escrito la página más negra de la historia del pueblo
vasco. Pues, para colmo, lo ha hecho en su nombre y pretendiendo
liberarnos.
Vivir “con”, cuando ETA calló las armas
- Hay
diferentes etapas y niveles en el “vivir con”: la coexistencia, la
convivencia incompleta con zonas de sombra (no se habla del pasado, del
tema de la violencia), la convivencia plena (asumiendo cada uno su
historia personal). No otra cosa es el ejercicio o la apuesta de la
reconciliación, poniendo en común diferentes historias y relatos del
pasado, para compartir el dolor de los otros, sin recrearse ni retenerse
en ese dolor, y así dar paso a la convivencia plena y auténtica.
- Este
libro está dedicado a los hacedores de concordia, convivencia y
reconciliación. Cual manchas de aceite en diferentes puntos de la
geografía vasca quizás consigan que la era post ETA no pueda equipararse
a la era post-franquista donde triunfó el silencio del olvido. Olvido
de victimarios y de víctimas.
- Hay una
memoria individual, como tal intransferible, una memoria colectiva que
muchas veces corresponde a la memoria de una parte de la población y,
por último, la memoria histórica, la que construyen con el tiempo los
historiadores, aunque rara vez llegan a un mismo relato. Por eso en
Euskadi es imposible pensar en un único relato, pero sí en un relato
compartido, en el sentido de que hemos sido capaces de escuchar el
relato de los que piensan de forma diferente a la mía, a la de los
“míos”.
-Hay que
buscar la memoria justa, el deber de memoria por la deuda contraída con
los que más han sufrido, particularmente las víctimas de violencia
injustas. Hay que superar tanto la “memoria impedida”, la memoria que
nos impide ver lo que hemos mal hecho o han mal hecho los “míos”
tratando de ocultárnosla en la recámara de nuestra memoria para que no
salga a flote, como la “memoria manipulada”, la memoria con la que se
pretende construir una identidad, por lo que magnificaremos lo que los
“nuestros” han hecho de positivo y ocultaremos lo negativo.
- Para
algunos la reconciliación es imposible; para otros es cosa de personas
individuales; algunos la consideran una infidelidad a las víctimas que
se pierden en el olvido; muchos piensan que es un sinsentido en el caso
vasco donde nunca ha habido dos bandos sino uno que ha agredido y el
otro que se ha defendido. Algunas víctimas sienten la reconciliación
como una imposición humillante y que equivale a impunidad.
- En mi
libro tras razonar sobre esas cuestiones, sostengo que la reconciliación
(término del que no hago un cassus belli, sino una etapa para llegar a
la convivencia plena, asumiendo el pasado) exige aceptar la totalidad de
los hechos violentos, aunque no todos tienen la misma significación y
gravedad; no solamente reconocer el daño injusto causado sino la
afirmación de que nunca más se volverá a utilizar la violencia
terrorista o la injusta violencia antiterrorista. La reconciliación
exige una promesa de futuro. No se puede asesinar ni torturar en nombre
de una idea. La reconciliación exige, como condición “sine qua non”, la
superación de la dialéctica “nosotros” y los “otros”. La reconciliación
supone reconocer, reparar y ayudar a las víctimas. La reconciliación
presupone una justicia justa. En fin, la reconciliación entre victimario
y víctima exige del primero que pida perdón y de la víctima que esté
dispuesta (no está obligada, obviamente) a aceptar su demanda de perdón
Superar la intolerancia
Para
lograr la reconciliación a nivel social, hay que tener presente y
superar el riesgo de la intolerancia. Me limito a dos citas:
- Antony
Beevor. (“El País” 26/06/ 2006) “Después de que Franco muriese en 1975,
el mundo entero admiró el paso de España a una monarquía constitucional y
a la democracia. Pero el proceso requirió que se llegase a lo que
después se llamaría el pacto de olvido. Ningún general o torturador fue
sometido a juicio. Ninguna comisión de la verdad analizó el pasado de
España. (…..) Lo que España necesita ahora es un pacto de recuerdo, no
de olvido, pero debe enfocar la memoria de un modo que evite los
fantasmas propagandísticos del pasado que se alimentan a sí mismos; que
reconozca libremente las peligrosas consecuencias de negarse a
transigir. Los españoles tienen muchas y grandes virtudes, especialmente
la generosidad, la imaginación, el sentido del humor, el valor, el
orgullo y la determinación. Pero no suelen distinguirse por intentar
comprender el punto de vista del adversario. Es un vicio infravalorado.
La tragedia de la Guerra Civil es sin duda el recordatorio más fuerte
del peligro de despreciarlo”.
- Más
cercano en el tiempo. Javier Cercas (“El País” Babelia 15/11/14). “Yo
creo que, desde hace siglos, el mayor problema de este país (piensa en
Catalunya y en España) es la intolerancia: nuestra incapacidad para
mantener un diálogo civilizado sobre las cosas para aceptar la
discrepancia….la catástrofe de nuestro país (consiste en que) si tu no
piensas lo mismo que yo, cojo un garrote y te lo parto en la cabeza”
Hago mías
las palabras de Beevor y de Cercas y las aplico, “mutatis mutandis” a
Euskadi. Mi libro es un esfuerzo para, en Euskadi, superar la
intolerancia y propugnar la escucha del adversario. Sin menoscabo de la
justicia, simplemente justa. Por supuesto.
En Euskadi
la reconciliación ya tiene camino andado: lo expreso con detalle en las
últimas páginas del libro. Baste recordar aquí los nombres (pidiendo de
entrada excusas por los olvidos) de Gesto por la Paz, Bakeaz, Gernika
Gogoratu, Denon Artean, Lokarri, Fundación Fernando Buesa y los dos
organismos dependientes del Gobierno Vasco, liderados uno por Maixabel
Lasa con el apoyo constante de Txema Urkijo y en la actualidad por Jonan
Fernández. Todo ello sin olvidar los encuentros restaurativos, el Plan
Nanclares, la experiencia Gleencree…
A lo que
hay que añadir un número importante de pequeños grupos de personas,
repartidos a lo largo de la geografía de la CAV y de Navarra que, desde
historias y relatos personales distintos, han decidido compartirlos en
un ejercicio de encuentro, concordia y, si fuera preciso,
reconciliación. En mi libro señalo, explícitamente, trece grupos. Ya el
libro cerrado he sabido que hay bastantes más.
Es, en
gran parte, en base a estas experiencias de encuentros de diferentes por
lo que confío que la era “tras la losa de ETA” no se asemeje a la era
“tras la losa de Franco”
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