miércoles, 12 de noviembre de 2014

Matrix y Neo: un metarrelato del sujeto histórico y su relación con el gran otro lacaniano

Matrix y Neo: un metarrelato del sujeto histórico y su relación con el gran otro lacaniano


El rompedor y profundo filme de los hermanos Wachowsky “Matrix” hizo su aparición en 1999, en el apogeo ideológico del “desierto Real de los discursos y los metarrelatos” inaugurado unos años antes por el activista liberal Francis Fukuyama[1] y anunciado otros tantos años antes por los filósofos posmodernos Derridá[2] y compañía. Si bien nos encontramos en este particular momento histórico de la “no-alternativa” tanto económica como política o simplemente discursiva, una de las tantas lecturas que se pueden hacer de esta obra cinematográfica tiene una corte claramente “moderna” o conceptualmente perteneciente a los “viejos discursos o metarrelatos de clase, deberes históricos y utopías”.
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Zizek en “Lacrimae Rerum”[3] propone diferentes lecturas bastante contradictorias entre sí: por un lado recoger el concepto de Sustancia social de la Escuela de Frankfurt, por otro lado propone una lectura New Age bastante etérea y por último, por afinidad personal, una lectura lacaniana que es la que prevalece a lo largo de su análisis. No obstante, es al final del texto cuando a mi parecer deja entrever una cuarta lectura mucho más aplicable a la realidad y de la que se pueden extraer muchas lecciones, pero que lamentablemente Zizek no explota en absoluto. Esta última lectura, que se trata de un híbrido entre un análisis materialista histórico de clase y la aplicación de conceptos lacanianos (como la propia metodología de Zizek) identificaría a Neo como el sujeto histórico consciente de su explotación (es decir, como la clase dominada o el proletariado) que se levanta en armas contra el sistema ideológico-simbólico que lo explota.
            Sin embargo, comenzaremos este ensayo con una introducción a una primera lectura más académica y cercana a las postulaciones New Age para comprender de esta manera la “lectura oficialista” de “Matrix” y como nos diferenciamos de ella. A lo largo de este ensayo identificaremos personajes y conceptos-clave de la película (como Neo, como el agente Smith, como el propio Matrix) y les dotaremos de un contenido de clase, así como de conceptos-comodín lacanianos que nos ayudarán a entender tanto la propia identificación como una gran parte de la trama y argumento de la película, cosa que analizaremos en segundo lugar.
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   Una primera lectura bastante optimista teniendo en cuenta el tono grisáceo de la película, es la que identificaría a Matrix, la red virtual intelectual que nos mantiene interconectados sin demasiada consciencia de ello, con un elemento existente hoy en día y que se va perfeccionando: una suerte de Gran Google o lo que Jeremy Rifkin llama el “Pro-commons”[4], es decir, aquellos bienes que nos pertenecen a todos. Matrix, como Google o Internet (póngasele el nombre que se quiera) actuaría de esta manera como una gigantesca Biblioteca de Alejandría virtual y global donde no tendrían lugar por un lado la propiedad intelectual (puesto que simplemente sería propiedad global) ni por otro lado el propio concepto del autor (al borrarse la titularidad en todo ese océano de información). Esta lectura es por lo tanto en el mejor de los casos una socialización de la información mundial mediante un aparato ideológico aséptico (mente global), pese a que Rifkin no niegue una cara “B” (cara perversa) donde tenga lugar la dominación y la brecha tecnológica.
             La lectura que proponemos es bastante menos optimista pero sin caer en la concepción  “apocalíptica” según Umberto Eco[5] de esta maquinaria futurista que es Matrix. Como hemos adelantado, consideramos la película y más en general la trilogía Matrix como una continua metáfora de la lucha del sujeto histórico que toma conciencia de su condición de explotado (descubrimiento del Gran Otro lacaniano) y la dirige hacia el sistema ideológico opresor, enfrentándose en cierto momento a los “monstruos” en sentido gramsciano[6], expresión máxima del control del sistema (es decir, el fascismo) y acabando por aburguesarse mediante un pacto social con la parte “buena del sistema” y dando final a la “Revolución”. A bote pronto puede parecer una paranoica y trasnochada autojustificación propia de un marxismo melancólico que busca conflictos de clase donde no los hay, pero pasemos a la identificación de estos actores y conceptos mencionados para argumentar la hipótesis. 
