lunes, 12 de marzo de 2012

Vasos -Efigies Indígenas de la República Dominicana


Vasos -Efigies Indígenas de la República Dominicana


Vasos -Efigies Indígenas de la República Dominicana
Fuente; escrito y fotos: Publicado en la obra. V Congreso Histórico Municipal Interamericano. Primer Tomo, abril 1952, Ciudad Trujillo, bajo la firma del Antropólogo Cubano, Dr. René Herrera Fritot
T
oda vasija o recipiente en que su cuerpo principal forma parte integrante de la figura representada, debe considerarse como un vaso-efigie, aún en aquellos casos extremos en que no se ha tratado de amoldar su forma típica, digamos de olla o de cazuela navicular, por ejemplo en el cuerpo del hombre o animal que allí aparece., pero con una sola globosidad y la situación de la cabeza y extremidades que le acompañan define el vientre o la caja del cuerpo de la figura
Los vasos-efigies, son relativamente escasos y en ellos sin duda se alcanza por el artífice indígena el más alto grado artístico de su alfarería o de su talla: especialmente en los antropomorfos se encuentran los más preciosos ejemplares cerámicos de las Antillas, logrando con éxito la difícil reproducción del cuerpo humano y adaptándolo a la vez a la forma utilitaria del recipiente.
Para el indio ellos debían tener un carácter muy cercano a los verdaderos ídolos o cemíes, o en último caso estar destinados a ritos o usos muy especiales, siendo poco probable que fuera para la utilización doméstica normal.
En vaso-efigie, como en ninguna otra forma del variado homenaje taíno, se palpa la estrecha vinculación entre la vida material de aquel pueblo primitivo y su mística, en una constante comunión o dependencia con sus divinidades. Son los propios dioses de su panteón, no ya fríos y ajenos como los otros cemíes, sino palpablemente propicios, en la fé indígena, contentivos y guardianes de lo más esencial para la vida; el alimento y el agua, my quizás si hasta comunicándoles a éstos propiedades especiales curativas, según el behique que los utilizaba
La Española o Santo Domingo, la Isla Antillana de mayor población indígena cuando el Descubrimiento y donde se revela que ocurrió la máxima evolución del Arauco continental, siendo el centro de la aristocracia taína que irradió esa modificada cultura a las demás Isla. Es de aquí donde mayores exponentes de lo más selecto de su arte ha de encontrarse. Y es precisamente en la República Dominicana, donde se conservan los más hermosos y la mayor cantidad de vasos-efigies de aquel admirable grupo cultural
Los vasos-efigies, de las Grandes Antillas pueden establecerse tres series: A) de formas simples, anchas, y bajas, correspondientes a recipientes para alimentos sólidos; B) de formas también simples, pero altas o con cuellos, para líquidos; C) y aquellas muy raras, de doble recipiente en situación lateral y comunicados entre sí.
En los Vasos-Efigies, en forma de cazuela y ollas circulares o naviculares se puede observar un emboquillado, es decir, provisto de un aditamento tubular lateral, que si la figura es de animal corresponde a su cabeza o a la cola, en el los caso de antropomorfo es el falo de la efigie
En los primeros de las tres series (caso A), bandejas, platos, escudillas, cazuelas y ollas, es siempre zoomorfa la representación; tortugas, batracios, peces, aves, murciélagos, a veces muy difícil de reconocimiento. En los casos (B y C) vasos altos, jarras, y botellas o potizas, de un solo cuerpo y muy rara veces dobles.
Las efigies son generalmente, antropomorfas, predominando la figura femenina en gestación, como deducción más simple, que para lograr un recipiente de más capacidad y más estable aproximada a la panzuda forma de sus potizas normales, sin que desechar la hipótesis de una posible relación de la vasija ç, como divinidad propiciadora en su efigie, con las mujer encinta o con el alumbramiento,
En los dobles recipientes y una efigie por cada uno, en lo conocido éstas son de distinto sexo y aparecen en relación sexual, como un símbolo de la procreación o como ceníes propiciadores a ella. Como la representación masculina, el sujeto aparece sentado o acurrucado, posición ésta que ayuda a la estabilidad del vaso o corresponde, además, con la que asignan a sus dioses, según se ve en la casi totalidad de sus idolillos. En estos casos aparecen con piernas muy gruesas para mayor estabilidad al vaso.
