1914-2014 – Centenario de la Primera Guerra Mundial: Antecedentes y consecuencias
En
2014 se cumplen 100 años del estallido de la Primera Guerra Mundial
(1914-1918), guerra que comenzó involucrando a los imperios europeos,
para terminar afectando de una u otra manera a toda la comunidad
internacional. Los factores endógenos y exógenos que impulsan los vientos de guerra
en la segunda década del siglo XX han sido profusamente expuestos y
debatidos por los expertos, pero básicamente provienen de tensiones
políticas, fronterizas y geoestratégicas no resueltas convenientemente
por Europa desde el último tercio del siglo XIX.
CAUSAS DETERMINANTES DEL ESTALLIDO DE LA 1ra GUERRA MUNDIAL.
FACTORES ENDÓGENOS.
Existían
elementos de desestabilización de índole interna, debido sobre todo a
disputas territoriales no resueltas y reivindicaciones de grupos étnicos
ignoradas desde hacía siglos, sobre todo en la zona de los Balcanes,
pero también en otras zonas, algunas de ellas acotadas dentro del
Imperio Austrohúngaro, Alemania y de la Rusia zarista. La competencia
entre Francia y Alemania por ejercer el papel preponderante en el
continente es causa constante de fricciones y tensiones que a veces se
transforman en serias escaramuzas, como la Guerra Franco-Prusiana de
1870-1871, que se saldó con una rápida y clara victoria para los
alemanes y que supuso toda una afrenta nacional para Francia. La pérdida
de Alsacia Lorena para el país galo, coincide con el inicio de la
llamada Paz Armada y las políticas de alianzas, que se extiende desde
1870 hasta 1914. El papel jugado por El Reino Unido respecto a Europa va
desde el pragmatismo a la ambigüedad, ya que desde su posición de gran
Potencia, intenta por una parte contrarrestar la hegemonía francesa en
el continente apoyando diversas posiciones de Alemania y por otra parte
aparece como aliada de Francia ante el poderío militar y económico
teutón. Esto no le impide simultáneamente hacer frente común con los
llamados Imperios Centrales debido a la preocupación existente en las
Cancillerías europeas por la expansión del marxismo más allá de una
Rusia en descomposición y debilitada como potencia.
FACTORES EXÓGENOS.
Desde el
punto de vista externo, (aunque inseparable de la política interior de
la Europa de 1914), existe una poderosa causa de inestabilidad y fuente
de conflictos: “la esquizofrénica” carrera de las potencias europeas
(Inglaterra, Alemania y Francia principalmente) para conseguir a toda
costa consolidar el imperio colonial generado esencialmente en el siglo
XIX y hacerlo más poderoso y rentable, ampliándolo con nuevas
posesiones para orgullo de la opinión pública de cada uno de los países.
Dicha
expansión colonial afectó principalmente al continente africano, pero
tampoco se libraron otras zonas de Asia y del lejano y próximo Oriente
(con la posterior e inevitable implicación del Imperio Otomano en la
guerra, y con la creación del futuro germen del conflicto
árabe-israelí). La manera de proceder de las potencias europeas está
impulsada por una lógica de rentabilidad económica en la explotación de
los recursos de los territorios de ultramar, necesarios para impulsar el
fabuloso desarrollo industrial de principios del siglo XX, pero es
también una punción de índole ideológica debido al
reforzamiento de una corriente de nacionalismo exacerbado que impregna
toda la estructura social de los países implicados desde mediados del
XIX y que crea un juego mortal de poderes y contrapoderes basados en
tratados, coaliciones, ententes y antagonismos entre las diversas
alianzas.
La tensión
acumulada en el tablero europeo en el año 1914 estalla de manera
irremediable con el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de
Austria y de su esposa. De manera vertiginosa se precipitan los
acontecimientos con la reacción del Imperio Austro-Húngaro contra
Serbia, a la que acusaba de estar detrás de los asesinatos. Casi de
manera automática se activaron las cláusulas de defensa mutua de los
tratados suscritos entre Rusia y Serbia y que obligaba también a Francia
y posteriormente a Inglaterra. Alemania por su parte, se posicionó con
Austria-Hungría atendiendo también a los acuerdos suscritos. El
escenario bélico se internacionaliza secuencialmente arrastrando al
conflicto a potencias de segundo orden, a las fuerzas coloniales de los
países en liza y finalmente haciendo intervenir a la que a partir de
entonces se define claramente como la nueva primera potencia mundial
emergente: Estados Unidos, que de forma paulatina irá sustituyendo al
viejo Imperio Británico como agente de primer orden en el concierto
internacional. La extensión de la guerra a escala mundial y muchos de
los acontecimientos diplomáticos y políticos de 1914 estaban seriamente
condicionados por la profusión de cláusulas secretas (unilaterales,
bilaterales y de todo tipo) firmadas entre las diferentes potencias en
los tratados y que de forma vergonzosa fueron ocultados a la opinión
pública de los países en conflicto, de tal manera que muchas de ellas no
fueron conocidas por la población europea hasta después de la contienda
y tras la irremediable muerte de al menos 10.000.000 millones de
personas y la ruina económica de todo un continente.