            Neo es el personaje principal de la trilogía y encarna como hemos dicho el sujeto histórico que adquiere conciencia de su explotación o alienación. De la misma manera que Truman en “El show de Truman”, Neo comienza a percibir fallos y grietas en la construcción ideológica y “real” del sistema y comienza a sentir “como que algo falla”. Este malestar le lleva a conocer a unos sujetos que activan la conciencia de su propia situación (Morfeo y su equipo, aparentemente propagandistas anti-sistema) y a liberarse de esta máquina de control omnipotente que es Matrix (escena del despertar con la píldora), una suerte de Gran Otro del sistema capitalista creador de una imagen de una sociedad virtual, paralela (creador al fin y al cabo de ideología). El símil con la toma de conciencia del proletariado es muy explícito: existe un definido “Neo en sí” y un muy diferente “Neo para sí”. No se trata de una mera lucha futurista contra las máquinas: Neo se emplaza como el líder de un grupo que le sigue porque tiene un papel histórico: acabar con Matrix (papel histórico del proletariado de acabar con el capitalismo). De hecho, se estructura todo un discurso mesiánico en torno al elegido donde se emplaza al propio Oráculo (¿Marx tal vez?) como predicador del papel histórico de Neo.
            El genuinamente marxista lenguaje de liberación y de explotación que ronda a lo largo de la trilogía se ve mermado en parte por un romanticismo liberal del superhéroe, del líder “elegido”, lo que no le quita en absoluto poder al símil propuesto más arriba. Zizek define este discurso de la resistencia como la condición para alcanzar la realidad: “la experiencia de enfrentarnos a un obstáculo insalvable es la condición óptima para que los humanos podamos percibir algo como realidad. La realidad es, en última instancia, resistencia.”.[7] Esta definición tiene unas connotaciones marxistas enormes: solo en la dialéctica, en el antagonismo y en la acción de resistencia reside la realidad.[8]
No debemos dejar de lado uno de los elementos preferidos de Hollywood presente en todas aquellas películas en las que se intenta hacer digerible un macro-discurso ideológico un poco más complejo de lo normal o cuando se intenta explicar un acontecimiento histórico de gran tamaño: lo que Zizek llama la “reelaboración desde las coordenadas de un drama familiar (relación de pareja) de un conflicto que enfrenta grandes fuerzas sociales”[9]. Se intenta edulcorar y hacer digerible todo el trasfondo ideológico que representa Matrix mediante la obligada unión amorosa entre el personaje principal Neo y Trinity. El personaje de Trinity puede llevarnos por muchas sendas, entre ellas su posible identificación con un elemento que siempre está tirando de Neo, que cree en su papel histórico y que de alguna manera influye en él y lo controla. ¿Podría tratarse Trinity del abandono de Neo del Gran Otro Matrix y la adquisición de un Gran Otro personal de Neo, una suerte de motor de la lucha interna de Neo (o de clases)? La brevedad del ensayo nos obliga a dejar esta pregunta abierta.
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    Otro elemento fundamental es obviamente la propia máquina maestra, Matrix, que puede jugar diferentes papeles según el nivel de profundidad de análisis que queramos hacer. En un plano más superficial, puede considerarse simplemente como la compleja máquina de producción ideológica del sistema tardo-capitalista que mantiene a una población doblegada mediante la cultura del ultra-consumismo, de la jouissance y del plusgozo lacanianos[10] y de la que hay que liberarse para entender la verdad acerca de como funciona realmente el sistema (y por lo tanto la propia realidad). Se trataría por lo tanto del Gran Otro de Lacan, el titiritero que mueve los hilos y que habla a través de nuestro cuerpo, la red que estructura nuestra sociedad y que vertebra la alienación constituida del sujeto en el orden simbólico[11]. Si vamos al siguiente nivel de profundidad de análisis Matrix es también la necesidad de desprenderse de la ideología dominante, del Gran Otro, ya que hasta el propio Neo es producto de Matrix, y solo mediante el reconocimiento del Gran Otro DENTRO DE ÉL se puede contemplar la separación DEL Gran Otro. Dentro del Gran Otro estaría también condensado el papel histórico de Neo (del proletariado) así como el que se lo entrega: el Oráculo (el determinismo histórico marxista por el cual se alcanzará la sociedad sin clases pasando antes por una serie de etapas históricas). 