El exagerado grueso de las piernas, ha hecho pesar a varios autores que se trata de la representación de indios enfermos de elefantiasis o de filariasis, que estos males existían en las Antillas antes del Descubrimiento, y algunos llegan hasta interpretar como signo evidente de la enfermedad, la columna vertebral sobresaliente y el señalamiento de las costillas,
La primara opinión fue de en un informe al gobierno dominicano, el 4 de junio de 1881, que decía " es interesante observar aquí que, esta muestra ,, esa enfermedad tan común en este país, conocido con el nombre de Erisipela parida", refiriéndose a la muestra propiedad en ese entonces del General Billini, hoy en el Museo Nacional bajo el numero 901 (Samaná, Pasado y Porvenir, por Emilio Rodríguez Demorizi, AGN, Vol. III, Ciudad Trujillo, 1954-"Arqueología de Samaná, por Alph M. Pinart, Publicado en la Gaceta Oficial No. 366, S.D. 18 de junio de 1881, traducido del francés, En Pág. 218).
De su parte el Historiador, Antropólogo, Periodista, Escritor, Poeta, y Medico Vegano Dr. Guido Despradel Batista, observando el mismo ejemplar que observó Alph M. Pinart, en 1881, años más tarde, llega a la conclusiones en sus( " Apuntes Sobre la Arqueología Quisqueyana" Boletín del AGN, año 3 Vol. 3 No. 10, Ciudad Trujillo del 1940, 4ª, Pág. 124.") Dice "Tanto la Potiza de barro como el ídolo de piedra representan un indio intensamente atacado de filariosis", añadiendo "Esta enfermedad aún existe en nuestro medio, pero indiscutiblemente que fue más común entres nuestros aborígenes"
Sin embargo la tesis del Dr. Guido Despradel, en refutadas par la generalidad de los médicos, especialistas en la materias, quienes opinan que dichas enfermedades no existían en América ante de la Colonización, y que fueron traídas del África con los personas de ese continentes fueron traídos como esclavo a la Isla de la Española, esta opiniones es compartida por el Dr. Sixto S. Incháustegui, en un trabajo (" Filariasis y Elefantiasis" capitulo " Historia d la Filiaríais en Santo Domingo, en págs.. 18 a 20, Revista Medica Dominicana, Tomo II, No. 2 Ciudad Trujillo, julio, agosto y septiembre de 1947) quien dice "hay `poco datos sobre esta enfermedad en la Isla; la mayoría de los autores admiten el origen africano de esta afección , que probablemente fue traída `por los esclavos cuando la trata de africanos"
La Filaria loa fué descubierta en 1770 en Santo Domingo por Mongin, en negros importados de Áfricas." " La Filaria de Medina, también importada de África, no logró aclimatarse entre los dominicanos"
Siendo las filarias propias de los países cálidos (zonas tropical y sub tropical) del Viejo Hemisferio, y necesitando, como se ha probado, del mosquito como huésped intermediario para su evolución, insecto que es de un radio de acción muy limitado, pudiera haber pasado a la América antes que allá viniese un atacado por el parásito, seguramente un negro africacano, traído cuando la trata, , propagase aquí la enfermedad por la picada del misquito local, el Culex Fatigans. Hay que descartar la contaminación americana en tiempos remotos, con los primeros pobladores asiáticos, pues su paso fue por las regiones frías donde no puede vivir el verme.
El Dr. Despradel, también se basa para su hipótesis de la elefantiasis, en el ídolo o cemí de piedra calcárea, de 47 cms. de alto, que en 1871 fue encontrado en el arroyo Las Cabuyas, provincia de La Vega, hoy conservado en el Museo Nacional con el Cabuyas, provincia de La Vega, hoy conservado en el Museo Nacional con el núm. 111. (No 1 actual). Aquí la piernas derecha es mucho más gruesa que la pierna izquierda, pero lo mismo ocurre con el brazo de ese lado, y ello podía explicarse por la propia rudeza e imperfección de la talla, la que no se distingue por su simetría bilateral en esos y otros detalles.
La casi totalidad de los vasos-efigies son modelados en barro, pero excepcionalmente,. Como rarísimos ejemplares, lo hay laborado en otros materiales, como de piedra, en hueso, en madera

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