Los bloques beligerantes se conforman principalmente por los siguientes países: la llamada Triple Entente
, que aglutina a Francia, Imperio Británico y Rusia y posteriormente
Italia, Estados Unidos, Serbia, Rumanía, Bélgica, Portugal, Montenegro y
Grecia y como contraparte las Potencias Centrales, herederas alguna de
ellas de la Triple Alianza donde militan: Alemania, el
Imperio Austro-Húngaro, Bulgaria y el Imperio Otomano. (Italia causa
baja en la coalición el verano de 1914)
La
intervención de los distintos países en la guerra no fue homogénea ni en
la fecha de entrada ni en el empleo de recursos, el peso de la
contienda lo llevaron principalmente Francia, Imperio Británico, Rusia y
Estados Unidos (a partir de su decisiva intervención como contendiente
directo en 1917) y por parte de las Potencias Centrales,
fundamentalmente recaía en Alemania y en menor medida en
Austria-Hungría. Todos ellos pusieron por primera vez en liza la
economía de guerra, la guerra total. Orientación todos los recursos
disponibles de la nación, tanto humanos como materiales al servicio de
la maquinaria de guerra y la victoria.
CONFERENCIA DE PAZ DE PARÍS (1919). VERSALLES Y SUS CONSECUENCIAS.
Tras 4
años devastadores de guerra de trincheras que agota económica y
humanamente al continente europeo, y tras la decisiva intervención de
EEUU, la contienda se da por finalizada con la derrota de las Potencias
Centrales en 1918. Tras la firma del armisticio, los vencedores de la
guerra, fundamentalmente Francia, Reino Unido y Estados Unidos, celebran
en 1919 la Conferencia de Paz de París, donde (sin la participación de
las potencias derrotadas) se diseña la Europa de la postguerra y se
definen las responsabilidades de los perdedores. Dichas
responsabilidades se ven reflejadas en varios tratados de paz que los
vencedores imponen a los países derrotados.
El de
mayor calado por su extensión y repercusión posterior es el firmado
entre las potencias vencedoras y Alemania: El Tratado de Versalles,
tratado que Estados Unidos no ratificó, para acabar firmando por
separado un acuerdo de paz con Alemania en 1921, con el nombre de
Tratado de Berlín. Versalles supuso la derrota incondicional de
Alemania, la asunción de responsabilidad total del Imperio Alemán como
causante único de la contienda, la pérdida de territorio y el reparto
entre los vencedores del imperio colonial alemán. Además, se imponía a
Alemania el pago de compensaciones económicas en concepto de
indemnización por valor de miles de millones y la ocupación de parte de
su territorio para la explotación de recursos mineros e industriales en
el norte de Alemania. La prohibición del servicio militar obligatorio,
la desmovilización y limitación del número de efectivos del ejército, y
la prohibición de construir una marina de guerra potente. El tratado de
paz de Versalles fue rechazado en primera instancia por Alemania, que
siempre lo consideró una imposición unilateral (el Distak) aunque
finalmente lo firmaron bajo la amenaza aliada de reanudar la guerra y
proceder a la ocupación total del territorio alemán. Alemania nunca
olvidó.
El PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES. LOS NUEVOS ESTADOS.