            Dentro de la dialéctica hegeliana utilizada por Zizek, no podemos concebir un héroe, un sujeto histórico sin su némesis antagónica. Este rol es encarnado por el Agente Smith, un virus creado por el propio sistema de Matrix para aplastar con la rebelión propiciada por el sujeto histórico Neo. Tiene curiosamente un rostro humano para parecer más amable a los rebeldes (¿O a Matrix?), está uniformado, pese a que son varios personajes con un parecido muy razonable actúan como un grupo solo y tienen una actitud completamente inhumana, deshumanizada. Hasta este punto se puede identificar fácilmente al Agente Smith con el fascismo histórico presente en Alemania o Italia: un grupo homogéneo violento al que solo se le puede entender teóricamente deshumanizándonos como propone Zizek en “Arte, ideología y capitalismo”[12] y que es concebido desde el mismo vientre del sistema capital-maquinas para aniquilar la acumulación de poder del movimiento obrero. No solo eso, sino que en la segunda y tercera parte de la trilogía de Matrix, el virus del Agente Smith se descontrola y se vuelve en contra del propio sistema Matrix que lo ha creado. Es necesario un pacto entre Neo y las fuerzas rebeldes con la parte “buena” de Matrix que quiere acabar con el virus. ¿No se trata de una descripción exhaustiva de cómo las “democracias liberales” como Reino Unido, Francia y Estados Unidos y las clases dominantes de Italia y Alemania  alimentaron e hicieron crecer al fascismo europeo como respuesta al KPD, al PCI y toda su acumulación de fuerzas?[13] ¿No se trata también de un relato detallado de cómo el propio capital liberal tuvo que aliarse con la URSS y los antifascistas comunistas locales para acabar con el fascismo?
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Llegados a este punto es necesario preguntarnos, como hace Zizek[14], si de lo que se trata realmente Matrix es de la historia del antifascismo europeo durante la Segunda Guerra Mundial y de la propia historia del sujeto histórico del proletariado. En la tercera parte de Matrix, “Matrix Revolutions” nos esperamos de acuerdo con su título una serie de Revoluciones que acaben con el orden establecido de Matrix, pero qué sorpresa la nuestra cuando la trilogía se cierra con un fundamental pacto social entre el Oráculo, Neo y el Arquitecto (creador de Matrix) a través del cual se sigue conservando Matrix pero a cambio el que quiera sentirse libre, se desconectará de Matrix libremente. En “Matrix Revolutions” aprendemos también que la historia en la que vive Neo es la sexta versión de Matrix y que por lo tanto ha habido cinco otros Neos que han fracasado también en la destrucción del Gran Otro. Nada más lejos de la realidad histórica, el pacto social que se hace entre la parte “buena” de Matrix que quiere acabar con Smith y los rebeldes, encarnados por toda una “aristocracia” aburguesada y corrompida por sus problemas internos bien podría tratarse del pacto social entre de la clase obrera y la clase capitalista en Europa tras la Segunda Guerra Mundial a través de una capitulación de los partidos comunistas, de los sindicatos (corrompidos ambos por una aristocracia obrera acostumbrada a Matrix). Se dejaría por lo tanto de lado las aspiraciones rupturistas con el sistema y la aceptación de un capitalismo reformado (de la misma manera que se reforma Matrix, se reforma el capitalismo para convertirlo en capitalismo monopolista de Estado o Estado de Bienestar). El capital-Matrix está aquí para quedarse y sólo ofrece una tregua temporal porque “hemos colaborado juntos” para acabar con el fascismo-Smith. Rosa Luxemburgo estaría revolviéndose de dolor en su butaca si llegara a visionar esta trilogía. 