Uno de los
muchos problemas que no solucionó del todo los tratados de paz tras la
1ª Guerra Mundial, fue el de las nacionalidades y esto a pesar de la
oportunidad política que suponía la disolución del Imperio
Austro-Húngaro y la creación de nuevos Estados como Polonia,
Checoslovaquia y Yugoslavia, lo que se suponía solucionaba teóricamente
el problemas de los Balcanes. El mapa de Europa sigue sin corregir las
cuestiones de las minorías y etnias que quedan “atrapadas o divididas”
entre las fronteras de otros Estados. Y esto ocurre en diversas zonas
como los Territorios Ucranianos, y que ya entonces
eran causa de tensión y disputa entre todos los países con intereses en
la zona, desde Rusia, hasta Polonia, pasando por Austria-Hungría o
Alemania. También se producen reivindicaciones italianas sobre zonas de
Dalmacia disputadas al nuevo estado yugoslavo. Además, en el nuevo
reparto territorial de los vencedores, determinadas regiones con mayoría
germano-parlante, quedan integradas dentro de Checoslovaquia, como es
el caso de los Sudetes. Así mismo, cede territorios en el norte en
beneficio de Francia y algunos pequeños ajustes de frontera en favor de Dinamarca y Bélgica. En total Alemania pierde cerca de 80.000 km2 de territorio como consecuencia de la firma del Tratado de Versalles.
Tras la
Gran Guerra, se produjeron algunos plebiscitos y consultas en
determinados territorios para establecer la voluntad de la población
respecto al Estado al que querían pertenecer. No obstante, en líneas
generales imperó cierto espíritu de revancha por parte de los
vencedores, actitud que empobreció los resultados obtenidos y dio lugar a
revueltas y guerras territoriales breves durante algún tiempo. En otro
punto del tratado de paz se dictamina la creación de un “corredor
territorial” para que sirva de acceso al mar Báltico a Polonia. A tal
fin, se declara la ciudad alemana de Danzig como ciudad libre
bajo la administración de Polonia y de la recién creada Sociedad de
Naciones. Dicho “pasillo” supone en la práctica el aislamiento de la
región alemana de Prusia Oriental del resto del país. Fatídicamente, con
el trascurrir de los años, Danzig simbolizaría para muchos, el inicio
de la Segunda Guerra Mundial. El tratado de Versalles hace también
inviable una hipotética unidad política y territorial de Alemania y
Austria, (el famoso Anschluss) y paraliza la flota mercante
alemana, lo que termina de ahogar la economía del país. Realmente un
tratado con un alto precio político y económico para un país como
Alemania irremediablemente enclavado en el centro de Europa y con un potencial de 80 millones de habitantes.
LA OTRA CARA DEL TRATADO DE VERSALLES. VISIÓN DE FUTURO.
LA SOCIEDAD DE NACIONES. LOS 14 PUNTOS DE WILSON.
El tratado
de Versalles impulsó la creación de la Sociedad de Naciones como
intento de dirimir los contenciosos entre los Estados de forma pacífica y
debe colocarse en el haber de los estadistas de la época. A pesar de
sus dificultades de funcionamiento y su corta trayectoria, la Sociedad
de Naciones es un primer intento positivo de conformar una comunidad
internacional basada en el respeto al derecho de las naciones y los
pueblos y la resolución de los conflictos por la vía pacífica.
Del mismo
Tratado de Versalles proviene un novedoso y desconocido decálogo a modo
de declaración de principios que bien pudo ser el embrión de una futura Carta de Derechos Sociales para la Ciudadanía del nuevo mundo surgido de la guerra:
ü El trabajo humano no es una mercancía, y no puede ser objeto de actos de comercio.
ü Derecho de asociación de los trabajadores y de los empleadores.
ü Pago de salarios dignos.
ü Jornadas de 8 horas o 48 semanales.
ü Descanso semanal, como mínimo de 24 horas.
ü Supresión del trabajo infantil.
ü Limitación en el trabajo de los jóvenes para permitir su normal desarrollo.
ü Igual salario, o igual valor de trabajo para ambos sexos.
ü Igual tratamiento (tratamiento equitativo) para los trabajadores en cada país.
ü Servicio de inspección laboral en cada Estado con participación de la mujer.
De todos
los aspectos del Tratado de Versalles uno de los más característicos por
su valentía y visión de futuro fue el planteamiento hecho por el
presidente norteamericano Woodrow Wilson y su plan de implementar un
nuevo Orden Mundial, plan que previamente fue presentados al Congreso de
Estados Unidos y asumido en la Conferencia de Paz de París como base de
los futuros tratados de guerra. De forma contradictoria, Estados Unidos
terminó no ratificando el Tratado de Versalles y
firmando posteriormente acuerdos unilaterales con cada uno de los
países. El gigante norteamericano, que ya lo era en términos de
producción industrial y militar, comienza claramente a definir una
política exterior propia de gran potencia hegemónica y
como tal es considerada en la mesa de negociación. Prueba de ello son
las recomendaciones aportadas por Estados Unidos a la Conferencia de Paz
de París y conocidos como los 14 puntos de Wilson:
1. Prohibición de la diplomacia secreta en el futuro.
2. Absoluta libertad de navegación en la paz y en la guerra fuera de las aguas jurisdiccionales.
3. Desaparición de las barreras económicas.
4. Garantía de la reducción de los armamentos nacionales.
5. Reajuste, absolutamente imparcial, de las reclamaciones coloniales.
6. Evacuación de todo el territorio ruso, dándose a Rusia la oportunidad para su desarrollo.
7. Restauración de Bélgica en su completa y libre soberanía.
8. Liberación de todo territorio francés. Reparación de los perjuicios causados por Prusia en 1871.
9. Reajuste de las fronteras italianas de acuerdo con el principio de nacionalidad.
10. Desarrollo autónomo de los pueblos de Austria- Hungría.
11.
Evacuación de Rumania, Serbia y Montenegro, concesión de un acceso al
mar a Serbia y arreglo de las relaciones entre los Estados balcánicos de
acuerdo con sus sentimientos y el principio de la nacionalidad.
12. Seguridad de desarrollo autónomo de las nacionalidades no turcas del Imperio Otomano.
13. Polonia, Estado independiente, con acceso al mar.
14.
Asociación general de naciones, a constituir pacíficamente pactos
específicos con el propósito de garantizar mutuamente la independencia
política y la integración territorial, tanto de los Estados grandes como
de los pequeños.,
EL FRACASO DE VERSALLES. CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA.
Uno de los
aspectos más controvertidos dentro de plan del presidente
norteamericano es el referente a las nacionalidades, ya que propugnaba
la autodeterminación y el respeto a las minorías étnicas para gestionar
su destino político, esto, claro está, a costa de los territorios de los
países perdedores de la guerra. El gran desconocimiento de la compleja
realidad cultural de la zona, el laberinto que suponía la política en
Europa central y la idiosincrasia de los pueblos eslavos, fue uno de los
escollos que hicieron fracasar en gran parte unas medidas que sobre el
papel parecían la solución a la inestabilidad territorial de esa parte
del continente.
El tratado
de Versalles no consiguió frenar el ansia de los nacionalismos, fue un
paréntesis, antesala de la siguiente conflagración mundial que supuso
una conmoción mayor y más mortal que la anterior. En realidad la
salvación de Europa estaba en un cambio educacional y de valores de las
sociedades emergentes de la Gran Guerra, en el convencimiento de que era
necesario hacer otra clase de política y de gobernar realmente para la
población. De hecho, durante los felices veinte el sentimiento
pacifista gano terreno socialmente, pero no se concretó políticamente lo
suficiente, siendo barrido por la crisis económica mundial y los
posteriores acontecimientos, con el ascenso al poder de los movimientos
fascistas.
La Europa
de postguerra es la Europa de la reconstrucción, de cierta modernización
y del alejamiento de las obsoletas estructuras imperiales propias de
finales del XIX, pero también es la Europa de la inflación, el
desempleo, y del “Crack del 29”. Son muchos los factores impulsores de
la gran catástrofe que supuso la Segunda Guerra Mundial. Las masas
obreras y los ejércitos de desempleados del viejo continente formaron
parte de los cuadros militantes de las organizaciones marxistas y
antimarxistas que polarizaron la sociedad de los años treinta (tras los
felices veinte) y desembocaron de nuevo en un clima prebélico, el rearme
militar, el odio racial y las escaramuzas fronterizas.
En
definitiva, la ignorancia de la situación por parte de unos, el ánimo de
revancha de los vencedores y el rencor de los perdedores,
(fundamentalmente Alemania), unido al “avispero” étnico y político que
continuaban siendo los Balcanes, confluyeron veinte años después para
crear las condiciones necesarias que bien manipuladas por los
movimientos totalitarios de Italia y Alemania, hicieron desplegar de
nuevo los estandartes de guerra y poner al día las viejas ofensas
recibidas años atrás (reales o imaginadas), simbolizadas por el Tratado
de Versalles. Por último hay que mencionar otros factores coyunturales,
ya que todo esto fue posible debido a cierta impasibilidad e ingenuidad
de Francia y Reino Unido, fruto de la debilidad de las democracias
liberales por un lado, del temor al contagio bolchevique proveniente
del Estepor otro y también por cierta inhibición de Estados Unidos en
“lacuestión europea”, más preocupados como estaban de asentar sus
intereses en otras zonas geoestratégicas, además de ensayar (de nuevo)
cierto tipo de neutralidad.
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