            Podríamos considerar, como Zizek, que Matrix fracasa miserablemente en la trama de “Matrix Revolutions” cuando propone este gran pacto social y cierra la puerta de la Revolución pero teniendo en cuenta que Matrix es más libro de historia del siglo XX que película de ciencia ficción, este final no es más que la “actual” (más bien del período en el que se creó la película) situación del sujeto histórico, de su papel histórico y de las posibilidades de la izquierda para cumplirlo. Condenado a una lucha prácticamente institucional dentro del sistema ni siquiera puede  plantearse una revolución, una ruptura con el sistema, tal es el control de Matrix sobre ellos. La separación con el Gran Otro en el plano discursivo y propositivo no se ha conseguido dar aún en Occidente (los procesos en Venezuela, Bolivia y Ecuador son vanguardia en cuanto a contestación del sistema y en algunos elementos ya se han vuelto claramente rupturistas, empoderando de gran manera al sujeto histórico)[15].
[1]    FUKUYAMA, Francis. El fin de la historia. 1989.
[2]    Consultar la obra de Derrida o el texto principal de LYOTARD, François. La condición posmoderna.1979.
[3]    ZIZEK, Slavoj. Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio. 2006.
[4]    Consultar las diferentes publicaciones de RIFKIN, Jeremy como La sociedad del coste marginal cero. 2014.
[5]    ECO, Umberto. Apocalípticos e Integrados. 1964. No consideramos nuestra lectura como apocalíptica según el esquema dual de Eco, ya que eso nos pondría del lado de Baudrillard y compañía cuando procuran esquivar el análisis de clase en casos como este, se contentan con hacer metáforas vacías, utilizar lenguaje cyberpunk para llamar la atención y apelar al miedo generalizado contra las máquinas. Tampoco nos situaríamos en una óptica integrada, sino dentro mismo del enfoque de Eco, un análisis de clase materialista con una firme base histórica.
[6]    Famosa cita de Gramsci : “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, refiriéndose claramente al fascismo que él mismo vivió en sus propias carnes.
[7]    ZIZEK, Slavoj. Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio. 2006. p.195
[8]    Este punto de vista que encuadra la realidad dentro de las contradicciones antagónicas fundamentales es defendido por Mao Tse-Tung en su obra Sobre la contradicción.
[9]    ZIZEK, Slavoj. Arte, ideología y capitalismo. 2008. p.11.
[10]  Véase el seminario de LACAN, Jacques. La ética del psicoanálisis (1959-1960) donde define estos dos conceptos.
[11]  ZIZEK, Slavoj. Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio. 2006. p.180.
[12]  ZIZEK, Slavoj. Arte, ideología y capitalismo. 2008. Sobre todo en la parte que explica la visión de Jorge Semprún.
[13]  Son numerosos los análisis al respecto de este tema. Escogeremos uno de los más rigurosos, con una firme base económica cuyo autor es el economista Paul SWEEZY Teoría del desarrollo capitalista, en el capítulo donde trata la Guerra de Redivisión en el Imperialismo. También podemos citar las obras del historiador Edward H. CARR. Aunque sólo con tomar las declaraciones de los jefes de Estado o ilustres y poderosos personajes públicos de esos países (Ford, Churchill, Calvin Kein) obtendremos una serie de halagos al quehacer de Hitler, siempre antes de la guerra, claro.
[14]  ZIZEK, Slavoj. Lacrimae rerum. Ensayos sobre cine moderno y ciberespacio. 2006. p.205.
[15]  Pese a “estar de moda” en el año de entrada en taquillas de “Matrix”, el EZLN no será encuadrado dentro de estos procesos porque el mismo movimiento niega la toma de poder y deja de lado por lo tanto las transformaciones estructurales rupturistas a gran escala. Deciden, como íntegro movimiento indigenista, quedarse en la escala local y no tocar el resto de escalas. Este es un problema que el geógrafo David HARVEY en Espacios de esperanza (2003) nos explica cuando utiliza su materialismo histórico-geográfico en cuanto a las escalas: no se puede concebir una revolución, un proceso rupturista si no tiene en cuenta tanto la escala local, como regional y con una cosmovisión internacional(ista).
Fotos: 
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